Por Fernando E. Alvarado
El principio de Prima Scriptura es un pilar fundamental en la tradición wesleyana, que enfatiza la primacía de las Escrituras como la principal fuente de autoridad teológica, complementada por la tradición, la razón y la experiencia. Este principio teológico sostiene que las Escrituras son la fuente primaria y normativa de la fe y la práctica cristiana, pero no la única. A diferencia de Sola Scriptura, que enfatiza la exclusividad de la Biblia, Prima Scriptura reconoce el valor de otras fuentes como la tradición, la razón y la experiencia, siempre subordinadas a la autoridad bíblica. En la tradición wesleyana, este principio refleja la convicción de John Wesley de que la Biblia es la regla suficiente para la fe, pero debe ser interpretada en diálogo con otros recursos teológicos (Outler, 1985, p. 23). Wesley se describía a sí mismo como homo unius libri (hombre de un solo libro), destacando la centralidad de la Escritura, pero no descartaba la importancia de la tradición patrística, la reflexión racional y la experiencia personal de la fe (Wesley, 1984, p. 105). Este enfoque permite una teología dinámica que equilibra la autoridad bíblica con el contexto histórico y vivencial (Gunter et al., 1997, p. 45).

La autoridad primaria de la Escritura
La primacía de la Escritura encuentra su fundamento en 2 Timoteo 3:16-17, donde Pablo declara: “Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. En griego, πᾶσα γραφὴ (pasa graphē) se traduce como «toda la Escritura» o «cada Escritura», abarcando la totalidad del canon conocido por Timoteo, principalmente el Antiguo Testamento. El término θεόπνευστος (theopneustos), traducido como «inspirada por Dios», combina θεός (Dios) y πνέω (soplar), significando literalmente «soplada por Dios». Esta palabra única en el Nuevo Testamento resalta que la Escritura tiene su origen en Dios, evocando el «soplo» divino de Génesis 2:7. La frase «y útil» (καὶ ὠφέλιμος, kai ōphelimos) conecta la inspiración divina con su utilidad práctica, enumerando cuatro funciones: enseñar (διδασκαλία, didaskalia, instrucción doctrinal), redargüir (ἔλεγχος, elegchos, reprender errores), corregir (ἐπανόρθωσις, epanorthōsis, restaurar el rumbo) e instruir en justicia (παιδεία ἡ ἐν δικαιοσύνῃ, paideia hē en dikaiosynē, formar en vida justa). Estas funciones subrayan la autoridad y eficacia de la Escritura.
Cabe destacar aquí que la afirmación de que «toda la Escritura es inspirada por Dios» establece que su origen es divino, no humano. Theopneustos implica que el Espíritu Santo guió a los autores bíblicos para escribir exactamente lo que Dios quería, preservando sus estilos individuales (2 Pedro 1:20-21). Esta inspiración verbal y plenaria asegura que cada palabra de la Biblia es de Dios, distinguiéndola de cualquier otro escrito. La inspiración es la base para las demás doctrinas, ya que un texto de origen divino debe ser confiable y autoritativo. Por tal motivo, 2 Timoteo 3:16-17 es un texto clave para afirmar la inspiración, inerrancia, infalibilidad y suficiencia de la Biblia. Su origen divino (theopneustos) garantiza que es sin error, incapaz de fallar y suficiente para equipar al creyente para toda buena obra. De este modo, las Escrituras nos proporcionan un estándar objetivo contra el cual se evalúan otras fuentes de conocimiento teológico (Grudem, Systematic Theology, 1994, p. 73). Sin embargo, Prima Scriptura no excluye otras fuentes, sino que las integra de manera subordinada para enriquecer la comprensión de la revelación divina.

El rol de la Tradición
El pasaje de 2 Tesalonicenses 2:15 es fundamental para comprender el valor de la tradición en el marco de Prima Scriptura: “Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra”. La Reina-Valera 1960 usa la palabra «doctrina» en 2 Tesalonicenses 2:15 para traducir el término griegoπαράδοσις (paradosis), que significa literalmente «entrega», «transmisión» o «tradición». Se refiere a las enseñanzas o prácticas transmitidas de una generación a otra, ya sea oralmente o por escrito. En este contexto, Pablo se refiere a las enseñanzas apostólicas fundamentales que los tesalonicenses recibieron.
La pregunta es: ¿Por qué la Reina-Valera 1960 traduce mal παράδοσις (paradosis)? El “error de traducción” es intencional y deliberado. En el contexto histórico de la traducción de la Reina-Valera (siglos XVI-XVII, revisada en 1960), la palabra «tradiciones» tenía una carga teológica significativa, especialmente en el ámbito protestante. Los reformadores, como los que influyeron en la traducción de la Reina-Valera, evitaban usar «tradiciones» porque este término se asociaba con las prácticas extrabíblicas de la Iglesia Católica Romana, que ellos consideraban no autorizadas por las Escrituras. Para evitar confusiones, los traductores optaron por términos que enfatizaran la autoridad de las enseñanzas apostólicas sin evocar las «tradiciones» eclesiásticas. Sin embargo, versiones como la Biblia de Jerusalén, la Vulgata Latina, la Douay-Rheims, la Reina-Valera Antigua y la New American Bible usan «tradiciones» para reflejar más literalmente el texto griego.
Una exégesis cuidadosa de este versículo revela la relevancia de la tradición para la teología cristiana. Nótese que la segunda epístola a los Tesalonicenses, escrita alrededor del año 50-51 d.C., aborda las inquietudes de una comunidad cristiana joven que enfrentaba persecuciones y confusiones escatológicas (2 Tes 2:1-2). Pablo busca fortalecer su fe exhortándolos a permanecer anclados en las enseñanzas apostólicas. El término griego paradoseis (“tradiciones”) alude a las enseñanzas transmitidas, un concepto arraigado en el judaísmo del siglo I, donde la paradosis representaba la entrega autoritativa de enseñanzas (cf. Mishná, Pirke Avot 1:1). En este contexto, Pablo adapta este término para referirse a las enseñanzas cristianas basadas en la revelación de Cristo, transmitidas tanto dia logou (“por palabra”, oralmente) como di’ epistolēs (“por carta”). En el contexto del siglo I, antes de la canonización del Nuevo Testamento, la tradición oral era un vehículo esencial para preservar y transmitir la fe (Maddox, Responsible Grace, 1994, p. 139).
Así pues, el pasaje valida la tradición como una fuente legítima que complementa la Escritura. En la tradición wesleyana, la tradición no rivaliza con la Escritura, sino que la ilumina al proporcionar el contexto histórico y teológico de la iglesia primitiva. Por ejemplo, los credos ecuménicos y las prácticas litúrgicas, como el Credo de Nicea o la celebración de la Eucaristía, emergen de esta paradosis apostólica, ayudando a interpretar la Escritura de manera coherente con la fe histórica (Oden, Classic Christianity, 1992, p. 112). Así, 2 Tesalonicenses 2:15 refuerza la idea de que la tradición es un apoyo esencial para la interpretación fiel de la Escritura, siempre subordinada a su autoridad.

La razón como instrumento de comprensión
La razón, como don divino, desempeña un papel crucial en la comprensión de la revelación. En Isaías 1:18, Dios invita al pueblo: “Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta” (niwakah, “razonemos juntos” en hebreo). Este llamado refleja la capacidad humana para dialogar racionalmente con la revelación divina, siempre bajo su guía. En el Nuevo Testamento, la razón se manifiesta en la práctica de Pablo, quien “razonaba” (dielegeto, de dialegomai, “discutir lógicamente”) con los judíos en las sinagogas, explicando las Escrituras (Hch 17:2-3). Como argumenta John Wesley, la razón permite analizar el contexto, la gramática y la intención de los textos bíblicos, asegurando interpretaciones coherentes y evitando lecturas arbitrarias (Wesley, Sermons on Several Occasions, 1984, p. 132).
Desde una perspectiva académica, la razón se materializa en la hermenéutica bíblica, que emplea herramientas como el análisis histórico-crítico, la exégesis y la teología sistemática. Por ejemplo, el trabajo de N.T. Wright demuestra cómo el estudio racional del contexto sociocultural del siglo I enriquece la comprensión de los textos paulinos (The New Testament and the People of God, 1992, p. 45). La razón, por tanto, no opera de manera autónoma, sino en diálogo con la Escritura y la tradición, garantizando una interpretación teológicamente sólida.

La Experiencia como Confirmación de la Fe
La experiencia personal, aunque secundaria, es igualmente relevante en el marco de Prima Scriptura. Romanos 8:16 afirma: “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios” (RVR1960). Este testimonio interior, mediado por el Espíritu Santo, confirma la verdad de la Escritura en la vida del creyente. En la tradición wesleyana, la experiencia no genera doctrina, sino que verifica su aplicación práctica, como en la doctrina de la “seguridad de la salvación” (Maddox, 1994, p. 141). Así, la experiencia actúa como un puente entre la revelación escrita y la vida cotidiana.
Integración del cuadrilátero wesleyano con el concepto de Prima Scriptura
El cuadrilátero wesleyano, formulado por Albert C. Outler, constituye un método teológico que integra cuatro fuentes fundamentales para la reflexión doctrinal: la Escritura, la tradición, la razón y la experiencia. Esta interacción evita tanto el fundamentalismo rígido como el relativismo, asegurando que la teología sea fiel a la revelación divina y significativa para la vida contemporánea. En este marco, el principio de Prima Scriptura establece la Escritura como la autoridad primaria y normativa, mientras que la tradición, la razón y la experiencia funcionan como recursos hermenéuticos complementarios. La tradición, comprendida como el legado de la antigüedad cristiana y los credos ortodoxos, ofrece un contexto histórico-doctrinal que enriquece y orienta la interpretación de las Sagradas Escrituras. La razón permite un análisis crítico de la Escritura y la tradición, asegurando coherencia teológica (Outler, 1985, p. 27). La experiencia, especialmente la vivencia personal de la fe, confirma la relevancia de la Escritura en la vida del creyente, como se ve en la doctrina wesleyana de la seguridad de la salvación (Wesley, 1984, p. 189). El cuadrilátero no equipara estas fuentes, sino que las ordena jerárquicamente, con la Escritura como la norma suprema (Gunter et al., 1997, p. 67). Este enfoque garantiza un equilibrio entre fidelidad bíblica y contextualización teológica.

Inclusión de Prima Scriptura en el pentecostalismo
El pentecostalismo, con raíces en el movimiento de santidad wesleyano, ha adoptado Prima Scriptura de manera implícita al integrar la experiencia carismática con la autoridad bíblica (Archer, 2009, p. 89). Influenciadas por el metodismo, muchas iglesias pentecostales reconocen la autoridad suprema de la Biblia, pero valoran la experiencia del Espíritu Santo como una confirmación de la fe, especialmente en dones como el hablar en lenguas (Menzies & Menzies, 2000, p. 112). Este enfoque refleja la influencia de Prima Scriptura, que permite al pentecostalismo mantener su identidad carismática sin descartar la riqueza de la tradición y la razón. Al adoptar este principio, la teología pentecostal ha evitado el cesacionismo y ha enriquecido su práctica con un diálogo teológico más amplio.

Bibliografía y Referencias:
- Archer, K. J. (2009). A Pentecostal hermeneutic for the twenty-first century: Spirit, Scripture, and community. T&T Clark.
- Grudem, W. (1994). Systematic theology: An introduction to biblical doctrine. Zondervan.
- Gunter, W. S., Jones, S. J., Campbell, T. A., Miles, R. J., & Maddox, R. L. (1997). Wesley and the quadrilateral: Renewing the conversation. Abingdon Press.
- Maddox, R. L. (1994). Responsible grace: John Wesley’s practical theology. Kingswood Books.
- Menzies, W. W., & Menzies, R. P. (2000). Spirit and power: Foundations of Pentecostal experience. Zondervan.
- Oden, T. C. (1992). The living God: Systematic theology (Vol. 1). Prince Press.
- Outler, A. C. (1985). The Wesleyan theological heritage: Essays of Albert C. Outler. Zondervan.
- Wesley, J. (1984). The works of John Wesley (Vol. 1). Abingdon Press.