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PPA Biblia & Teología responde | El bautismo con fuego de Mateo 3:11

Por Fernando E. Alvarado

Uno de nuestros lectores nos preguntó sobre el bautismo con fuego mencionado en Mateo 3:11. La razón: Algunos teólogos afirman que el bautismo con fuego se refiere a juicio, no a bendición y, por lo tanto, es un error pedir ser bautizados con Espíritu Santo y fuego y, cuando los pentecostales hablan de ser «bautizados con Espíritu Santo y fuego» cometen un grave error teológico. Para muestra un botón. En su libro La Biblia en su contexto: Cómo mejorar su estudio de Las Escrituras, el teólogo Craig Keener, afirma:

“A veces, en la Biblia, el fuego es usado como un símbolo de la santidad intensa de Dios o de las pruebas que traen consigo purificación, pero cuando en el Nuevo Testamento el fuego es puesto en conjunto con la imagen del bautismo, este no tiene que ver con la sencilla purificación del individuo, sino con la purificación de todo el mundo por medio del juicio. (El juicio es la aplicación simbólica más común del fuego en la Biblia) […] El contexto [de Mateo 3:11] es un llamado al arrepentimiento, y la mayoría de la audiencia a la que se le había prometido este bautismo de fuego no estaba dispuesta a arrepentirse. Juan el Bautista estaba sumergiendo a las personas en agua como señal del arrepentimiento y preparación para el reino de Dios que estaba por venir (Mateo 3:2, 6). (El pueblo judío usaba el bautismo cuando los no judíos se convertían al judaísmo, pero Juan el Bautista exigía que hasta los religiosos judíos viniesen a Dios en los mismos términos en que debían venir los gentiles, cf. 3:9). Juan advirtió a los fariseos acerca de la ira venidera de Dios (3:7), y que si no llevaban fruto (3:8), el hacha del juicio de Dios los echaría en el fuego (3:10; cf. 12:33). Los árboles estériles no servían para nada, excepto para leña. Pero la paja no se podía utilizar como la leña (se quemaba muy rápido); sin embargo, la paja de la que hablaba Juan sería quemada en el “fuego que nunca se apagará” (3:12). En los versículos que le anteceden y los que siguen a nuestro versículo, “fuego” se refiere a fuego del infierno (3:10, 12). Cuando Juan el Bautista habla del bautismo en fuego, usa una imagen de juicio que se mantiene a lo largo del párrafo. Recordemos que los que aquí escuchaban a Juan no eran gente arrepentida (3:7). El Mesías viene a impartir a Su audiencia un bautismo de doble índole, y diferentes miembros de Su audiencia experimentarán diferentes partes de ese bautismo. Algunos se van a arrepentir, serán recogidos y puestos en el granero y recibirán el Espíritu. Sin embargo, los que no se arrepienten, serán la paja, árboles cortados, ¡que recibirán el fuego!”

Keener plantea que en Mateo 3:11 el “bautismo con fuego” es exclusivamente juicio destructivo para los impíos (la paja quemada con “fuego que nunca se apagará”), y que no tiene ninguna connotación positiva de purificación o llenura para los creyentes. Esta interpretación, aunque defendida por algunos expositores reformados y dispensacionalistas (sobre todo macarthurianos), no resiste un análisis más amplio del uso neotestamentario del fuego, del paralelismo con los demás evangelios, ni de la exégesis patrística ni de la experiencia apostólica registrada en Hechos. Aunque siento un profundo respeto por el Dr. Keener (y amo sus libros), debo decir que no estoy de acuerdo con él en este punto. He aquí mis razones:

EN PRIMER LUGAR, ES UN ERROR AISLAR MATEO 3 DEL PARALELISMO SINÓPTICO Y DE HECHOS

En el ya citado libro de Keener, el reconocido teólogo afirma: “En vez de buscar por medio de la referencia cruzada otros pasajes que usan la imagen del fuego en formas diferentes, debemos examinar lo que significa en su propio contexto el texto del “bautismo en fuego”. Debemos primero usar este mismo pasaje antes de acudir de inmediato a una concordancia.” (Keener, p. 40).

Aunque normalmente estaría de acuerdo con el principio hermenéutico que Craig Keener propone para Mateo 3:11, considero que este enfoque, si bien prudente, no debe excluir el uso de pasajes paralelos cuando el tema lo requiere. La razón principal es que la Biblia, como revelación progresiva y coherente, se explica a sí misma. El principio de Scriptura Scripturae interpres (“la Escritura es su propia intérprete”) justifica acudir a otros textos que aborden símbolos o conceptos similares —como el fuego— para evitar interpretaciones aisladas o subjetivas.

Mateo 3:11 dice literalmente: «Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego» (ἐν πνεύματι ἁγίῳ καὶ πυρί). Pero los evangelios paralelos aclaran la estructura:

  • Marcos 1:8: «Él os bautizará con Espíritu Santo» (solo menciona el Espíritu).
  • Lucas 3:16: «Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego» (igual que Mateo).
  • Juan 1:33: «Este es el que bautiza con Espíritu Santo».

Lo decisivo es Hechos 1:5 y Hechos 2:3-4, donde se cumple la promesa:

  • Hechos 1:5: Jesús dice: «Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo dentro de pocos días».
  • Hechos 2:3-4: En Pentecostés aparecen «lenguas como de fuego» (γλῶσσαι ὡσεί πυρός) y todos son «llenos del Espíritu Santo».

Obsérvese que Lucas, el mismo autor que en su evangelio escribió «Espíritu Santo y fuego» (concordando así con Mateo), en Hechos identifica el cumplimiento de esa promesa con el descenso visible de fuego sobre los 120 discípulos arrepentidos y creyentes. No hay ninguna mención de juicio en Pentecostés; todo es bendición, poder y santidad. Por tanto, el «fuego» de Mateo 3:11 no puede reducirse a juicio, porque el Espíritu Santo mismo (inspirando a Lucas) lo aplica al don positivo del Espíritu en el día de Pentecostés.

Desde la más rigurosa exégesis lucana, el bautismo «en Espíritu Santo y fuego» es una única y gloriosa realidad: la inmersión del creyente arrepentido en la persona y el poder del Espíritu Santo, acompañada de la manifestación visible y purificadora del fuego divino, tal como ocurrió en el día de Pentecostés. En Lucas 3:15-18:

  1. Hay un solo bautismo mesiánico prometido: el bautismo en Espíritu Santo y fuego.
  2. Ese bautismo es presentado como la buena nueva central del mensaje de Juan.
  3. El fuego del juicio (v. 17) es una consecuencia secundaria para los impenitentes, pero no es el mismo “fuego” del cual nos habla el v. 16, el cual forma parte del bautismo prometido para quienes reciban al Mesías. Cuando un creyente pentecostal pide ser bautizado en Espíritu Santo y fuego no está cometiendo un error, mucho menos pidiendo juicio para sí. El fuego como juicio es para los impíos, el fuego santificador es para los creyentes.
  4. El propio Lucas, en Hechos 2, confirma que el «Espíritu y fuego» se cumplió positivamente en los discípulos.

Incluso en Mateo 3, el contexto inmediato del v. 11 es el contraste entre el bautismo de Juan (agua → arrepentimiento) y el bautismo del Mesías (Espíritu y fuego → poder y santidad). En Mateo 3:11 Jesús promete un bautismo superior al de Juan: no solo simbólico (agua), sino real y transformador: el creyente es sumergido en el Espíritu Santo, y ese bautismo lleva consigo fuego divino que:

  1. Purifica el corazón (quema la paja del pecado).
  2. Enciende el espíritu con poder para testificar (Hechos 1:8).
  3. Se manifiesta visiblemente (Hechos 2:3; 10:44-46; 19:6).

Ese es el bautismo con el Espíritu Santo y fuego que el movimiento pentecostal ha experimentado y predicado desde Azusa Street hasta hoy, en plena continuidad con la iglesia apostólica y la interpretación mayoritaria de la iglesia antigua.

EN SEGUNDO LUGAR, LA ESTRUCTURA GRAMATICAL DE MATEO 3:11 NO PERMITE SEPARAR ESPÍRITU Y FUEGO

En griego tenemos un solo artículo para dos sustantivos unidos por καί: ἐν πνεύματι ἁγίῳ καὶ πυρί. Según la regla de Granville Sharp y el uso normal del griego koiné, cuando dos sustantivos en el mismo caso están unidos por καί y solo el primero lleva artículo, se refieren a una sola realidad o a dos aspectos de la misma realidad.

Ejemplos paralelos en el NT:

  • Marcos 6:3: «el carpintero, hijo de María» → una sola persona.
  • Hechos 15:11: «por la gracia del Señor Jesús» → gracia y Señor son inseparables.

Por tanto, «Espíritu Santo y fuego» es un bautismo único con dos dimensiones: el Espíritu que viene acompañado de manifestaciones ígneas. No son dos bautismos distintos (uno para los salvos y otro para los réprobos). El mismo Cristo imparte un solo bautismo en el Espíritu que incluye el elemento fuego como señal visible y purificadora.

EN TERCER LUGAR, AUNQUE A VECES EL FUEGO SE REFIERE AL JUICIO, TAMPOCO PODEMOS OLVIDAR EL USO POSITIVO DEL FUEGO TANTO EN EL ANTIGUO COMO EN EL NUEVO TESTAMENTO

A través de la Biblia, el fuego no es solo juicio; también es:

  • Purificación: Malaquías 3:2-3 (citado por los padres como tipo del bautismo en el Espíritu): «Él es como fuego de fundidor y como jabón de lavadores… purificará a los hijos de Leví».
  • Presencia divina: Éxodo 3:2; 13:21; 19:18; Hechos 2:3; Apocalipsis 4:5.
  • Poder y autoridad ministerial: Lucas 9:54 (Santiago y Juan querían fuego del cielo, aunque mal aplicado); Hechos 2:3 (el fuego descansa sobre cada uno).
  • Pruebas que purifican la fe: 1 Pedro 1:7; 4:12.

El pentecostalismo clásico siempre ha visto en Mateo 3:11 la promesa del mismo fuego purificador y empoderador que descendió en Pentecostés.

EN CUARTO LUGAR, EL TESTIMONIO UNÁNIME DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (SIGLOS II–V) FAVORECE LA INTERPRETACIÓN PENTECOSTAL

Los Padres griegos y latinos entendieron casi sin excepción el «fuego» de Mateo 3:11 como el fuego del Espíritu Santo que purifica y santifica:

1. Gregorio de Nisa (siglo IV) afirmó: “El bautismo con fuego es el del Espíritu que quema el pecado como la paja, pero no destruye la naturaleza del hombre” En su sermón Sobre el Bautismo de Cristo (PG 46:581-600), Gregorio usa el tipo de Elías en el Monte Carmelo (1 Reyes 18) para ilustrar el bautismo cristiano. Él describe cómo el fuego divino, encendido por agua (símbolo del bautismo), quema lo impuro (el pecado, como la «paja») pero ilumina y purifica a los fieles sin destruir la creación humana. En una sección clave, afirma: «El fuego fue encendido por agua vertida tres veces sobre él, de modo que se muestra claramente que donde está el agua mística, allí está el Espíritu ardiente y fogoso, que quema a los impíos e ilumina a los fieles» (traducción de NPNF, Serie II, Vol. 5). Esto distingue el fuego purificador del Espíritu de un fuego destructivo final, alineándose con la distinción entre juicio (para réprobos) y santificación (para creyentes arrepentidos).

2. Cirilo de Jerusalén (Catequesis 17) también afirmó: “Recibiréis el bautismo con fuego… porque el Espíritu Santo descendió en forma de fuego”. En sus Catequesis Mistagógicas (específicamente la 17, o Sobre los Misterios II: Del Bautismo, PG 33:1041-1060), Cirilo explica el bautismo como una inmersión en el Espíritu que incluye fuego purificador. Él cita directamente Mateo 3:11 y Hechos 2:3-4, diciendo: «El Espíritu descendió en forma de fuego… Recibiréis el bautismo con fuego, no para consumiros como la paja, sino para ser iluminados y purificados como el oro en el horno» (NPNF, Serie II, Vol. 7). Cirilo enfatiza el fuego como manifestación visible y santificadora del Espíritu en Pentecostés, no como mero juicio. Estas catequesis (alrededor del 350 d.C.) eran instrucciones post-bautismales para neófitos en Jerusalén, conectando el bautismo de agua con el «fuego» del Espíritu para remisión de pecados y nuevo nacimiento (cf. Tito 3:5).

3. Ambrosio de Milán también afirmó: “El bautismo con fuego es la gracia del Espíritu que inflama los corazones”. En Sobre los Misterios (De Mysteriis, cap. 4, PG 16:389-416) y Sobre el Espíritu Santo (De Spiritu Sancto, Libro I, cap. 15, PG 16:731-734), Ambrosio describe el bautismo como un «fuego invisible» del Espíritu que enciende el corazón para la fe y la caridad. Él cita Mateo 3:11 y afirma: «Este es el bautismo de fuego predicho por Juan, en el Espíritu Santo y fuego; es la espada ardiente del querubín que guarda la puerta del cielo… todos deben pasar por él; todos serán probados por fuego para volver al cielo» (traducción de NPNF, Serie II, Vol. 10). Aquí, el fuego es gracia purificadora que «inflama» el alma como en Pentecostés. Ambrosio (quien bautizó a Agustín en 387 d.C.) veía el bautismo trinitario como transmisión del «fuego» del Espíritu (1 Juan 5:7-8), purificando sin destruir, en contraste con el fuego eterno del juicio.

4. Juan Crisóstomo (Homilías sobre Mateo): En su Homilía 10 sobre Mateo (PG 57:181-190, NPNF, Serie I, Vol. 10), Crisóstomo comenta Mateo 3:11-12, aclarando: «El fuego aquí no es el del infierno (como en los vv. 10 y 12), sino el del Espíritu que desciende en Pentecostés para purificar y santificar, consumiendo la impureza como hojarasca pero iluminando a los fieles» (cf. Homilía sobre el Bautismo de Cristo, donde expande: «Juan bautiza con agua, pero Cristo con Espíritu y fuego purificador»). Él rechaza explícitamente reducirlo a juicio, vinculándolo a Hechos 2:3. Crisóstomo (347-407 d.C.), a quien se le apodaba «Boca de Oro», predicó contra interpretaciones estrechas, enfatizando el fuego como empoderamiento apostólico y santidad, no destrucción para los arrepentidos.

Ningún Padre interpreta Mateo 3:11 como dos bautismos separados (uno de Espíritu para los salvos y otro de fuego-juicio para los impíos). Esa lectura aparece mucho después, en la controversia calvinista-arminiana del siglo XVII, y luego en el siglo XX debido a los intentos cesacionistas por negar la obra del Espíritu Santo.

Por tanto, afirmar que el “bautismo con fuego” de Mateo 3:11 es solo juicio para los impíos no solo contradice la exégesis más cuidadosa y el testimonio patrístico, sino que, sobre todo, contradice la experiencia neotestamentaria de Pentecostés, donde el fuego del Espíritu descendió precisamente sobre los arrepentidos, no sobre los réprobos.

¡Que el Señor nos bautice de nuevo con Espíritu Santo y fuego! (Hechos 2:3-4; Mateo 3:11).

BIBLIOGRAFÍA

FUENTAS PRIMARIAS

Ambrosio de Milán. (1963). De mysteriis [Sobre los misterios] y De Spiritu Sancto [Sobre el Espíritu Santo]. En O. Faller (Ed.) y B. Botte (Trad.), Sancti Ambrosii opera (Vol. 16, pp. 389–416 y 731–734). Turnhout, Bélgica: Brepols. (Obra original ca. 390 d.C.).

Cirilo de Jerusalén. (2000). Catequesis iluminativas (Catequesis 16–18). En A. Piédagnel (Ed.) y P. Paris (Trad.), Sources Chrétiennes (No. 126bis, pp. 162–196). París, Francia: Cerf. (Obra original ca. 350 d.C.).

Crisóstomo, J. (1862). Homilías sobre el Evangelio según San Mateo (Homilía 10–11). En J.-P. Migne (Ed.), Patrologiae cursus completus: Series graeca (Vol. 57, cols. 181–202). París, Francia: Garnier. (Obra original ca. 390 d.C.).

Crisóstomo, J. (1957). Homilies on the Gospel of Saint Matthew (Homilía 11). En P. Schaff (Ed.) y G. Prevost (Trad.), Nicene and Post-Nicene Fathers, First Series (Vol. 10, pp. 66–74). Peabody, MA: Hendrickson. (Reimpresión de la edición de 1888).

Gregorio de Nisa. (1858). Oratio in baptismum Christi [Discurso sobre el bautismo de Cristo]. En J.-P. Migne (Ed.), Patrologiae cursus completus: Series graeca (Vol. 46, cols. 581–600). París, Francia: Garnier. (Obra original ca. 383 d.C.).

Gregorio de Nisa. (1893). On the baptism of Christ. En H. A. Wilson (Trad.), Nicene and Post-Nicene Fathers, Second Series (Vol. 5, pp. 518–524). Buffalo, NY: Christian Literature Publishing Co. (Reimpresión 1994, Peabody, MA: Hendrickson).

FUENTES SECUNDARIAS

Lampe, G. W. H. (Ed.). (1961). A Patristic Greek Lexicon. Oxford, Reino Unido: Clarendon Press. (Entrada πῦρ en relación con βαπτίζω).

Schaff, P., & Wace, H. (Eds.). (1994). Nicene and Post-Nicene Fathers (14 vols., reimpresión). Peabody, MA: Hendrickson Publishers.

Migne, J.-P. (Ed.). (1857–1866). Patrologiae cursus completus completus: Series graeca (161 vols.). París, Francia: Garnier.

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