Por Fernando E. Alvarado
Uno de los más absurdos argumentos cesacionistas que he oído es el siguiente:
«Es un error que una mujer hable en lenguas. “Las mujeres guarden silencio en la iglesia, pues no les está permitido hablar” (1 Corintios 14:34). La prohibición aquí tiene una relación directa con el problema que trata el Apóstol, a saber, hablar en lenguas […] El escenario de I Corintios 14:34 se refiere principalmente a las mujeres que hablan en lenguas. Es claro e inequívoco que hablar en lenguas era un don limitado a los hombres y nunca debe ser ejercido por mujeres […] Si hoy se hiciera caso a esta admonición, gran parte del actual movimiento que promueve el hablar lenguas [pentecostalismo y carismatismo] sería eliminado. Las mujeres son los peores ofensores en la confusión de lenguas moderna. La palabra “hablar” en 14:34 es la misma palabra usada en versículo 28, por lo tanto, no puede significar mera “charla” que perturbaría un servicio en la iglesia. El propósito de toda esta sección sobre el hablar en lenguas es frenar el mal uso del don. Los versículos 27-33 dan instrucción a los hombres en el cuestión de hablar en lenguas. “Si alguno hablare en lengua desconocida…” (1 Corintios 14:27); Los versículos 34-36 están dirigidos a “mujeres” ejerciendo el don de lenguas. Y si alguna mujer quisiera discrepar de Pablo, él les haría una pregunta: “¿Qué libro de todas las Escrituras inspiradas fue escrito como resultado de que el Espíritu Santo le revelara algo a una mujer?” (Verso 36). Es un error que una mujer hable en lenguas.» [1]
¿Cesacionismo y desprecio hacia las mujeres? ¿Por qué no me extraña que ambas cosas vayan de la mano? Como lo dije unas líneas atrás, he oído numerosos argumentos en contra del hablar en lenguas, pero pocos tan ridículos y sin sentido como este. Lo curioso de este argumento es más bien la fuente, ya que no estamos hablando de un simple creyente con opiniones extrañas, sino de un erudito cesacionista, el Dr. Lehman Strauss, quien además de ser un reconocido pastor bautista, fue profesor del Instituto Bíblico de Filadelfia y autor publicado con más de una docena de libros. Pareciera más bien que, ante los prejuicios, incluso la Biblia y sus enseñanzas quedan relegadas a un segundo plano, pues cuando ya decidimos qué creer, nada nos hará desistir por muy absurdos que sean nuestros argumentos.
Podríamos resumir el argumento de Strauss de la siguiente manera: (1) La mayoría de los pentecostales y carismáticos que hablan en lenguas son mujeres; (2) la biblia les prohíbe a las mujeres hablar en la congregación; (3) Si el pentecostalismo y el carismatismo fueran de origen divino, no violarían las enseñanzas de las Escrituras; (4) puesto que las mujeres, tanto dentro del carismatismo como el pentecostalismo violan este principio, su don es invalido y de origen incierto; (5) Ambos movimientos, por lo tanto, no son de Dios y constituyen, más bien, una prueba que los dones han cesado.

Sin duda las mujeres han desempeñado un papel destacado en el surgimiento, desarrollo y expansión del pentecostalismo. Este igualitarismo ministerial entre el hombre y la mujer, tan característico del movimiento pentecostal, tiene sus raíces en el movimiento de santidad a partir del cual se originó el pentecostalismo moderno. El movimiento de santidad, permitió (principalmente a partir de 1850) que las mujeres ministraran como evangelistas, líderes de estudio bíblico e incluso como obispos. Con este tipo de trasfondo, era de esperarse que las mujeres jugaron un papel significativo en el movimiento pentecostal, el cual es un “hijo espiritual” del movimiento de santidad wesleyana en los Estados Unidos.
¿Qué hay entonces con 1 Corintios 14:34-35 que manda callar a la mujer? ¿Ha violentado el pentecostalismo esta prescripción paulina? No, sino todo lo contrario. Hemos seguido la enseñanza paulina al respecto, no aislando dichos textos del resto de enseñanzas del apóstol Pablo. Como bien lo señalan diversos comentaristas bíblicos, si Pablo hubiera pretendido afirmar con estas palabras que la mujer no puede participar ni hablar en la congregación, ciertamente se estaba contradiciendo a sí mismo ya que, en 1 Corintios 11, Pablo aprueba la participación de las mujeres en el culto, tanto orando como profetizando, mientras que les ordena callar en 1 Corintios 14.
¿Qué significa entonces 1 Corintios 14:34-35? ¿Cómo deberíamos entender estas palabras hoy? No deseo profundizar aquí en este tema, pero a quienes deseen ahondar en el significado de tales palabras, les invito a leer los siguientes artículos al respecto. En ellos se probará que el ministerio femenino (incluso el pastorado) es bíblico y concuerda con las enseñanzas de Pablo, de modo que no hay motivo alguno para prohibirles que hablen en la congregación:
«QUE LA MUJER GUARDE SILENCIO» | UN ANÁLISIS EXHAUSTIVO DE 1 CORINTIOS 14:34-35 |
En cuanto a la enseñanza bíblica, y particularmente paulina, acerca de las mujeres y el ministerio cristiano (sea este pastoral, evangelístico, misionero, etc.), les invito a leer los siguientes artículos y sacar sus propias conclusiones al respecto.
IGUALITARISMO EN EL MOVIMIENTO PENTECOSTAL |
JUNIA, LA MUJER APÓSTOL |
¿ES BÍBLICO EL PASTORADO FEMENINO? |
Ahora bien, si la mujer puede ejercer cualquier ministerio que un hombre puede dentro de la iglesia (y si leíste los artículos anteriores ya descubriste que Pablo mismo apoya tal idea), entonces ¿Por qué las lenguas quedarían excluidas? ¡No existe razón alguna para prohibirles ejercer dicho don en la congregación! Prohibirles tal cosa sería, en todo caso, antibíblico. Por ejemplo:
- La Biblia afirma que el don de profecía es explícitamente tanto para mujeres como para varones: “Vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán” (Hechos 2:17).
- El Nuevo Testamento confirma que las mujeres reciben y ejercen este don del Espíritu (Hechos 21:9; 1 Corintios 11:5). En 1 Corintios 11:4-6, Pablo nos dice que “todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta, deshonra su cabeza. Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, deshonra su cabeza, porque es lo mismo que si se hubiera rapado. Si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o raparse, que se cubra.” Dicho de otra manera, y como el mismo Strauss lo admite en sus escritos “en la misma epístola, [Pablo] les dijo a las mujeres cómo vestirse cuando oren o profetizan en la iglesia (11:3-10).”[2]
- De acuerdo con Pablo, el don de lenguas, sumado a la interpretación, equivale a la profecía: «Así que, quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas, pero más que profetizaseis; porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia reciba edificación» (1 Corintios 14:5).
- Que el don de lenguas, sumado al de interpretación, equivale al don de profecía, es reforzado también por numerosos teólogos. Donald Gee, por ejemplo, afirma: “Está claramente establecido en la Palabra que, cuando los dones complementarios de lenguas e interpretación de lenguas se ejercieron en el orden correcto en la iglesia, fueron equivalentes al don de la profecía ( … ); Por lo tanto, ya que esto es así, en general se acepta que estos dos dones son uno de los muchos métodos por los cuales el Espíritu Santo puede hacer oír su voz en la Iglesia.”[3] Myer Pearlman, otro teólogo reconocido, afirma en su libro, Las Doctrinas de la Biblia, que: «Las lenguas y su interpretación corresponden a la profecía».[4]
- Si de acuerdo con Pablo, el don de lenguas, sumado a la interpretación, equivale a la profecía ¿Por qué a las mujeres (a las cuales según Pablo se les permite profetizar en la congregación) se les habría de prohibir ejercer el don de lenguas por sí solo cuando este es un don inferior a aquel? Nótese 1 Corintios 12:28, en donde se dice: “Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas.”
Las afirmaciones de Strauss (y de los cesacionistas que usan su argumento) simplemente no tienen sentido. Es evidente que el don de lenguas equivale en ocasiones a la profecía, e incluso Strauss en sus escritos afirma que a las mujeres les está permitido profetizar ¿Por qué entonces se opone a que hablen en lenguas? ¿Y por qué pretende él usar un argumento tan absurdo para negar la validez misma del movimiento pentecostal? ¿No será acaso por meros prejuicios hacia el movimiento pentecostal? Probablemente. Sin embargo, a quienes piensan de esa manera les recordamos que con el Dios de la Biblia “no hay favoritismos” (Romanos 2:11; 2 Samuel 14:14; 2 Crónicas 19:7; Hechos 10:34; Efesios 6:9). Él llama a quién quiere, y da dones y ministerios como Él decide; los seres humanos no deben poner limitaciones sobre prerrogativas divinas.
¿Quedan las mujeres excluidas del ministerio o de su derecho de hablar, enseñar y liderar en la iglesia porque jamás una mujer escribió un libro bíblico? Bajo esa lógica quedamos excluidos del ministerio todos los demás cristianos en la historia que jamás hemos escrito un libro que pueda considerarse parte del canon bíblico. ¡Solo alrededor de 40 personas en la historia de la humanidad podrían reclamar ese derecho! Francamente, creo que los argumentos cesacionistas se están agotando, porque cada vez son más malos y rebuscados, por no decir absurdos.
REFERENCIAS:
[1] Lehman Strauss, Speaking in Tongues, p. 7. Disponible en línea en: https://bible.org/assets/pdf/strauss_tongues.pdf Artículo consultado el 20/10/2022
[2] Ibid.
[3] Donald Gee, Los dones del Espíritu Santo, Roma 1988 ADI -Media, p 71-72
[4] Myer Pearlman, Las doctrinas de la Biblia, ADI -Media, tercera ed. Roma 1988, p. 258