En la vida cristiana, se encuentran paradojas sorprendentes. Por un lado, aquellos que creen en Cristo han sido conectados con una fuente de satisfacción vital que puede colmar todos sus deseos y anhelos. Sin embargo, también anhelan ardientemente como un corazón sediento (Salmos 42:1). Cantan y alaban al Señor en sus corazones, pero al mismo tiempo suspiran profundamente cada día, ya que su experiencia a menudo es dolorosa y confusa; pero a pesar de todo eso nunca renunciarían a ella ni por todo el oro del mundo.
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Miserables alcanzados por su gracia
Al ser humano le cuesta entender que no tiene que hacer nada, que todo ha sido ya realizado, únicamente debe acudir al lado de su Padre. Esta compresión hace que la persona cambie, es una gracia que transforma, el ser humano ya no es el mismo. ¡Así de bello e incomprensible es el Evangelio de la Gracia!