Por Fernando E. Alvarado
La predisposición a interpretar las Escrituras a través del prisma de nuestra tradición teológica es un fenómeno constante y difícil de evitar. Nacemos inmersos en un marco doctrinal específico, y quienes están convencidos de su postura rara vez admitirán su posible equivocación. Sin embargo, imponer al texto bíblico un significado ajeno a su intención original mediante artificios exegéticos constituye una grave falta de fidelidad tanto a Dios como a Su Palabra.
Un ejemplo paradigmático de este error se encuentra en la interpretación calvinista de Hebreos 6:4-6, donde se argumenta que el pasaje se refiere a «creyentes falsos» —sosteniendo, en esencia, que «si eres un verdadero creyente, permanecerás en la fe; si no lo eres, eventualmente te apartarás, demostrando que nunca fuiste un verdadero creyente». Esta lectura, sin embargo, no solo desvirtúa el sentido claro del texto, sino que representa una falacia exegética destinada a preservar un sistema teológico cerrado, reacio a cuestionarse a sí mismo. Lejos de ser una conclusión derivada de un análisis textual riguroso, es una construcción artificial que busca justificar una teología predeterminada, incluso a costa de negar la perspicuidad (claridad) de las Escrituras que tanto dicen defender.
Tal aproximación no solo socava la integridad hermenéutica, sino que plantea un serio problema ético: sustituir la voz del texto por los presupuestos doctrinales es, en última instancia, un acto de infidelidad al Dios que se revela en Su Palabra. Este fue uno de los muchos pecados de Calvino. pecado que sus herederos modernos insisten en repetir sin aparente cargo de conciencia.

Hebreos 6:4-6 y la posibilidad de la apostasía de un creyente verdadero
En los últimos años se ha popularizado una respuesta recurrente ante el fenómeno de la apostasía: cuando alguien abandona la fe cristiana que profesaba, se afirma dogmáticamente que «nunca fue un verdadero creyente», bajo el argumento de que «los auténticos convertidos perseveran hasta el fin». Esta postura, frecuentemente acompañada de frases como «era un falso hermano» o «no era de los elegidos», refleja una asimilación acrítica de presupuestos teológicos calvinistas. Lo más preocupante es que este discurso —originalmente vinculado a la doctrina de la perseverancia final de los santos— ha trascendido su contexto reformado y hoy se repite incluso en círculos arminianos y pentecostales, demostrando el éxito de la difusión del calvinismo (o más bien infección) en otros círculos teológicos.
Para justificar esta posición, sus defensores incluso apelan a textos como 1 Juan 2:19 («Salieron de nosotros, pero no eran de los nuestros…»), ignorando que este pasaje aborda un contexto específico (la herejía doceta) y no puede extrapolarse mecánicamente a toda deserción de la fe. Tal interpretación desatiende las numerosas advertencias neotestamentarias sobre la posibilidad real de apostasía (p. ej., Hebreos 6:4-6; 10:26-29; 2 Pedro 2:20-22), donde se describe a quienes, habiendo experimentado genuinamente la gracia, posteriormente la rechazan. Reducir estos casos a un «nunca fueron verdaderos creyentes» no solo es una simplificación exegética, sino que socava la seriedad de las advertencias bíblicas y deshumaniza a quienes atraviesan crisis de fe.
Este enfoque, más allá de sus implicaciones teológicas, revela un problema pastoral profundo: en lugar de abordar la apostasía como un drama espiritual que exige reflexión y compasión, la convierte en un mero mecanismo de defensa doctrinal.
Frente a las claras advertencias de Hebreos 6:4-6, muchos teólogos calvinistas, en lugar de reconsiderar su postura, recurren a argumentos que distorsionan el sentido natural del texto. Algunos afirman que el autor no se refería a creyentes genuinos, sino a «falsos hermanos» que nunca experimentaron una verdadera conversión. Otros proponen una interpretación aún más forzada: sugieren que el pasaje plantea una mera hipótesis imposible —es decir, una reflexión teórica sobre lo que sucedería si alguien apostatara, aunque tal cosa resultara, en su sistema teológico, inalcanzable—. Sin embargo, estas lecturas generan serias dificultades hermenéuticas.
El pasaje en cuestión afirma:
“Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados, y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean renovados de nuevo para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio.” (Hebreos 6:4-6)
No podemos ignorar el contexto de la epístola a los Hebreos, la cual fue escrita a una comunidad de creyentes judíos que enfrentaban persecución y tentación de volver al judaísmo para evitar sufrimiento. El autor busca exhortarlos a perseverar en la fe cristiana, mostrando la superioridad de Cristo y su sacrificio sobre el sistema levítico. Hebreos 6:4-6 forma parte de una advertencia severa (la tercera de cinco en la epístola: 2:1-4; 3:7-4:13; 6:4-8; 10:26-31; 12:25-29) dirigida a creyentes que corrían el riesgo de apartarse de la fe debido a la presión externa o la falta de madurez espiritual (5:11-14).
Un análisis cuidadoso (versículo a versículo) de este pasaje nos muestra claramente que los aquí mencionados eran creyentes verdaderos expuestos a caer de la gracia en caso de apostatar:
- Versículo 4: “Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados, y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo…”
- “Fueron iluminados”: La palabra griega photisthentas implica recibir la luz del evangelio, un término usado en Hebreos 10:32 para describir la conversión inicial de los creyentes, cuando “recibieron la luz” tras aceptar a Cristo. Esto indica una experiencia genuina de salvación, no una mera exposición superficial al evangelio.
- “Gustaron del don celestial”: El verbo geusamenous (gustar) implica una experiencia real y personal, no solo un conocimiento teórico. El “don celestial” se refiere probablemente a la salvación o la gracia de Dios en Cristo (Romanos 6:23; Efesios 2:8). En el contexto, “gustar” no es probar superficialmente, sino participar profundamente (como en Hebreos 2:9, donde Jesús “gustó” la muerte, experimentándola plenamente).
- “Fueron hechos partícipes del Espíritu Santo”: La palabra metochous (partícipes) denota una participación activa y real. Recibir el Espíritu Santo es una marca distintiva de los creyentes auténticos (Hechos 2:38; Romanos 8:9; Gálatas 3:2). Este lenguaje no se aplica a incrédulos o a quienes solo han oído el evangelio sin aceptarlo.
- Versículo 5: “y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero…”
- “Gustaron de la buena palabra de Dios”: Esto sugiere que experimentaron el poder transformador del evangelio (cf. Romanos 1:16). La “buena palabra” es el mensaje de salvación que produce fe y conversión.
- “Los poderes del siglo venidero”: Se refiere a las manifestaciones del poder de Dios, como milagros, dones espirituales o la experiencia de la nueva vida en Cristo, que anticipa la era escatológica. Esto refuerza que los descritos han experimentado realidades espirituales reservadas para los creyentes.
- Versículo 6: “y recayeron, sean renovados de nuevo para arrepentimiento…”
- “Y recayeron”: La palabra griega parapesontas implica una caída deliberada o apostasía, un abandono intencional de la fe. No se trata de pecados comunes o caídas temporales, sino de un rechazo definitivo de Cristo, equivalente a “crucificar de nuevo al Hijo de Dios” y “exponerle a vituperio”. Esto indica una acción consciente y persistente contra la fe que una vez profesaron.
- “Imposible… sean renovados de nuevo para arrepentimiento”: La palabra “imposible” (adynaton) es enfática y debe entenderse en el contexto. No significa que Dios no pueda perdonar, sino que, en el caso de una apostasía deliberada y persistente, el individuo se coloca en una posición donde rechaza el único medio de salvación (Cristo). Al crucificar de nuevo a Cristo (en un sentido figurado, al rechazar su sacrificio), hacen imposible su propio arrepentimiento, ya que endurecen su corazón contra la gracia.
Esto no deja espacio a dudas sobre el significado de dicho pasaje, a menos que elijamos defender un sistema teológico antes que aceptar lo que claramente dicen las Escrituras. El lenguaje de Hebreos 6:4-6 describe claramente a personas que han experimentado una conversión genuina:
- Iluminados: Han recibido la luz del evangelio y creído en él (Hebreos 10:32).
- Gustaron del don celestial: Han experimentado la salvación y la gracia de Dios.
- Partícipes del Espíritu Santo: Solo los creyentes reciben el Espíritu (Romanos 8:9; 1 Corintios 12:13).
- Gustaron de la buena palabra y los poderes del siglo venidero: Han experimentado el poder transformador del evangelio y las bendiciones espirituales.
No hay indicios en el texto de que estas personas sean “falsos creyentes” o que solo hayan tenido una experiencia superficial. El autor usa términos que en otros pasajes (como Efesios 1:13-14; Gálatas 3:2; Hechos 2:38) se aplican exclusivamente a creyentes auténticos. Además, el hecho de que se hagas una advertencia tan grave implica que estos creyentes están en peligro real de caer, lo que presupone que son genuinos, ya que un incrédulo no podría “caer” de una fe que nunca tuvo. Es por eso que el pasaje afirma explícitamente que estos creyentes “recayeron” (parapesontas), lo que indica la posibilidad de apartarse de la fe.
La expresión “caer de la gracia” aparece en Gálatas 5:4, donde Pablo advierte a los creyentes que buscan justificarse por la ley: “De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído.” Esto implica que los creyentes pueden, por su propia decisión, apartarse de la gracia que los salvó. En Hebreos, el contexto de la advertencia (6:4-8) y otras similares (10:26-31) refuerza esta idea:
- Hebreos 10:26-29: “Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados…”. Este pasaje describe a creyentes que, habiendo recibido la verdad, persisten en el pecado deliberado, enfrentando un juicio severo. La mención de “santificado” (v. 29) sugiere que son creyentes redimidos.
- Hebreos 3:12-14: “Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros un corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo.” Aquí, el autor llama “hermanos” a los destinatarios y los exhorta a no apartarse, lo que implica que la apostasía es una posibilidad real para los creyentes.
Estos textos muestran que los creyentes auténticos pueden, por su propia voluntad, rechazar la fe y caer de la gracia, entendida como el estado de salvación que disfrutan en Cristo.

Ecclesia reformata, semper reformanda («Iglesia reformada, siempre reformándose») ¡Salvo cuando seguir reformando la iglesia implique revisar y corregir los dogmas de Calvino!
Resulta profundamente irónico que los herederos del lema Ecclesia reformata, semper reformanda («Iglesia reformada, siempre reformándose») sean hoy quienes más resisten cualquier revisión de sus posturas teológicas, incluso ante evidencias bíblicas contundentes. Este inmovilismo, justificado en nombre de la tradición y de un sistema doctrinal rígido, revela una contradicción fundamental: mientras se proclama la necesidad de volver constantemente a las Escrituras, se privilegia la coherencia dogmática sobre la sumisión al texto sagrado.
Un caso emblemático de este problema es la doctrina de la perseverancia final de los santos, que afirma la imposibilidad de la caída definitiva para un creyente genuino. Esta enseñanza, aunque central en el calvinismo clásico, no resiste un escrutinio exegético riguroso. Pasajes como Hebreos 6:4-6, 10:26-29 o las advertencias de Pablo en 1 Corintios 9:27 y 10:12 presentan un cuadro bíblico más matizado: la posibilidad de apostasía no es una mera hipótesis, sino un riesgo real para aquellos que han participado genuinamente de la gracia. Negar esta realidad implica forzar la hermenéutica para proteger un edificio teológico preconcebido, en lugar de permitir que la Palabra moldee la doctrina.
Si la Reforma protestante nació como un llamado a someter toda tradición a la autoridad de las Escrituras, ¿no es acaso una traición a ese espíritu el aferrarse a interpretaciones desfasadas por mera lealtad confesional? La verdadera fidelidad al principio de semper reformanda exige humildad intelectual y la disposición a corregir incluso los dogmas más arraigados cuando la Biblia los cuestiona. Pero tal parece que, en la tradición reformada, el eslogan Ecclesia reformata, semper reformanda («Iglesia reformada, siempre reformándose») ¡Es válido en todos los casos, salvo cuando seguir reformando la iglesia implique revisar y corregir los dogmas de Calvino!
La doctrina calvinista de la “perseverancia de los santos”, la cual sostiene que todos los verdaderos creyentes perseverarán hasta el fin, y que si alguien se aparta, nunca fue un verdadero creyente, es un claro ejemplo de tal incoherencia. Esta posición, y variantes aún más distorsionadas de la misma, como la bien conocida doctrina del “una vez salvo, siempre salvo”, se basa en textos como Juan 10:28-29, Romanos 8:38-39 y Filipenses 1:6, que enfatizan la seguridad de la salvación. Sin embargo, Hebreos 6:4-6 y otros pasajes bíblicos contradicen esta afirmación, mostrando que los creyentes auténticos pueden apartarse y perder su salvación. A continuación, se presenta una refutación bíblica de esta doctrina:
1. La descripción de Hebreos 6:4-6 contradice la Idea de “Nunca fueron creyentes”
Como se analizó, los descritos en Hebreos 6:4-6 son creyentes auténticos que han experimentado la salvación, el Espíritu Santo y las bendiciones de la fe. La afirmación calvinista de que “nunca fueron verdaderos creyentes” no tiene respaldo en el texto, ya que el autor no da ninguna indicación de que su fe fuera falsa. Por el contrario, el lenguaje usado es idéntico al que describe a los creyentes en otros pasajes (cf. Hebreos 10:32-34; Efesios 1:13-14). Si estos no fueran creyentes, la advertencia carecería de sentido, ya que un incrédulo no necesita ser advertido sobre “caer” de algo que nunca poseyó.
2. Otros textos que muestran la posibilidad de apostasía
Varios pasajes bíblicos advierten a los creyentes sobre el peligro de apartarse, lo que implica que la apostasía es una posibilidad real para los redimidos:
- 2 Pedro 2:20-22: “Si habiendo escapado de las contaminaciones del mundo por el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, de nuevo se enredan en ellas y son vencidos, su último estado viene a ser peor que el primero.” Este texto describe a personas que escaparon del pecado mediante la fe en Cristo (un lenguaje reservado para creyentes), pero luego se apartaron, cayendo en un estado peor que el inicial.
- 1 Timoteo 4:1: “El Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores…” Aquí, “apostatarán de la fe” implica que tenían fe genuina antes de abandonarla.
- Gálatas 5:4: Como se mencionó, Pablo advierte a los creyentes que buscan justificarse por la ley que han “caído de la gracia”, lo que presupone que estaban en la gracia antes de apartarse.
- 1 Corintios 10:12: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.” Esta advertencia a los creyentes corintios implica que incluso los que están “firmes” en la fe pueden caer si no permanecen vigilantes.

3. La seguridad de la salvación no niega la responsabilidad humana
Los textos que los calvinistas usan para respaldar la perseverancia (como Juan 10:28-29, “nadie las arrebatará de mi mano”) enfatizan la seguridad de la salvación desde la perspectiva de la fidelidad de Dios, pero no eliminan la responsabilidad humana de permanecer en la fe. Por ejemplo:
- Juan 15:4-6: Jesús dice: “Permaneced en mí, y yo en vosotros… El que no permanece en mí, será echado fuera como pámpano, y se secará…” Aquí, Jesús advierte a sus discípulos (creyentes) que deben permanecer en Él para no ser cortados, lo que implica la posibilidad de apartarse.
- Colosenses 1:22-23: Pablo dice que los creyentes serán presentados santos “si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio.” La condición “si en verdad permanecéis” indica que la perseverancia es una responsabilidad del creyente, no un hecho automático.
- Apocalipsis 2:10: “Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.” La exhortación a la fidelidad implica que los creyentes deben perseverar activamente para recibir la recompensa final.
4. La lógica de la advertencia implica un peligro real
Las advertencias de Hebreos y otros pasajes (como 2 Pedro 2:20-22; Hebreos 10:26-31) perderían su propósito si los creyentes no pudieran apartarse. Si la apostasía fuera imposible para un verdadero creyente, ¿por qué el Espíritu Santo inspiraría advertencias tan severas dirigidas a los creyentes? La lógica de Hebreos 6:4-6 es que los creyentes auténticos, que han experimentado la salvación, pueden elegir rechazarla, endureciendo su corazón hasta el punto de no poder ser renovados para arrepentimiento.
5. La falacia calvinista y de quienes afirman el “salvo, siempre salvo”: una interpretación eisegética
La afirmación calvinista de que “si alguien cae, nunca fue verdadero creyente” es una interpretación eisegética, es decir, impone una teología preconcebida sobre el texto en lugar de derivar la enseñanza del texto mismo. Esta postura ignora el lenguaje claro de Hebreos 6:4-6 y otros pasajes que describen a creyentes genuinos en peligro de apostasía. Además, reduce la responsabilidad humana y contradice la enseñanza bíblica de que la salvación, aunque es un don de Dios, requiere una respuesta continua de fe y obediencia (Filipenses 2:12; Hebreos 3:14).

Una palabra final sobre Hebreos 6:4-6 y 1 Juan 2:19
El análisis exegético de Hebreos 6:4-6 demuestra que los mencionados son creyentes auténticos que han experimentado la salvación, el Espíritu Santo y las bendiciones de la fe. La advertencia sobre su posible caída indica que están realmente expuestos a caer de la gracia si rechazan deliberadamente a Cristo. Este pasaje, junto con otros como Gálatas 5:4, 2 Pedro 2:20-22 y Hebreos 10:26-31, refuta la afirmación calvinista de que “si alguien cae, nunca fue verdadero creyente”.
La Biblia enseña que los creyentes genuinos pueden apartarse de la fe por su propia voluntad, y las advertencias bíblicas existen precisamente para exhortarlos a perseverar. La doctrina calvinista de la perseverancia de los santos, al negar esta posibilidad, impone una interpretación que no se sostiene ante el testimonio claro de las Escrituras, constituyendo una falacia antibíblica que ignora la responsabilidad humana y el llamado a permanecer en Cristo.
Por otro lado, usar pasajes como 1 Juan 2:19 para afirmar que quienes un día se aparataron de la fe nunca fueron verdaderos creyentes, es un grave error exegético. 1 Juan 2:19, que dice: «Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron, para que se manifestase que no todos son de nosotros», debe entenderse en su contexto eclesiológico y teológico, donde Juan aborda a una comunidad cristiana enfrentada a falsos maestros o anticristos que negaban la encarnación de Cristo (1 Jn 2:18-22).
Exegéticamente, el versículo no trata primariamente de la salvación personal o la perseverancia final, sino de la apostasía de ciertos individuos que, al abandonar la comunidad y sus enseñanzas apostólicas, revelan que no compartían la fe cristológica ortodoxa ni la comunión genuina con la iglesia. La frase «no eran de nosotros» no implica necesariamente que nunca fueron creyentes salvos, sino que no estaban alineados con la fe apostólica verdadera, lo que se evidencia en su salida.
Usar este texto para respaldar la doctrina de la «perseverancia final de los santos» o el «salvo siempre salvo» es problemático, ya que el contexto no aborda la seguridad eterna ni la naturaleza de la salvación inicial de estos individuos, sino su falta de identificación con la comunidad fiel en términos doctrinales y relacionales. Además, interpretar que «nunca fueron creyentes verdaderos» impone una lectura teológica que el texto no desarrolla explícitamente, ignorando la posibilidad de que algunos pudieron haber sido creyentes pero luego se apartaron por error doctrinal o moral, un tema que 1 Juan aborda al advertir contra el pecado y la necesidad de permanecer en la verdad (1 Jn 1:8-10; 2:1-6). Por tanto, este versículo no puede usarse de manera concluyente para afirmar que quienes se apartan nunca fueron salvos, ya que su enfoque es la fidelidad a la enseñanza apostólica, no la condición soteriológica inicial de los desertores.

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