Navidad, Pentecostalismo, Vida Cristiana

¿Cómo surgió el árbol de navidad?

Por Fernando E. Alvarado

Los hay de todos los tamaños, tipos y colores. El árbol de Navidad es uno de los símbolos más emblemáticos de la Navidad y una constante en muchos hogares semanas antes de las fiestas. Pero ¿Cuál es el origen de esta costumbre? Para muchos éste tiene un origen pagano. Muchos incluso creen encontrar en la Biblia una condenación explícita de dicha práctica. Jeremías, el profeta del siglo VII a.C., escribió: «No te comportes como las otras naciones que tratan de leer el futuro en las estrellas. No tengas temor de sus predicciones, aun cuando otras naciones se aterren por ellas. Sus costumbres son vanas y necias. Cortan un árbol y el artesano talla un ídolo. Lo decoran con oro y plata y luego lo aseguran con martillo y clavos para que no se caiga.” (Jeremías 10:1-4, NTV). Para muchos estos versículos constituyen una prohibición explicita contra la costumbre de colocar árboles decorados en la época navideña. Esto, sin embargo, es de lo más improbable. Jeremías se refiere, más bien, a la vanidad de adorar «objetos sin valor» (ídolos, dioses falsos hechos de madera o de cualquier otro material), una costumbre muy propia de los paganos, en vez de venerar al Señor, el Dios verdadero. El árbol de Navidad no existía como tal en esa época ni Jeremías lo conoció.

En Jeremías 10:3-4 el profeta describía la costumbre pagana de cortar un árbol, colocándolo en un lugar especial, decorándolo y alabándolo. La adoración al árbol está indicada en la advertencia, “no tengáis temor de ellos”, en el sentido que se podría llegar a dar reverencia a este ídolo. Jeremías se burlaba de la idolatría de Judá, especialmente cuando imitaba a la idolatría de las otras naciones. Pasajes similares que se burlan de la idolatría de las naciones paganas se encuentran en Isaías 40:18-20 y 44:9-20. Para muchos, sin embargo, es difícil leer esta descripción y condenación de esta costumbre pagana y no pensar inmediatamente en la costumbre del árbol de Navidad practicado en el mundo cristiano moderno.

Si con base en este pasaje un cristiano desarrollase la convicción de no tener un árbol de Navidad y hasta de no festejar la fiesta misma, creo sinceramente que tal persona debe permanecer fiel en esa convicción y nadie debería pretender imponerle lo contrario: Es bueno recordar que Pablo escribió: “No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. En realidad, todas las cosas son limpias, pero son malas para el hombre que escandaliza a otro al comer. Es mejor no comer carne, ni beber vino, ni hacer nada en que tu hermano tropiece. La fe que tú tienes, tenla conforme a tu propia convicción delante de Dios. Dichoso el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba. Pero el que duda, si come se condena, porque no lo hace por fe; y todo lo que no procede de fe, es pecado.” (Romanos 14:20-23, LBLA).

¿QUÉ QUISO DECIR JEREMÍAS?

A pesar de nuestro respeto por los débiles en la fe, y en honor a la verdad y a una sana interpretación del texto sagrado, debemos reconocer que Jeremías 10:3-4, o cualquier otro pasaje similar en la Biblia, no alude a la costumbre moderna de colocar árboles de navidad. De hecho, hay muchas razones para creer que, a pesar de algunas de las similitudes que algunos señalan, las diferencias entre nuestra forma actual de celebrar la navidad y las costumbres de los pueblos paganos de antaño son aún más grandes de lo que muchos piensan. Jeremías 10:3-4 no prohíbe la costumbre moderna del árbol de Navidad. Consideremos lo siguiente:

  • Jeremías habló acerca de las costumbres de los gentiles, y en el mundo moderno la celebración apropiada de la Navidad es una expresión de creer en Dios y en su Hijo, no una costumbre de no-creyentes.
  • Jeremías habló de los creyentes tomando prestado las costumbres de los incrédulos; en el mundo moderno, cuando un incrédulo tiene un árbol de Navidad, es un caso de no creyentes tomando prestado costumbres de los creyentes.
  • Jeremías hablaba del árbol como un ídolo, y (entendido apropiadamente) el árbol de Navidad no es un ídolo. Si para una familia es o se convierte en un ídolo, debe de desecharse.
  • Jeremías habló a un tiempo en la historia donde los árboles eran a menudo conectados con la idolatría, ya sea arboles literales o sus representaciones (Jeremías 2:27).

BONIFACIO Y LOS PUEBLOS GERMÁNICOS

Irónicamente, el árbol de navidad surge en un contexto misionero, siendo usado como instrumento de evangelización hacia los paganos. Se dice que en Alemania existía la costumbre de venerar un roble consagrado a Thor en la región de Hesse, en el centro de Alemania. Cada año, durante el solsticio de invierno, se le ofrecía un sacrificio. En el siglo VIII (año 740 d.C. para ser exactos), el misionero Bonifacio de Maguncia -el evangelizador de Alemania e Inglaterra- taló el árbol ante la mirada atónita de los lugareños y, tras leer el Evangelio, les ofreció un abeto, un árbol de paz que «representa la vida eterna porque sus hojas siempre están verdes» y porque su copa «señala al cielo».

Bonifacio reemplazó el roble por un pino como símbolo de amor eterno de Dios y de vida eterna. A su vez, la forma de triángulo representa a la Santísima Trinidad. El árbol fue adornado con manzanas (como símbolo de la tentación cristiana) y velas (la luz del mundo y la gracia divina). A partir de entonces se empezaron a talar abetos durante la Navidad y por algún extraño motivo se colgaron de los techos. Se cuenta que Bonifacio, el misionero y teólogo puso unas velas sobre las ramas de un árbol de Navidad porque centelleaban como las en la noche invernal.

TALLIN Y RIGA, LAS CIUDADES BÁLTICAS QUE SE DISPUTAN LA COLOCACIÓN DEL PRIMER ÁRBOL DE NAVIDAD EN UNA PLAZA PÚBLICA

Dos ciudades bálticas se disputan el mérito de haber erigido por primera vez un árbol de Navidad en una plaza pública: Tallin (Estonia) en 1441 y Riga (Letonia) en 1510. En Tallin, capital de Estonia, los caballeros cruzados de la Orden Teutónica construyeron un castillo en la colina local más alta en lo que hoy es el Parlamento de Estonia, produciendo una separación prácticamente inevitable entre lo que era la ciudad baja, y la ciudad alta. Los caballeros plantaron un árbol de abeto, que luego se decoró y usó durante las celebraciones de Navidad, llegando a ser el primer árbol de Navidad de la historia. Hasta el día de hoy, en el centro de la plaza de Tallin, se puede encontrar cada año un enorme árbol de Navidad escoltado por las velas de los adornos navideños. Esto ha convertido a Tallin, la capital de Estonia, en uno de esos sitios famosos por su historia, ya que allí se erigió el primer árbol de Navidad del mundo.

Algo muy similar ocurrió en Riga, capital de Letonia. Unos comerciantes locales instalaron un abeto en la plaza del mercado, lo decoraron con rosas artificiales y entonaron villancicos mientras danzaban alrededor del árbol. Aún hoy se colocan árboles navideños iluminados en la plaza de la Ciudad Vieja de Riga, donde la ceremonia de encendido atrae cada año a miles de personas. Con el paso del tiempo esta tradición se extendió por toda Europa, sobre todo en los países protestantes, en donde los árboles se comenzaron a decorar con bolas y guirnaldas. Según fuentes históricas, se dice que la tradición formal de decorar árboles navideños entre los protestantes comenzó en Alemania en 1605, siendo a la vez una forma para darle calidez al frío invierno. En Finlandia llegó en 1800, a Inglaterra lo hizo en 1829, y en el Castillo de Windsor se vio por primera vez en 1841, de la mano del príncipe Alberto, esposo de la reina Victoria. A España (país católico que terminó por adoptar la costumbre protestante) el árbol navideño llegó en 1870, extendiéndose luego por Latinoamérica.

EL ÁRBOL DE NAVIDAD EN EL MUNDO PROTESTANTE

De acuerdo con los historiadores muchas de las tradiciones navideñas, tal y como las conocemos hoy en día, se originaron en la Inglaterra protestante durante el reinado de la reina Victoria de Inglaterra. La celebración de la Navidad se difundió, hallando terreno fértil en la mentalidad protestante inglesa de la época, gracias a la famosa obra “A Christmas Carol” de Charles Dickens. Aunque la Navidad llevaba ya muchos siglos celebrándose, las tradiciones extendidas son en parte producto de dicha época.

Quienes consideran la Navidad, y sobre todo el árbol de Navidad, como un invento pagano, harían en considerar que éste es, en gran medida, una invención protestante. A Martín Lutero, el monje alemán considerado el padre de la Reforma Protestante, se le adjudica el honor de ser el inventor de esta tradición en el protestantismo. Se cuenta que una noche de invierno en 1536, Lutero caminaba por un bosque de pinos cerca de su casa en Wittenberg cuando al levantar la vista, vio miles de estrellas brillando entre las ramas de los árboles. Esto inspiró a Lutero a colocar un abeto iluminado con velas en su casa esa Navidad.

Poco a poco, la tradición se fue extendiendo por los hogares del sur de Alemania. En el año de 1800 la costumbre llegó al anglicanismo cuando la reina Carlota de Inglaterra, esposa del rey Jorge III, colocó el primer árbol de Navidad “made in England” en el Queen´s Lodge, muy cerca del Castillo de Windsor. La consorte real lo hizo a lo grande, con un gran acto donde se cantaron villancicos y con la participación de la corte y también de la población local. A finales del siglo XIX, la costumbre de colocar árboles de Navidad era ya universal entre la aristocracia británica.

En Estados Unidos, la historia del árbol de navidad se remonta al tiempo de George Washington y su derrota de los alemanes hessianos en el año 1776. La estación navideña para los protestantes alemanes era un tiempo de comida, canciones, y árboles decorados. Después de la guerra en 1776, muchos alemanes permanecieron en los Estados Unidos, introduciendo el árbol de navidad, y compartiendo sus tradiciones.

¿CUÁNDO LLEGÓ A LATINOAMÉRICA?

La primera Navidad celebrada en América Latina tuvo lugar el 25 de diciembre de 1492. Se realizó en “La Española”, la isla que actualmente conforman Haití y República Dominicana, poco después de que los europeos descubrieran que existía América. Sin embargo, el árbol de Navidad llegaría más tarde. México sobresale como el primer país latinoamericano en el cual se instauró la tradición de colocar árboles decorados en Navidad.

Algunos historiadores señalan que en 1864, Maximiliano de Habsburgo y su esposa Carlota llegaron a México para tomar posesión del recién formado Imperio Mexicano. Los emperadores austríacos trajeron la tradición del árbol de Navidad a México, pero tras el fusilamiento del monarca, esta costumbre fue abandonada y retomada cuando fue popular en Estados Unidos. Así, el árbol de Navidad pasó a ser una tradición navideña muy popular en América Latina.

LA CONCLUSIÓN LÓGICA

Antes de afirmar que el árbol de navidad es de origen pagano y juzgar a quienes eligen adornar sus casas con esta decoración (pues es eso, una decoración dotada de simbolismo, y nada más), quizá deberías pensarlo mejor y repasar un poco la historia. Ante todo, haríamos bien en respetarnos mutuamente. Quien coloca el árbol de navidad, no peca. Quien piensa que al hacerlo comete pecado, para él lo es y debemos respetarlo también. No necesitamos pensar lo mismo en aspectos menores de nuestra fe y práctica. Antes bien, sigamos la admonición de Pablo:

“¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme. Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios. Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven. Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo.” (Romanos 14:4-10)

Y como alguien dijo por ahí:

“En lo esencial, unidad; en lo dudoso, libertad; en todo, caridad (Agustín de Hipona, 354-430)”

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