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Lógos Sophías: El don de palabra de sabiduría y su uso en el ministerio

Por Fernando E. Alvarado.

En nuestra experiencia como creyentes pentecostales, hemos sido testigos de la poderosa manifestación de los dones del Espíritu. Sin embargo, cuando hablamos del don de palabra de sabiduría, pareciera que este no recibe la misma atención ni se valora con la profundidad que merece. ¿Por qué sucede esto? A menudo, lo confundimos con el conocimiento humano o con simples buenos consejos, lo cual nos lleva a subestimar su verdadera naturaleza espiritual.

En medio de dones más visibles, como la profecía o la sanidad, el don de palabra de sabiduría tiende a quedar relegado, casi inadvertido. Pero si nos detenemos a examinar su impacto, nos damos cuenta de que este don es fundamental para la edificación de la iglesia, ya que permite la aplicación práctica de los principios divinos en situaciones complejas, discernir la voluntad de Dios y tomar decisiones que no solo afectan a nuestras vidas personales, sino también a otros miembros del cuerpo de Cristo.

¿EN QUÉ CONSISTE EL DON DE PALABRA DE SABIDURÍA?

El don de palabra de sabiduría, tal como se menciona en 1 Corintios 12:8, se refiere a la capacidad de hablar con sabiduría divina, no simplemente como resultado de conocimiento humano, sino como una revelación del Espíritu Santo. Este don no debe confundirse con la sabiduría natural que se adquiere a través de la experiencia o el estudio, sino que es una gracia especial para discernir y aplicar la voluntad de Dios en situaciones específicas. La Biblia enseña que este don es crucial para guiar a la iglesia en decisiones difíciles, ayudando a los creyentes a entender y actuar según la voluntad de Dios.

La función principal de este don es guiar a la iglesia hacia la verdad y tomar decisiones que reflejen la voluntad de Dios. Pablo exhorta a los creyentes a desear los dones espirituales, especialmente los que edifican a la iglesia (1 Corintios 14:1). En este sentido, el don de palabra de sabiduría tiene un papel central, ya que permite a los líderes y miembros del cuerpo de Cristo tomar decisiones que estén alineadas con el plan divino, evitando los errores y las trampas del enemigo.[1]

USOS PRÁCTICOS Y EJEMPLOS DEL DON DE PALABRA DE SABIDURÍA EN LAS ESCRITURAS

Salomón y el don de sabiduría

Salomón es, sin duda, uno de los ejemplos más prominentes del don de la palabra de sabiduría. En 1 Reyes 3:5-14, se nos narra que Dios se le apareció en un sueño y le ofreció cualquier cosa que deseara. En lugar de pedir riqueza o larga vida, Salomón solicitó sabiduría para gobernar a su pueblo. Así pues, el primer elemento del don de palabra de sabiduría que se manifiesta en Salomón es su capacidad para emitir juicios justos. Un ejemplo notable se encuentra en 1 Reyes 3:16-28, donde se presenta el famoso juicio sobre las dos madres que disputaban la maternidad de un niño. Salomón, al proponer que se dividiera al niño en dos partes, reveló no solo su sabiduría, sino también su habilidad para discernir la verdad detrás de las apariencias. La madre verdadera se identificó rápidamente, y el rey pudo tomar una decisión que reflejó justicia y compasión.

Otro aspecto relevante del don de palabra de sabiduría en la vida de Salomón es su habilidad para planificar y ejecutar proyectos complejos, como la construcción del Templo de Jerusalén. En 1 Reyes 6:1-38, se describe cómo Salomón dirigió la construcción de este magnífico templo, un símbolo de la presencia de Dios entre Su pueblo. Su atención al detalle y su capacidad para reunir a los mejores artesanos y materiales reflejan una sabiduría práctica que iba más allá de la simple administración.

La manifestación del don de palabra de sabiduría, en el caso de Salomón, nos enseña que la diferencia clave entre la sabiduría humana y la divina (en este caso el don de palabra de sabiduría), está en su origen: mientras la sabiduría humana se basa en la lógica y la experiencia, la divina proviene directamente de Dios y su propósito es llevar a cabo Su voluntad y la edificación de su pueblo.[2]

José, el hijo de Jacob

Otro ejemplo notable es el de José en Egipto. Su caso particular nos enseña que uno de los elementos fundamentales del don de palabra de sabiduría es la revelación, la capacidad de recibir información divina para entender situaciones complejas. José demostró este don cuando interpretó los sueños del faraón, lo que se relata en Génesis 41:14-30. Después de ser convocado desde la prisión, José no solo reveló el contenido del sueño del faraón, sino que también proporcionó una interpretación que destacaba la necesidad de prepararse para la inminente hambruna. Al decirle a Faraón que habría siete años de abundancia seguidos de siete años de escasez, José demostró un discernimiento sobrenatural que salvó a Egipto y a su propia familia.

Además de la revelación, el don de palabra de sabiduría también implica la capacidad de aplicar esa sabiduría de manera práctica. Tras interpretar el sueño, José propuso un plan estratégico para almacenar grano durante los años de abundancia, asegurando así el sustento durante los años de escasez (Génesis 41:33-36). Esta acción muestra que el don de palabra de sabiduría divina no solo se trata de recibir información, sino de actuar sobre ella de manera efectiva y acorde a los propósitos de Dios.[3]

El don de palabra de sabiduría en el ministerio del profeta Daniel

Daniel es otro ejemplo sobresaliente de un hombre dotado de sabiduría sobrenatural. En Daniel 1:17, se nos dice que Dios le otorgó a él y a sus amigos conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias. Pero eso no es todo. Uno de los elementos clave del don de palabra de sabiduría es el discernimiento espiritual, la capacidad de entender la voluntad de Dios y aplicar Su verdad en situaciones complejas.

Daniel mostró este don al interpretar los sueños del rey Nabucodonosor. En Daniel 2:17-19, vemos que, en muchas ocasiones, el don de palabra de sabiduría trabaja en conjunto con la palabra de ciencia. Así, por ejemplo, tras ser convocado para resolver el misterio del sueño del rey, Daniel se retiró a orar con sus compañeros. Dios le reveló el contenido del sueño (palabra de ciencia) y su interpretación (palabra de sabiduría), lo que no solo salvó sus vidas, sino que también honró a Dios ante el rey.

Daniel también mostró un notable uso de la sabiduría práctica en situaciones adversas. Después de ser llevado a Babilonia, Daniel se enfrentó a un ambiente hostil y a la presión de conformarse a las costumbres babilónicas. En Daniel 1:8, nos dice que Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la comida del rey. A través de un enfoque sabio y respetuoso, Daniel utilizó su sabiduría para mantenerse fiel a sus principios, demostrando que la palabra de sabiduría puede guiarnos a tomar decisiones que honran a Dios incluso en circunstancias desafiantes. De este modo, Daniel no solo usó el don de palabra de sabiduría para interpretar los sueños de Nabucodonosor en Daniel 2, sino que también utilizó su sabiduría para navegar por la corte babilónica y mantenerse fiel a sus convicciones (sabiduría práctica para vivir en el temor a Dios).

El don de la palabra de sabiduría también se manifestó en Daniel a través de la capacidad, no solo de interpretar, sino de recibir él mismo, visiones y sueños. Daniel no solo interpretó los sueños de Nabucodonosor, sino que también recibió visiones de Dios que tenían significados profundos para el futuro de Israel y el mundo (Daniel 7:1-14, etc.). La forma en que Daniel interpreta estas visiones nos muestra que la sabiduría divina puede ofrecer perspectivas sobre lo que está por venir, ayudándonos a preparar nuestros corazones y mentes para los planes de Dios.

Jetro y Moisés

La manifestación del don de palabra de sabiduría se ve claramente en las situaciones donde se requiere un consejo sobrenatural. En Éxodo 18:13-27, encontramos a Moisés lidiando con la carga de gobernar al pueblo de Israel. Su suegro Jetro lo observó y le ofreció un consejo sabio y sobrenatural (obviamente inspirado por el Señor). Jetro sugirió que Moisés delegara autoridad a otros líderes para que lo ayudaran a juzgar al pueblo, lo que no solo aligeró la carga de Moisés, sino que también mejoró la eficacia del liderazgo.

El relato de Jetro y Moisés nos enseña que el don de palabra de sabiduría se relaciona (y a veces fusiona) directamente con los dones de administración en la iglesia. Los dones de administración abarcan habilidades como la organización, la planificación, la gestión de recursos y el liderazgo efectivo. Estos dones son esenciales para mantener el funcionamiento adecuado de la iglesia y asegurar que los ministerios operen de manera eficiente y efectiva (Romanos 12:8).

Bezaleel y de Aholiab

La relación entre Bezaleel, Aholiab y otros artesanos de la Biblia nos revela otro aspecto fascinante relacionado con el don de palabra de sabiduría. Bezaleel es mencionado en Éxodo 31:1-5 como un hombre lleno del Espíritu de Dios, dotado de sabiduría, entendimiento y conocimiento en toda clase de obras. Dios lo eligió específicamente para diseñar y construir el Tabernáculo, así como todos sus utensilios. La sabiduría que recibió no solo abarcaba habilidades artísticas, sino también la capacidad de llevar a cabo un plan divino con precisión. Este ejemplo nos muestra que el don de palabra de sabiduría puede manifestarse en habilidades prácticas y creativas, permitiendo a las personas llevar a cabo tareas que glorifican a Dios. Aholiab, compañero de Bezaleel, también fue elegido por Dios para asistir en la construcción del Tabernáculo (Éxodo 31:6). Al igual que Bezaleel, Aholiab fue lleno de sabiduría y entendimiento, lo que le permitió colaborar en esta obra sagrada.

Esteban, sabiduría divina que no podía ser refutada

El don de palabra de sabiduría no solo se manifiesta en la toma de decisiones y en la dirección espiritual, sino que también puede entenderse como un don de defensa apologética de la fe. La apologética es la disciplina que se encarga de defender y explicar la fe cristiana. El don de palabra de sabiduría se convierte en una herramienta poderosa en este contexto, ya que permite a los creyentes articular sus creencias de manera clara y convincente, guiados por la sabiduría divina. Este don ayuda a responder preguntas difíciles y a confrontar objeciones con una claridad que proviene de la dirección del Espíritu Santo.

En Mateo 10:19-20, Jesús nos ofrece una poderosa promesa: “Cuando os entreguen, no os preocupéis por cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado lo que habéis de hablar. Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros.” Esta declaración resalta la importancia de la dependencia del Espíritu Santo en momentos de prueba y confrontación, enseñándonos que, al enfrentar situaciones difíciles donde se requiere defensa de la fe, no debemos confiar en nuestra propia sabiduría o en nuestras habilidades. En cambio, podemos confiar en que el Espíritu Santo nos dará las palabras adecuadas en el momento justo.

Uno de los ejemplos más emblemáticos de este don se encuentra en la vida de Esteban, quien, lleno del Espíritu Santo, habló con sabiduría y poder ante el Sanedrín (Hechos 6:10). A pesar de la oposición, sus palabras fueron imbuidas de una sabiduría divina que no podía ser refutada, lo que finalmente condujo a su martirio. Este relato nos recuerda que el don de sabiduría no siempre garantiza el éxito en términos humanos, pero sí asegura que nuestras acciones están alineadas con el propósito eterno de Dios.[4]

La palabra de sabiduría en el Concilio de Jerusalén

Una función clave del don de palabra de sabiduría es también la resolución de conflictos. En la iglesia primitiva, cuando surgieron disputas sobre la circuncisión y la inclusión de los gentiles en la iglesia, fue mediante el discernimiento y la sabiduría divina que los apóstoles tomaron decisiones que unificaron a la iglesia.

La participación del Espíritu Santo en la toma de decisiones resulta evidente en las palabras de los apóstoles y los ancianos: “ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros” (Hechos 15:13-21). El don de palabra de sabiduría se manifestó en el concilio de Jerusalén a través del discernimiento espiritual de los líderes de la iglesia. En este caso particular, el don de palabra de sabiduría no solo promovió la unidad de la iglesia, sino que también garantizó que las decisiones tomadas fuesen justas y acordes a las Escrituras.

¿ES LA PALABRA DE SABIDURÍA UN DON RELEVANTE PARA LA IGLESIA HOY?

El don de palabra de sabiduría sigue siendo relevante para la iglesia de hoy. En un mundo lleno de confusión y decisiones difíciles, este don nos permite discernir la voluntad de Dios y aplicarla de manera práctica en nuestras vidas y en la vida de la iglesia. Este don no nace de nuestra inteligencia o experiencia, sino que es una revelación directa del Espíritu Santo. Nos permite discernir y aplicar la voluntad de Dios en situaciones que, de otra manera, nos dejarían perplejos. No se trata de «sabiduría humana» o de dar buenos consejos. Es algo mucho más profundo, una sabiduría que solo puede provenir de lo alto.

Este don también nos permite recibir revelaciones sobre lo que está ocurriendo o lo que vendrá, como sucedió con José cuando interpretó los sueños del faraón y salvó a Egipto de la hambruna. Nos da la capacidad de tomar decisiones cruciales, tanto en nuestra vida personal como en la vida de la iglesia, asegurándonos de que seguimos la voluntad de Dios, incluso en momentos de incertidumbre o dificultad. Al igual que José, que no solo interpretó los sueños, sino que también propuso un plan estratégico para salvar a Egipto, nosotros podemos usar este don para encontrar soluciones prácticas que nos guíen hacia el bienestar y la seguridad de nuestras familias, ministerios y congregaciones.

Es especialmente valioso cuando necesitamos orientación para organizar o liderar. Un ejemplo claro es el consejo que Jetro dio a Moisés, sugiriendo que delegara responsabilidades. De la misma manera, la palabra de sabiduría nos ayuda a gestionar nuestras cargas y ser más eficaces en el servicio. En tiempos de disputas o desacuerdos dentro de la iglesia, como ocurrió en el Concilio de Jerusalén con el debate sobre la circuncisión, la sabiduría divina nos permite tomar decisiones justas y unificadoras, siempre bajo la dirección del Espíritu Santo.

Cuando enfrentamos conflictos o momentos en los que no sabemos qué camino tomar, este don nos da claridad. Nos ayuda a encontrar soluciones que no solo resuelven los problemas, sino que también fortalecen la unidad entre nosotros. Además, nos da la capacidad de discernir lo correcto de lo incorrecto, protegiéndonos de caer en errores o en trampas que nos aparten de los planes de Dios.

En medio de un mundo lleno de confusión, este don nos ofrece una brújula clara para seguir el camino de Dios. Solo necesitamos buscarlo con humildad y disposición, confiando en que el Espíritu Santo nos guiará en todo momento. Al igual que en los tiempos bíblicos, el don de sabiduría está disponible para nosotros, si lo buscamos con humildad y disposición a seguir la guía del Espíritu Santo. Como pentecostales, es nuestra responsabilidad cultivar este don y permitir que Dios lo use para Su gloria y la edificación de Su pueblo.

BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES


[1] Fee, G. D. (2014). The First Epistle to the Corinthians. Eerdmans, p. 369.

[2] Storms, S. (2001). The Beginner’s Guide to Spiritual Gifts. Regal, p. 145.

[3] Walton, J. H. (2001). Genesis: The NIV Application Commentary. Zondervan, p. 416.

[4] Witherington, B. (1998). The Acts of the Apostles: A Socio-Rhetorical Commentary. Eerdmans, p. 241.

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