Por Fernando E. Alvarado.
En nuestra tradición pentecostal, el libro de los Hechos ocupa un lugar privilegiado. Dicho texto es fundamental para la fe y la práctica de nuestras iglesias, ya que lo consideramos una fuente prescriptiva, normativa y doctrinal. Para nosotros como pentecostales, el libro de Hechos no solo describe los comienzos de la iglesia primitiva, sino que también nos ofrece un modelo aplicable para vivir y actuar como seguidores de Cristo hoy en día, superando el carácter narrativo histórico al cual generalmente se le limita.
No todos están de acuerdo con nosotros. Existen varias corrientes teológicas que argumentan en contra del uso del libro de los Hechos de los Apóstoles como fuente doctrinal. Uno de los principales argumentos para sustentar dicha postura sugiere que el libro de Hechos es descriptivo en lugar de prescriptivo. Esto significa que relata los acontecimientos históricos de la iglesia primitiva, pero no necesariamente establece normas o doctrinas que deben aplicarse universalmente a todas las épocas. En este sentido, Hechos describe cómo se desarrolló la iglesia bajo circunstancias específicas, pero no dicta cómo debe ser siempre.
Ante tales afirmaciones, la pregunta obligatoria es: ¿Podemos extraer doctrina del libro de Hechos? ¿Es el libro de los Hechos meramente descriptivo o posee elementos prescriptivos?

HECHOS: ¿DESCRIPTIVO O PRESCRIPTIVO?
Cuando se dice que un libro o pasaje bíblico es «prescriptivo», significa que contiene instrucciones o mandatos que los creyentes deben seguir. Este tipo de textos ofrecen normas de conducta, moral, y práctica religiosa. Un ejemplo de textos prescriptivos son los mandamientos en el Antiguo Testamento, como los Diez Mandamientos en Éxodo 20, o las enseñanzas de Jesús en el Sermón del Monte (Mateo 5-7).
Esto contrasta con los textos «descriptivos», que simplemente narran eventos o historias sin necesariamente imponer un modelo de conducta. Un pasaje descriptivo relata lo que sucedió, mientras que uno prescriptivo dice lo que debe hacerse. A diferencia de un texto descriptivo, lo prescriptivo es normativo y ofrece directrices claras para la vida cristiana. La pregunta clave es: ¿En qué categoría caben los escritos lucanos y, particularmente, el libro de los Hechos de los Apóstoles?
En la tradición pentecostal, el libro de Hechos de los Apóstoles es considerado tanto descriptivo como prescriptivo porque, por un lado, narra los eventos históricos de la Iglesia primitiva y, por otro lado, enseña principios teológicos y normativos para los creyentes. Lucas, el autor de Hechos, no solo fue un historiador que documentó los primeros años de la Iglesia, sino también un teólogo que utilizó estos relatos históricos para transmitir verdades espirituales profundas.
El aspecto descriptivo de Hechos es más que evidente, ya que describe muchos eventos históricos clave, como la llegada del Espíritu Santo en Pentecostés (Hechos 2), las misiones de Pablo, el crecimiento de la Iglesia y la resistencia que enfrentaron. El aspecto prescriptivo deHechos puede también notarse a lo largo del libro, ya que éste contiene elementos normativos que ofrecen principios teológicos y directrices que la Iglesia debe seguir.
Por ejemplo, en Hechos 2:42 leemos: «Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones». Este versículo es prescriptivo en cuanto a la vida y la práctica de la comunidad cristiana: la importancia de la enseñanza, la comunión, la Cena del Señor y la oración. Otro ejemplo claro es Hechos 15 (El Concilio de Jerusalén) en el cual, aunque es una narración descriptiva de cómo los apóstoles resolvieron una controversia sobre la circuncisión, los principios sobre cómo resolver disputas teológicas y mantener la unidad de la Iglesia son prescriptivos.
Es evidente que Lucas no solo cuenta la historia de los eventos; está enseñando teología a través de cómo presenta esos eventos. Por ejemplo, en Hechos, Lucas destaca el papel del Espíritu Santo como la fuente de poder y guía para la Iglesia, mostrando que la obra del Espíritu es esencial en la misión de Dios. La narrativa de Pentecostés (Hechos 2) no solo describe un evento histórico, sino que enseña la teología de cómo el Espíritu llena y capacita a los creyentes. Pero eso no es todo, a través de la conversión de Cornelio (Hechos 10) y las decisiones del Concilio de Jerusalén (Hechos 15), Lucas enseña que el Evangelio es para todos, no solo para los judíos, mostrando una teología de inclusión y la expansión del Reino de Dios a todas las naciones.
Pero enseñar principios teológicos y normativos al mismo tiempo que narra eventos históricos no es exclusivo de Lucas. Podemos citar varios ejemplos de otros textos bíblicos que hacen lo mismo:
- El Éxodo: Aunque narra eventos históricos, el Éxodo también tiene un propósito teológico. Dios se revela como el libertador de su pueblo, mostrando su poder sobre las naciones y su fidelidad a las promesas. Las instrucciones dadas a Moisés sobre la Ley y el culto no solo son descripciones, sino que también enseñan cómo debe vivir el pueblo de Dios.
- Los Evangelios: Los Evangelios no solo narran la vida de Jesús, sino que también enseñan sobre quién es Jesús y cómo debe vivir el creyente. Por ejemplo, las parábolas de Jesús, como la del buen samaritano (Lucas 10:25-37), no solo son historias descriptivas, sino que tienen una enseñanza teológica clara sobre el amor y la misericordia.
- El Libro de Daniel: Aunque contiene elementos históricos, como las experiencias de Daniel en Babilonia, también tiene un propósito teológico. A través de las visiones y profecías, enseña sobre la soberanía de Dios sobre las naciones y el triunfo final de su Reino.
Al igual que en los ejemplos anteriores, Lucas, a través del libro de Hechos, no solo describe eventos, sino que usa esos eventos para enseñar teología sobre el Espíritu Santo, la misión de la Iglesia, y la inclusión de todos los pueblos en el plan de Dios. Si bien es cierto que Hechos es en parte descriptivo, en última instancia esto no significa que no pueda contener enseñanzas normativas. En muchos pasajes, los hechos narrados tienen implicaciones doctrinales. Por ejemplo, el discurso de Pedro en Pentecostés (Hechos 2:14-39) ofrece una exposición clara de la naturaleza de la salvación y el papel del Espíritu Santo, la cual tiene repercusiones doctrinales que son consistentes con otros textos del Nuevo Testamento. Pablo también expone doctrinas clave en sus discursos (Hechos 17:22-31).[1]

¿EN QUÉ SENTIDO EL LIBRO DE HECHOS ES PRESCRIPTIVO PARA LA TRADICIÓN PENTECOSTAL?
Hay, cuando menos, seis aspectos en los cuales el libro de los Hechos es de carácter prescriptivo en la teología pentecostal:
1. Prescriptivo en cuanto a la experiencia del Espíritu Santo
Para nosotros, Hechos no solo narra el derramamiento del Espíritu Santo en el día de Pentecostés, sino que prescribe cómo debemos buscar y experimentar el poder del Espíritu en nuestras vidas. Hechos 2:4 relata que los creyentes fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, algo que consideramos una evidencia inicial de esta llenura. Creemos que esta experiencia sigue siendo accesible y necesaria para todos los creyentes hoy.[2] Este no es solo un evento histórico; es una norma que buscamos replicar en nuestras congregaciones y vidas personales, siguiendo el mandato de esperar el «poder de lo alto» (Lucas 24:49).
2. Normativo en la estructura de la iglesia
Hechos también nos proporciona una estructura clara para la vida y misión de la iglesia. Desde las enseñanzas de los apóstoles y la comunión (Hechos 2:42) hasta los movimientos misioneros (Hechos 13), adoptamos estas prácticas como patrones normativos para nuestra vida eclesiástica.[3] Creemos que la misión de la iglesia hoy es continuar la obra iniciada por los apóstoles, guiados por el Espíritu Santo, tal como se ejemplifica en Hechos.
3. Doctrinal en cuanto a la obra del Espíritu Santo
En cuanto a la doctrina, Hechos es clave para nuestra comprensión de la obra continua del Espíritu Santo en la iglesia. Los milagros, sanidades y señales que vemos en el libro no son solo relatos del pasado, sino promesas para el presente (Hechos 2:39). Creemos firmemente en la continuidad de estos dones y en la manifestación del Espíritu en cada creyente, según se describe en Hechos 1:8.[4] Esta doctrina del Espíritu Santo, presente desde el día de Pentecostés, es central en nuestra fe.
4. Prescriptivo en la evangelización y el discipulado
Hechos también nos ofrece un modelo prescriptivo para la evangelización. Vemos a los apóstoles predicar con valentía y claridad, llevando el evangelio a cada rincón, a pesar de las persecuciones (Hechos 4:31, 5:12-16). Para nosotros, este no es solo un relato de la iglesia primitiva, sino una guía de cómo debemos proclamar el mensaje del evangelio con poder y demostraciones del Espíritu.[5] El discipulado y la plantación de iglesias, tal como se observan en Hechos, guían nuestras estrategias misioneras en la actualidad.
5. Normativo en la oración y la comunión
El modelo de oración y comunión que encontramos en Hechos es central para nuestra vida comunitaria. En varias ocasiones, la iglesia primitiva se unió en oración, y como resultado, el Espíritu Santo se movió poderosamente (Hechos 4:31, 12:5). Esto no es solo un relato histórico, sino una norma que seguimos hoy, creyendo que la oración unánime e intercesora puede producir los mismos resultados.[6] La oración y la comunión entre los creyentes son pilares en nuestra vida congregacional, esperando que Dios se manifieste de manera tangible.
6. Doctrinal en la inclusión de todos los pueblos
Hechos nos enseña sobre la expansión del evangelio más allá de los límites culturales y geográficos. Pedro, al ser guiado por el Espíritu Santo, evangeliza a Cornelio, un gentil (Hechos 10), y Pablo lleva el mensaje a los confines del Imperio Romano. Para nosotros, esto no solo es un relato de apertura, sino una doctrina que refuerza nuestra creencia de que el evangelio es para todos, sin distinción de raza, género o estatus social.[7] Esta visión misionera fundamenta nuestra creencia en la importancia de llevar el mensaje a todo el mundo.
Para nosotros los pentecostales, el libro de Hechos no es solo un relato histórico, sino una guía viva y aplicable que nos dirige en nuestra búsqueda del Espíritu Santo, en nuestra misión evangelizadora y en cómo debemos vivir como comunidad cristiana. Tomamos Hechos como una fuente prescriptiva, normativa y doctrinal que sigue siendo vital para nuestra fe en la actualidad.[8]

¿MÁS OBJECIONES AL LIBRO DE HECHOS?
Más allá de si Hechos es un texto descriptivo o prescriptivo, nuestros hermanos de otras tradiciones objetan nuestra postura por otras razones que también merecen ser discutidas. Así, por ejemplo, algunos argumentan la progresión en la revelación como motivo para descartar el uso de los escritos lucanos (y particularmente Hechos) como una fuente normativa.
Desde dicha perspectiva, se entiende que la revelación de Dios a la humanidad fue progresiva a lo largo del tiempo. En este sentido, el libro de Hechos representa una etapa temprana en la historia de la iglesia, donde la revelación no estaba completamente establecida. Desde esta perspectiva, los eventos en Hechos, como las manifestaciones del Espíritu Santo o la forma de evangelizar, no son necesariamente modelos que deban seguirse después de la finalización de las Escrituras.
La flaqueza de dicho argumento es más que evidente: La idea de que Hechos representa una etapa temprana e incompleta de la revelación subestima el propósito y la inspiración divina del libro. Según 2 Timoteo 3:16-17, «Toda la Escritura es inspirada por Dios», lo que incluye a Hechos. Si toda la Escritura es útil para enseñar y corregir, no es lógico suponer que Hechos, inspirado por el mismo Espíritu Santo que las epístolas paulinas, no contenga enseñanzas útiles y normativas. Hechos es la revelación de cómo el Espíritu Santo guio la expansión de la iglesia, que también es doctrina para la iglesia de todas las épocas.
Otra razón común para rechazar el carácter normativo de Hechos reside en que, a menudo, nuestros hermanos de otras tradiciones otorgan más peso doctrinal a las epístolas (especialmente las cartas de Pablo) que al libro de Hechos. Se argumenta que las cartas, particularmente Romanos, Efesios y Gálatas, presentan una doctrina más clara y detallada sobre la salvación, la justificación, la gracia, y la obra del Espíritu Santo. Desde su punto de vista, las epístolas están diseñadas para enseñar doctrina y guiar a las iglesias en su práctica, a diferencia de Hechos, que es más bien narrativo.
Ante tal argumento, respondemos sin vacilar que la doctrina en Hechos complementa a las epístolas, no las contradice.Las epístolas paulinas no pueden interpretarse de manera aislada del contexto histórico narrado en Hechos. De hecho, Hechos proporciona el contexto histórico crucial para entender las epístolas. Sin el relato de la conversión de Pablo (Hechos 9, 22, 26), su autoridad apostólica podría ser cuestionada. Además, la doctrina del bautismo en el Espíritu Santo y la comunión de los creyentes (Hechos 2:42-47) complementa las enseñanzas paulinas, proporcionando un ejemplo de cómo se vivía la fe cristiana en la práctica.[9] Los escritos paulinos no tienen por qué descalificar a Lucas. Lucas es un teólogo por mérito propio y, al igual que pablo, actuó por inspiración divina ¡Qué tal si dejamos de usar a Pablo para anular a Lucas y, en su lugar, dejamos que Lucas nos diga lo que tenga que decirnos sin necesidad de filtrarlo con el lente paulino!
Otro motivo por el cual muchos se rehúsan a considerar Hechos como un texto tanto descriptivo como prescriptivo se debe a que menciona fenómenos que, desde una perspectiva cesacionista, fueron únicos de la era apostólica. Tales hermanossostienen que algunos de los fenómenos presentados en Hechos (por ejemplo, el don de lenguas en Pentecostés, la imposición de manos para recibir el Espíritu Santo, los milagros frecuentes) eran únicos de la era apostólica y no tienen por qué repetirse en la iglesia contemporánea. Esto se conoce como una perspectiva cesacionista, la cual argumenta que ciertos dones o manifestaciones milagrosas cesaron con el cierre del canon y la muerte de los apóstoles.
A esto hemos de responder que los fenómenos en Hechos no son exclusivamente apostólicos. Aunque algunos fenómenos en Hechos, como los dones de lenguas o la imposición de manos, son más prominentes en la era apostólica, esto no significa que no tengan relevancia o aplicación posterior. En Hechos 2, el derramamiento del Espíritu Santo es interpretado por Pedro como el cumplimiento de la profecía de Joel (Joel 2:28-32), que habla de un período continuo, no de un evento único. Además, en 1 Corintios 12 y 14, Pablo describe los dones del Espíritu como parte de la vida continua de la iglesia, no como algo temporal.[10]
Rechazar el carácter prescriptivo de Hechos argumentando que ciertos dones o manifestaciones milagrosas cesaron con el cierre del canon y la muerte de los apóstoles es imponer una interpretación extraña o ajena al texto. Es un argumento basado en el prejuicio, en ideas preconcebidas, no en argumentos bíblicos sólidos.
No falta tampoco quien argumenta que el período descrito en Hechos es nada más un tiempo de transición entre el Antiguo Pacto y el Nuevo Pacto, y que, como tal, no refleja la normatividad posterior a la consolidación de la iglesia y la redacción completa del Nuevo Testamento. Al ser un tiempo de ajuste y crecimiento, las prácticas y fenómenos que se observan allí no son necesariamente las normas que regirían después.
El caso es que Hechos no describe un período de transición simplemente, sino un fundamento para la iglesia de todas las épocas. En Efesios 2:20, Pablo menciona que la iglesia está edificada sobre el «fundamento de los apóstoles y profetas», y Hechos documenta ese fundamento. Este fundamento no es transitorio, sino normativo para la vida y misión de la iglesia. Además, Hechos muestra cómo los apóstoles establecieron prácticas esenciales, como la enseñanza de los apóstoles, la comunión, la partición del pan y las oraciones (Hechos 2:42), que siguen siendo vigentes.[11]
Otro elemento descalificar que a menudo se menciona es el contexto histórico-cultural específico de Hechos.Dicho argumento se apoya en la idea de que el libro de Hechos refleja situaciones particulares del contexto cultural y geográfico del siglo I, como la convivencia entre judíos y gentiles, o la expansión inicial del cristianismo en medio del Imperio Romano. Muchos no pentecostales argumentan que algunas prácticas y eventos deben entenderse en ese contexto y no como doctrinas universales o repetibles para la iglesia de todos los tiempos.
Aunque dicho argumento tiene cierta validez, tampoco debemos perder de vista la relevancia del contexto histórico de Hechos para la iglesia moderna.Aunque Hechos describe un contexto cultural e histórico específico, la lógica de la revelación bíblica es que Dios habló a través de la historia y esas acciones tienen aplicación para todos los tiempos. Hechos describe el poder del Espíritu Santo en la iglesia primitiva y cómo enfrentaron persecuciones y desafíos, lo cual sigue siendo relevante hoy. El modelo de evangelización en Hechos (Hechos 1:8) es una directiva para toda la iglesia, no solo para la primera generación. Además, la expansión geográfica y étnica de la iglesia en Hechos es un reflejo de la misión global que sigue vigente hoy.[12]
Finalmente, algunos se escudan en la primacía de la enseñanza de Cristo, como se encuentran en los Evangelios, para demeritar el libro de Hechos como fuente a partir de la cual formular doctrina. Se argumenta que las acciones o decisiones de los apóstoles en Hechos deben interpretarse a la luz de las enseñanzas de Jesús y de los principios doctrinales más claramente expuestos en otros libros del Nuevo Testamento.
Los pentecostales no negamos esto. De hecho, nos suena hasta ridículo que se use dicho argumento para invalidar los escritos lucanos. Lejos de contradecir las enseñanzas de Cristo, Hechos es el cumplimiento de las instrucciones que Jesús dio a sus apóstoles. En Hechos 1:8, Jesús les dice que serán sus testigos «hasta lo último de la tierra», y todo el libro de Hechos es la narración de cómo esa comisión se lleva a cabo. La autoridad de los apóstoles para enseñar doctrina viene directamente de Cristo, y Hechos muestra cómo lo hicieron de acuerdo a sus enseñanzas.[13]

HECHOS, MUCHO MÁS QUE UN TEXTO NARRATIVO-DESCRIPTIVO
Ninguno de los argumentos citados para rechazar el libro de Hechos como fuente prescriptiva, normativa y doctrinal es realmente sólido. Hechos, si bien es en parte narrativo, contiene principios y enseñanzas doctrinales que no deben ser ignorados. Los relatos de Hechos son coherentes con la enseñanza doctrinal del resto del Nuevo Testamento y proporcionan una visión integral de cómo la iglesia primitiva, bajo la dirección del Espíritu Santo, implementó las enseñanzas de Cristo y los apóstoles. Es por eso que, desde una perspectiva pentecostal, el libro de Hechos sí se considera una fuente primaria para establecer doctrina. Ningún prejuicio anti-pentecostal debería ser la causa para rechazar tan valiosa fuente de doctrina y praxis cristiana. Desafortunadamente, eso es lo que impulsa a muchos a demeritar tan valiosa obra de inspiración divina.
BIBLIOGRAFÍA Y REFERENCIAS
[1] Marcos D. Smith, The Acts of the Apostles as a Theological Resource (Grand Rapids: Baker Academic, 2010), p. 45-60.
[2] Arrington, F. L., & Stronstad, R. (1999). Full Life Bible Commentary to the New Testament: An International Commentary for Spirit-Filled Christians. Zondervan, p. 98.
[3] Menzies, W. W., & Menzies, R. P. (2000). Spirit and Power: Foundations of Pentecostal Experience. Zondervan, p. 152.
[4] Stronstad, R. (1999). The Charismatic Theology of St. Luke. Baker Academic, p. 45.
[5] Fee, G. D. (1994). God’s Empowering Presence: The Holy Spirit in the Letters of Paul. Hendrickson Publishers, p. 76.
[6] Arrington, F. L. (1998). The Acts of the Apostles: An Exegetical and Theological Commentary. Zondervan, p. 112.
[7] Keener, C. S. (2012). Acts: An Exegetical Commentary (Vol. 2). Baker Academic, p. 978.
[8] Menzies & Menzies, 2000, p. 210.
[9] C. K. Barrett, A Critical and Exegetical Commentary on the Acts of the Apostles (Edimburgo: T&T Clark, 1994), p. 123-125.
[10] Craig S. Keener, Acts: An Exegetical Commentary (Grand Rapids: Baker Academic, 2012), p. 201-208.
[11] Richard N. Longenecker, The Acts of the Apostles (Grand Rapids: Zondervan, 1981), p. 85-88.
[12] Darrell L. Bock, Acts: Baker Exegetical Commentary on the New Testament (Grand Rapids: Baker Academic, 2007), p. 30-35.
[13] I. Howard Marshall, Luke: Historian and Theologian (Downers Grove: InterVarsity Press, 1970), p. 40-45.