Asambleas de Dios, Distintivos del Pentecostalismo, Pentecostalismo, Pentecostalismo Clásico

¿Qué creen los pentecostales? | Las Asambleas de Dios (I)

Por Fernando E. Alvarado

Muy a menudo se critica a los pentecostales por no ser claros en cuanto a definir las doctrinas que profesan. Aunque esto podría ser cierto para algunas iglesias independientes o no afiliadas a una denominación específica, tal generalización es inexacta con respecto a las principales denominaciones pentecostales. Por ejemplo, ¿Sabías que, de la misma forma en que las denominaciones protestantes históricas tienen sus credos o confesiones de fe, la mayoría de las denominaciones pentecostales tienen sus propias declaraciones de fe? 

En este, y en próximos artículos abordaré las declaraciones de fe de las principales denominaciones pentecostales, destacando sus creencias básicas y distintivos, iniciando con las Asambleas de Dios y prosiguiendo con otras denominaciones pentecostales como la Iglesia de Dios (Cleveland), la Iglesia del Nazareno, la Iglesia Cuadrangular y otras más. ¿El propósito? Destacar el apego del pentecostalismo clásico (tanto wesleyano como de obra consumada) a la ortodoxia protestante, marcando distancia de otros grupos y sectas que se declaran pentecostales pero que se alejan de la comprensión bíblica de la fe.

En el caso particular de las Asambleas de Dios, dicha confesión de fe es conocida como “Declaración de verdades fundamentales”. Tal declaración contiene las 16 doctrinas que, de acuerdo con las Asambleas de Dios, la definen como denominación evangélica y pentecostal.

Todas las iglesias de las Asambleas de Dios se adhieren a estas doctrinas que son principios considerados no negociables de la fe. Cuatro de ellas, la salvación, el bautismo en el Espíritu Santo, la sanidad divina y la segunda venida de Cristo se consideran doctrinas cardinales que son esenciales para la misión central de la iglesia de alcanzar al mundo para Cristo.

Puesto que las Asambleas de Dios creen que la Biblia es nuestra regla suficiente de fe y conducta, la Declaración de verdades fundamentales tiene por objeto simplemente ser una base para la confraternidad entre sus iglesias, es decir, que todos hablen “una misma cosa” en materia doctrinal (1 Corintios 1:10; Hechos 2:42).

La fraseología que se usa en dicha declaración no se considera inspirada ni está en disputa, pero la verdad que se presenta se considera esencial para un ministerio del evangelio completo. Las Asambleas de Dios no afirman que esta declaración contenga toda la verdad bíblica, sólo que abarca las doctrinas fundamentales sostenidas por la denominación.

Estas doctrinas fundamentales son:

  1. La inspiración de las Escrituras
  2. El único Dios verdadero
  3. La Deidad del Señor Jesucristo
  4. La caída del hombre
  5. La salvación del hombre
  6. Las ordenanzas de la iglesia
  7. El bautismo en el Espíritu Santo
  8. La evidencia física inicial del bautismo en el Espíritu Santo
  9. La santificación
  10. La Iglesia y su misión
  11. El ministerio
  12. Sanidad divina
  13. La esperanza bienaventurada
  14. El reino milenario de Cristo
  15. El juicio final
  16. Los cielos y la tierra nuevos

En esta ocasión te invito a conocer el Artículo 1 de nuestra Declaración de Verdades Fundamentales.

ARTÍCULO 1, SOBRE LA INSPIRACIÓN DE LAS ESCRITURAS

«Las Escrituras, tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento, son verbalmente inspiradas por Dios y son la revelación de Dios al hombre, la regla infalible e inapelable de fe y conducta (2 Timoteo 3:15-17; 1 Tesalonicenses 2:13; 2 Pedro 1:21)»

EXPLICACIÓN

Los pentecostales “asambleanos” o “asambleístas”, entendemos que la Biblia es la Palabra de Dios, ya que Dios mismo reveló su voluntad y propósito a los escritores que escogió (Amós 3:8), quienes documentaron con fidelidad y precisión lo que les fue revelado para la inclusión final y providencial en nuestro canon de sesenta y seis libros.

Por inspiración, entendemos esa acción especial del Espíritu Santo por la que guio a los escritores de la Biblia. Tal supervisión influyó en los pensamientos y la elección misma de palabras de los escritores, aunque también permitió que se manifestaran su trasfondo, sus habilidades y personalidad. Además, la inspiración se aplica a todo lo que escribieron tal como se encuentra en el canon de la Escritura.

Por infalibilidad, entendemos que las Escrituras son veraces y confiables en lo que tienen la intención de afirmar. El término inerrancia es prácticamente sinónimo de infalibilidad y se ha utilizado en este último tiempo para atestiguar que la Escritura, como está documentada en los manuscritos originales, los autógrafos, no tiene error. Al carecer de error y ser completamente veraces, las Escrituras son absolutamente confiables (2 Samuel 7:28; Salmo 119:160; Juan 17:17; Colosenses 1:5). La infalibilidad y la inerrancia también se aplican a todas las Escrituras. No obstante, al afirmar la inerrancia de las Escrituras, nos remitimos a los autógrafos (a los manuscritos originales tal como nos llegaron de los autores). La inerrancia absoluta se afirma sólo con respecto a los escritos originales.

Por autoridad, entendemos que todo lo que afirma y enseña la Biblia es verdad. Al revelar el propósito y la voluntad de Dios, la Biblia determina la creencia y la conducta. Por tanto, la afirmación de que la Biblia es la «regla autoritativa de fe y conducta» se entiende como un llamado a aceptar las Escrituras como la autoridad final e inmutable de la doctrina y la ética.

Las Asambleas de Dios afirmamos que Dios ha provisto para todos los tiempos un registro inspirado, inerrante y autoritativo de su revelación en la Biblia, nuestras Santas Escrituras. Sostenemos que las Escrituras son la revelación plena y fidedigna de Dios para la salvación de todas las personas y, por tanto, son una fuente fidedigna para la fe, la enseñanza y la práctica. Las Escrituras definen la cosmovisión, la moralidad y ética del creyente. Es más, las Escrituras no son una mera fuente autorizada entre otras, sino la fuente de autoridad final.

El Espíritu Santo, que inspiró a los escritores en su tarea de llevar un registro de la revelación de Dios, da vida a los escritos y a través de ellos, para que continúen hablando con claridad y autoridad al lector contemporáneo. Él no habla a través de los supuestos profetas o líderes religiosos que enseñan cualquier creencia o acción que no esté validada por las Escrituras. Por consiguiente, rechazamos cualquier filosofía contemporánea, método de interpretación, o supuesta profecía que altera o se opone a la naturaleza y el significado de «la fe encomendada una vez por todas a los santos» (Judas 3; 2 Pedro 1:20-21).

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