Arminianismo Clásico, Arminianismo Reformado, Calvinismo

Razones para repudiar la creencia en una expiación limitada

Por Fernando E. Alvarado.

La expiación limitada, o redención particular, es el tercero de los 5 puntos del calvinismo clásico. La doctrina de la expiación limitada enseña que Cristo efectivamente redime de cada pueblo “solo a aquellos que fueron elegidos desde la eternidad para salvación”[1] La doctrina reformada, por lo tanto, afirma que Jesús murió sólo por sus elegidos. Esta doctrina se desprende lógicamente de la doctrina de la elección incondicional: Si Dios eligió a un grupo limitado de personas para que fuera salvo, entonces el sacrificio expiatorio que Cristo efectuó en la cruz fue realizado única y exclusivamente por ellos. La doctrina de la redención particular afirma que Cristo, en su muerte, limpió los pecados de los elegidos de Dios y aseguró que todos ellos alcancen la fe a través de la regeneración y por la fe sean preservados hasta alcanzar la glorificación. Según dicha doctrina, Cristo no pretendió morir por todos. La prueba de eso, según el razonamiento calvinista, es que no todos son salvos.

A pesar de lo anterior, cuando se usa la frase “Expiación limitada” o “Redención particular”, no se quiere decir que el valor de la expiación sea limitado. Debido a que el pecado de Adán ofende a un ser de una dignidad infinita, el sacrificio para limpiar ese pecado debía tener un valor infinito, lo cual se cumple con la muerte del Dios hecho carne: Jesús. Cuando se habla de “Expiación limitada” se quiere decir que los efectos de la muerte de Cristo son para un grupo limitado de personas. En otras palabras, la muerte de Cristo fue suficiente para expiar los pecados del mundo entero, pero la voluntad de Dios fue redimir efectivamente a aquellos, y solo a aquellos, que fueron elegidos desde la eternidad, y dados a Cristo por el Padre.

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INTERPRETANDO A CONVENIENCIA EL TEXTO BÍBLICO

El ministro puritano John Owen (1616-1683), en su magna obra The Death of Death in the Death of Christ (La Muerte de la Muerte en la Muerte de Cristo), una obra que trata la doctrina de la redención particular plantea que Cristo murió sólo por los elegidos. Owen afirma que los elegidos por Dios son mencionados en la Biblia con las palabras Pueblo, Ovejas e Iglesia.

  1. Su Pueblo: Mateo 1:21 dice: “Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” e Isaías 53:8 “Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido.” Según la interpretación calvinista, ambos textos limitan la salvación que compra la muerte de Jesús en la cruz a un grupo llamado su “pueblo”.
  2. Sus Ovejas: El apóstol Juan usa el término “ovejas” para referirse a los “elegidos”. Juan 10:11 y 14 señala: “Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas… Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen.” Según la interpretación calvinista, Juan limita la muerte de Cristo por “sus ovejas”, aquellas personas que eran conocidas por Dios y que conocían a Dios.
  3. Su Iglesia: Hechos 20:28 dice: “Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre” y Efesios 5:25 “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella.” En el primer versículo Pablo está hablando a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso pidiéndoles que cuiden la iglesia debido a que Cristo pagó por ella, en el segundo Pablo está enseñando el cuidado y el cariño que debe tener el esposo por su mujer y lo ilustra usando el ejemplo del Señor, quien dio su vida por su amada iglesia.

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BUENAS NUEVAS QUE NO LO SON

La doctrina de la expiación limitada suele venderse como una de las “buenas nuevas” proclamadas en las “doctrinas de la gracia” (nombre utilizado para referirse al TULIP calvinista); sin embargo, está lejos de ser una buena noticia. En la práctica, la doctrina de la expiación limitada es una doctrina infortunada y desesperanzadora para la humanidad, ya que proclama que Jesús no ama a todos, ni murió por todos, ni todos tienen siquiera la oportunidad remota de salvarse. No debería extrañarnos que haya desatado tan fuerte oposición en la inmensa mayoría de iglesias bíblicas, las cuales han sabido reconocer sus desaciertos, su escaso fundamento bíblico y sus terribles implicaciones. Además, para aquel que llegue a comprenderla, dicha doctrina resultará chocante para su sentido de justicia y misericordia.

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POSTURAS EN CONFLICTO

Podemos reconocer dos tipos de crítica a esta doctrina:

a)    Unos dicen que Cristo murió por todos y que todos, sin excepción, serán salvos; esto se llama Universalismo. La Biblia es clara en demostrar que no todos los hombres serán salvos en el último día (Lucas 13:23-24, 2 Tesalonicenses 1:9-10, Apocalipsis 20:15). El Universalismo, por lo tanto, carece de fundamento bíblico.
b)    Otro grupo afirma que Jesús murió por todos los hombres, pero que los efectos salvadores de su sacrificio solamente son eficaces para aquellos que creen en Él y obedecen Su Palabra (Romanos 1:16, Tito 2:11, Hebreos 5:9, 2 Pedro 3:9). Dicho de otro modo, Cristo murió por todos, no sólo por un grupo selecto de elegidos o predestinados arbitrariamente para salvación; no obstante, aunque su sacrificio es suficiente para todos, solo se benefician de él aquellos que creen. Dicho concepto es enseñado en la Biblia y sostenido por el sector arminiano del protestantismo.

Los calvinistas, sin embargo, se oponen a la interpretación arminiana argumentando que, si la expiación fuese ilimitada en su alcance y requiriese la participación del hombre para hacerla eficaz, eso haría la muerte de Cristo totalmente ineficiente y pondría la salvación del hombre en lo que él puede hacer por sí mismo.

Dicho razonamiento no es válido, pues el hombre en ningún momento se convierte en su propio salvador por el simple hecho de aceptar voluntariamente el regalo de Dios. Extendemos nuestros manos para recibir dicho regalo a través del arrepentimiento y la fe en Cristo (Hechos 16:30-31), sin la cual nadie puede ser salvo. Además, el hombre sería incapaz de ejercer fe por sí mismo, a menos que sea auxiliado por la gracia preveniente de Dios (Efesios 2:8). Que el hombre deba responder en fe al ofrecimiento de Dios en nada roba gloria a nuestro Señor. Dios es el dador, nosotros los receptores (Romanos 6:23, Juan 3:16). Dios nos ofrece la salvación como regalo. Todo lo que tenemos que hacer es aceptarla. ¿Cuál es el mérito? ¿En qué le roba a Dios que nosotros, como simples mendigos de su gracia, aceptemos su regalo de amor?

Los calvinistas afirman también que, si el arminianismo está en lo correcto, parte de la sangre de Cristo se hubiera derramado en vano y su sufrimiento no hubiera sido suficiente. Entonces, según la lógica calvinista, la muerte de Cristo no sería una expiación ni un rescate en ningún sentido. Tal lógica es absurda. ¿Dónde en las escrituras dice que la sangre de Cristo no puede ser derramada para aquellos que no se pueden beneficiar de ella? En ninguna parte. Pero esta ficción es fundamental para la doctrina de la expiación limitada. Es más, aunque los calvinistas insisten en que los arminianos limitamos el poder de la expiación, parecen ignorar convenientemente que su doctrina de la redención particular limita el alcance de la expiación, reduciéndola a un pequeño grupo de elegidos como si la sangre de Cristo no tuviera suficiente poder para borrar el pecado de todo aquel que crea y reciba la dádiva de Dios. La eficacia de la expiación no se ve limitada porque sólo los que creen son salvos o porque algunos rechazan el sacrificio de Cristo a su favor. Esto sería igual a afirmar que la herencia dejada por un difunto se reduce en valor porque algunos herederos se niegan a participar de ella. ¡Sería absurdo!

Porciones como Juan 3:16 y 2 Corintios 5:14-15 objetan claramente que la muerte de Jesús tuviera la intención de limpiar sólo los pecados de sus elegidos. Jesús murió por todos los hombres sin distinción y sin excepción (Hechos 10:34; Romanos 2:11; Gálatas 2:6; Efesios 6:9). Afirmar que Cristo murió sólo por los elegidos y no por toda la humanidad es difamar el carácter de Dios y pervertir las Escrituras.

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TORCIENDO LAS ESCRITURAS A SU CONVENIENCIA

Muchos calvinistas argumentan que cuando la Biblia señala que Dios ama al “mundo”, no quiere significar realmente que el ama a todas las personas, sino solamente al “mundo de los elegidos”. Tal afirmación es completamente ridícula y luce más como un intento desesperado por defender una doctrina notoriamente falsa, que una interpretación seria. El término “mundo” usado en Juan 3:16, por ejemplo, no significa “el mundo formado por aquellos que son elegidos por Dios”, sino más bien significa “todo el mundo”. De lo contrario, si como afirma el calvinismo la palabra “mundo” se refiere sólo a los elegidos, habría que entenderlo así en todos los casos en que se menciona, no sólo en aquellos casos que le son convenientes a los calvinistas para defender su error doctrinal, como, por ejemplo: 1 Corintios 1:20-21; 2 Corintios 7:10; Santiago 4:4; etc.

Sin ninguna declaración especifica en todas las Escrituras para apoyar el dogma calvinista de la redención particular o expiación limitada, este debe ser defendido a base de racionalizaciones. Ejemplo de ello son las casi blasfemas afirmaciones de cierto autor calvinista:

«Si Cristo murió por todos los hombres y no todos los hombres son salvos, la Cruz de Cristo no tiene ningún efecto. El Calvario es una farsa«[2]

Por supuesto, eso no es lo que declara la Biblia. Que algunos por incredulidad no alcancen el galardón no significa que dicho galardón sea irreal para quienes sí lo reciben. De lo contrario, el haber dado los diez mandamientos también sería una farsa, porque no todos los hombres los cumplen. El valor de la expiación de Cristo es suficiente para cubrir los pecados del mundo. No solo de unos pocos. Tiene que ser así, porque su sacrificio perfecto debe ser de valor infinito. Aunque la enseñanza de la cruz suene a locura para aquellos que se pierden» (1 Corintios 1:18), ¡No es una farsa por cuanto salva a todos los que creen! La Biblia enseña fuertemente la doctrina de la expiación ilimitada. La doctrina de la expiación limitada, por otro lado, es negada específicamente en las Escrituras.

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MÁS FIELES A CALVINO QUE A LA BIBLIA

Lamentablemente, prefiriendo dogmas humanos a la Palabra de Dios, y en el peor de los espíritus sectarios, los calvinistas persisten en enseñar que:

“Sólo el calvinismo con su expiación eficaz limita el poder del hombre y exalta el poder y la gloria de Dios”[3]

El calvinista es conducido a tales argumentos falaces y anti-bíblicos en su desesperación por defender un dogma insostenible. Mientras que algunos que se llaman calvinistas rechazan la expiación limitada, es irracional el hacerlo mientras se aceptan los otros cuatro puntos. Un líder y autor calvinista escribe:

«Es en esta verdad de la expiación limitada que la doctrina de la elección soberana (y, de hecho, la predestinación soberana con sus dos aspectos de la elección y reprobación), se clarifican»[4]

En otras palabras, el sistema calvinista se desmorona en su totalidad si la expiación limitada no es bíblica. Y de hecho ¡No lo es! Calvinistas de alto rango han expresado sus dudas acerca de la expiación limitada. Spurgeon afirmó:

“No puedo imaginar un instrumento más dañino en manos de Satanás para la ruina de las almas, que un ministro que le dice a los pecadores que no es su deber arrepentirse de sus pecados y creer en Cristo, y así tener la arrogancia de llamarse a sí mismo un ministro del Evangelio, mientras que enseña que Dios odia a algunos hombres infinitamente e inalterablemente por ningún motivo sino solo porque él escoge hacerlo”[5]

Los eruditos calvinistas reconocen que la elección incondicional y la expiación limitada:

«Deben permanecer o caer juntas. Lógicamente no podemos aceptar una y rechazar la otra».[6]

No obstante, la Biblia repetidamente declara que Cristo murió por toda la humanidad (no solo por un reducido número de elegidos) y que el Evangelio es ofrecido y está igualmente disponible para todos, pues Dios quiere que todos se salven.

Incluso John MacArthur (un erudito calvinista moderno) reconoce que Dios quiere que todos los hombres sean salvos. Tristemente, luego afirma que:

“Dios inexplicablemente no elige ni predestina a salvación a multitudes de aquellos que él desea que sean salvos”.[7]

¿Acaso no suena esto contradictorio? Como bien lo señalara otro erudito bíblico, el Dios calvinista de la expiación limitada:

“Difícilmente es el Dios de amor que encontramos en la Biblia. La Deidad determinista crea seres humanos hacia quienes Él no tiene ningún amor directo y quienes no tienen libre voluntad, creados únicamente para el tormento eterno. La muerte de Cristo no les afecta de ninguna manera y así están totalmente fuera de cualquier disposición redentora… La crueldad implícita en ese punto de vista es evidente para cualquier observador fuera de aquellos que han sido educados o han adquirido esta clase de teología. A pesar de argumentos capciosos dirigidos a cada texto alegado contra tal teología, los deterministas de este tipo son carentes de apoyo bíblico. Es absurdo, por ejemplo, el reclamar (como hacen a veces) que cuando la Biblia dice que, «Dios amo al mundo», que esto solo habla del mundo de los elegidos».[8]

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CONTRA LA RAZÓN, LA BIBLIA Y EL SENTIDO COMÚN

Al estudiar lo que dicen las Escrituras sobre este tema, queda claro que la única forma en que la expiación limitada puede ser defendida es asignar, arbitrariamente, un significado calvinista restrictivo a las palabras claves. Para mantener en pie el dogma de la expiación limitada, el calvinista razona:

«Si Cristo pagó la deuda del pecado, ha salvado, redimido, dado su vida por todos los hombres, entonces se salvarían todos los hombres».[9]

En el mismo sentido, otro autor calvinista argumenta:

«Pero si la muerte de Jesús es lo que dice la Biblia, un sacrificio sustituto por los pecados… por el cual el pecador es realmente reconciliado con Dios, entonces es obvio que no puede ser para cada hombre… porque entonces todos se salvarían, y obviamente no lo son».[10]

Sin embargo, tales argumentos se basan en la teoría anti-bíblica de que la muerte de Cristo salvó inmediatamente, al momento de su sacrificio, a todos los elegidos; sin fe, ni comprensión o aceptación de su parte. La Biblia, en cambio, enseña que un Salvador provisto no es suficiente: Dicho Salvador debe ser recibido. Debe haber ‘fe en su sangre’ (Romanos 3:25) y la fe es una cosa personal que debe ser ejercida. La Biblia enseña que Cristo gustó “la muerte por todos” (Hebreos 2:9), pero que esto no significa que, automáticamente, todos los seres humanos son salvos. En ninguna parte de la Biblia dice tal cosa. Los pecadores son invitados e instados a venir a Cristo y creer en Él. Tal es la responsabilidad del pecador (Hechos 16:30-31).

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 CRISTO MURIÓ POR TODOS

El que Cristo murió por nuestros pecados es el mensaje que nos da el Evangelio. Sin embargo, debe ser creído para ser de beneficio al pecador. La muerte de Cristo, aunque ofrecida «a todos los hombres», sólo es eficaz para aquellos que creen: Él es «el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen» (1 Timoteo 4:10). La doctrina calvinista entra nuevamente en contradicción con la lógica y la Biblia:

“Si la naturaleza de la expiación era tal que en realidad y por sí misma proporcionó salvación para aquellos para los cuales fue diseñada, entonces los elegidos nunca podrían haber nacido muertos en delitos y pecados (Efesios 2:1). Y, por lo tanto, ¿Cómo es posible que aquellos hombres quienes son salvos, redimidos, reconciliados, y justificados, hubieran sido “por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás? (Efesios 2:3)”.[11]

La Pascua, reconocida como uno de los más llamativos símbolos de la obra de la cruz de Cristo que se encuentran en el Antiguo Testamento, es un claro ejemplo del principio de que la expiación y su aplicación deben ser distinguidos. La sangre del cordero sacrificado de la Pascua (Éxodo 12:6, 21) llegó a ser eficaz solamente después de que se aplicó al dintel de la puerta según las instrucciones (Éxodo 12:7, 22). La simple muerte del cordero no salvó a nadie: La sangre tenía que ser aplicada. Así es también con la muerte de Cristo.

El calvinismo difama y acusa abiertamente a Dios:

«Porque Dios ha amado a unos cuantos y no todos, porque él soberana e inmutablemente ha determinado que éstos en particular sean salvos, él envió a su hijo a morir por ellos, para salvar a ellos y no a todo el mundo».[12]

Así, según el calvinismo, no todos los hombres son salvos porque Dios no quiere que lo sean y ha predestinado a multitudes a sufrir eternamente. Sin embargo, según la Biblia, no todos son salvos, porque ellos (los perdidos) se niegan a creer en Cristo. Pablo escribe que la salvación viene a todos los que creen “por cuanto todos pecaron» (Romanos 3:22-23). Por cierto, el «todos pecaron» significa toda la humanidad. Así también el «todos los que creen» debe significar que toda la humanidad puede creer en Cristo y ser salvos si así lo quieren hacer.

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REFERENCIAS:

[1] Cánones de Dort, II.8

[2] Herman Hanko, God’s Everlasting Covenant of Grace, Grandville, MI: Reformed Free Publishing Association, 1988, 15.

[3] Leonard J. Coppes, Are Five points Enough? the ten points of Calvinism; Denver CO: self-published, 1980, 49.

[4] Homer Hoeksema, Limited Atonement, p. 151.

[5] H. Spurgeon, New park Street pulpit; London: Passmore and Alabaster, Vol 6, 28-29; sermon preached December 11, 1859). Esto ha llevado a que la doctrina de la expiación limitada sea considerada «el talón de Aquiles del calvinismo» (Kenneth G. Talbot and W. Gary Crampton, Calvinism, Hyper-Calvinism and Arminianism; Edmonton, AB: Still Waters Revival Books, 1990, 11.

[6] Loraine Boettner, the Reformed Doctrine of predestination; Phillipsburg, NJ: Presbyterian and Reformed Publishing Co., 1932, 151.

[7] John MacArthur, The MacArthur Study Bible; Nashville: Word Publishing (1997), p. 1862.

[8] Zane C. Hodges, “The New Puritanism, Pt. 3: Michael S. Horton: Holy War With Unholy Weapons,” Journal of the Grace Evangelical Society, Spring 1994, 7:12, 17–29.

[9] W. J. Seaton, the Five points of Calvinism; Carlisle, PA: The Banner of Truth Trust, 1970, 15

[10] Edwin H. Palmer, The five points of calvinism; Grand Rapids, MI: Baker Books, enlarged ed., 20th prtg. 1999, 44

[11] Laurence M. Vance, The Other Side of Calvinism; Pensacola, FL: Vance Publications, rev. ed. 1999, 427

[12] Edwin H. Palmer, The five points of calvinism; Grand Rapids, MI: Baker Books, enlarged ed., 20th prtg. 1999, 50.

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