Por Fernando E. Alvarado
Muchas veces me he preguntado: ¿Qué Biblia leen las personas que creen en esta moda de «arrebatar». Puedes leerla todas las veces que quieras, y en toda la Escritura nunca verás a un creyente «arrebatando» cosas al diablo. De hecho, en toda la historia de la iglesia, nadie ha creído en eso hasta el día de hoy. Peor aún, no hay ningún versículo en toda la Biblia que justifique esta moda. A algunas personas (muy mal formadas teológicamente, por cierto) les parece que Mateo 11:12 justifica esta manía de andar arrebatando cosas al diablo. En dicho versículo Jesús dice:
“Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan”

Sin embargo, Mateo 11:12 en ningún momento nos enseña a arrebatar cosas, mucho menos arrebatárselas al diablo. Mateo 11:12 admite dos principales interpretaciones:
a) el Reino sufre rechazo violento por parte de quienes se oponen a él.
b) el Reino exige esfuerzo y sólo los que se esfuerzan, los que se hacen violencia a sí mismos, entrarán en él.
El contexto de Mateo 11 parece favorecer la primera interpretación. Desde el nacimiento de Juan el Bautista el reino estaba siendo atacado, hombres violentos estaban tratando de impedir que otros entren. Los violentos incluirían a los escribas y fariseos (Mateo 23:13), y a Herodes el Grande que trató de matar al niño Jesús, y a Herodes Antipas que mandó a perseguir y a decapitar a Juan el Bautista. Jesús advierte a sus discípulos que la oposición aumentará en lugar de disminuir (Mateo 10:16–42). Esto puede verse claramente en la forma en que otras versiones traducen Mateo 11:12.
“… el reino del cielo ha venido avanzando con fuerza, y gente violenta lo está atacando” (NTV)
“… el reino de los cielos es objeto de violencia y los violentos pretenden arrebatarlo” (BLPH)

Los adversarios de Juan y de Jesús impedían con violencia que el pueblo entrara en el reino de los cielos. Pero la oposición al verdadero reino de Dios en la tierra no solo provenía de opositores maliciosos, sino también de partidarios entusiastas. Algunos querían entrar en el reino antes de que Dios abriera las puertas. En Lucas 19:11 leemos que, “Oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente”. Juan 6:15 nos dice: “Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo”. Desde luego los tales ignoraban la verdadera naturaleza del reino de Cristo, pensando que sería otro reino terrenal como el de David (compárense Mat 20:21; Hch 1:6, etc.).
La gente estaba agitada, inquieta, ansiosa, contendiendo, preguntando, discutiendo con respecto a Juan y Jesús, debido a su gran deseo de ver el reino del Mesías. Querían que el reino de Israel dominara sobre otras naciones como en los días de David y Salomón. Los judíos querían aprovecharse de la popularidad de Juan y de Jesús, para establecer el reino y levantar un movimiento contra Roma. Muchos judíos querían tomar control del reino. Querían crear el reino en su propia imagen. Querían los honores, privilegios y poderes de un reino terrenal. Recuérdese la contienda entre los apóstoles (Mat 18:1-3; Mat 20:20-21). Este deseo violento de imponer o «arrebatar» el reino de Dios por la fuerza era una amenaza para el reino que Cristo vino a implantar en esta tierra y para aquellos que sinceramente lo buscaban (de haberse usado a Cristo como caudillo político en oposición a Roma, el movimiento cristiano hubiese sido sofocado militarmente por los romanos). Pero el reino no iba a ser dominado o sometido por la violencia humana. Nótese que cuando Mateo dice que “los violentos lo arrebatan”, Lucas dice “todos se esfuerzan por entrar en él” (Lucas 16:16). El sentido de este versículo debe ser entendido de la siguiente forma: “El reino avanza implacablemente, y solamente los implacables encuentran su camino a él”. La traducción TLA dice:
“… el reino de Dios avanza a pesar de sus enemigos. Sólo la gente valiente y decidida logra formar parte de él”

Los verdaderos cristianos deberían luchar valientemente por entrar en el reino, tanto soportando la persecución de sus enemigos como por la amenaza de los falsos «cristianos» con intereses ajenos al reino que solo buscaban poder y honor terrenal. Una vez más, Cristo está magnificando la dificultad de entrar en el reino (Mateo 7:13-14).
Si se toma en cuenta el pasaje paralelo de Lucas 16:16, “La ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces el reino de Dios es anunciado, y todos se esfuerzan por entrar en él”, la segunda interpretación también resulta válida: el Reino exige esfuerzo y sólo los que se esfuerzan, los que se hacen violencia a sí mismos, entrarán en él. Cómo podemos ver, ninguna de las dos o interpretaciones siquiera insinúa que los creyentes puedan «arrebatar» algo de las manos del diablo.
Mi querido hermano en Cristo: Satanás no puede quitarte nada si Dios no se lo permite. Pese a que vemos muchos cristianos “peleando” con el diablo para quitarle lo que es de ellos, la Biblia nos enseña que Satanás no puede tocar lo que somos y lo que Dios nos ha dado, a menos que Dios se lo permita dentro de su santo propósito: Lo vemos en la vida de Job. Dios mismo entregó en manos de Satanás todas las posesiones de Job (Job 1:11). No vemos a Job, entrando al “campo” del diablo arrebatando ni tampoco vemos a Satanás actuando sin el permiso de Dios. El mismo Cristo le dijo a Pedro “he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo» (Lucas 22:31), probando que Satanás no se mueve sin el permiso expreso de Dios. Si Dios, que es soberano, le permite a Satanás tocar tu bienestar o posesiones, ¿Acaso tú o yo, podremos “arrebatarle” al diablo, lo que Dios mismo le ha entregado en sus manos? Si Dios mismo no se lo permite ¿Podrá el diablo hacernos o arrebatarnos algo? La respuesta es no. Por lo tanto, “arrebatar” es una pérdida de tiempo. En medio de tus pérdidas y dolor mejor invierte el tiempo alabando a Dios y bendiciéndole como lo hizo Job, y en su momento, si así lo considera, Dios te dará o multiplicará lo que necesitas y será Él, no Satanás, quien traerá restitución a tu vida.
«Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.» (Juan 10:27-30)
