Arminianismo Clásico, Arminianismo Reformado, Arminianismo Wesleyano, Asambleas de Dios, Calvinismo

Calvinismo, esclavitud humana y otros males

Por Fernando E. Alvarado

El Evangelio de Jesucristo es inclusivo, libre de racismo, elitismo y de cualquier forma de discriminación con base en el nivel socioeconómico, origen étnico, sexo o cualquier otro motivo. Esto es más que una mera suposición. Las Escrituras así lo afirman:

“Ya no importa el ser judío o griego, esclavo o libre, hombre o mujer; porque unidos a Cristo Jesús, todos ustedes son uno solo.” (Gálatas 3:28, DHH)
“Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia.” (Hechos 10:34-35; véase también: Romanos 2:11, Gálatas 2:6, Efesios 6:9)

Sí, el Evangelio es un hogar espiritual y un refugio de igualdad y respeto para todos los seres humanos: esclavos y libres, varones y mujeres, judíos y gentiles, todos sin distinción. O por lo menos debería serlo…

Tristemente, la historia evidencia una serie de abusos y violaciones cometidas contra las minorías por parte de aquellos que se hacen llamar cristianos. Sin embargo, es claro que el problema no reside en el Evangelio, sino en la forma en que algunos tuercen las Escrituras o interpretan las mismas a su conveniencia y para perdición de ellos mismos y el mal de sus semejantes.

Nuestra doctrina define la forma en que vemos al mundo, la forma en que interpretamos la realidad y hasta cómo tratamos a nuestro prójimo. Más allá de la soteriología, el calvinismo y el arminianismo se diferencian incluso en estas áreas.

LA ESCLAVITUD DE AFRICANOS, LA PIEDRA EN EL ZAPATO DEL CALVINISMO

Por ejemplo, durante los años que duró la esclavitud en los Estados Unidos, los calvinistas de la época eran más propensos a apoyar la institución de la esclavitud, mientras que los arminianos eran más propensos a apoyar el abolicionismo. Influyentes y venerados líderes y teólogos calvinistas como Jonathan Edwards y George Whitefield apoyaron la esclavitud.[1]

Jonathan Edwards, por ejemplo (quien es conocido como uno de los más grandes y profundos teólogos calvinistas en la historia de los Estados Unidos) fue un claro defensor de la esclavitud a partir de su postura calvinista. En su famoso pero incómodo escrito “Draft Letter on Slavery”, Edwards afirmaba que la esclavitud es bíblica y está explícitamente permitida en la Ley Mosaica, y nunca fue abrogada como otras injusticias a las que Dios les hizo un guiño temporalmente (Hechos 17:30).

Edwards argumentaba que la esclavitud no fue abolida porque se permitió explícitamente y nunca se derogó explícitamente. También creía que los pasajes de las escrituras que prohíben la esclavitud y que prohíben tomar el salario del prójimo sin pago no deben establecerse como regla para todas las épocas y naciones; En “Draft Letter on Slavery”, Edwards escribe:

«Dar permiso para un castigo especial por la injuria de los egipcios al pedir prestado es algo muy diferente de establecer como regla que su pueblo pueda pedir prestado y no pagar en todas las edades».[2]

Además, Edwards argumenta que la abolición de la esclavitud causaría privaciones debido a la pérdida de dinero y bienes producidos a través de la esclavitud:

«[La abolición de la esclavitud] provocaría una tendencia mucho mayor a pecar, a tener libertad para privar de derechos a naciones enteras».[3]

Y, afirmaba además que el abolicionismo socava la autoridad de los ministros propietarios de esclavos (como él mismo) y daña a la iglesia. Por último, Jonathan Edwards argumenta que no todos son nuestro prójimo (contradiciendo a Jesús en Lucas 10:25-37) sino sólo los hijos de Israel o, en su caso, los protestantes blancos.[4]

Aunque muchos calvinistas han querido ocultar o minimizar la simpatía de Edwards por la esclavitud, esta se encuentra ampliamente documentada. El 7 de junio de 1731, Jonathan Edwards compró a una niña africana llamada Venus de catorce años (posiblemente más joven) por el precio de ochenta libras en Newport, Rhode Island. Edwards retuvo el «Recibo de la esclava llamada Venus» como prueba de compra. El texto completo de este recibo está también disponible en el archivo de la Universidad de Yale, y en parte dice:

«HAGO DEL CONOCIMIENTO A TODOS LOS HOMBRES por este presente que yo, Richard Perkins de Newport. . . en consideración de la suma de ochenta libras… pagadas… por Jonathan Edwards de Northampton… Por la presente vendo y entrego a dicho Jonathan Edwards una niña negra llamada Venus de catorce años o más… el siete de junio del cuarto año del reinado de nuestro soberano señor, por la gracia de Dios, el rey Jorge II de Gran Bretaña Francia e Irlanda, defensor de la fe… Anno Dm 1731, sellado y entregado en presencia de nosotros, John Cranston, Jas Martin.»[5]

Pero Edwards no estaba solo en su defensa de la esclavitud. George Whitefield (1714–1770), en opinión de muchos el predicador calvinista más influyente del Primer Gran Despertar de la década de 1740 en Gran Bretaña y Estados Unidos, enseñaba que el convertirse al cristianismo no debería ser considerado motivo para concederle la libertad a los esclavos.[6] En cambio, la conversión los ayudaría a ser mejores esclavos. Cabe destacar que Whitefield se convirtió en un férreo defensor de la esclavitud en Georgia, que originalmente había prohibido la esclavitud. También llegó a poseer una plantación y esclavos en Carolina del Sur a través de plantadores que se habían convertido bajo su predicación.[7]

LA TEOLOGÍA ARMINIANA, UNA RUPTURA CON EL ESCLAVISMO

En oposición a tales líderes y teólogos calvinistas, destacados teológos, pastores y evangelistas como Wesley, Asbury, Wilberforce y Finney, todos ellos arminianos, se opusieron a la esclavitud y promovieron la abolición de la misma[8]

Cuando uno mira los dos sistemas teológicos, esto tiene sentido. Los calvinistas se enfocan en la soberanía de Dios. Parte de ese enfoque es la creencia de que el mundo es como es porque Dios así lo quiere. Así que, sobre el tema de la esclavitud, un calvinista podría argumentar razonablemente que la esclavitud es ordenada por Dios y le da gloria.

Los arminianos, por el contrario, no podrían entender tal cosa basados en su sistema teológico, ya que éste se enfoca y destaca el amor de Dios por todos, no sobre unos pocos elegidos. Dios se preocupa por todas y cada una de las personas. Cada persona es de gran valor, porque es creada a imagen de Dios. Por lo tanto, en el tema de la esclavitud, uno esperaría que un arminiano abogara por la libertad de todos, porque cada persona es valiosa y cada persona es amada por Dios.

Incluso hay un ejemplo reciente sobre el tema de la raza: el Apartheid.[9] El apartheid en Sudáfrica es un claro ejemplo donde se utilizó la teología calvinista como método para promover la división racial.[10] Entre 1652 y 1835, un gran número de calvinistas europeos se establecieron en Sudáfrica. Se les conoció como «Afrikaners» o «Boers». Impusieron el apartheid en Sudáfrica y utilizaron su teología calvinista como muleta para justificarlo.[11] El apartheid no fue desmantelado hasta 1994, y solo después de una gran presión de la comunidad internacional.[12]

En oposición a la visión calvinista de la esclavitud, vemos la comprensión teológica y el corazón arminiano en los escritos abolicionistas de John Wesley. Él escribió:

“Oh tú Dios de amor, tú que amas a todo hombre, y cuya misericordia está sobre todas tus obras; tú que eres el Padre de los espíritus de toda carne, y que eres rico en misericordia para con todos; tú que has creado de una sola sangre a todas las naciones sobre la tierra; ¡Ten compasión de estos hombres desterrados, que son hollados como estiércol sobre la tierra! ¡Levántate y ayuda a estos que no tienen quien los ayude, cuya sangre se derrama sobre la tierra como agua! ¿No son también éstas obra de tus propias manos, compradas por la sangre de tu Hijo? Despiértalos para que clamen a ti en la tierra de su cautiverio; y deja que su queja suba delante de ti; ¡Déjalo entrar en tus oídos! Haz que incluso los que los llevan cautivos se apiaden de ellos, y convierta su cautiverio como los ríos en el sur. Oh, rompe todas sus cadenas en pedazos; más especialmente las cadenas de sus pecados! ¡Tú, Salvador de todos, hazlos libres, para que sean verdaderamente libres![13]

Los argumentos de Wesley contra la esclavitud fluyen directamente de su comprensión arminiana de Dios. Para Wesley, como lo es para cualquier arminiano, Dios es amor y, por lo tanto, tiene misericordia de todos. Jesús “compró” esclavos con su sangre para ser el Salvador de todos y quiere que todos seamos libres. Por obvias razones, la teología arminiana es más amistosa con la causa de los oprimidos. Para Wesley, Dios nos ama a todos y concede valor a todas sus criaturas humanas porque estamos hechos a imagen de Dios. Jesús murió por todos. Deberíamos ser libres. Así pues, nuestras suposiciones sobre la naturaleza de Dios impactan la forma en que tratamos a los demás.

CALVINISMO, ARMINIANISMO Y NUESTRA ACTITUD HACIA LOS OPRIMIDOS

Esta simpatía arminiana hacia los oprimidos parece aplicarse también a otros asuntos. Podemos ver diferentes enfoques en la teología calvinista/arminiana con respecto a:

EL VALOR DE LA MUJER Y SU PAPEL EN LA IGLESIA:

La exclusión de la mujer en las filas reformadas no es nada nuevo.[14] Con una visión romántica pero hipócrita del complementarismo y la masculinidad y feminidad bíblicas, el nuevo calvinismo busca vender la idea de que «Empoderar a las mujeres hace a los hombres débiles»[15] Bajo tal premisa, el pastorado femenino es prohibido, considerándose señal evidente de apostasía en la iglesia y una amenaza para el liderazgo masculino. La mujer es relegada al hogar, la sumisión al marido, la crianza de los hijos y al puesto de mera auxiliar sin voz ni voto en los asuntos administrativos de la iglesia y el ministerio cristiano. En muchos casos, esta degradación de la mujer ha llegado incluso a niveles extremos como el abuso y la violación de mujeres cristianas en iglesias y seminarios de corte calvinista.[16] ¿Es de extrañar que cada vez menos mujeres deseen ser parte de iglesias de este tipo?[17]

En contraposición a las iglesias calvinistas, los arminianos han mostrado una mayor apertura hacia el ministerio de la mujer. Este ha sido parte de la tradición metodista en el Reino Unido durante más de 200 años. Ya desde fines del siglo XVIII en Inglaterra, Juan Wesley permitió que las mujeres fueran funcionarias y predicadoras.​ El Ejército de Salvación, también de orientación arminiana, ha permitido la ordenación de mujeres desde su inicio en 1865 e incluso los Generales del Ejército de Salvación cuarto, decimotercero y decimonoveno eran mujeres [18]​.​ De manera similar, la Iglesia del Nazareno (una iglesia de tradición wesleyano-arminiana) ha ordenado mujeres desde su fundación en 1908.

Los pentecostales no son la excepción, pues las Asambleas de Dios (la mayor de las denominaciones pentecostales) permiten la ordenación de mujeres al pleno ministerio.[19] A menudo, muchas mujeres sirven como co-pastores, e incluso algunas congregaciones son de hecho lideradas por mujeres. Muchos distritos han abierto posiciones de liderazgo a nivel de presbiterio y las Asambleas de Dios de Estados Unidos han elegido una mujer para servir en el Presbiterio Ejecutivo a nivel nacional. Una mujer también sirve como presidenta en la Universidad Evangel, la única universidad nacional de las Asambleas de Dios en Estados Unidos.

El igualitarismo ministerial entre el hombre y la mujer, característico del movimiento pentecostal (nieto espiritual de Wesley), tiene sus raíces en el movimiento de santidad a partir del cual se originó el pentecostalismo moderno. Dicho movimiento era muy activo en trabajos de justicia social, pero no se limitaba sólo a esto, también incluía varios ministerios de compasión, trabajo interracial, templanza, y el voto femenino. A partir de 1850, en especial, el movimiento de Santidad produjo un número de mujeres que ministraron como evangelistas, líderes de estudio bíblico e incluso como obispos.

Con este tipo de trasfondo, era de esperarse que las mujeres jugaron un papel significativo en el movimiento pentecostal en Estados Unidos. Y así fue. Charles Fox Parham entrenó mujeres para el ministerio en el Movimiento de la Fe Apostólica desde 1900 en adelante. Su cuñada, Lilian Thistlewaite, mantuvo reuniones por su propia cuenta a lo largo del Medio Este y apareció junto a Parham en reuniones ampliadas en otros lugares. Parham comisionó a un número de mujeres para establecer iglesias y servir como pastoras.

El predicador afroamericano William Joseph Seymour llevó consigo el Movimiento de Fe Apostólica a Los Ángeles en 1906. Su Misión de la Calle Azusa rápidamente se hizo conocida como una congregación interracial liderada por un pastor afroamericano, con mujeres capaces y hombres proveyendo liderazgo y alcance. El Pastor Seymour le dio la bienvenida a mujeres en el púlpito de la Calle Azusa, proveyó de credenciales a mujeres y hombres, y los envió fuera como misioneros y plantadores de iglesias. Publicó su compromiso en las siguientes palabras:

“Es contrario a las escrituras que las mujeres no tengan su parte en el plan de salvación al que han sido llamadas por Dios. No tenemos derecho a obstaculizar su camino, sino que a ser hombres de santidad, pureza y virtud, levantando el estandarte y alentando a las mujeres en su trabajo, y Dios nos honrará y bendecirá como nunca antes. Es el mismo Espíritu Santo el que está en las mujeres y en los hombres”.[20]

Con el apoyo de Seymour, la señora Florence Crawford se hizo responsable de la extensión de la Misión a lo largo de la costa este llegando tan lejos como a Minneapolis. La hermana Crawford se convirtió así en la fundadora de la Iglesia de Fe Apostólica (Portland, Oregón) con congregaciones en Estados Unidos, Escandinavia y el este de África. La señora Emma Cotton, una mujer afroamericana, fundó al menos ocho congregaciones pentecostales en Los Ángeles, el Valle de San Joaquin, y Oakland, antes de entregársela a la Iglesia de Dios en Cristo.

Hoy en día, numerosas iglesias pentecostales son lideradas o fueron fundadas por mujeres en sus inicios, y esto a pesar del ridículo al cual fueron expuestas por el tradicionalismo evangélico de orientación calvinista o influenciadas por este. Resulta destacable la Declaración Oficial de las Asambleas de Dios a este respecto.[21] Y es que los hijos espirituales del arminianismo, sean estos metodistas, las iglesias de santidad, el ejército de salvación o las iglesias pentecostales, han producido fruto dulce de inclusión e igualitarismo bíblico hacia las mujeres.

LA COMPASIÓN POR LOS POBRES:

Desde sus inicios, los grupos cristianos de tradición arminiano-wesleyana han sido muy activos en trabajos de justicia social, ministerios de compasión, trabajo interracial y el voto femenino. ¿Es de extrañar que el Ejército de Salvación, una de las mayores organizaciones caritativas del mundo, posea una teología arminiana? Lo mismo puede decirse del movimiento de santidad y sus instituciones, el United Methodist Committee on Relief (metodista), The World Assemblies of God Relief and Development Agency, Assemblies of God Relief and Services (AGREDS), Convoy of Hope, COMPACT Family Services  (pentecostales) y muchas otras organizaciones humanitarias dependientes u originadas en iglesias arminianas. Iglesias con teología arminiana se destacan también por sus ministerios de ayuda a personas con problemas de adicciones, como Teen Challenge y muchos otros ministerios. Trabajar con los pobres, necesitados, excluidos y despreciados de la sociedad ha sido una parte esencial de nuestra herencia arminiano-wesleyana, la cual no restringe el amor de Dios a un grupo particular de elegidos, sino que se extiende a cada criatura en esta tierra.

EL TRATO DE LOS “HEREJES” Y QUIENES DISIENTEN DE LA FE CRISTIANA:

El calvinismo nunca ha sido conocido por su tolerancia hacia quienes disienten. El caso de Miguel de Servet es ilustrativo. Cierto es que Calvino trató de conmutar la pena de Servet por una más «piadosa» decapitación, pero nada minimiza el hecho que él estuvo detrás de la muerte de Servet, instigándola, promoviéndola, pues Servet le resultaba odioso y sus doctrinas le ofendían por contradecirle. Pero la actitud cruel y déspota de Calvino no sólo afectó a Servet. Jaume Aiguader, en su clásica biografía Miquel Servet (1945) relata lo siguiente:

“La Iglesia calvinista lo interviene todo. Se organiza un servicio de espionaje que se adentra hasta la intimidad más profunda de los hogares. Se hacen visitas de inspección casa por casa e interrogan a cada uno de sus habitantes sobre el alcance de su fervor evangélico. Regulan lo que se ha de consumir en cada comida: dos platos, uno de verduras y otro de carne, sin postres […]. Calvino, como codos los dictadores, no crea más que desconfianza entre los vecinos. Se evaporan la buena fe y la cordialidad, incluso dentro de las familias. Solo persisten el recelo y la hipocresía».[22]

El odio de Calvino por Servet determinó también la forma en que éste fue tratado durante su arresto. La pésima situación en que llegó a encontrarse tras un mes en la cárcel, desprovisto de las condiciones más elementales de higiene y sin contar siquiera con el asesoramiento de un abogado es un hecho innegable. El 15 de septiembre de 1553, el mismo día en que comenzaría su debate escrito con Calvino, el reo se dirigía a sus jueces en estos términos:

«Os suplico muy humildemente que os plazca abreviar estas grandes dilaciones, o que me coloquéis fuera de la criminalidad. Veis que Calvino […] quiere hacer que me pudra aquí en la cárcel. Los piojos me comen vivo, llevo los calzones rotos, y no tengo muda ni jubón, ni más camisa que la que llevo hecha jirones […]. Os he pedido también un procurador o abogado, como habéis permitido a la otra parte, que no tenía de él tanta necesidad como yo que soy extranjero e ignorante de las costumbres de este país» [23]

¿Por qué tanta crueldad en alguien que enseñaba el amor cristiano y la fe de Jesús? El asesinato de Servet por instigación de Calvino no debería siquiera intentar justificarse. De ahí el célebre párrafo de Castellio tantas veces citado como uno de los primeros manifiestos a favor de la tolerancia y en pro de la libertad de conciencia:

«Matar a un hombre no es defender una doctrina, es matar a un hombre. Cuando los ginebrinos ejecutaron a Servet, no defendieron una doctrina, mataron a un ser humano. No prueba uno su fe quemando a un hombre, sino haciéndose quemar por ella»[24]

Lejos de reprender su guía y pastor, sus seguidores imitaron su intolerancia. Incluso Melanchthon felicita a Calvino por su rol en el proceso:

«Como todos los reformadores, Calvino estaba convencido de que era la obligación de las autoridades cristianas matar a los réprobos que asesinan el alma, tal como los asesinos comunes matan el cuerpo.“ (Citado de una biografía alemana de Calvino).

Esta intolerancia hacia quienes disentían del calvinismo resurgió años después en el infame Sínodo de Dort. En muchos sentidos, el Sínodo de Dort fue muy semejante al Concilio de Trento (1545-1563) que decidió la causa protestante antes de examinarla. De la misma forma que en Trento los católicos calificaron de herejía al protestantismo y planearon su erradicación, así los calvinistas (impulsados quizá por el mismo espíritu que lideró el Concilio de Trento) condenó a muerte y destierro a los arminianos. No es exageración afirmar que el Sínodo de Dort fue una masacre previamente diseñada.[25]

En contraposición al calvinismo y sus frutos, el arminianismo se opuso fuertemente a todo ello. Grupos con teología arminiana como los menonitas rechazaron abiertamente los medios violentos, abrazaron el pacifismo y defendieron una separación estricta de los poderes del mundo. Estas posiciones, sin embargo, traerían consecuencias sobre ellos como marginación social y económica, tortura e incluso la muerte. El arminianismo, sin embargo, no descansaría en su lucha por la tolerancia religiosa, las libertades humanas, la tolerancia y la separación de la iglesia y el estado.

Más allá del pacifismo y la tolerancia, el mundo actual le debe mucho a los teólogos arminianos en materia de libertades y derechos humanos. Principios como la libertad religiosa, por ejemplo, deben mucho a la tradición arminiana. La principal obra de la teología arminiana del siglo XVII, la Theologia Christiana de Philipp van Limborch, influyó sobre John Locke. Locke tomó de la teología arminiana sus ideas clave sobre la libertad, la igualdad y la independencia de la cual los individuos son portadores y su capacidad para regular su vida gracias al uso práctico de su propia razón, todo en contraposición al determinismo calvinista.[26]

LAS MISIONES:

Quiérase o no, el determinismo teológico calvinista convierte el evangelismo en un juego: En este punto de vista, el evangelismo deja de ser el proceso mediante el cual rescatamos a los perdidos “arrebatándolos de las llamas del juicio” (Judas 1:23), pasando a ser apenas una frívola y burlesca pantomima, ya que solo los elegidos desde la eternidad responderán, y esos mismos responderán eventualmente a la gracia irresistible de Dios independientemente de su llamado. En el mejor de los casos, los calvinistas pueden consolarse pensando que son el medio que Dios usó para salvar a los elegidos. Es comprensible, entonces, por qué hay poca motivación real para el evangelismo entre los calvinistas, especialmente frente a la persecución. Si es solo un juego, si los elegidos se salvarán y los perdidos se perderán independientemente de lo que hagamos o dejemos de hacer, ¿Por qué debería arriesgarme a ser rechazado, o perseguido por hacer algo irrelevante? ¿Acaso no obtendríamos el mismo resultado si de guardamos silencio?

Por supuesto, no todos los creyentes en el calvinismo son indiferentes al evangelismo. Hay muchos calvinistas que sienten pasión por compartir el evangelio. Sin embargo, esto es a pesar de su calvinismo y no a causa de él.[27] En comparación con el calvinismo, el arminianismo tiende hacia una visión del mundo más misional y centrada en el evangelismo y el discipulado. Mientras que el calvinismo tiende a una cosmovisión determinista, que lleva a lo que se ha llamado una «Teología de la Resignación», la teología arminiana nos alienta a usar un lente evangélico y misional en todas nuestras interacciones, y por lo tanto se convierte en una «Teología de la Práctica».

El arminianismo es de naturaleza misional pues da sentido real a los esfuerzos misioneros. Como Dios ama a cada persona, y desea, según las Escrituras, la salvación de cada persona, el deber del creyente arminiano es compartir con otros las buenas nuevas pues cada ser humano es candidato a la salvación, no solo un grupo reducido de “electos”. Esta verdad bíblica motiva al creyente a dar testimonio de su fe en Cristo para la salvación de los demás. El evangelismo es el corazón de Dios y de la teología arminiana. ¿Por qué? Porque a diferencia del calvinismo, el arminianismo, y de hecho el evangelio, no descarta a nadie de la gracia y la salvación. Saber que Dios está activo en cada encuentro del evangelio nos da una visión más misional que en las iglesias calvinistas e hipercalvinistas.

¿Somos los arminianos mejores que los calvinistas? ¡En ninguna manera! Lo que somos se lo debemos al Señor y a una comprensión adecuada de Su Palabra. Que Dios nos siga dando compasión por todos. Seamos la sal de la tierra. Que el mundo vea en nuestras vidas la luz de Jesús, y alabe a nuestro Padre que está en los cielos. Que nuestra comprensión de Dios sea una ayuda y una esperanza para el mundo, en lugar de un obstáculo.

BIBLOGRAFÍA Y REFERENCIAS:


[1] En honor a la verdad, hay que decir que hubo algunas excepciones notables a los ejemplos anteriores: John Newton (autor de «Amazing Grace») era calvinista y también abolicionista. Y con el tiempo muchos calvinistas se unieron al movimiento abolicionista. De hecho, el mismísimo hijo de Jonathan Edwards (en oposición a su padre) luchó contra la esclavitud. Sin embargo, los calvinistas que se oponían a la esclavitud eran la excepción, no la regla.

[2] Jonathan Edwards, Draft Letter on Slavery.

[3] Ibid.

[4] El texto completo del «Draft Letter on Slavery” de Jonathan Edward, está disponible en línea en el Jonathan Edwards Center de la Universidad de Yale. Véase: http://edwards.yale.edu/archive?path=aHR0cDovL2Vkd2FyZHMueWFsZS5lZHUvY2dpLWJpbi9uZXdwaGlsby9nZXRvYmplY3QucGw/Yy4xNTo1OjE5LndqZW8=

[5] Jonathan Edwards, Works of Jonathan Edwards, Volume 40, Autobiographical and Biographical Documents, «Receipt for Slave Girl Venus», (Jonathan Edwards Centure, Yale University, 2008). [WJE 40, «Receipt for Slave Girl Venus»]. Disponible en línea en: http://edwards.yale.edu/archive?path=aHR0cDovL2Vkd2FyZHMueWFsZS5lZHUvY2dpLWJpbi9uZXdwaGlsby9nZXRvYmplY3QucGw/Yy4zODoxMy53amVvLjk2MDky

[6] Kidd, Thomas S. The Great Awakening: The Roots of Evangelical Christianity in Colonial America. New Haven, Connecticut: Yale University Press, 2007.

[7] Stein, Stephen J. “George Whitefield on Slavery: Some New Evidence,” Church History, 42, no. 2 (June 1973): 243–256.

[8] McNeill, JT (1967) [1954]. The History and Character of Calvinism. Oxford: Oxford University Press.

[9] Lee, Francis Nigel (1992). «The Christian Afrikaners: A Brief History of Calvinistic Afrikanerdom from 1652 – 1980» (PDF). Disponible en línea en: https://web.archive.org/web/20130906130111/http://dr-fnlee.org/docs3/ca/ca.pdf

[10] Du Toit, André (1985). «Puritans in Africa? Afrikaner «Calvinism» and Kuyperian Neo-Calvinism in Late Nineteenth-Century South Africa». Comparative Studies in Society and History. 27 (2): 209–240.

[11] Hexham, Irving; Poewe, Karla (1997). Elphick, Richard; Davenport, Rodney (eds.). Christianity in South Africa: A Political, Social, and Cultural History. Claremont: David Philip.

[12] Para un studio más detallado véase: Williams, Blake (1991). «Apartheid in South Africa: Calvin’s Legacy?». Disponible en línea en: https://web.archive.org/web/20140914170953/http://www.ucumberlands.edu/academics/history/files/vol3/BlakeWilliams91.htm

[13] Juan Wesley, Reflexiones sobre la esclavitud, 1774

[14] Véase: https://pensamientopentecostalarminiano.org/2021/10/26/marie-dentiere-la-igualitaria-primer-teologa-de-la-reforma/

[15] Véase: La Verdad Ahora, “John MacArthur sobre mujeres predicadoras: «Empoderar a las mujeres hace a los hombres débiles”, disponible en línea en:  https://laverdadahora.com/john-macarthur-sobre-mujeres-predicadoras-empoderar-a-las-mujeres-hace-a-los-hombres-debiles/

[16] Véase: https://pensamientopentecostalarminiano.org/2021/10/27/abuso-misoginia-y-exclusion-el-lado-oscuro-del-complementarianismo-neocalvinista/?fbclid=IwAR3FscKBqRF_hY_OcZ_qdZhGufYY2Mlu_WT3EYyyFrc-L_we3upz3TofzA8

[17] Véase: GenZ: Las mujeres están menos interesadas en la iglesia que los hombres | BITE. Disponible en: https://youtu.be/YEbfxr-228c

[18] William Collier, The General Next to God (Fount, 1975).

[19] Véase: https://news.ag.org/news/donna-barrett-elected-general-secretary

[20] Citado en: “La Mujer Pentecostal libre para servir”. Disponible en: https://pensamientopentecostalarminiano.org/2019/01/17/la-libertad-de-la-mujer-en-el-pentecostalismo/?fbclid=IwAR07iACurcALayS5Hs7MWNBVszh04V8tBwUAKmZpUNwPZjombwZilb02HCk

[21] Véase: EL ROL de LA MUJER EN EL MINISTERIO, TAL COMO SE DESCRIBE EN las SANTAS ESCRITURAS

(ADOPTADA POR EL PRESBITERIO GENERAL DE LAS ASAMBLEAS DE DIOS EN SESIÓN EL 9 AL 11 DE AGOSTO DEL 2010), disponible en: https://ag.org/es-ES/Beliefs/Position-Papers/The-Role-of-Women-in-Ministry

[22] Véase: ¿Qué tal si derribamos nuestros ídolos?, disponible en: https://pensamientopentecostalarminiano.org/2021/08/19/que-tal-si-derribamos-nuestros-idolos/

[23] Ángel Alcalá, Miguel Servet. Obras completas, vol. I, pp. 165-167.

[24] Sébastien Castellion, Contre le libelle de Calvin, p. 161

[25] Véase: “The Other Side of Calvinism”, escrito por Laurence M. Vance, 1999, p. 312

[26] Véase: Philipp Van Limborch y John Locke. La influencia arminiana sobre la teología y noción de tolerancia de Locke. Manfred Svensson, Universidad de los Andes, Santiago de Chile. Disponible en: https://revistas.comillas.edu/index.php/pensamiento/article/download/2731/2427/

[27] Véase: https://pensamientopentecostalarminiano.org/2019/03/29/teologia-arminiana-y-poder-pentecostal-claves-del-exito-misionero/#_ftn2

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