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Desenmascarando lo invisible: El don de discernimiento de espíritus y su importancia en la iglesia de hoy

Por Fernando E. Alvarado.

Cuando hablamos del don de discernimiento de espíritus, nos encontramos con una de las manifestaciones más esenciales para la vida espiritual y la práctica cristiana. Este don, según lo mencionado en 1 Corintios 12:10, es parte de los dones espirituales que el apóstol Pablo describe como otorgados por el Espíritu Santo para la edificación de la Iglesia. Es indispensable para mantener la pureza doctrinal, identificar la obra del Espíritu Santo y proteger a la iglesia de influencias espirituales que no provienen de Dios. En nuestro contexto pentecostal, donde damos gran importancia a la obra dinámica del Espíritu, el discernimiento se vuelve aún más relevante.

¿DE QUÉ SE TRATA ESTE DON?

Este don se refiere a la capacidad de distinguir entre diferentes influencias espirituales: si un espíritu proviene de Dios, si es humano o si es maligno. Esta capacidad fue vital en el ministerio de los primeros cristianos, permitiéndoles identificar el origen de la influencia espiritual y actuar en consecuencia, liberando a muchos de la opresión demoníaca (Hechos 16:18). Al igual que a ellos, este don nos ayuda a nosotros hoy, a distinguir entre las manifestaciones genuinas del Espíritu Santo y aquellas que no lo son. En nuestras reuniones pentecostales, es común que experimentemos diversas manifestaciones espirituales como la profecía, las lenguas y los milagros. Sin embargo, no todas las manifestaciones son del Espíritu Santo; algunas pueden provenir de influencias humanas o, en casos extremos, de espíritus engañosos.[1] Juan nos advierte en su primera carta: «Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios» (1 Juan 4:1). El don de discernimiento de espíritus es clave para salvaguardar la autenticidad de las manifestaciones espirituales en el culto.[2]

Además, el discernimiento es vital para el liderazgo pastoral y ministerial. Aquellos que están a cargo de congregaciones necesitan este don para proteger al rebaño y guiarlo correctamente. En el ministerio, enfrentamos situaciones en las que la dirección de Dios no siempre es evidente a simple vista. Por ejemplo, en el caso de un ministerio de liberación, el pastor o líder espiritual debe discernir si una persona está bajo la opresión de un espíritu maligno o si su condición es de otra índole, ya sea psicológica o física.[3] El discernimiento de espíritus permite hacer esta distinción con precisión y evitar los engaños espirituales.

Asimismo, este don nos protege de doctrinas erróneas y falsos maestros. En la era digital, donde la información circula rápidamente, muchas enseñanzas que no son bíblicas pueden infiltrarse en nuestras congregaciones. Como Pablo advierte en 2 Corintios 11:14, Satanás mismo se disfraza como ángel de luz. Esto significa que el discernimiento es esencial para que los líderes y miembros de la iglesia puedan identificar cuándo una enseñanza no está alineada con la verdad bíblica.[4]

Pero la función del discernimiento de espíritus no es únicamente identificar lo maligno, sino también reconocer la obra de Dios en las personas y las circunstancias. Vemos esto en el ministerio de Jesús, quien con frecuencia discernía los pensamientos y corazones de quienes le rodeaban (Marcos 2:8). Este discernimiento espiritual nos permite alinearnos con la voluntad de Dios y avanzar en nuestros llamados ministeriales.[5]

Finalmente, el don de discernimiento de espíritus es esencial para la oración y la intercesión. En el ministerio pentecostal, donde se pone un gran énfasis en la oración guiada por el Espíritu, discernir correctamente las influencias espirituales nos permite interceder de manera más efectiva. Este don no solo revela lo que sucede en el plano espiritual, sino que nos guía en cómo orar y cómo actuar en respuesta a esas revelaciones. Así pues, el don de discernimiento de espíritus es una herramienta indispensable para la Iglesia de Cristo hoy. Al cultivar este don, podemos protegernos y guiar a otros en el camino de la verdad, conforme a la dirección del Espíritu Santo. Como bien lo dice Pablo, todos los dones espirituales tienen el propósito de edificar el cuerpo de Cristo, y el discernimiento de espíritus juega un papel crucial en esta tarea (1 Corintios 12:7).

EL DON DE DISCERNIMIENTO DE ESPÍRITUS EN LA VIDA Y MINISTERIO DE JESÚS

El ministerio de Jesús está lleno de ejemplos en los que utilizó el don de discernimiento de espíritus, revelando su profundo conocimiento de la naturaleza humana y espiritual. Este don le permitió identificar los verdaderos motivos de las personas, así como reconocer la influencia de espíritus malignos. A través de estos eventos, Jesús demostró su autoridad divina y nos enseñó cómo el discernimiento espiritual puede ser una herramienta poderosa en la lucha contra el mal.

Uno de los momentos más significativos en los que Jesús utilizó el discernimiento de espíritus fue cuando confrontó a los líderes religiosos que intentaban ponerlo a prueba. En Mateo 9:4, Jesús percibió los pensamientos maliciosos de los escribas, quienes cuestionaban su autoridad para perdonar pecados. Aunque no expresaron sus críticas en voz alta, Jesús discernió sus corazones y respondió directamente a sus acusaciones. Este incidente no solo muestra la capacidad de Jesús para discernir intenciones ocultas, sino también su dominio sobre el reino espiritual. Este evento subraya el don divino de Jesús para «leer los corazones» de las personas.[6]

Otro ejemplo claro de este don ocurre en el encuentro de Jesús con la mujer sirofenicia, narrado en Marcos 7:24-30. Cuando la mujer le pidió que sanara a su hija poseída por un espíritu maligno, Jesús discernió tanto la fe de la mujer como la opresión demoníaca sobre su hija. Este discernimiento no solo lo llevó a liberar a la niña del espíritu, sino que también permitió a Jesús reconocer la sinceridad espiritual de la mujer sirofenicia.[7]

En Lucas 4:33-35, vemos otro ejemplo cuando Jesús se encuentra con un hombre poseído en la sinagoga de Capernaúm. El espíritu inmundo clamó reconociendo a Jesús como el «Santo de Dios», pero Jesús, con el don de discernimiento, ordenó que el espíritu callara y saliera del hombre. Este pasaje resalta cómo Jesús discernía no solo la presencia de espíritus malignos, sino también sus intenciones de distorsionar la verdad y crear confusión. Jesús no toleraba las declaraciones de espíritus malignos, incluso cuando hablaban verdades, porque su discernimiento revelaba sus motivos destructivos.[8] Esto refleja la importancia de estar vigilantes ante las influencias espirituales engañosas.[9]

Otro caso significativo es el de los endemoniados gadarenos, registrado en Marcos 5:1-20, Mateo 8:28-34 y Lucas 8:26-39. En esta narración, Jesús se encuentra con un hombre poseído por una legión de demonios. A través de su don de discernimiento, Jesús identificó la multiplicidad de espíritus malignos dentro de este hombre antes de que los demonios mismos lo confesaran. Esto le permitió actuar con autoridad al expulsar a los demonios y enviarlos a una piara de cerdos. El discernimiento de Jesús fue clave para reconocer la magnitud de la opresión demoníaca en este caso y ejercer un juicio preciso sobre la situación.[10]

Otro relato destacado se encuentra en la liberación de un niño que sufría una posesión demoníaca que le causaba ataques epilépticos, narrada en Marcos 9:14-29 y Mateo 17:14-21. En este evento, Jesús discernió que el problema del niño no era simplemente una condición médica, sino una posesión demoníaca que requería liberación espiritual. Este discernimiento fue crucial, ya que permitió a Jesús tratar el verdadero origen del problema y expulsar al demonio. El don de discernimiento de Jesús le permitió ver más allá de los síntomas físicos y abordar la raíz espiritual de la aflicción.[11]

El evangelio de Mateo también relata un caso particular de posesión demoníaca en 12:22, donde un hombre ciego y mudo es llevado a Jesús. En este caso, Jesús discernió que el origen de la ceguera y la mudez era un espíritu maligno, y no simplemente una enfermedad física. Tras liberar al hombre del demonio, este fue sanado de sus afecciones físicas. El don de discernimiento de Jesús permitió una intervención eficaz, ya que Jesús comprendió que la posesión demoníaca era la verdadera causa de las condiciones del hombre.[12]

Asimismo, encontramos en Lucas 13:10-17 la liberación de una mujer que llevaba dieciocho años encorvada debido a un espíritu que la afligía. Aunque su condición parecía física, Jesús discernió que era el resultado de una opresión espiritual. Al reprender al espíritu, la mujer fue instantáneamente sanada. El discernimiento de Jesús le permitió distinguir la causa espiritual de la dolencia, lo que llevó a una liberación inmediata y completa.[13] Así pues, el don de discernimiento de espíritus fue clave en la vida y ministerio de Jesús, permitiéndole exponer corazones, liberar a los oprimidos y advertir sobre los peligros del engaño espiritual.

EL DON DE DISCERNIMIENTO DE ESPÍRITUS EN EL MINISTERIO APOSTÓLICO

El ministerio de los apóstoles, especialmente Pedro y Pablo, estuvo marcado por señales, milagros y liberaciones que demostraron el poder del Espíritu Santo. El don de discernimiento de espíritus fue clave en muchas de estas intervenciones, permitiendo a los apóstoles identificar las influencias demoníacas o espirituales que operaban en las personas. Al igual que Jesús, ellos no solo realizaron sanidades físicas, sino que discernieron y liberaron a los oprimidos por fuerzas espirituales malignas.

Uno de los ejemplos más claros del uso del discernimiento por parte de Pedro se encuentra en Hechos 5:1-11, cuando confrontó a Ananías y Safira. Aunque este caso no involucra posesión demoníaca, Pedro, guiado por el discernimiento espiritual, percibió la mentira oculta en los corazones de esta pareja, quienes intentaban engañar a la comunidad cristiana sobre el precio de una venta. El discernimiento de Pedro fue fundamental para exponer el engaño y traer justicia divina. Este episodio muestra una operación precisa del don de discernimiento en conjunto con el don de palabra de ciencia, pues Pedro no tuvo acceso a la verdad por medios naturales, sino a través del Espíritu y sus dones carismáticos.[14]

Otro ejemplo significativo lo encontramos en Hechos 8:9-24, donde Pedro y Juan enfrentan a Simón el Mago. Simón ofreció dinero para recibir el poder de impartir el Espíritu Santo, revelando sus intenciones corruptas. Pedro discernió la maldad detrás de su petición, afirmando que Simón estaba «en hiel de amargura y en prisión de maldad» (Hechos 8:23). Aquí, el don de discernimiento permitió a Pedro identificar que el verdadero problema de Simón no era un deseo sincero de los dones espirituales, sino un corazón lleno de pecado. El discernimiento de Pedro, otorgado como un don del Espíritu, desnudó la verdadera naturaleza del corazón de Simón, revelando sus intenciones egoístas.[15]

Pablo, igualmente, ejerció el don de discernimiento en varias ocasiones. En Hechos 16:16-18, cuando estaba en Filipos, una joven esclava con un espíritu de adivinación seguía a Pablo y Silas, proclamando que ellos eran «siervos del Dios Altísimo». A pesar de que las palabras de la joven eran verdaderas, Pablo discernió que el espíritu detrás de esas declaraciones no era del Espíritu Santo, sino demoníaco. Después de varios días, Pablo finalmente reprendió al espíritu y liberó a la joven. En este caso, el don de discernimiento le permitió a Pablo ver la naturaleza engañosa de la situación, donde una verdad era proclamada por un espíritu maligno con motivaciones engañosas.[16]

El discernimiento espiritual de los apóstoles también les permitió reconocer la disposición y la fe genuina, o fingida, de las personas para recibir sanidad, lo que resultó en señales poderosas de la presencia de Dios por donde quiera que ministraran.[17] En Hechos 14:8-10, Pablo sanó a un hombre cojo de nacimiento en Listra. Al observar al hombre, Pablo discernió que tenía fe para ser sanado y lo llamó a levantarse. Este ejemplo muestra cómo el discernimiento de espíritus no solo detecta influencias malignas, sino que también percibe la fe genuina en los corazones de las personas. El discernimiento de Pablo permitió que la fe del hombre se conectara con el poder sanador de Dios en ese momento.[18] Y esto precisamente nos lleva a otra verdad sumamente importante sobre el don de discernimiento de espíritus.

DONES QUE SE COMBINAN PARA LA GLORIA DE DIOS Y LA EDIFICACIÓN DE LA IGLESIA

Cuando consideramos la combinación del don de discernimiento de espíritus con el don de la palabra de ciencia (como en el caso de Ananías y Safira, o el de Simón el mago, por ejemplo), podemos ver cómo estos funcionan en conjunto para prevenir errores y malentendidos en la proclamación de la voluntad de Dios, particularmente en áreas delicadas como la declaración de sanidades o revelaciones proféticas. Ambos dones nos equipan para actuar con sabiduría, asegurando que lo que hablamos y proclamamos provenga del Espíritu Santo y no de nuestras propias emociones o deseos humanos.

Como pentecostales, creemos que el don de discernimiento de espíritus es sumamente necesario, ya que nos capacita para distinguir entre influencias espirituales genuinas y falsas. Esto es crucial en situaciones donde podríamos estar tentados a declarar algo en nombre de Dios que Él no aprueba, o donde la fe de la persona es insuficiente para recibir lo que se está proclamando. En casos de sanidad, este don (en conjunto con la palabra de ciencia) nos ayuda a discernir si la persona está lista espiritualmente para recibir un milagro o si hay algún obstáculo espiritual, como incredulidad o pecado no confesado, que impida la intervención divina. Por ejemplo, Pablo, en Hechos 14:9, discernió que el hombre cojo en Listra tenía fe para ser sanado, y que era la voluntad de Dios que ocurriera, y sólo entonces declaró su sanidad (sin duda muchos predicadores y creyentes entusiastas necesitan este don para aprender, de forma experiencial, esta lección).

Si sumamos el don de la palabra de ciencia, tenemos acceso a una revelación divina directa sobre las circunstancias específicas de una persona, su fe y la voluntad de Dios en una situación determinada. La palabra de ciencia puede revelar detalles ocultos o desconocidos que son cruciales para tomar decisiones correctas y evitar errores. Por ejemplo, en el caso de Ananías y Safira (Hechos 5:1-11), Pedro no solo discernió la influencia del engaño, sino que también recibió revelación divina (una palabra de ciencia) sobre la cantidad exacta de dinero que habían retenido, lo que evitó que la comunidad fuese engañada.

Cuando estos dones operan en conjunto, se crea un equilibrio. El discernimiento de espíritus ayuda a evitar influencias espirituales erróneas o malintencionadas que podrían motivar declaraciones no aprobadas por Dios, mientras que la palabra de ciencia proporciona conocimiento específico sobre la situación o la persona. De esta manera, proclamamos con mayor precisión la voluntad de Dios en situaciones de sanidad o profecía. Así evitamos declarar sanidad en personas cuya fe es débil o no genuina, y también evitamos hacer declaraciones o promesas que no vienen de Dios, protegiendo así la integridad del mensaje.

Por ejemplo, si una persona solicita oración por sanidad pero su fe está en duda, el discernimiento espiritual nos permite percibir que algo no está bien en su vida espiritual. Al mismo tiempo, el don de palabra de ciencia puede revelar específicamente qué barreras o bloqueos están impidiendo que esa persona reciba la sanidad, como un problema emocional no resuelto o una falta de arrepentimiento. En lugar de declarar una sanidad que no va a ocurrir, podemos actuar con sabiduría, orando por las áreas en las que la persona necesita arrepentirse o crecer en fe primero, antes de declarar sanidad.

Así pues, la suma de ambos dones nos permite ser más precisos y fieles a la voluntad de Dios, evitando declaraciones irresponsables o profecías no respaldadas por el Espíritu Santo (error en el que han caído muchos pastores, evangelistas y hasta cantantes cristianos). Al usar adecuadamente los dones carismáticos, nos aseguramos de que nuestras palabras y actos en el ministerio reflejen fielmente la voluntad divina, salvaguardando tanto nuestra integridad espiritual como el bienestar de las personas a las que ministramos.

NO NOS CERREMOS A LA SOBRENATURALIDAD DE DIOS

Como pentecostales, estamos abiertos a la sobrenaturalidad de Dios ¡Y sin duda necesitamos abrirnos aún más a la gloriosa libertad que trae el mover del Espíritu y el ejercicio de los dones carismáticos! Es por eso que el don de discernimiento de espíritus es una herramienta esencial en la vida del creyente y en el ejercicio del ministerio. Nos proporciona la capacidad de distinguir entre lo divino y lo maligno, lo verdadero y lo falso, permitiéndonos navegar con sabiduría en un mundo lleno de influencias espirituales diversas. A través de este don, podemos identificar las opresiones demoníacas, reconocer la autenticidad de las motivaciones humanas y discernir la voluntad de Dios en situaciones complejas. ¡Es un don que todos necesitamos!

Pero los dones del Espíritu no operan solos o de forma independiente unos de otros. La combinación del don de discernimiento con otros dones espirituales, como la palabra de ciencia y el don de sanidad, por ejemplo, nos equipa para actuar con una mayor precisión y eficacia. Al operar en unidad, estos dones nos protegen de errores y nos guían en la proclamación de la verdad de Dios, asegurando que nuestras intervenciones ministeriales reflejen su voluntad y propósito.

Asimismo, este don nos llama a un mayor nivel de intimidad con el Espíritu Santo, ya que su ejercicio requiere sensibilidad y obediencia a Su dirección. A medida que cultivamos el discernimiento en nuestras vidas, nos volvemos más efectivos en nuestra misión de edificar la iglesia y llevar luz a un mundo que a menudo camina en la oscuridad. Confiemos en que el don de discernimiento no solo enriquecerá nuestra propia vida espiritual, sino que también impactará positivamente a quienes nos rodean, llevándolos a una mayor comprensión y experiencia del poder transformador de Dios.

BIBLIOGRAFÍA Y REFERENCIAS


[1] Johnson, B. (2017). Discernimiento espiritual en la vida cristiana. Editorial Vida, p. 201.

[2] Pinnock, C. H. (2009). Flame of Love: A Theology of the Holy Spirit. InterVarsity Press, p. 222.

[3] Kärkkäinen, V.-M. (2014). Pentecostal Theology: Living the Full Gospel. Bloomsbury T&T Clark, p. 142.

[4] Arrington, F. L., & Stronstad, R. (1999). Full Life Bible Commentary to the New Testament: An International Commentary for Spirit-Filled Christians. Zondervan, p. 317.

[5] Smith, M. (2020). Los dones del Espíritu Santo: Un estudio teológico. Editorial Kerygma, p. 145.

[6] France, R. T. (2007). The Gospel of Matthew. Wm. B. Eerdmans Publishing, p. 339.

[7] Hooker, M. D. (1991). The Gospel According to Saint Mark. Continuum, p. 191.

[8] Green, J. B. (1997). The Gospel of Luke. Wm. B. Eerdmans Publishing, p. 228.

[9] Davies, W. D., & Allison, D. C. (1988). The Gospel According to Saint Matthew (Vol. 1). T&T Clark, p. 719.

[10] Stein, R. H. (1992). Luke. Broadman & Holman Publishers, p. 252.

[11] Lane, W. L. (1974). The Gospel According to Mark: The English Text with Introduction, Exposition, and Notes. Wm. B. Eerdmans Publishing, p. 338.

[12] Luz, U. (2001). Matthew 8-20: A Commentary. Fortress Press, p. 225.

[13] Green, J. B. (1997). The Gospel of Luke. Wm. B. Eerdmans Publishing, p. 519.

[14] Bruce, F. F. (1988). The Book of Acts. Wm. B. Eerdmans Publishing, p. 132.

[15] Marshall, I. H. (1980). The Acts of the Apostles: An Introduction and Commentary. InterVarsity Press, p. 167.

[16] Longenecker, R. N. (1981). The Acts of the Apostles. Wm. B. Eerdmans Publishing, p. 369.

[17] Polhill, J. B. (1992). Acts. Broadman Press, p. 243.

[18] Conzelmann, H. (1987). Acts of the Apostles: A Commentary on the Acts of the Apostles. Fortress Press, p. 106.

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