Por Fernando E. Alvarado
El pentecostalismo defiende el significado teológico de la “historia” narrativa de Lucas de la actividad del Espíritu Santo en el libro de Hechos. Más específicamente: “Se considera que los sucesos que ocurrieron el día de Pentecostés son el modelo para siglos venideros”,[1] o que la narrativa de Pentecostés establece “el modelo bíblico para los creyentes de toda la era de la iglesia”.[2] No todos los protestantes, sin embargo, están de acuerdo con esta afirmación pentecostal. En su libro The Baptism and Fullness of the Holy Spirit, John R. W. Stott expresa lo siguiente:
“Se debe buscar esa revelación del propósito de Dios en las Escrituras en las partes didácticas, más bien que en las históricas. Más precisamente, debemos buscarla en la enseñanza de Jesús, y en los sermones y escritos de los apóstoles, y no en las porciones puramente narrativas de Hechos… No se debe construir una doctrina del Espíritu Santo basada en pasajes descriptivos en Hechos.”[3]

¿Por qué Stott rebaja el valor teológico de los escritos lucanos? Porque en su mayoría, las denominaciones tradicionales y sus eruditos imponen su lectura de Pablo sobre los escritos de Lucas. En su prólogo a la segunda edición en español de “La teología carismática de Lucas”, Clark H. Pinnock, teólogo, apologista, autor y profesor emérito de teología sistemática en McMaster Divinity College escribió:
“Lucas… apoya una teología y religión carismáticas. Algunos… han intentado imponer su lectura de Pablo sobre los escritos de Lucas, y los han distorsionado… Lucas habla de un bautismo de poder para el servicio, que no está orientado al trabajo soteriológico del Espíritu, del que a menudo habla Pablo. Las teologías de Lucas y Pablo son mutuamente complementarias, pero no hay que confundirlas afirmando que son idénticas en el sentido acostumbrado. Pablo da cabida, por supuesto, a lo que dice Lucas en su tratamiento de la estructura carismática de la congregación en 1 Corintios 12-14, pero no hay que encarcelar a Lucas en un cuarto de la casa de Pablo. Tampoco tenemos derecho alguno, como es costumbre entre evangélicos, a rebajar a Lucas porque su obra es teología narrativa y no didáctica… Si el Lucas canónico tiene una teología carismática… no se puede considerar el pentecostalismo como una clase de aberración que resulta de excesos experimentales, sino como un avivamiento en el siglo veinte de la religión y la teología neotestamentarias. No ha restaurado a la iglesia sólo gozo y poder, sino también una lectura más clara de la Biblia.”[4]
Yendo contra la corriente general de las iglesias tradicionales del protestantismo, los pentecostales enfatizamos el propósito teológico “normativo” del relato histórico de Lucas del don del Espíritu para la experiencia cristiana contemporánea. ¿Por qué los pentecostales hacemos tal cosa? Porque, como bien lo señala Strondstad “esa supuesta distinción entre descripción y enseñanza doctrinal es ajena a la comprensión general que se observa en el Nuevo Testamento de la historiografía bíblica, es decir, del Antiguo Testamento.”[5]
Strondstad señala correctamente que el mismo Pablo percibió un propósito didáctico en la narrativa histórica, acerca de la cual escribió:
“Toda la Escritura [y esto incluye los textos narrativ-descriptivos de Lucas-Hechos] es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” (2 Timoteo 3:16-17)
“Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros [y aquí Pablo se refiere indiscutiblemente a la literatura histórica del Antiguo Testamento – no muy distinta en propósito a los escritos lucanos], a quienes han alcanzado los fines de los siglos.” (1 Corintios 10:11)

En vista de lo anterior, el intento de nuestros hermanos no pentecostales por rebajar los escritos lucanos no solo es incorrecto, sino también absurdo. Un aves más Strondstad señala:
“Si para Pablo las narrativas históricas del Antiguo Testamento tenían lecciones didácticas para los cristianos de la época del Nuevo Testamento, entonces sería bien sorprendente si Lucas, quien modeló su historiografía sobre la del Antiguo Testamento, no revistiera su propia historia del origen y la extensión del cristianismo con un significado didáctico.”[6]
Tal como numerosos eruditos lo han señalado, es innegable que Lucas tenía un interés teológico que fue al mismo tiempo histórico;[7]por lo tanto, aunque son históricas, sus narrativas siempre son más que simplemente descripciones o la relatos históricos. Fue su concepto de la teología lo llevó a escribir historia.[8] Cada relato lucano tiene un propósito histórico-teológico.
De esta manera, añade Strondstad, “en vez de proporcionar un fundamento débil sobre el cual levantar una doctrina del Espíritu Santo, como comúnmente se alega, los relatos históricos de la actividad del Espíritu en Hechos constituyen un fundamento firme para construir una doctrina del Espíritu que tiene implicaciones normativas para la misión y la experiencia religiosa de la iglesia contemporánea.”[9]
REFERENCIAS:
[1] Holdcroft, The Holy Spirit, p. 108
[2] Carl Brumback, “What Meaneth This”: A Pentecostal Answer to a Pentecostal Question (Springfield, Missouri: Gospel Publishing House, 1947), p. 192; compárense pp. 198, 206.
[3] Stott, The Baptism and Fullness of the Holy Spirit, p. 8, 18.
[4] Roger Strondstad, La teología carismática de Lucas, pp. 2-3.
[5] Ibid. pp. 14.
[6] Ibid. pp. 15.
[7] Hengel, Acts and the History of the Earliest Christianity, pp.41-42.
[8] Marshall, Luke: Historian and Theologian, p. 52.
[9] Roger Strondstad, La teología carismática de Lucas, pp. 19.