La Biblia, la tradición pentecostal, la razón y la experiencia de millones de cristianos de todas las épocas alrededor del mundo, invalidan la afirmación cesacionista que niega que Dios continúa comunicándose con sus hijos a través del Espíritu Santo, especialmente en formas particulares que no alteran el canon bíblico. Como continuistas, nos negamos a confundir la suficiencia de las Escrituras con exclusividad, así como a ignorar la naturaleza relacional de Dios o los testimonios históricos y contemporáneos de revelaciones particulares. Por lo tanto, aunque las Escrituras son la autoridad suprema y suficiente para la fe y la práctica, concluimos que no hay base bíblica ni lógica para afirmar que Dios no puede o no desea dar más revelación en formas que no contradigan su Palabra escrita.