Por Fernando E. Alvarado
Pablo hace una pregunta retórica en 1 Corintios 12:30: “¿hablan todos lenguas?” Algunos señalan esto como evidencia de que no todos hablan lenguas cuando reciben el bautismo en el Espíritu Santo. Sin embargo, esto contradice el contexto de las declaraciones de Pablo. Aquí Pablo no está hablando de la evidencia física inicial y visible de haber sido bautizado en el Espíritu Santo. Él se está refiriendo al ejercicio de las lenguas como un don espiritual en el ministerio de la iglesia. No podemos igualar esto con el hablar en lenguas del día de Pentecostés, pues lo ocurrido ese día no fue el ejercicio de este don espiritual en el ministerio y adoración formal de la iglesia, sino la evidencia visible de que los ahí presentes habían sido bautizados, llenos, con el Espíritu Santo (Hechos 2:4). Las funciones son diferentes.

Esto mismo puede decirse del caso Cornelio, en Cesarea, ocho años después del día de Pentecostés, los judíos creyentes se sorprendieron de que los gentiles fueran bautizados en el Espíritu Santo: «Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso. Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo. Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios. (Hechos 10:44-46). Dios “dio testimonio” dándoles el Espíritu Santo. El hablar en lenguas fue la evidencia observable.
Más adelante, en Hechos 19:1-6, se nos presenta a Pablo imponiendo sus manos sobre los creyentes en Éfeso y estos recibiendo el bautismo en el Espíritu Santo. Nuevamente, el hablar en lenguas fue la evidencia inicial y visible de haberlo recibido: «Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban.» (vv. 6).
En la ciudad de Samaria, según Hechos 8, Felipe el evangelista predicó de Jesús a los samaritanos. Ellos creyeron y fueron bautizados en agua. Pedro y Juan fueron allá para orar por ellos a fin de que recibieran el Espíritu, «porque el Espíritu Santo aún no había descendido sobre ninguno de ellos” (Hechos 8:16), aunque habían sido salvos y recibido el bautismo en agua. Simón, el mago, observó que, a través de los apóstoles, algo muy sobrenatural sucedía. ¿Qué vio Simón? Es justo suponer que observó que hablaban en lenguas. ¿O como sabría que algo sobrenatural pasaba cuando los apóstoles imponían las manos sobre los nuevos conversos? Sin una evidencia visible (o audible) todo hubiera parecido un simple rito o una oración más. Sin un elemento sobrenatural, alguien habituado a la magia como Simón el mago difícilmente se hubiera impresionado. ¡Pero la evidencia inicial estuvo presente!

¿Y qué pasó con Pablo? ¿Habló él en lenguas al recibir el Espíritu Santo? Algunos dirían que no. En Hechos 9, después de la experiencia de salvación de Saulo de Tarso en el camino a Damasco, él estuvo orando por tres días cuando Ananías recibió el encargo de ir a orar por él. Ananías entró en la casa, se dirigió a Saulo como ‘hermano’, y le dijo: “El Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo.” Se nos dice que Pablo fue sanado, pero no se nos dice que habló en lenguas. De hecho, tampoco se nos dice que Pablo fuese lleno del Espíritu Santo, lo cual Ananías afirma ser parte de su misión. Nadie se atrevería a poner en duda que Pablo fue lleno del Espíritu desde ese día (o Ananías habría mentido), aunque el texto no lo menciona, ¿Por qué entonces ponen en duda que haya hablado en lenguas? Simplemente por meros prejuicios teológicos.
Las evidencia de que Pablo habló en lenguas no se da en Hechos 9, sino en 1 Corintios 14:18, donde Pablo dice: «Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros.” ¿Cuándo comenzó a hablar? No dudamos que ocurrió cuando Ananías oró por él para que recibiera el Espíritu, aún cuando esto no se mencione explícitamente, ya que si se ha establecido un patrón (tal como quedó claro en los casos anteriores), la ausencia ocasional de repetir cada elemento del patrón realmente refuerza el patrón, ya que se supone que los lectores harán las apropiadas inferencias del patrón establecido. Usar la conversión de Pablo cómo texto de prueba para negar la evidencia inicial simplemente no sirve de mucho.
“¿Hablan todos lenguas?” — No como don permanente para todos, ni todo el tiempo. Todos tenemos dones diferentes (sanidades, discernimiento, interpretación, etc.). Pero sí todos hablaremos en lenguas como evidencia inicial de haber sido bautizado en el Espíritu Santo.
