Arminianismo Clásico, Arminianismo Reformado, Calvinismo

Apostasía de un creyente | Alegoría del olivo

Por Fernando E. Alvarado

“Mirando bien que ninguno se aparte de la gracia de Dios; que ninguna raíz de amargura brotando os impida, y por ella muchos sean contaminados.”

Hebreos 12:15, JBS

La apostasía se define como un desafío a un sistema establecido o autoridad; una rebelión; un abandono o abuso de fe. En el primer siglo de nuestra era, la apostasía era un término técnico para indicar una revuelta política o deserción. Dicho término proviene del vocablo griego apostasia («ἀποστασία») que significa ‘salida’, ‘defección‘, ‘revuelta’ o ‘rebelión’ e implica una salida plenamente consciente o una rebelión contra el mensaje del cristianismo o el rechazo a Cristo por parte de alguien que ha sido cristiano.[1] La apostasía pues, es un concepto teológico que describe a aquella persona que ha abandonado voluntaria y conscientemente su fe en Dios y concretamente en Jesucristo.[2] De este modo, la apostasía es lo contrario de la conversión; es decir, constituye una ‘desconversión’.[3]

Los arminianos creemos que Dios, nuestro amoroso Padre celestial, no quiere que ningún ser humano se aparte de la salvación que Él en su bondad nos ha proporcionado en Cristo. Pedro nos recuerda que «[El Señor] es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento (2 Pedro 3:9). No obstante, la Biblia también enseña que los creyentes que han aceptado a Cristo como Salvador se pueden perder si ignoran repetidas veces las enseñanzas de las Escrituras, se resisten continuamente a la convicción que les da el Espíritu Santo, y alcanzan finalmente un punto en el cual se alejan de su Salvador. Jesús habla de esta situación en la Parábola del Sembrador, en la cual, hablando de algunos que se han hecho creyentes, dice: «Creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan (Lucas 8:13).

El escritor de Hebreos se refiere gravemente a los creyentes «que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron» (Hebreos 6:4–6). El apóstol Pedro advierte: «Si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero. Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado» (2 Pedro 2:20–21).

EL APÓSTOL PABLO Y LA POSIBILIDAD DE CAER DE LA GRACIA

Pablo, el gran apóstol de la gracia, concuerda con Jesús y los demás apóstoles en su afirmación de que los verdaderos creyentes sí pueden cometer apostasía, desechar la gracia y, si no se arrepienten y mueren en tal condición, perderse eternamente. En el famoso pasaje de Romanos 11:15-24, Pablo enseña:

“Ahora pregunto: ¿Acaso tropezaron para no volver a levantarse? ¡De ninguna manera! Más bien, gracias a su transgresión ha venido la salvación a los gentiles, para que Israel sienta celos. Pero, si su transgresión ha enriquecido al mundo, es decir, si su fracaso ha enriquecido a los gentiles, ¡cuánto mayor será la riqueza que su plena restauración producirá! Me dirijo ahora a ustedes, los gentiles. Como apóstol que soy de ustedes, le hago honor a mi ministerio, pues quisiera ver si de algún modo despierto los celos de mi propio pueblo, para así salvar a algunos de ellos. Pues, si el haberlos rechazado dio como resultado la reconciliación entre Dios y el mundo, ¿no será su restitución una vuelta a la vida? Si se consagra la parte de la masa que se ofrece como primicias, también se consagra toda la masa; si la raíz es santa, también lo son las ramas. Ahora bien, es verdad que algunas de las ramas han sido desgajadas, y que tú, siendo de olivo silvestre, has sido injertado entre las otras ramas. Ahora participas de la savia nutritiva de la raíz del olivo. Sin embargo, no te vayas a creer mejor que las ramas originales. Y, si te jactas de ello, ten en cuenta que no eres tú quien nutre a la raíz, sino que es la raíz la que te nutre a ti. Tal vez dirás: «Desgajaron unas ramas para que yo fuera injertado». De acuerdo. Pero ellas fueron desgajadas por su falta de fe, y tú por la fe te mantienes firme. Así que no seas arrogante, sino temeroso; porque, si Dios no tuvo miramientos con las ramas originales, tampoco los tendrá contigo. Por tanto, considera la bondad y la severidad de Dios: severidad hacia los que cayeron y bondad hacia ti. Pero, si no te mantienes en su bondad, tú también serás desgajado. Y, si ellos dejan de ser incrédulos, serán injertados, porque Dios tiene poder para injertarlos de nuevo. Después de todo, si tú fuiste cortado de un olivo silvestre, al que por naturaleza pertenecías, y contra tu condición natural fuiste injertado en un olivo cultivado, ¡con cuánta mayor facilidad las ramas naturales de ese olivo serán injertadas de nuevo en él!” (NVI)

Si observamos con cuidado notaremos que la alegoría del olivo empleada por Pablo en este pasaje es muy similar en significado y aplicación al texto del discurso de Cristo en Juan 15. Puede ser que Pablo estuviera familiarizado con la enseñanza de Cristo sobre la Vid y las ramas, y tuviera su discurso en mente mientras escribía sobre el olivo en Romanos 11.

UN PASAJE PROBLEMÁTICO SI ERES CALVINISTA

Este pasaje de las Escrituras es problemático para el calvinismo en múltiples niveles. Pablo discute el estado actual de Israel a lo largo de los capítulos 9-11. Los calvinistas encuentran en Romanos 9:6-24 un texto primario para sus doctrinas de elección particular incondicional y reprobación irrevocable. No es difícil llegar a tal entendimiento del texto cuando el resto del contexto de Romanos 9-11 es ignorado. Esta ha sido la práctica habitual de muchos exegetas calvinistas. Este es un comportamiento extraño, especialmente cuando consideramos que Romanos 9:30-33 representa la conclusión de Pablo a su argumento preliminar en Romanos 9:1-29. Sin embargo, Pablo no ha cambiado de tema en Romanos 11:15-24. Todavía está discutiendo el tema de los judíos reprobados descritos anteriormente en Romanos 9:6-24. Lo que dice sobre estos judíos es preocupante para la interpretación calvinista de la elección incondicional y la reprobación irrevocable. Pablo emplea la alegoría de un olivo. Dicho árbol representa al verdadero Israel de Dios. Es la elección del pueblo de Dios en Cristo. El árbol no puede representar al Israel nacional debido al hecho de que muchas de las ramas [los judíos] fueron “cortadas”. Pablo está hablando de los descendientes espirituales de Abraham; aquellos que han recibido la promesa por la fe. (Romanos 4:13-25).

De acuerdo con Pablo, los judíos incrédulos han sido “separados” del verdadero Israel y están alejados de la promesa de la salvación de Dios en Cristo. Pablo, sin embargo, mantiene la esperanza para estos judíos separados. Afirma claramente que aún pueden ser injertados de nuevo si no persisten en su incredulidad. Esta verdad choca con la creencia calvinista de que estos judíos incrédulos han sido reprobados debido a un decreto eterno e irrevocable. Si Pablo hubiera estado enseñando tal concepto de reprobación en Romanos 9, entonces no podría mantener la esperanza para estos judíos en Romanos 11:23 y 11:30-32.

EL PROBLEMA CONTINÚA

Una dificultad adicional que este pasaje plantea al calvinismo es la clara declaración de Pablo de que los que ahora se mantienen en pie por la fe pueden aún ser separados por la incredulidad:

“Tal vez dirás: «Desgajaron unas ramas para que yo fuera injertado». De acuerdo. Pero ellas fueron desgajadas por su falta de fe, y tú por la fe te mantienes firme. Así que no seas arrogante, sino temeroso; porque, si Dios no tuvo miramientos con las ramas originales, tampoco los tendrá contigo. Por tanto, considera la bondad y la severidad de Dios: severidad hacia los que cayeron y bondad hacia ti. Pero, si no te mantienes en su bondad, tú también serás desgajado.” (Romanos 11:19-22, NVI)

Los calvinistas tradicionalmente han tratado de resolver esta dificultad de una de las siguientes maneras:

(1) La primera forma es decir que las ramas no representan a los individuos, sino a las naciones. Las ramas cortadas representan a la nación de Israel, y las ramas injertadas representan a los Gentiles como grupo de personas.

El problema con esta interpretación es que Pablo está hablando de ramas individuales que han sido rotas e injertadas en el verdadero Israel de Dios. Las ramas representan claramente a los judíos individuales, ya que la nación entera no ha sido rechazada. Hay judíos creyentes [el remanente] que han permanecido en el olivo. Las ramas injertadas representan a los gentiles individuales ya que sólo los gentiles creyentes han llegado a disfrutar del favor y la elección de Dios. Sólo los gentiles creyentes pueden ser llamados descendientes espirituales de Abraham, y es indiscutible que no todos los gentiles han abrazado a Cristo. Pablo distingue el llamado irrevocable de la nación de Israel como un todo del destino de los israelitas individuales. Mientras que el destino final del pueblo de Dios es absolutamente seguro, el futuro de cualquier individuo está determinado por su continua fe y confianza en Dios. Los gentiles que creen son injertados en el buen olivo, mientras que los judíos que caen en la incredulidad son cortados. Dado que la fe es la única condición para permanecer injertados, Pablo emite tanto una advertencia como una esperanza. Por un lado, los gentiles que han sido recientemente injertados en el árbol antiguo a través de la fe deben evitar humildemente caer en la incredulidad, ya que ellos también serán cortados del árbol. Por otra parte, las ramas naturales que están en el suelo pueden volver a ser injertadas en su propio olivo si no persisten en la incredulidad (Romanos 11:23-24). En otras palabras, el destino del pueblo de Dios en su conjunto no cambia a lo largo de los tiempos, aunque cada rama individual participa en esta salvación sólo si permanece injertada por la fe (Juan 15:5-6). En este pasaje de Romanos, Pablo enseña el destino corporativo del pueblo de Dios sin enseñar el determinismo individual.[4] Cualquier interpretación del texto que descarte la individualidad de las ramas es muy difícil de sostener.

(2) La segunda explicación calvinista es la explicación habitual de que las ramas rotas sólo podían representar a falsos conversos e hipócritas que nunca tuvieron fe salvadora para empezar.

Esta interpretación es imposible de sostener debido al hecho de que Pablo habla de estas ramas como si estuvieran sostenidas por la fe. Si es la fe la que las hace estar firmes, entonces debe ser genuina. Es por su fe actual que se puede decir que están en el olivo elegido. Pablo además confirma esto cuando amenaza a estos gentiles, que han sido injertados por la fe, que aún pueden ser separados de este árbol si no continúan perseverando en dicha fe. Permanecerán entre el cuerpo elegido mientras continúen en la fe. Si no continúan, entonces Dios los tratará igual que a los judíos incrédulos que fueron separados antes que ellos. Ellos también serán cortados porque Dios no es parcial ni tiene favoritismos. Si las ramas que Pablo amenaza representan falsos conversos, entonces nunca habrían estado en el árbol en primer lugar. O, ¿Cómo podrían ser cortadas entonces?

(3) Una tercera interpretación calvinista sugiere que Pablo está simplemente presentando una construcción hipotética y amenazando a estas ramas con imposibilidades.

Pero ¿Qué posible efecto podría tener esa amenaza para aquellos que no podrían ser presa de las consecuencias de esta? Si las ramas se mantienen por la fe, y aquellos que comienzan en la fe inevitablemente continuarán en la fe, tal como lo enseña el calvinismo y la doctrina de “Salvo, Siempre Salvo”, entonces ¿Por qué advertirles que continúen en la fe si esto en realidad es innecesario? Y peor aún, ¿Por qué buscar motivarles a la perseverancia usando la amenaza de ser cortados cuando tales creyentes sabrían perfectamente que eso era imposible? Si Dios hace que los creyentes continúen en la fe salvadora, entonces advertir a los creyentes que continúen esforzándose por perseverar es un disparate. Si Dios preserva infaliblemente al creyente, y la fe es un don en el que no podemos evitar continuar; entonces advertir a alguien que continúe en la fe sería tan inútil como advertir a alguien que está enganchado a un respirador que siga respirando.

QUERIENDO SALVAR LO INSALVABLE

Algunos calvinistas quizá argumentarán que las advertencias son los medios de Dios para asegurar la perseverancia de sus santos. Nosotros les respondemos: Y entonces ¿Dónde está entonces la doctrina de la seguridad eterna? ¿Podemos estar realmente convencidos de que estamos eternamente seguros, y también tomarnos en serio las advertencias de caer? Si estamos eternamente seguros, entonces no hay peligro de que nos separemos del verdadero Israel de Dios. Si el peligro es real, entonces no hay seguridad incondicional.

Parecería entonces que el calvinismo no ofrece una solución válida a la clara enseñanza de Romanos 11:15-24 de que aquellos que se mantienen en pie por la fe pueden aún ser quebrantados para su propia ruina eterna. Los calvinistas harían bien en prestar atención a la enfática advertencia de Pablo:

“… Así que no seas arrogante, sino temeroso; porque, si Dios no tuvo miramientos con las ramas originales, tampoco los tendrá contigo. Por tanto, considera la bondad y la severidad de Dios: severidad hacia los que cayeron y bondad hacia ti. Pero, si no te mantienes en su bondad, tú también serás desgajado.” (Romanos 11:19-22)

SIEMPRE HABRÁ ESPERANZA

La doctrina de la elección y reprobación incondicional, así como su derivado lógico, la doctrina de la perseverancia de los santos, han probado ser notoriamente falsas y opuestas a la enseñanza bíblica. Ciertamente, la Biblia advierte contra la posibilidad de perder, o abandonar la salvación, incluso de perderse eternamente. Sin embargo, la Palabra de Dios nunca cesa de ofrecer esperanza a todos los que estén dispuestos a responder al llamado del Espíritu. La invitación de Jesús no hace distinción alguna: «Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar» (Mateo 11:28). El apóstol Pablo proclama con toda firmeza: «Todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» (Romanos 10:13).

Por esta razón, los cristianos nunca debemos confiarnos creyendo que jamás podremos perder nuestra salvación o caer de la gracia. Tampoco debemos apresurarnos a llegar a la conclusión de que un hermano o hermana que batalla en su vida espiritual es irredimible. En tanto permanezca en la fe su salvación es segura. Y mientras haya vida habrá esperanza de redención. Si el Padre no se dio por vencido con el hijo que estaba perdido (Lucas 15:11–31), tampoco lo debe hacer la Iglesia de Jesucristo.

REFERENCIAS:

[1] Richard A. Muller, Dictionary of Greek and Latin Theological Terms: Drawn Principally from Protestant Scholastic Theology, 41.

[2] Scot McKnight, Dictionary of Theological Interpretation of the Bible, «Apostasy,» 58.

[3] Paul W. Barnett, Dictionary of the Later New Testament and its Developments, «Apostasy,» 73.

[4] Walls y Dongell, Por qué no soy calvinista, página 87.

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