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Lisney de Font, Ministerios Ebenezer y la herejía de la cuadridimensión de Dios

Por Fernando E. Alvarado

Recientemente, ha circulado un video en el que Lisney de Font, líder vinculada a los Ministerios Eben Ezer, predica una doctrina conocida como la «Cuadridimensión de Dios». Esta enseñanza, que ha generado preocupación en círculos teológicos, sostiene que la naturaleza divina no se limita a la Trinidad clásica (Padre, Hijo y Espíritu Santo), sino que incorpora un cuarto elemento, distorsionando así el fundamento bíblico y ortodoxo del cristianismo histórico.

Sin embargo, es importante aclarar que esta herejía no es nueva ni exclusiva de la señora De Font. Los Ministerios Eben Ezer, una secta de origen neopentecostal, han promovido por años doctrinas altamente cuestionables, entre las cuales se incluye esta reinterpretación heterodoxa de la naturaleza de Dios. Bajo la autoridad de un supuesto liderazgo apostólico, este grupo ha difundido enseñanzas que se apartan significativamente de la fe cristiana histórica, incluyendo afirmaciones sobre revelaciones extrabíblicas, un énfasis excesivo en experiencias místicas y una hermenéutica distorsionada de las Escrituras.

¿De qué se trata esta herejía?

La llamada «Cuadridimensión de Dios» es una doctrina heterodoxa promovida por los Ministerios Eben Ezer, así por otros grupos heréticos adscritos al movimiento de la Nueva Reforma Apostólica y el neopentecostalismo. Esta herejía, que cuenta ya con ya varias décadas de existencia, propone una estructura cuaternaria de la Divinidad, añadiendo un cuarto elemento a la Trinidad cristiana tradicional (Padre, Hijo y Espíritu Santo). Aunque sus defensores no siempre explicitan quién o qué constituye esta «cuarta dimensión», todo parece apuntar a un principio cósmico adicional (similar a concepciones esotéricas o gnósticas).

Esta enseñanza contradice la ortodoxia cristiana, que afirma la Trinidad como un misterio revelado en las Escrituras (Mt 28:19; 2 Co 13:14), sin posibilidad de expansión numérica.[1] La Iglesia histórica ha rechazado cualquier intento de modificar la naturaleza trina de Dios, desde los concilios ecuménicos (Nicea, Constantinopla) hasta las confesiones protestantes.

El vínculo pagano

Curiosamente, la Cuadridimensión encuentra un paralelo conceptual en la Trimurti del hinduismo, que representa tres aspectos (Brahmā, Vishnu, Shiva) de una realidad divina impersonal (Brahman).[2] En el marco del hinduismo, particularmente en las tradiciones vedánticas y smarta, la Trimurti (tres formas) representa las tres manifestaciones principales de Brahman, la realidad última impersonal y absoluta.[3]

Brahman es un ser inmanifiesto; es decir, no tiene forma, atributos ni limitaciones (Nirguna Brahman). Es eterno e impersonal, la esencia de todo lo que existe; Brahman  es la base de todo.[4] El universo es una manifestación (maya) de Brahman, pero no su creación en términos teístas. Dado que Brahman es inaccesible en su forma pura, el hinduismo devocional personifica sus funciones en tres deidades. Estas tres deidades—Brahmā, Vishnu y Shiva—no son dioses independientes, sino funciones o aspectos de una misma divinidad cósmica, encargadas de los procesos universales: creación, preservación y destrucción.

El fundamento de la herejía

En uno de sus documentos oficiales, Ministerios Eben Ezer declara:

“La Biblia nos enseña que Dios existe desde antes de todas las cosas porque es eterno (Sal. 90:2); es el único Dios, quien creó todas las cosas en los cielos y en la tierra, las visibles e invisibles y por medio de Él subsisten (Dt. 4:35; Ef. 3:9; Col. 1:16-17; He. 2:10). Dios es todopoderoso y se ha manifestado a la humanidad de varias formas; en el Antiguo Testamento se manifestó en Jehová, en los evangelios en Jesús y desde el libro de los Hechos en El Espíritu Santo. En el libro de Deuteronomio leemos «Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno1 es» (Dt. 6:4); la palabra “uno” se traduce del hebreo “ehad” que propiamente es unidad, es decir, uno, primero; con estos significados otras dos posibles traducciones para la última parte de verso serían: “Jehová unidad es” y “Jehová primero es”. Dado que Dios es una unidad, se manifiesta visiblemente en Jehová en el Antiguo Testamento, es decir Dios Padre, en Jesús en los Evangelios, Dios Hijo, y en el Espíritu Santo desde el Libro de los Hechos, Dios Espíritu Santo. La Biblia muestra que Moisés vio al Padre y habló cara a cara con Él (Éx. 33:11); el pueblo de Israel y algunos extranjeros vieron al Hijo, incluso Pedro, Jacobo y Juan lo vieron transformado (Jn. 1:14; 1 Jn. 1:1; Mt. 17:1-2); y Juan el Bautista vio al Espíritu Santo en forma de paloma (Jn. 1:32); pero al Dios Altísimo o Elyón2 nadie le ha visto jamás ni lo puede ver (Jn. 1:18, 1 Jn. 4:12, 1 Ti. 6:16). Cuando decimos cuadridimensión de Dios nos referimos a que el Dios Altísimo se manifiesta a través del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.”[5]

El texto contiene tanto aciertos como desaciertos. Acierta al afirmar la eternidad de Dios (Sal. 90:2), su unidad (Dt. 6:4) y su papel como Creador (Col. 1:16-17). Estas doctrinas son centrales en la teología cristiana y judía, respaldadas por la Biblia y la tradición eclesiástica. Como señala Grudem (1994), «La eternidad de Dios implica que Él existe fuera del tiempo, sin principio ni fin».[6] La descripción de Dios como sustentador de todas las cosas (Col. 1:17) también es bíblicamente precisa y coincide con la teología clásica.[7]

Sin embargo, el texto comete graves errores al sugerir que las manifestaciones de Dios (Padre, Hijo, Espíritu Santo) son modalistas, es decir, que Dios se «transforma» sucesivamente en cada persona. Esta postura es cercana al sabelianismo o monarquianismo modalista, condenado por la Iglesia primitiva como herejía.[8] La Biblia claramente distingue a las tres Personas de la Trinidad coexistentes (Mt. 3:16-17; Jn. 14:16-17), no como fases temporales.

Además, la afirmación de que «nadie ha visto al Dios Altísimo» contradice pasajes donde Dios Padre se revela (Is. 6:1; Éx. 24:9-11). La distinción entre «Dios Altísimo» y las otras personas de la Trinidad carece de base bíblica y teológica. Como argumenta Frame (2002), «La invisibilidad de Dios no niega sus teofanías, sino que subraya su trascendencia».[9]

La idea de una «cuadridimensión» (Dios Altísimo + Trinidad) es ajena a la Escritura y a la teología histórica. La Biblia nunca separa al «Dios Altísimo» (Elyón) de la Trinidad. De hecho, Elyón es un título aplicado a Yahvé (Sal. 7:17) y a Jesús (Mc. 5:7; Lc. 1:32). La Confesión de Westminster afirma: «Hay un solo Dios vivo y verdadero, que es infinito en ser y perfección, uno en esencia y tres en personas» (Cap. II.1).

El teólogo Michael Horton advierte: «Cualquier intento de dividir la esencia divina en jerarquías o dimensiones separadas socava la unidad de Dios».[10] Mientras el texto acierta en la soberanía y eternidad de Dios, su enfoque trinitario es herético al caer en modalismo y en una falsa división de la deidad. La ortodoxia cristiana, basada en Nicea (325 d.C.) y Atanasio, insiste en la coigualdad y coexistencia eterna del Padre, Hijo y Espíritu Santo. Como resume Packer (1973): «El Dios de la Biblia es uno en esencia y trino en personas, sin confusión ni división».[11]

El Elyón, Jehová, Elohim y El Shadday, Salmo 91:1-2

El ya citado texto continúa:

“En el Salmo 91:1-2 leemos “EL que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo á Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en él confiaré.” y encontramos el nombre de cada una de las manifestaciones de Dios… [El que habita al abrigo del Altísimo] Altísimo se traduce del hebreo elyôn y significa: Más Alto, el Altísimo. El Elyón o el Altísimo es a quien nadie ha visto jamás ni puede ver, quien habita en luz inaccesible (Jn. 1:18, 1 Jn. 4:12; 1 Ti. 6:16)… El Elyón es la esencia increada de Dios, la energía primigenia que se derivó en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo… [Morará bajo la sombra del Omnipotente] Omnipotente se traduce del hebreo Shadday y significa Todopoderoso. El Shadday es el Espíritu Santo a quien Juan el Bautista vio en forma de paloma (Jn. 1:32)… [Diré yo a Jehová, esperanza mía y castillo mío] Jehová se traduce de la palabra hebrea yehôvah que significa «El que existe». Jehová es Dios Padre y Moisés lo vio y habló cara a cara con Él (Éx. 33:11)… [Mi Dios, en él confiaré] Dios se traduce del hebreo elohim que significa Dios, dios, dioses.”

La herejía denominada “Cuadridimensión de Dios” propone una correlación directa entre los nombres divinos en Salmo 91:1-2 (ElyônShaddayYehôvahElohim) y las personas de la Trinidad, además de postular una «esencia primigenia» (Elyôn) distinta de las manifestaciones trinitarias. Tal interpretación viola principios exegéticos básicos y conduce a una ontología divina fragmentada, incompatible con la revelación bíblica y la teología histórica. Como señala J. I. Packer: «La Trinidad no es una división de la esencia divina, sino una distinción de personas en la unidad de su ser».[12]

El oposición a las Escrituras y a los credos históricos de la iglesia, los Ministerios Ebenezer afirman que: «El Elyón es la esencia increada de Dios, que se derivó en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo». Esto plantea una contradicción con la doctrina de la simplicidad divina, la cual sostiene que Dios carece de partes físicas o metafísicas, distinguiéndose radicalmente de las criaturas compuestas. En palabras de Tomás de Aquino: «Dios no está compuesto de materia y forma, ni de esencia y existencia, ni de género y diferencia».[13] Esto implica que, a diferencia de los seres finitos —cuya esencia no garantiza su existencia—, en Dios ser y existencia son idénticos.[14] Esta idea se remonta al Éxodo (3:14), donde Dios se revela como «Yo soy el que soy», enfatizando su ser como acto puro sin potencialidad.[15]

Al ser simple, Dios no cambia (Malaquías 3:6) y trasciende el tiempo (Salmo 90:2). Como argumenta Leftow (2009): «La simplicidad implica que Dios no tiene partes que puedan reorganizarse, haciéndolo necesariamente inmutable».[16] Esto lo diferencia de los seres contingentes, sujetos a devenir.[17] Por otro lado, la doctrina de la Cuadridimensión de Dios niega la coeternidad trinitaria: Si el Elyôn es «anterior» a las personas, se cae en subordinacionismo, condenado en el Concilio de Nicea (325 d.C.). Atanasio (Contra los arrianos III.6) insiste: «El Hijo es de la misma sustancia (homoousios) que el Padre, no una emanación secundaria».

Pero la falsa doctrina conocida como Cuadridimensión de Dios va más allá del mero subordinacionismo en su alejamiento de la ortodoxia cristiana. Su estructura jerárquica va más allá del arrianismo o el subordinacionismo clásico, pues niega la plena divinidad incluso del Padre, relegándolo a un segundo nivel ontológico. El subordinacionismo tradicional negaba la plena divinidad del Hijo, pero esta doctrina va más allá, pues declara que el Padre ya no es «Dios verdadero» en sentido absoluto, sino una manifestación secundaria. El Hijo y el Espíritu quedan en un tercer y cuarto nivel, lejos de la «esencia pura» del Elyón. De este modo, seintroduce una cuarta entidad divina, rompiendo con la definición bíblica y conciliar de la Trinidad.

Al afirmar que «El Elyón es la esencia increada […] Jehová es Dios Padre [una derivación]» la herejía de la cuadridimensión de Dios implica, necesariamente, que el Padre no es autosuficiente, sino que depende de un Elyón impersonal. Esto contradice la Biblia de forma directa, ya que Jesús mismo declara: «Yo y el Padre uno somos» (Juan 10:30), no «yo y el Padre derivamos de una esencia superior». El Padre es llamado «el único Dios verdadero» (Juan 17:3), sin referencia a un Elyón oculto, y el Espíritu es presentado como «Dios» (Hechos 5:3-4), no una fuerza subordinada. Por eso, torcer el texto bíblico de Salmo 91:1-2 de tal manera que permita la creación de una cuarta entidad divina es simplemente ridículo. El texto hebreo de Salmo 91:1-2 (BHS) dice:

יֹשֵׁב בְּסֵתֶר עֶלְיוֹן בְּצֵל שַׁדַּי יִתְלוֹנָן
אֹמַר לַיהוָה מַחְסִי וּמְצוּדָתִי אֱלֹהַי אֶבְטַח־בּוֹ

Una traducción literal de dicho texto nos dice:

«El que habita en el refugio del Altísimo (Elyôn), a la sombra del Todopoderoso (Shadday) permanecerá. Diré a Yahvé: ‘Mi refugio y mi fortaleza, mi Dios (Elohai), en quien confiaré’».

Lo que podemos ver en Salmo 91:1-2 es una acumulación de nombres divinos. Sin embargo, Elyôn, Shadday, Yahvé, Elohai no son «avatares» distintos, sino títulos que enfatizan diferentes atributos de un mismo Dios. En Salmo 91.1-12 estamos frente una estructura poética hebrea denominada paralelismo sinónimo (común en los salmos). Tal paralelismo no implica distinción de personas, sino énfasis en la protección divina desde múltiples perspectivas.

En ninguna parte de la Biblia El Elyôn (Altísimo) es presentado como una entidad separada:

  1. Elyôn (עֶלְיוֹן) – «Altísimo»– designa la supremacía absoluta de Yahvé sobre todos los dioses (Sal. 97:9) y naciones (Dt. 32:8). En Génesis 14:18-22, Melquisedec identifica a El Elyôn con Yahvé, demostrando que es un título, no una entidad separada e identificándolo con el Dios de Israel.
  2. Shadday (שַׁדַּי) – «Todopoderoso»– deriva posiblemente de shadad («destruir») o shadayim («pechos»), simbolizando fuerza destructora o sustento maternal (Gn. 17:1; Job 37:23). No es exclusivo del Espíritu Santo: En Éxodo 6:3, Dios se revela a Moisés como Yahvé, el mismo El Shadday que se apareció a los patriarcas.
  3. Yahvé (יהוה) – «El que Es»– es el nombre pactal: revelado en Éxodo 3:14, y enfatiza fidelidad y presencia activa (Is. 42:8). No se limita al Padre: Jesús reclama este nombre en Juan 8:58 («Yo soy»), y el Espíritu es llamado Yahvé en Hechos 5:3-4.
  4. Elohim (אֱלֹהִים) – «Dios»– Es el plural de majestad. Aunque gramaticalmente plural, siempre lleva verbo singular cuando se refiere al Dios de Israel (Gn. 1:1), subrayando unidad en la pluralidad de atributos.

Salmo 91:1-2 no enseña una deidad (Elyôn), con «tres avatares» (Padre, Hijo y Espíritu Santo), sino que:

  1. Celebra la unidad de Dios bajo diversos títulos que revelan su poder (Shadday), soberanía (Elyôn), fidelidad (Yahvé) y deidad (Elohim).
  2. Refleja la riqueza de la revelación progresiva: Los nombres anticipan la Trinidad sin escindir la esencia divina.
  3. Invita a la confianza total: El salmista proclama que el mismo Dios es refugio, fortaleza y redención.

Como resume Walter Brueggemann: «Israel no adoraba a los nombres de Dios, sino al Dios vivo que trasciende toda nominación».[18] Así pues, el Salmo 91 afirma la unidad indivisible de Yahvé, cuyo ser se expresa en nombres complementarios, no en divisiones ontológicas. La Trinidad neotestamentaria profundiza esta revelación, pero no la contradice. La Cuadridimensión de Dios, por otro lado, es una herejía nacida de la ignorancia y mala exégesis.

La cuadridimensión en el nacimiento de Jesús, Lucas 1:32-35

¿Es la doctrina de la cuadridimensión divina enseñada en el relato del nacimiento de Jesús? Los ministerios Ebenezer parecen creer que sí. Ellos afirman:

«En Lucas 1:32 se mencionan al Altísimo, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo… El Altísimo se menciona en el verso 32 cuando dice “Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo […]” y en el verso 35 “Y respondiendo el ángel le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te hará sombra”… El Padre se menciona como “Señor Dios” en el verso 32 “Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo: y le dará el Señor Dios el trono de David su padre” y en el verso 35 como “Dios”: “Y respondiendo el ángel le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te hará sombra; por lo cual también lo Santo que nacerá, será llamado Hijo de Dios.” […] El Hijo se menciona como “Hijo” en el versos 32 “Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo: y le dará el Señor Dios el trono de David su padre:” y en el verso 35 como “Santo que nacerá” e “Hijo”: “Y respondiendo el ángel le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te hará sombra; por lo cual también lo Santo que nacerá, será llamado Hijo de Dios.” […] El Espíritu Santo se menciona en el verso 35 “Y respondiendo el ángel le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te hará sombra; por lo cual también lo Santo que nacerá, será llamado Hijo de Dios.”.»

Hemos de decir, como dijo Pedro, que en las Escrituras hay cosas “difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición.” (2 Pedro 3:16). Los promotores de la absurda doctrina de la Cuadridimensión de Dios encajan a la perfección con las palabras y la descripción hecha por Pedro, torciendo de forma innecesaria el significado del texto bíblica.

Lucas 1:32-35 presenta una revelación angelical sobre la naturaleza mesiánica de Jesús, empleando términos como Altísimo (Ὑψίστου), Señor Dios (Κύριος ὁ Θεός), Hijo de Dios (Υἱὸς Θεοῦ), y Espíritu Santo (Πνεῦμα Ἅγιον). Sin embargo, estos términos no implican cuatro personas divinas distintas, sino que reflejan la economía trinitaria clásica: el Padre (Altísimo/Señor Dios), el Hijo (Santo que nacerá), y el Espíritu Santo como agentes en la encarnación.[19] El título Altísimo (v. 32, 35) es un atributo del Padre (Salmo 92:8; 7:17), no una cuarta hipóstasis, como señala Fitzmyer: «El Altísimo en Lucas es una designación habitual para Dios Padre en la tradición judía».[20]

El pasaje estructura la acción divina en tres roles:

  • Padre (Altísimo/Señor Dios): Da el trono a Jesús (v. 32) y su «virtud» (δύναμις) actúa en la encarnación (v. 35).
  • Espíritu Santo: Realiza la concepción (v. 35).
  • Hijo: Es el resultado de la unión de ambas acciones (v. 35).

Esta dinámica coincide con la fórmula trinitaria de Mateo 28:19 y la teología paulina (1 Corintios 12:4-6). Lucas no separa al Altísimo del Padre; antes bien, usa lenguaje judío para enfatizar la unidad de Dios. La virtud del Altísimo (v. 35) no es una entidad separada, sino una perífrasis para la acción del Padre mediante el Espíritu.[21]

La teoría de una «cuadridimensión» carece de sustento lexicográfico y patrístico. Los Padres de la Iglesia (e.g., Atanasio, Contra arrianos 2.41) interpretaron este pasaje como una prueba de la Trinidad, no de una cuaternidad. Como resume Nolland: «El texto lucano refleja la creencia en un Dios trino, donde el Espíritu y el Padre cooperan en la venida del Hijo».[22] Lucas 1:32-35, por lo tanto, es un texto trinitario que muestra la interacción entre las personas de la Trinidad en la encarnación, sin introducir una cuarta dimensión. La exégesis histórica y gramatical respalda esta lectura, mientras que la idea de una cuadridimensión contradice el monoteísmo bíblico y la regla de fe cristiana primitiva.

La cuadridimensión en los nombres del Mesías, Isaías 9:6

¿Fue la Cuadridimensión insinuada por Isaías? ¿Halla sustento dicha doctrina en los nombres del Mesías dados en Isaías 9:6? De nuevo, los ministerios Ebenezer pretenden que creamos tal cosa:

«En la profecía de Isaías del nacimiento y del nombre del Mesías, el Hijo, Jesucristo, encontramos la cuadrimención de Dios, el verso dice “Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado, y la soberanía reposará sobre sus hombros; y se llamará su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz” (LBLA) […] El “Admirable Consejero” se refiere al Espíritu Santo. El “Dios Poderoso” se refiere al Padre. El “Padre Eterno” se refiere al Altísimo. El “Príncipe de Paz” se refiere a Jesús.»

Señores promotores de la “Cuadridimensión de Dios”: “Erráis, ignorando las Escrituras” (Mateo 22:29). Y una vez más lo repito: “vosotros mucho erráis.” (Marcos 12:27). Isaías 9:6 (MT: Isaías 9:5) es una profecía mesiánica que describe los títulos del futuro rey davídico, no una división cuatripartita de la divinidad. Los cuatro nombres compuestos (en hebreo: Pele’-Yo‘etz, El-Gibbor, Avi-‘Ad, Sar-Shalom) son atributos acumulativos de una sola figura real, no representaciones de personas divinas separadas.[23] Los títulos en Isaías 9:6 funcionan como una coronación poética, enfatizando la naturaleza divina y la autoridad del Mesías».[24]

El texto hebreo original no estructura estos nombres en cuatro entidades distintas, sino como una lista de características del Ungido (Mashiaj). La traducción griega de la LXX (Siglo II a.C.) tampoco sugiere una división cuaternaria, sino que refuerza la identidad unificada del «Ángel del Gran Consejo» (cf. Padres Apostólicos, Justino Mártir, Diálogo con Trifón 76).

La interpretación que asigna cada nombre a una «persona divina» diferente (Espíritu Santo, Padre, Altísimo, Hijo) carece de base filológica:

  • «Admirable Consejero» (Pele’-Yo‘etz): No hay evidencia bíblica o rabínica que asocie este título con el Espíritu Santo. En Jueces 13:18, el término Pele’ («Admirable») se aplica al Ángel de Yahvé (una cristofanía), no al Espíritu.[25]
  • «Dios Poderoso» (El-Gibbor): Este título se usa en Isaías 10:21 para Yahvé mismo, confirmando la deidad del Mesías, no una distinción entre «Padre» e «Hijo».[26]
  • «Padre Eterno» (Avi-‘Ad): No se refiere al «Altísimo» como entidad separada, sino a la función paternal del Mesías (cf. Salmo 2:7). El título subraya el rol del rey como protector de su pueblo, no una hipóstasis divina adicional.[27]
  • «Príncipe de Paz» (Sar-Shalom): Claramente alude al Mesías (cf. Ezequiel 34:23-24), no a una cuarta persona.

Ningún comentarista judío precristiano (e.g., Targum Jonathan) ni escritor del NT divide estos títulos en cuatro personas. Por el contrario, los Padres de la Iglesia (e.g., Ireneo, Contra herejías 3.16.3) los aplican a Cristo como prueba de su divinidad. Crisóstomo (Homilías sobre Isaías 9:6) argumenta que los nombres describen «las múltiples excelencias del Verbo encarnado» (PG 56, 121).

Isaías 9:6 es un texto cristológico, no una enumeración de cuatro personas divinas. La exégesis cuadridimensional ignora el género literario (poesía real mesiánica); violenta el hebreo al forzar divisiones artificiales; y carece de respaldo histórico en la tradición judía o cristiana. Los títulos en Isaías 9:6 son una acumulación retórica que apunta a la plenitud de la majestad del Mesías, no a una matemática de la divinidad.[28]

La cuadridimensión en el arca del pacto, Hebreos 9:4

El Arca del Pacto era un símbolo unitario de la presencia, santidad y promesas de Yahvé. Su contenido ilustraba aspectos de la relación pactal (ley, provisión, sacerdocio), no una supuesta «cuadridimensión». El Arca apuntaba al Dios único que actúa en la historia, no a una anatomía metafísica de Su ser.[29] Los defensores de la herejía cuadridimensional pretenden, sin embargo, que creamos otra cosa:

«El Arca del Pacto está compuesta por cuatro piezas que representan a la cuadridimensión de Dios; el arca en sí misma representa al Altísimo porque dentro de sí contiene el maná, la vara de Aarón que retoñó y las tablas del pacto […] El maná representa a Jesús porque es el pan vivo que descendió del cielo (Jn. 6:41). La vara de Aarón que retoñó representa al Espíritu Santo. Las tablas del pacto: Representan al Padre porque dio la ley al pueblo (Éx. 24:12).»

El Arca del Pacto (אֲרוֹן הַבְּרִית) era el símbolo central de la presencia de Yahvé en Israel (Éx. 25:10-22), no una alegoría de una supuesta «cuadridimensión» divina. Su estructura y contenido —madera de acacia recubierta de oro (Éx. 25:10-11), el propiciatorio (כַּפֹּרֶת) y los querubines (Éx. 25:18-20)— representan la santidadgloria y justicia de Dios, no una división de personas.[30] Como afirma Durham: «El Arca era el trono visible del Dios invisible, donde Él se manifestaba».[31]

Los tres objetos dentro del Arca (Heb. 9:4) tienen un significado histórico-redentor, no una correspondencia trinitaria o cuatripartita:

  • Las tablas de la Ley (לֻחֹת הָעֵדֻת): Representan el pacto sinaítico y la autoridad moral de Yahvé (Éx. 24:12), no una personificación del Padre. La Ley en el Arca subraya la fidelidad de Dios a Su palabra, no una hipóstasis separada.[32]
  • El maná (מָן): Símbolo de la provisión divina (Éx. 16:32-34), prefigura a Cristo como «pan de vida» (Jn. 6:48-51), pero no es una representación independiente del Hijo en el Arca. Su inclusión era un memorial (Deut. 8:3), no una tipología trinitaria.[33]
  • La vara de Aarón (מַטֵּה אַהֲרֹן): Demostración del sacerdocio elegido (Núm. 17:10), no una alegoría del Espíritu Santo. Su florecimiento apunta a la legitimidad del liderazgo levítico, no a una persona divina.[34]

El Arca era el lugar de encuentro singular entre Dios e Israel (Lev. 16:2; Núm. 7:89). Nunca se interpreta como un símbolo de pluralidad divina en la tradición judía (cf. Targum Onkelos a Éx. 25:10), mucho menos un rebuscado tipo de la supuesta cuadridimensión divina.

La cuadridimensión en el Tetragramatón, Salmo 91:2; Juan 19:19

El nombre divino יהוה (YHWH) es la forma autodesignada de Dios en Éxodo 3:14-15, derivada del verbo hebreo hayah («ser»), enfatizando Su eternidad y autoexistencia.[35] No es un acróstico compuesto por cuatro personas divinas, sino una unidad lingüística que refleja la singularidad de Dios (Deut. 6:4). El Tetragramatón expresa la identidad personal e indivisible del Dios de Israel, sin implicar estructura interna en Su naturaleza.[36] Pero en lugar de aceptar la simple verdad, ministerios Ebenezer pretenden, una vez más, que nos traguemos su cuento teológico de la cuadridimensión divina:

«La Biblia enseña que el nombre del Padre se escribe YHWH y que cuando crucificaron al Señor Jesús, Pilato escribió en hebreo, latín y griego, sobre un letrero la frase “Jesús el nazareno, el rey de los judíos” y lo puso sobre la cruz de Jesús; esa frase en idioma hebreo debió escribirse así היהודים ומלך הנצרי ישוע que transliterado es “Yeshua Hanotsri Wmelek Hayehudim” o “Yeshua Hanotsri Vmelek Hayehudim”, y tomando la primera letra de cada palabra de nuevo se forma יהוה que es YHWH; adicionalmente en el tetragramatón también encontramos la cuadridimensión de Dios […] La yod corresponde a Jesús porque el nombre Yeshua traducido es Jesús o Josué. La he de hanotsri corresponde al Altísimo porque en la Biblia la h representa el espíritu. La vav o waw de Wmelek corresponde al Padre porque melek significa rey y el Salmo 24:8 dice que Jehová es el rey de gloria. La he de hayehudim corresponde al Espíritu Santo porque en la Biblia la h representa el espíritu.»

La teoría de que cada letra representa una persona divina (Yod = Jesús, He = Altísimo, Vav = Padre, He = Espíritu Santo) carece de sustento tanto en la filología hebrea como en el contexto bíblico. En la filología hebrea las letras son consonantes sin significado independiente.[37] En lo que concierne al contexto bíblico, nunca se divide el nombre YHWH en partes simbólicas en el Antiguo Testamento o el Nuevo Testamento.

En cuanto a la inscripción de Pilato («Jesús el Nazareno, Rey de los Judíos») en hebreo (ישוע הנצרי ומלך היהודים), hay que decir que no forma YHWH al tomar sus iniciales. La inscripción que Pilato ordenó colocar en la cruz de Jesús, según Juan 19:19-20, decía en tres idiomas:

  • Griego (Ἰησοῦς Ναζωραῖος βασιλεὺς τῶν Ἰουδαίων)
  • Latín (Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum)
  • Hebreo (ישוע הנצרי מלך היהודים, transliterado: Yeshua HaNatsari Melech HaYehudim)

La afirmación de que las iniciales hebreas (י-ה-ו-ה) forman YHWH se basa en una lectura forzada y, por qué no decirlo, manipulada del texto. ¿Por qué? Porque el griego dice « βασιλεὺς τῶν Ἰουδαίων» (el Rey de los Judíos), sin una partícula copulativa («y»). Si se omite la conjunción, la frase hebrea correcta sería «ישוע הנצרי מלך היהודים» (Yeshua HaNatsari Melech HaYehudim), cuyas iniciales serían י-ה-מ-ה (Y-H-M-H), no YHWH.

La única manera de obtener YHWH es añadiendo artificialmente la «ו» (vav), lo cual no tiene respaldo en el texto griego original.

Esto se debe a que en el texto griego de Juan se usa βασιλεὺς τῶν Ἰουδαίων («Rey de los Judíos»), no la forma hebrea corta. Ningún manuscrito del siglo I (como los Rollos del Mar Muerto, Flavio Josefo o fuentes rabínicas tempranas) registra esta inscripción como un código oculto para YHWH.[38] Tampoco hay evidencia de que los escritores del Nuevo Testamento o los judíos del siglo I vieran un mensaje cifrado en esta inscripción.[39] La Iglesia primitiva (Justino Mártir, Orígenes) nunca interpretó este pasaje como una revelación del Nombre Divino.

Además, es justo decir que la técnica de notarikon (extraer significados de iniciales) es cabalística (s. XII d.C.), no exégesis bíblica.[40] La técnica de extraer significados de iniciales o letras (notarikon) es propia de la Cábala medieval (s. XII en adelante), no del judaísmo del Segundo Templo. Scholem explica que el notarikon se desarrolló en el misticismo judío post-talmúdico, muy posterior al contexto del Nuevo Testamento.[41] En el siglo I, los rabinos no usaban este método para interpretar textos bíblicos o inscripciones.

La afirmación de que ה (He) «representa el espíritu», por ejemplo, es una mistificación cabalística. En hebreo, ה  es un artículo definido o sufijo pronominal, no un símbolo del Espíritu.[42] El Espíritu Santo (Ruaj HaKodesh) nunca se asocia con la letra ה  en el Antiguo o el Nuevo Testamento. La atribución de significados teológicos a las letras del Tetragramatón es una práctica de la Cábala luriana (s. XVI), que desarrolló teorías esotéricas sobre las Sefirot (emanaciones divinas). Esto es ajeno al judaísmo bíblico y al cristianismo primitivo.[43] Como advierte Barr: «El misticismo judío posterior medieval no puede proyectarse sobre el texto bíblico sin violentar su contexto histórico».[44]

El Tetragramatón YHWH es una expresión de la unidad divina (Shema, Deut. 6:4), no un código para una supuesta «cuadridimensión». La herejía que denominan cuadridimensión divina desconoce la gramática hebrea, aplica métodos esotéricos tardíos y, ciertamente, carece de respaldo en la tradición judía o cristiana primitiva. El nombre YHWH es la firma del Dios único, no un rompecabezas metafísico.[45]

Una herejía peligrosa y destructiva

La idea de una «Cuadridimensión Divina» no tiene sustento en la tradición teológica cristiana, que por siglos ha defendido la doctrina trinitaria basada en la revelación bíblica y los credos ecuménicos. Introducir un cuarto elemento en la naturaleza de Dios no solo carece de fundamento escritural, sino que abre la puerta a confusiones doctrinales graves, desdibujando la distinción entre el Creador y la creación.

Más allá de este error en particular, los Ministerios Eben Ezer han sido señalados por promover otras desviaciones, como un enfoque excesivo en la prosperidad material, prácticas cercanas al misticismo sincrético y un liderazgo autoritario centrado en figuras pseudoapostólicas. Todo esto configura un sistema doctrinal problemático que los sitúa al margen de la ortodoxia cristiana.

Como creyentes comprometidos con la verdad bíblica, es necesario discernir con sabiduría y amor, recordando que no toda enseñanza que se presenta como «revelación» está en armonía con la fe apostólica. La reciente viralización de este video es una oportunidad para recordar la importancia de examinar las doctrinas a la luz de las Escrituras y la tradición eclesial, rechazando innovaciones que contradigan el testimonio unánime de la Iglesia a lo largo de los siglos.

En tiempos de confusión teológica, la claridad y la firmeza en la verdad son más necesarias que nunca.

El documento «La Cuadridimensión de Dios», publicado por Ministerios Ebenezer Guatemala, propone una reinterpretación heterodoxa de la naturaleza divina, afirmando que Dios se manifiesta en cuatro personas o dimensiones: Elyon (Altísimo), Jehová (Padre), Elohim (Jesús) y Shaddai (Espíritu Santo en función «femenina»). Esta enseñanza contradice la ortodoxia cristiana histórica y carece de fundamento bíblico y teológico.

BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES:


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[39] Bauckham, R. (2008). Jesus and the God of Israel. Eerdmans, p. 209

[40] Scholem, G. (1974). Kabbalah. Keter Publishing, p. 88

[41] Íbid.

[42] Gesenius, W. (1910). Hebrew Grammar (2nd ed.). Clarendon Press, p. 104

[43] Idel, M. (1988). Kabbalah: New Perspectives. Yale University Pres, p. 137

[44] Barr, J. (1992). The Garden of Eden and the Hope of Immortality. SCM Press, p. 112

[45] Janowski, B. (2012). Arguing with God. Baylor University Press, p. 73

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