Apostasía, Arminianismo Clásico, Arminianismo Reformado, Arminianismo Wesleyano, Calvinismo, Cesacionismo

He descubierto la verdad: ¡Dios es calvinista! ¡El calvinismo es el Evangelio!

Por Fernando E. Alvarado

Ayer me topé de nuevo con uno de esos chicos de Facebook que que recién descubrió el TULIP y que, con arrogancia afirmó: «Dios es cɑlvinistɑ. El cɑlvinismo es el Evɑngelio». Y eso me llevó a meditar en lo siguiente…

Aunque hoy en día se alabe todo aquello que huela a la Reforma del s. XVI, no todo en ella puede ser catalogado como «bueno», independientemente de su aceptación por ciertas «élites protestantes.» Esto es justamente lo que ocurre con el calvinismo. Hoy, sin embargo, en una época donde la falsa tolerancia y el pseudo-ecumenismo predominan, nadie tiene el valor de decir lo que realmente piensa interiormente o se nota a simple vista… nadie se atreve a llamar herejía a la herejía. Afortunadamente, no todos a lo largo de la historia han mostrado la misma ambigüedad.

De todos es sabido que el calvinismo fue declarado herejía por la iglesia católica romana, pero ¿Qué pensaron los otros sectores del cristianismo acerca de este polémico sistema teológico? Se dice que las injusticias cometidas en Dort y el desenlace doctrinal de dicho Sínodo (las mal llamadas “Doctrinas de la Gracia” o TULIP) dejaron tan asqueado al Rey James de Inglaterra (líder de la iglesia anglicana) que, con enorme indignación, afirmó:

“𝐸𝑠𝑡𝑎 𝑑𝑜𝑐𝑡𝑟𝑖𝑛𝑎 𝑒𝑠 𝑡𝑎𝑛 ℎ𝑜𝑟𝑟𝑖𝑏𝑙𝑒, 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑜𝑦 𝑝𝑒𝑟𝑠𝑢𝑎𝑑𝑖𝑑𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑖 ℎ𝑢𝑏𝑖𝑒𝑠𝑒 𝑢𝑛 𝑐𝑜𝑛𝑐𝑖𝑙𝑖𝑜 𝑑𝑒 𝑒𝑠𝑝𝑖́𝑟𝑖𝑡𝑢𝑠 𝑖𝑛𝑚𝑢𝑛𝑑𝑜𝑠 𝑟𝑒𝑢𝑛𝑖𝑑𝑜𝑠 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑖𝑛𝑓𝑖𝑒𝑟𝑛𝑜, 𝑦 𝑠𝑢 𝑝𝑟𝑖́𝑛𝑐𝑖𝑝𝑒 𝑒𝑙 𝑑𝑖𝑎𝑏𝑙𝑜 𝑓𝑢𝑒𝑟𝑎 𝑎 𝑝𝑙𝑎𝑛𝑡𝑒𝑎𝑟 𝑙𝑎 𝑐𝑢𝑒𝑠𝑡𝑖𝑜́𝑛 𝑎 𝑡𝑜𝑑𝑜𝑠 𝑒𝑙𝑙𝑜𝑠 𝑒𝑛 𝑔𝑒𝑛𝑒𝑟𝑎𝑙, 𝑜 𝑎 𝑐𝑎𝑑𝑎 𝑢𝑛𝑜 𝑒𝑛 𝑝𝑎𝑟𝑡𝑖𝑐𝑢𝑙𝑎𝑟, 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑐𝑜𝑛𝑜𝑐𝑒𝑟 𝑠𝑢 𝑜𝑝𝑖𝑛𝑖𝑜́𝑛 𝑠𝑜𝑏𝑟𝑒 𝑒𝑙 𝑚𝑒𝑑𝑖𝑜 𝑚𝑎́𝑠 𝑝𝑟𝑜𝑏𝑎𝑏𝑙𝑒 𝑑𝑒 𝑖𝑛𝑐𝑖𝑡𝑎𝑟 𝑒𝑙 𝑜𝑑𝑖𝑜 𝑑𝑒 𝑙𝑜𝑠 ℎ𝑜𝑚𝑏𝑟𝑒𝑠 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎 𝐷𝑖𝑜𝑠 𝑠𝑢 𝐶𝑟𝑒𝑎𝑑𝑜𝑟; 𝑛𝑎𝑑𝑎 𝑝𝑜𝑑𝑟𝑖́𝑎 𝑠𝑒𝑟 𝑖𝑛𝑣𝑒𝑛𝑡𝑎𝑑𝑜 𝑝𝑜𝑟 𝑒𝑙𝑙𝑜𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒𝑟𝑖́𝑎 𝑚𝑎́𝑠 𝑒𝑓𝑖𝑐𝑎𝑧 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑒𝑠𝑡𝑒 𝑝𝑟𝑜𝑝𝑜́𝑠𝑖𝑡𝑜, 𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑜𝑑𝑟𝑖́𝑎 𝑝𝑜𝑛𝑒𝑟 𝑢𝑛𝑎 𝑎𝑓𝑟𝑒𝑛𝑡𝑎 𝑚𝑎𝑦𝑜𝑟 𝑠𝑜𝑏𝑟𝑒 𝑒𝑙 𝑎𝑚𝑜𝑟 𝑑𝑒 𝐷𝑖𝑜𝑠 𝑝𝑜𝑟 𝑙𝑎 ℎ𝑢𝑚𝑎𝑛𝑖𝑑𝑎𝑑, 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠𝑒 𝑖𝑛𝑓𝑎𝑚𝑒 𝑑𝑒𝑐𝑟𝑒𝑡𝑜 𝑑𝑒𝑙 𝑟𝑒𝑐𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑆𝑖́𝑛𝑜𝑑𝑜, 𝑦 𝑙𝑎 𝑑𝑒𝑐𝑖𝑠𝑖𝑜́𝑛 𝑑𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑎 𝑑𝑒𝑡𝑒𝑠𝑡𝑎𝑏𝑙𝑒 𝑓𝑜́𝑟𝑚𝑢𝑙𝑎, 𝑝𝑜𝑟 𝑙𝑎 𝑐𝑢𝑎𝑙 𝑙𝑎 𝑖𝑛𝑚𝑒𝑛𝑠𝑎 𝑚𝑎𝑦𝑜𝑟𝑖́𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑟𝑎𝑧𝑎 ℎ𝑢𝑚𝑎𝑛𝑎 𝑒𝑠 𝑐𝑜𝑛𝑑𝑒𝑛𝑎𝑑𝑎 𝑎𝑙 𝑖𝑛𝑓𝑖𝑒𝑟𝑛𝑜 𝑝𝑜𝑟 𝑛𝑖𝑛𝑔𝑢𝑛𝑎 𝑜𝑡𝑟𝑎 𝑟𝑎𝑧𝑜́𝑛 𝑠𝑖𝑛𝑜 𝑙𝑎 𝑚𝑒𝑟𝑎 𝑣𝑜𝑙𝑢𝑛𝑡𝑎𝑑 𝑑𝑒 𝐷𝑖𝑜𝑠, 𝑠𝑖𝑛 𝑐𝑢𝑎𝑙𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟 𝑐𝑜𝑛𝑠𝑖𝑑𝑒𝑟𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑝𝑜𝑟 𝑒𝑙 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜; 𝑙𝑎 𝑛𝑒𝑐𝑒𝑠𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑑𝑒 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑟, 𝑎𝑠𝑖́ 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑙𝑎 𝑑𝑒 𝑠𝑒𝑟 𝑐𝑜𝑛𝑑𝑒𝑛𝑎𝑑𝑜, 𝑒𝑠𝑡𝑎́𝑛 𝑓𝑖𝑗𝑎𝑑𝑜 𝑠𝑜𝑏𝑟𝑒 𝑒𝑙𝑙𝑜𝑠 𝑝𝑜𝑟 𝑒𝑠𝑒 𝑔𝑟𝑎𝑛 𝑐𝑙𝑎𝑣𝑜 𝑑𝑒𝑙 𝑑𝑒𝑐𝑟𝑒𝑡𝑜 𝑝𝑟𝑒𝑣𝑖𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑚𝑒𝑛𝑐𝑖𝑜𝑛𝑎𝑑𝑜.”[1]

Pero el calvinismo no solo fue repudiado por el Rey James, sino también por otros sectores del cristianismo como la Iglesia Ortodoxa, una de las 3 ramas del cristianismo, y una de las más antiguas, superando por mucho al calvinismo que se jacta ante otros protestantes de su antigüedad (La Ortodoxia tiene sus raíces en los primeros Concilios Ecuménicos y en los Padres de la Iglesia, mientras que el calvinismo surgió como reacción al catolicismo romano medieval en el s. XVI).

A principios del siglo XVII, y en respuesta al desafío del calvinismo, la Iglesia Ortodoxa realizó una reunión sinodal en Jerusalén. En ese concilio, el calvinismo fue formalmente repudiado como herejía a través de la Confesión de Dositeo, compuesta por el Patriarca de Jerusalén con ese nombre, dejando en claro que, para la Ortodoxia, el calvinismo no es una opción teológica sino más bien una distorsión del Evangelio. La crítica de la Ortodoxia hacia el calvinismo se desarrolla en torno a cuatro líneas argumentales: (1) el calvinismo se basa en una lectura errónea de las Escrituras; (2) el calvinismo se desvía de la fe cristiana histórica definida por los Concilios Ecuménicos y los Padres de la Iglesia; (3) la comprensión del calvinismo de la soberanía de Dios lleva a la negación de la posibilidad del amor, y (4) el calvinismo conduce a una cristología defectuosa y a una comprensión distorsionada de la Trinidad.[2]

Los calvinistas no dudan en llamar herejes a los arminianos, en cuestionar nuestra salvación, en acusarnos de pelagianos o semipelagianos (aunque dudo que alguno de ellos haya realmente estudiado de primera mano el pensamiento de Pelagio o de Arminio), en acusarnos de predicar una salvación por obras o afirmar arrogantemente que «sólo el calvinismo da gloria a Dios» mientras que el arminianismo se la roba. Sí, para el calvinista de hoy tanto Arminio como los Remonstrantes y nosotros, los arminianos modernos (seamos wesleyanos o clásicos) somos herejes declarados. Herejes a quienes es necesario re-educar en la fe ¡Y si son pentecostales doblemente herejes dignos de re-evangelización!

Seamos tolerantes con ellos, si. Mostremos nuestro amor y respeto. Pero que sus errores doctrinales no nos contagien, que no nos convenzan sus eruditos sobrevalorados como Sproul, MacArthur y muchos otros. Y sobre todo, que nunca jamás logren hacer que nos avergoncemos de nuestra herencia pentecostal o arminiana y que, la próxima vez que nos acusen de herejía, seamos capaces de recordarles con amor que, mucho antes que a nosotros, a ellos se les declaró «herejes» por casi todas las ramas del cristianismo. Sobre ellos, antes que sobre nosotros, pende la acusación de presentar una versión distorsionada del Evangelio.

Si como pentecostales y arminianos nos mantenemos firmes, fervientes y «encendidos» en el poder del Espíritu Santo, nuestro destino es avanzar y hacer del siglo XXI el siglo pentecostal (e, indirectamente, arminiano), muy al margen de lo que hagan o dejen de hacer los calvinistas. No creo en quedarme callado en nombre de la tolerancia. Eso es lo que algunos quisieran. Que nos calláramos, para así avanzar sin obstáculos. Debemos hablar, pero hablar de la forma correcta. No con insultos ni improperios, sino con la Biblia, con teología y una respuesta bien fundada. Preparando a nuestra gente en la Palabra como debe ser y mostrándoles que, pese a las críticas y burlas de quienes desean nuestra despareción, nuestra fe y bases teológicas son más firmes de lo que esperaban (incluso más que las de ellos).

No, no gastemos tiempo en pleitos inútiles con ellos. ¡No necesitan nuestra ayuda para entrar en decadencia de nuevo! Esto es cuestión de tiempo (por lo menos para los cesacionistas e hipercalvinistas entre sus filas) y tarde o temprano ocurrirá en Norteamérica y en el resto de países donde lleguen, lo que ocurrió en la Europa que, por la influencia de sus doctrinas, hoy aborrece a Dios y Su Palabra. ¡Cuidémonos más bien de volvernos como ellos o de imitar sus errores o nos pasará lo mismo! Muchos hoy se mueren por imitarlos en todo, abandonando nuestra soteriología y pneumatología pentecostal ¡Pero que el Señor nos ilumine y nos guarde de hacerlo!

REFERENCIAS:


[1] 𝗖𝗶𝘁𝗮𝗱𝗼 𝗲𝗻 “𝗧𝗵𝗲 𝗢𝘁𝗵𝗲𝗿 𝗦𝗶𝗱𝗲 𝗼𝗳 𝗖𝗮𝗹𝘃𝗶𝗻𝗶𝘀𝗺”, 𝗲𝘀𝗰𝗿𝗶𝘁𝗼 𝗽𝗼𝗿 𝗟𝗮𝘂𝗿𝗲𝗻𝗰𝗲 𝗠. 𝗩𝗮𝗻𝗰𝗲, 𝟭𝟵𝟵𝟵, 𝗽. 𝟯𝟭𝟮

[2] 𝑽𝒆́𝒂𝒔𝒆: “𝑼𝒏𝒂 𝒄𝒓𝒊́𝒕𝒊𝒄𝒂 𝑶𝒓𝒕𝒐𝒅𝒐𝒙𝒂 𝒐𝒓𝒊𝒆𝒏𝒕𝒂𝒍 𝒂 𝒍𝒂 𝒅𝒐𝒄𝒕𝒓𝒊𝒏𝒂 𝒓𝒆𝒇𝒐𝒓𝒎𝒂𝒅𝒂 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒑𝒓𝒆𝒅𝒆𝒔𝒕𝒊𝒏𝒂𝒄𝒊𝒐́𝒏”, 𝒆𝒔𝒄𝒓𝒊𝒕𝒐 𝒑𝒐𝒓 𝑹𝒐𝒃𝒆𝒓𝒕 𝑲. 𝑨𝒓𝒂𝒌𝒂𝒌𝒊, 𝟐𝟎𝟏𝟐. 𝑻𝒓𝒂𝒅𝒖𝒄𝒊𝒅𝒐, 𝒆𝒅𝒊𝒕𝒂𝒅𝒐 𝒚 𝒂𝒅𝒂𝒑𝒕𝒂𝒅𝒐 𝒑𝒐𝒓 𝑱𝒐𝒓𝒈𝒆 𝑶𝒔𝒕𝒐𝒔.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s