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Ni calvinista, ni arminiano ¿Por qué no un poco de ambos? | ¿𝐸𝑠 𝑝𝑜𝑠𝑖𝑏𝑙𝑒 𝑐𝑜𝑚𝑝𝑎𝑡𝑖𝑏𝑖𝑙𝑖𝑧𝑎𝑟 𝑎𝑚𝑏𝑜𝑠 𝑠𝑖𝑠𝑡𝑒𝑚𝑎𝑠?

Por Fernando E. Alvarado*

Recientemente, un reconocido líder de las Asambleas de Dios de El Salvador, una denominación pentecostal tradicionalmente reconocida como arminiana y así proclamada en sus declaraciones oficiales, afirmó en un Congreso para Maestros de Institutos Bíblicos que tal denominación no era “ni calvinista ni arminiana” , sino que ambos sistemas tenían, en alguna medida, la razón y eran compatibles entre sí. Tal declaración no solo me pareció chocante, sino desafortunada, particularmente viniendo de un reconocido maestro y además líder nacional.

No dudo que las intenciones del orador en dicho congreso buscaban ser irénicas y evitar cualquier tipo de confrontación con otros pastores de esa denominación que (aún traicionando la herencia teológica del grupo que les ha emitido sus credenciales pastorales) han ido abrazando poco a poco la soteriología calvinista (y de paso mucho de su pneumatología cesacionista).

Sin duda la intención fue buena, pero tal declaración (particularmente a ese nivel) fue incorrecta. No dudo que generó desconcierto en muchos de los que la oímos de primera mano, a la vez que generó confusión en los alumnos que ahí se encontraban: “¿Qué somos entonces? ¿Somos ambas cosas? ¿un poco de cada una? ¿ninguna de ellas?” – se preguntaron muchos. Y surgió de ello una muy buena pregunta: ¿Debemos definirnos por uno u otro bando, o basta con minimizar o hasta ignorar las diferencias en nombre de la unidad?

En un tiempo, las Asambleas de Dios de Estados Unidos, la mayor de las denominaciones pentecostales, vaciló al definir su postura y este le pasó una factura elevada. La declaración de 1978 sobre soteriología fue bastante vaga, lo cual llevó a muchos a una crisis de identidad en materia soteriológica que abrió las puertas al calvinismo. Esta ambigüedad puede verse incluso en los libros de texto que se utilizaban en ese entonces para impartir la materia de teología en los institutos bíblicos de las Asambleas de Dios. La Teología Bíblica y Sistemática de Pearlman afirmaba:

“Las posiciones fundamentales respectivas del calvinismo y el arminianismo se enseñan en las Sagradas Escrituras. El calvinismo exalta la gracia de Dios como la fuente única de salvación, y también lo hace la Biblia. El arminianismo recalca el libre albedrío del hombre y su responsabilidad, y así lo hace también la Biblia. La solución práctica consiste en evitar los extremos que no son bíblicos de ambos puntos de vista, y de abstenerse de fijar un punto de vista en antagonismo con el otro, puesto que cuando dos doctrinas bíblicas se colocan en oposición la una de la otra, el resultado es una reacción que conduce al error. «

Pero ¿Cuál error? Pearlman continúa:

«Pongamos por ejemplo: el énfasis excesivo en lo que respecta a la soberanía de Dios y su gracia en la salvación puede conducir a una vida negligente, descuidada, puesto que si una persona es convencida de que su conducta y rectitud no tiene nada que ver con su salvación, quizá se haga negligente. Por otra parte, el recalcar el libre albedrío del hombre y su responsabilidad, en reacción contra el calvinismo, puede poner a la gente bajo el yugo del legalismo, y robarle todas las seguridades que tiene. La licencia y el desenfreno por una parte, y el legalismo por la otra son los extremos que deben de evitarse.” (Myer Pearlman, Teología Bíblica y sistemática, Editorial Vida, Vigésima primera impresión, 1990, p. 80, versíon digital).

Sin duda, Pearlman no llegó a comprender muy bien ni el calvinismo ni el arminianismo, o simplemente confundió ambos sistemas con las caricaturizaciones que de los mismos se hacía en su época. Este es un error bastante común aún hoy en día, pues muchos confunden el calvinismo con la gracia barata, la doctrina del «salvo siempre salvo» u otra cosa parecida; o el arminianismo con el pelagianismo, el semipelagianismo o algún sistema basado en la salvación por obras.

Ni el calvinismo conduce a «la licencia y el desenfreno» (de hecho a veces puede ser muy legalismo) ni el arminianismo nos arrastra al legalismo (el arminianismo, como teología de la gracia, niega toda forma de salvación por obras o mérito propio).

No fue sino hasta que las Asambleas de Dios cayeron en cuenta de lo que llamaron «la creciente popularidad de la teología reformada entre los ministros más jóvenes y los estudiantes que se preparan para el ministerio», que por fin enmendaron la plana y renunciaron a la ambigüedad. La Teología Sistemática: Una perspectiva pentecostal, editada por Stanley M. Horton, buscó corregir el desliz de Pearlman:

“Las diferencias entre calvinismo y arminianismo son evidentes. Para los arminianos, Dios sabe de antemano quiénes van a responder positivamente a la gracia que Él ofrece, y es a éstos a quienes predestina a compartir sus promesas. En otras palabras, Dios predestina que todos los que escojan libremente su salvación provista en Cristo y continúen viviendo para Él van a compartir sus promesas. En potencia, Jesús hace expiación por todos los seres humanos, y de manera efectiva, por aquéllos que respondan a la bondadosa oferta divina de salvación, una oferta a la que se pueden resistir. Si responden aceptando la gracia de Dios, es por iniciativa de la gracia, y no solamente por la voluntad humana. La perseverancia está condicionada por un continuar viviendo la fe cristiana, y es posible caer de esa gracia, aunque Dios no permita que nadie caiga con facilidad… La mayoría de los pentecostales tienden a seguir el sistema arminiano de teología, viendo la necesidad de respuesta al evangelio y al Espíritu Santo por parte de la persona.” (Stanley M. Horton, Teología Sistemática: Una perspectiva pentecostal, Editorial Vida, p. 46).

En una declaración oficial de las Asambleas de Dios, titulada «Una respuesta de las Asambleas de Dios a la teología reformada» (adoptada por el presbiterio general en sesión el 1-3 de agosto de 2015) leemos:

«La posición que mantiene… las Asambleas de Dios se denomina arminianismo, por Jacobo Arminio (1560–1609). El arminianismo fue luego desarrollado por Juan Wesley…» (Véase: https://ag.org/es-ES/Beliefs/Position-Papers/Reformed-Theology-Response-of-the-AG-Position-Paper)

El daño, sin embargo, ya estaba hecho, y mucho aún hoy siguen cometiendo el error de Pearlman. Pero la ambigüedad de Pearlman y otros teólogos pentecostales no es la única razón de esta crisis en la identidad soteriológica pentecostal. También debemos reconocer que, a lo largo de los siglos, los calvinistas han vilipendiado con tanto éxito el arminianismo que las personas que son arminianos tienen miedo de decirlo o se avergüenzan de ello.

NO ESTÁ MAL SER IRÉNICOS, PERO NO A COSTA DE LA VERDAD

Coloquialmente, ser irénico es ser amable, gentil e incluso complaciente. En la historia de la teología protestante, el término a menudo alude a aquellos que buscan la interacción caritativa con los demás como personas hechas a imagen de Dios, aun cuando piensen diferente a nosotros en aspectos secundarios. Esto, sin duda, es una virtud y un deber cristiano.

Pero si bien buscar la paz y la unidad es una meta loable, estas cosas jamás deberían buscarse a toda costa, incluso de la verdad. Ser irénico no implica negar lo evidente, renunciar a la coherencia o volverse intelectualmente ciego o hasta deshonesto. Mirar para otro lado y fingir que dos opuestos en realidad no se oponen no solo es falso, sino también bastante ingenuo.

Lo anterior es especialmente cierto cuando el tema a discutir son las diferencias ente el calvinismo y el arminianismo. A menudo se dice que ambos sistemas pueden llegar a ser compatibles, pero eso es más un anhelo ingenuo que una realidad. “El problema — dicen algunos — es con el hipercalvinismo, no con el calvinismo en sí.” Esa fue la afirmación que oí en el congreso de institutos bíblicos antes mencionado. Incluso algunos calvinistas no vacilan en llamar herejía al hipercalvinismo; por ejemplo, Josh Buice (un calvinista “moderado”) afirma:

“El hipercalvinismo es un término técnico para una visión extrema y no bíblica que rechaza cualquier necesidad de que los cristianos participen en misiones y evangelismo. En pocas palabras, los hipercalvinistas prohíben la predicación del evangelio y la oferta de salvación para los no elegidos. Tales personas creen que Dios ha elegido personas en Cristo en la eternidad pasada y que logrará sus resultados sin la ayuda de Su pueblo. El hipercalvinismo es una herejía y debe ser rechazada… La diferencia entre el calvinismo y el hipercalvinismo es la distancia entre el cielo y el infierno. El calvinismo está lleno de vida y pasión por Dios y desea hacer que la gloria de Dios brille entre las naciones. El hipercalvinismo es una herejía sin vida que condena a la gente al infierno, mata al evangelismo y arruina las iglesias… El calvinismo proclama el verdadero evangelio mientras que el hipercalvinismo no proclama ningún evangelio en absoluto.”[1]

Estoy en total acuerdo con Buice en lo siguiente: el hipercalvinismo es una herejía sin vida que condena a la gente al infierno. Concuerdo también en que mata el evangelismo (prefiere el sectarismo proselitista entre otros cristianos) y sí, definitivamente arruina las iglesias.

En lo que disiento de Buice es más bien en su intelectualmente deshonesta reducción de lo que es el hipercalvinismo. El hipercalvinismo es más que una simple oposición a “la predicación del evangelio y la oferta de salvación para los no elegidos.” Tal oposición existe, pero no es casual, es más bien consecuencia de su teología; teología que comparte con el supuesto calvinismo del cual Buice busca desligarlo. La matriz de los diversos calvinismos es, en esencia, la misma.

La herejía llamada hipercalvinismo es, según el Nuevo Diccionario de Teología, un desbalance teológico surgido en el siglo XVIII entre algunos reformados europeos, principalmente en Inglaterra, que “enfatiza la [doctrina de la] gracia irresistible a tal extensión que parece que no hay necesidad real de evangelizar.”[2] El sobrevalorado teólogo reformado R.C. Sproul, en su libro Escogidos por Dios, señala incluso que al hipercalvinismo sería mejor llamado “anti-calvinismo”, pues se opone a las premisas básicas del “sano calvinismo”, pero ¿Es así realmente?

Hoy en día se nos habla de tres formas básicas (sin duda hay más) de calvinismo. Todas ellas, como veremos, son incompatibles con la teología arminiana, así como con la teología patrística pre-agustiniana y con las claras afirmaciones de las Escrituras:

  • HIPERCALVINISMO: El cual se define como la «escuela del calvinismo supralapsario de cinco puntos que exalta en demasía la soberanía de Dios al punto de sobreenfatizar la voluntad secreta de Dios sobre la voluntad revelada [de Dios] y la eternidad en el tiempo, que minimiza la responsabilidad del hombre, en particular con respecto a la negación de la palabra ‘oferta’ en relación con la predicación del Evangelio de una expiación acabada y limitada, socavando así el deber universal de los pecadores de creer en salvación con la seguridad de que el Señor Jesucristo murió por ellos.”[3] Así pues, el hipercalvinismo razona que la suficiencia de la expiación no se extiende más allá de su eficiencia, constituyendo una negación de la gracia suficiente en la expiación para todas las personas, negando, por lo tanto, el ofrecimiento indiscriminados del evangelio a todas las personas y y el deber de arrepentirse y creer.
  • CALVINISMO ORTODOXO: A diferencia del “hipercalvinismo”, el «calvinismo ortodoxo» razona que Cristo sufrió lo suficiente por todo el mundo, pero eficientemente sólo por los elegidos. El calvinismo enseña (al menos teóricamente) tanto la soberanía de Dios en la salvación como la responsabilidad humana que todos tenemos ante Él. Esto resulta contradictorio si se tiene en cuenta que el calvinismo enseña que “la sabiduría, poder, santidad, verdad, y justicia de que estaba revestido, y dotado [Adán, y por consiguiente toda su descendencia] fueron sustituidos por la ceguera, la debilidad, la inmundicia, la vanidad, y la injusticia”,[4] lo cual vuelve imposible que el hombre pueda responder libremente al llamado de Dios a menos que sea uno de los escogidos.

En otras palabras, el “calvinismo ortodoxo” enseña que “La muerte de Cristo paga por todos los pecados de los que han sido elegidos. El perdón de los pecados está disponible para todos los pecadores, pero solo paga por aquellos que el Padre ha predestinado desde la fundación del mundo. Esta doctrina también es conocida como expiación específica o particular”.[5] Y aunque afirma la libre oferta del Evangelio para todos, esto no es más que un mal chiste, pues reconoce que “esto significa que si Dios ha elegido a alguien, no hay forma en que esa persona no llegue a ser salva”,[6] pues: “Todos los que Dios predestinó para vida, y solo esos, Él se place, en su tiempo, llamar efectivamente por Su Palabra y el Espíritu…” (Confesión de Fe de Westminster, Capítulo 10, I).

Aunque el “calvinismo ortodoxo” busca desligarse del hipercalvinismo, su matriz teológica lo obliga a caer en contradicciones. El Canon de Dort nos dice, “Por consiguiente, todos los hombres son concebidos en pecado, y al nacer como hijos de ira, incapaces de algún bien saludable o salvífico, e inclinados al mal, muertos en pecados y esclavos del pecado; y no quieren ni pueden volver a Dios, ni corregir su naturaleza corrompida, ni por ellos mismos mejorar la misma, sin la gracia del Espíritu Santo, que es quien regenera” (Canon de Dort, Capítulo 3-4, IIL).

¿En dónde reside la contradicción? ¿Acaso los arminianos no creen también en la depravación total? Sí, los arminianos creemos en la depravación total al igual que los calvinistas. El problema, y la contradicción en el calvinismo ortodoxo, reside en el hecho de que sólo los escogidos, aquellos que fueron elegidos incondicionalmente, podrán atender al llamado de arrepentirse y creer al Evangelio. En ellos la gracia opera de forma irresistible, y solo para ellos. Además, la expiación sólo será eficaz para ellos, no para el resto. Entonces ¿Cuál es la diferencia real? O es que el “calvinismo ortodoxo” es simplemente calvinismo misionero/evangelístico/proselitista? ¡Qué gran diferencia!

La Confesión de Westminster, un breve resumen teológico apologético del credo “calvinista ortodoxo” promulgado en 1646, afirma: “Por el decreto de Dios, para la manifestación de Su gloria, algunos hombres y ángeles son predestinados para vida eterna; y otros son preordenados para muerte eterna” (Confesión de Westminster, Capítulo 3, IV).

¿Podemos notar las implicaciones de tal doctrina? El hipercalvinismo cuando menos es honesto y lleva las implicaciones lógicas de su doctrina hasta las últimas consecuencias. El “calvinismo ortodoxo” es deshonesto, pues ofrece el mensaje de salvación a todos, aún creyendo que no todos han sido escogidos para salvación ni todos podrán aceptar el Evangelio, arrepentirse y creer, pues este es un don que sólo está reservado para los escogidos. Escudarse en la falacia de que “nosotros no sabemos quienes son los elegidos y por lo tanto debemos predicarles a todos” no resuelve el asunto, solo lo convierte en hipocresía piadosa.

Aún si un “réprobo” optara (hipotéticamente) por arrepentirse, creer y seguir el Evangelio, Dios mismo no aceptaría sus esfuerzos. La doctrina calvinista ortodoxa afirma: “A quienes Dios ha aceptado en su Amado, y que han sido llamados eficazmente y santificados por su Espíritu, no pueden caer ni total ni definitivamente del estado de gracia, sino que ciertamente han de perseverar en él hasta el fin, y serán salvados eternamente. … Esta perseverancia de los santos depende no de su propio libre albedrío, sino de la inmutabilidad del decreto de elección, que fluye del amor gratuito e inmutable de Dios el Padre” (Confesión de Fe de Westminster, Capítulo 17, I,II).

¿Acaso no son buenas noticias? No, no lo son. Ya que nadie más que los elegidos, quienes han sido predestinados para ello, pueden perseverar en la fe. Los demás caerán tarde o temprano ya que, al no ser elegidos, no pueden evitarlo. Calvino mismo lo afirmó así:

“La experiencia muestra que los reprobados son a veces afectados de una manera tan similar a los elegidos, que incluso en su propio juicio no hay diferencia entre ellos. Por eso no es de extrañar que el Apóstol les atribuya un gusto por los dones celestiales y por Cristo mismo una fe temporal. No es que perciban verdaderamente el poder de la gracia espiritual y la luz segura de la fe; pero el Señor, cuanto mejor los convenza y los deje sin excusa, les inculca un sentido de su bondad tal como se puede sentir sin el Espíritu de adopción. Si se objetara que los creyentes no tienen un testimonio más fuerte que les asegure su adopción, respondo que, aunque hay un gran parecido y afinidad entre los elegidos de Dios y los que se impresionan por un tiempo con una fe que se desvanece, sin embargo, sólo los elegidos tienen esa plena seguridad que es ensalzada por Pablo, y por la cual son capaces de clamar: Abba, Padre. Por lo tanto, así como Dios regenera a los elegidos sólo para siempre por medio de una semilla incorruptible, así como la semilla de vida una vez sembrada en sus corazones nunca perece, así también sella eficazmente en ellos la gracia de su adopción, para que sea segura y firme. Pero en esto no hay nada que impida que una operación inferior del Espíritu siga su curso en los reprobados. Mientras tanto, se enseña a los creyentes a examinarse a sí mismos con cuidado y humildad, para que la seguridad carnal no se cuele y tome el lugar de la seguridad de la fe. Podemos añadir que los reprobados nunca tienen otro sentido de la gracia que el de la confusión, que se aferran a la sombra en vez de a la sustancia, porque el Espíritu sella adecuadamente el perdón de los pecados sólo en los elegidos, aplicándolo por una fe especial a su uso. Sin embargo, se dice correctamente que los reprobados creen que Dios les es propicio, en la medida en que aceptan el don de la reconciliación, aunque confusamente y sin el debido discernimiento; no porque sean partícipes de la misma fe o de la regeneración con los hijos de Dios, sino porque, bajo un manto de hipocresía, parecen tener un principio de fe en común con ellos. Ni siquiera niego que Dios ilumine sus mentes hasta este punto, que reconozcan su gracia; pero esa convicción la distingue del testimonio peculiar que da a sus elegidos a este respecto, de que los reprobados nunca alcanzan el resultado completo o la realización. Cuando se muestra propicio a ellos, no es como si los hubiera rescatado verdaderamente de la muerte y los hubiera tomado bajo su protección. Sólo les da una manifestación de su actual misericordia. Sólo en los elegidos implanta la raíz viva de la fe, para que perseveren hasta el final. Así nos deshacemos de la objeción de que, si Dios muestra su gracia, ésta debe perdurar para siempre. No hay nada incompatible con el hecho de que él ilumine a algunos con un sentido presente de gracia, que después se demuestra evanescente.”[7]

Más tarde escribe de nuevo:

“Además de esto [el llamado universal] hay un llamado especial que, en su mayor parte, Dios otorga a los creyentes solamente, cuando por la iluminación interna del Espíritu hace que la palabra predicada se arraigue profundamente en sus corazones. A veces, sin embargo, la comunica también a aquellos a los que ilumina sólo por un tiempo, y que después, en justo castigo por su ingratitud, abandona y golpea con mayor ceguera.”[8]

Es evidente que Calvino intentaba tapar un hueco en su teología con tales declaraciones. En el proceso, sin embargo, abrió otro hueco mayor: Robó a los adherentes al calvinismo toda certeza y seguridad de su salvación. ¿Por qué? El teólogo calvinista C. Michael Patton ilustró perfectamente este punto al afirmar que:

«Podría tener una fe falsa, pero no creo que la tenga. Este noventa por ciento de seguridad tendrá que ser suficiente. El testimonio del Espíritu que tengo hoy es suficiente para hoy»[9]

¿Noventa por ciento seguro de ser salvo? ¡Es en serio! ¿Deberíamos conformarnos con eso? No, no deberíamos. Pero los “calvinistas ortodoxos” (y de hecho, ningún calvinista de cualquier tipo) puede aspirar a más:

“La seguridad del calvinista se borra por el hecho de que Dios ordena la salvación ilusoria de las personas aparentemente salvas. Esto los convierte en un subconjunto especial de los condenados. En el calvinismo, Dios se glorifica a sí mismo al condenar a los ‘eternamente reprobados’. Pero las personas aparentemente salvas tienen el privilegio único de ‘glorificar’ a Dios en sus vidas terrenales, al parecer salvas en su camino al Infierno. Debido a que Dios ha preordenado esto, no hay nada que una persona aparentemente salva pueda hacer. ¡Dios ha ordenado la ilusión! Por supuesto, esto plantea otra pregunta: ¿Por qué Dios (quien es Él mismo la verdad) ordena tal ilusión? ¿Cómo puede Dios ser veraz si preordena incondicionalmente las ilusiones? ¿Y qué clase de Dios podría o podría ordenar tal ilusión por el bien de Su gloria?”[10]

Si Dios es capaz de crear la ilusión de salvación en un réprobo, la implicación lógica de esto es que Dios puede mentir o engañar, lo cual va en contra del carácter revelado de Dios en las Escrituras (Romanos 3:4, Números 23:19). Difamar el carácter de Dios y sus atributos para justificar la teología defectuosa de Calvino es injustificable. Pero eso es precisamente lo que hace el “calvinismo ortodoxo”, un sistema que se jacta de ser lógico, coherente y de dar la gloria a Dios en todo. ¿Está tan lejos el “calvinismo ortodoxo” del “hipercalvinismo” que llaman herejía? Sólo cosméticamente. Es más bien otro “desbalance teológico” más moderado o proselitista que el hipercalvinismo y que, en espíritu irénico y por su amplia aceptación y tradición protestante nos negamos a llamar herejía.

El verdadero problema con el calvinismo, sea hipercalvinismo o calvinismo ortodoxo, reside en las mal llamadas “doctrinas de la gracia”, mejor conocidas por el acrónimo TULIP [T: Depravación total (Total depravity); U: Elección incondicional (Unconditional election); L: Expiación limitada (Limited atonement); I: Gracia irresistible (Irresistible grace); P: Perseverancia de los santos (Perseverance of the saints)], el cual se dice que “abarca de manera simplificada y concreta la teología reformada.”[11] En tanto estas sean sostenidas tal cual (y me temo que siempre será así, o el calvinismo dejaría de ser calvinismo), cualquier reconciliación entre la teología arminiana y la calvinista (o cualquier amalgama de estas) será imposible.

  • NEOCALVINISMO: El blog calvinista Cristiano Reformado, en su artículo titulado “Características Del Nuevo Calvinismo”, define el neocalvinismo (o lo que él llama “Teología Reformada”) como:
“Un despertar de las históricas doctrinas de la Gracia Soberana, que no es que hubieran desaparecido, pero que habían dejado de ser las preeminentes para dar paso a posturas cristianas más cercanas a la «responsabilidad humana» en la salvación, es un movimiento entonces antiguo que viene a renacer en este tiempo… Se podría decir que el Nuevo Calvinismo es un abanico de colores ya que es amplio en sus manifestaciones, en cuanto a formas y doctrinas no fundamentales.”[12]

¿Quiénes son los principales promotores de este nuevo calvinismo? Cristiano Reformado agrega:

“Podríamos hablar por ejemplo de Coalición por el Evangelio (TGC – The Gospel Coalition), que se inició en 2007 con una conferencia encabezada por el Dr. Don Carson, Dr. Tim Keller y el Dr. John Piper, fue un evento significativo, pues Coalición, se ha convertido en una red internacional de trabajo mutuo, educación, cooperación ministerial y publicidad para el movimiento calvinista. Coalición, además de los tres antes mencionados, cuenta con otros nombres conocidos como el pastor dominicano Miguel Núñez (Iglesia Bautista Internacional), Matt Chandler (Acts 29) , Sugel Michelen (Iglesia Bíblica del Señor Jesucristo), el Dr. Wayne Grudem (co-fundador de The Council on Biblical Manhood and Womanhood ), Mark Dever (Ministerio 9Marks), Kevin DeYoung (Iglesia Christ Covenant,) , David Platt (McLean Bible Church) , Al Mohler (presidente del Southern Baptits Theological Seminary), Nicolas Tranchini (Agencia misionera SERVE International en España) y otros que han cooperado con este ministerio en conferencias o trabajos de cooperación como Paul Washer (Agencia misionera Heartcry) , David Barceló (Iglesia Evangélica de la Gracia en Barcelona) o John Macarthur (Grace Community Church) entre otros.”

En otras palabras, el neocalvinismo (Young Calvinism, Restless Calvinism, o Reformed Movement) es más de lo mismo. El TULIP, raíz de todos los males teológicos del hipercalvinismo y el calvinismo “ortodoxo”, es reafirmado, lo cual implica que no hay un cambio real en las implicaciones lógicas y teológicas de dicho sistema aunque se pretenda minimizarlas, negarlas o plantearlas de otra manera. Sigue siendo “la misma mona pero en diferente rama.”

¿Qué hay de nuevo entonces en el “nuevo calvinismo”? Se han observado algunas diferencias entre los neocalvinistas y los calvinistas ortodoxos. John Piper, por ejemplo, ha identificado lo que él considera que son 7 diferencias principales entre los dos: 1) El nuevo calvinismo es complementarianista y no igualitario; 2) El nuevo calvinismo usa formas contemporáneas de música; 3) El nuevo calvinismo es popular entre los bautistas; 4) El nuevo calvinismo es popular también entre los carismáticos; 5) Los libros de Jonathan Edwards ocupan un lugar destacado, además de los de Juan Calvino y los “puritanos divinos”; 6) El nuevo calvinismo está comprometido con el uso de Internet y las redes sociales para comunicarse, siendo altamente proselitista; 7) El nuevo calvinismo incluye multiculturalismo.[13]

Para aquellos que lo ven desde afuera, el neocalvinismo es, teológicamente, fatalista como sus predecesores, cristológicamente subordinacionista, promotor de la salvación por señorío y defensor de un nuevo legalismo neopuritano.[14] Este nuevo calvinismo afirma tener un énfasis misionero, y busca ser relevante en medio de las culturas donde se han de plantar iglesias. Aunque la mayoría de sus líderes son cesacionistas, otros son abiertamente carismáticos y han pentecostalizado su liturgia como “anzuelo” para ganar adeptos entre las nuevas generaciones y poder, incluso, extraer miembros de iglesias arminianas y pentecostales. Cabe destacar que la infiltración y la “pesca de nuevos adherentes entre evangélicos de otras denominaciones” una práctica común y ampliamente aceptada en estos grupos.

MÁS QUE SUPRALAPSARIANISMO E INFRALAPSARIANISMO

Para algunos, las diferencias entre arminianismo y calvinismo no son reales, sino más bien aparentes. El problema. Insisten, es entre el calvinismo supralapsario y el arminianismo; no entre el calvinismo infralapsario y el calvinismo como tal. El arminianismo y el calvinismo infralapsario podrían, según ellos, ser compatibles. En cuanto a este tema, debo decir que afirmar tal cosa es demasiado ingenuo. El infralapsarianismo y el supralapsarianismo son, como lo dije antes del hipercalvinismo, el calvinismo ortodoxo y el neocalvinismo, “la misma mona en distinta rama”.

¿Por qué? Porque la negación de la responsabilidad humana, expresada en parte en la doctrina calvinista de la gracia irresistible, la elección incondicional de algunos pocos escogidos, el rechazo incondicional de los réprobos y la expiación limitada, entre otras, sigue vigente tanto en el supralapsarianismo como en el infralapsarianismo. El TULIP, esa pared divisoria entre calvinistas y arminianos sigue de pie. Un reconocido sitio web calvinista define supralapsarianismo e infralapsarianismo de la siguiente manera:

“El supralapsarianismo sostiene que Dios planificó su actuación procediendo desde el fin o la meta que tuvo en mente hasta los medios necesarios para conseguirlo. Esta postura supone el siguiente orden lógico en el plan eterno de Dios: (1) Glorificarse a sí mismo en la predestinación (elección y reprobación); (2) Crear los seres humanos; (3) Permitir la caída (lapsum); (4) Justificar a los elegidos por medio de Cristo y condenar a los reprobados. En cambio, el infralapsarianismo sostiene que el decreto de Dios sigue más bien un orden similar a su ejecución en la historia. Según esta postura, sus decisiones siguieron este orden lógico: (1) Crear los seres humanos; (2) Permitir la caída (lapsum); (3) Predestinar para salvación a algunos y dejar a otros en pecado (elección y reprobación); (4) Justificar a los elegidos en Cristo y condenar a los demás. Resumiendo: la postura supralapsariana coloca la decisión de predestinar lógicamente antes de la de permitir la caída, y la postura infralapsariana la coloca después.”[15]

Este cambio en el orden lógico no es tan significo como parece. Mucho menos hará compatible el arminianismo y el calvinismo. De hecho, fue el infralapsarianismo el que condenó al arminianismo ¿O es que hemos olvidado que, según las mismas fuentes calvinsitas, esa fue la postura de Dort?

“La mayoría de los reformados se inclinan por la postura infralapsariana. Esta es la postura en la Confesión de fe de Westminster y los Cánones de Dort. No obstante, nunca se ha excluido el supralapsarianismo dentro de la tradición reformada.”[16]

Ambas posturas, por muy suavizadas que quieran presentarse, son diametralmente opuestas a la teología arminiana, ambas son deterministas. Así pues:

“La diferencia entre estas dos posturas no se trata de si Dios decretó o no la entrada del pecado en el mundo. La postura calvinista cree que Dios planificó todo lo que pasa en la historia, inclusive el pecado…  la diferencia entre la postura supralapsariana y la infralapsariana tiene que ver con el orden lógico del decreto, con la relación lógica entre las decisiones que Dios tomó en la eternidad pasada.”[17]

Decir que no somos “calvinistas ni arminianos sino bíblicos”, o que ambos sistemas son compatibles no soluciona el problema. Solo pone en evidencia la ignorancia de quien hace tal afirmación y su desconocimiento de ambos sistemas. Aquellos que somos responsables de la formación de nuevos pastores y maestros, a través de seminarios o institutos bíblicos, deberíamos estudiar bien el tema y ser francos, así como particularmente cuidadosos en nuestras declaraciones. Así evitaremos generar confusión en nuestros alumnos, lo cual los colocaría en una situación problemática y los expondría a ser engañados y engañadores de otros.

O creemos que el Señor “es paciente para con [todos], no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9, LBLA) y que “Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3:16, NTV); o creemos que Dios ha escogido incondicionalmente a unos pocos (los únicos que desea que se salven), que Jesús murió por unos pocos (los cuales serán los únicos que podrán responder a la gracia pues los demás están reprobados) y que solo éstos, y nadie más, podrán perseverar en la fe. Ambas declaraciones no pueden ser verdaderas a la vez.

Algunos «maestros» pentecostales caen este error de ambigüedad por ignorancia (imperdonable en un maestro cuya meta debe ser la preparación y actualización continuas) y otros por malicia (deslealtad hacia la denominación a la cual dicen pertenecer o intereses ocultos en llevar a su denominación por un rumbo distinto), lo cual es inexcusable. ¡Somos una cosa o la otra! No hay espacio para la tibieza en esto (no si deseamos ser coherentes, verdaderamente bíblicos y fieles a nuestra herencia pentecostal y arminiana).

Declarar que no somos una cosa o la otra, o que ambas son igualmente válidas y perfectamente compatibles, incluso creer que el problema es solo el hipercalvinismo, es abrir las puertas al error. Un error en el cual nuestros jóvenes ministros caerán en un vacío o carencia de identidad teológica que los hará presas fáciles del calvinismo y otros bichos raros.

ACERCA DEL AUTOR:

* Fernando E. Alvarado es escritor, pastor y maestro. Nacido el 19 de Abril de 1980 en la Ciudad de Sonsonate, El Salvador. Licenciada en Ciencias de la Educación, especialidad en Ciencias Sociales de la Universidad de Sonsonate. Graduado en Teología del Instituto Bíblico Betel de las Asambleas de Dios, Anexo Chalatenango Norte y especializado en Misiones en el Centro de Capacitación Misionera (CCM) de la Ciudad de Guatemala. También cuenta con diplomados en Fonética, Misiones Transculturales y Comunicación Transcultural otorgados por el Centro de Formación Misionera de las Asambleas de Dios de El Salvador (CAMAD). El pastor Alvarado también cuenta con formación en teología islámica y diplomados en Ley Sharia otorgados por la Asociación Cultural Islámica Chiita de El Salvador y la Comunidad Islámica Salvadoreña (Sunni). También es especialista en teología mormona, habiéndose graduado del Instituto de Religión SUD en la Ciudad de San Salvador.
El pastor Alvarado es miembro de la Society of Evangelical Arminians (SEA).
Está casado con Cesia Abigail Cruz de Alvarado, también pastora y ministra licenciada de las Asambleas de Dios. Es el pastor principal del Templo Cristiano Maranatha (Asambleas de Dios), una congregación local ubicada en la ciudad de Tejutla, Chalatenango.

REFERENCIAS:

[1] Josh Buice, El Calvinismo No Es Hipercalvinismo, 25 de noviembre 2017. https://evangelio.blog/2017/11/25/el-calvinismo-no-es-hipercalvinismo/

[2] Sinclair Ferguson, et. al., editors. (1988). The New Dictionary of Theology. InterVarsity Press. Hyper-Calvinism, p. 324.

[3] Wallace, Dewey D. (1996). «Calvinismo». Diccionario histórico de Stuart England, 1603-1689 . pag. 65.

[4] Juan Calvino. (1559). Institución de la Religión Cristiana (P.165). Barcelona: FELiRe (Fundación Editorial de Literatura Reformada).

[5] Gabriel Reyes Ordeix, ¿Qué significan los cinco puntos del calvinismo?, 14 de septiembre de 2016. https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/que-significan-los-cinco-puntos-del-calvinismo-coalicionresponde/

[6] Ibid.

[7] Juan Calvino. Institución de la Religión Cristiana, 3.2.11. https://www.ccel.org/ccel/calvin/institutes.v.iii.html consultado el 16/06/2023.

[8] Juan Calvino. Institución de la Religión Cristiana, 3.24.8. https://www.ccel.org/ccel/calvin/institutes.v.xxv.html    consultado el 16/06/2023.

[9] Ibíd.

[10] Mello Gill, Sociedad de Evangélicos Arminianos de Latinoamérica, La Gracia Evanescente, 19 de diciembre de 2020, https://evangelicosarminianos.home.blog/2020/12/19/la-gracia-evanescente/ consultado el 16/06/2023. Véase también: https://evangelicosarminianos.home.blog/2020/07/29/sobre-la-seguridad-de-la-salvacion-y-la-gracia-evanescente-de-calvino/

[11] Gabriel Reyes Ordeix, ¿Qué significan los cinco puntos del calvinismo?, 14 de septiembre de 2016. https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/que-significan-los-cinco-puntos-del-calvinismo-coalicionresponde/

[12] Carlos Alberto Paz, Cristiano Reformado, Características del nuevo calvinismo, https://cristianoreformado7.wordpress.com/2020/09/14/caracteristicas-del-nuevo-calvinismo/ consultado el 16/06/2023.

[13] John Piper, What’s New About ‘New Calvinism’?, desiringgod.org, EE. UU., 14 de abril de 2014. https://www.desiringgod.org/interviews/whats-new-about-new-calvinism consultado el 16/06/2023.

[14] Olson, Roger E. Against Calvinism: Rescuing God’s Reputation from Radical Reformed Theology. Zondervan Academic, 2011. Véase también: Vermurlen, Brad. Reformed Resurgence: The New Calvinist Movement and the Battle Over American Evangelicalism. Oxford University Press, 2020.

[15] Matthew Leighton, Las diferencias entre el supralapsarianismo y el infralapsarianismo, 12 julio, 2018. https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/las-diferencias-supralapsarianismo-infralapsarianismo/%5D

[16] Ibid.

[17] Ibid.

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