ESCATOLOGÍA, REFLEXIÓN BÍBLICA

¿Ha llegado el fin de los tiempos?

Por Fernando E. Alvarado


“Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol” (Martin Luther King)

INTRODUCCIÓN

Si leemos lo que muchos evangélicos publican y opinan en los medios sociales nos damos cuenta de una cosa: la mayoría (o por lo menos así parece) cree que estamos ante los acontecimientos apocalípticos y que las señales del fin del mundo se están cumpliendo delante de nuestros ojos. Creen también que la llegada del anticristo es inminente. Y según el modelo escatológico al que se aferran, también consideran inminente el denominado «rapto de la iglesia». Y siempre hay los que aprovechan el temor que impera para lanzar predicciones, inventar profecías, reinterpretar pasajes de la Biblia o colgarse de la fama de ciertos personajes del pasado para validar sus interpretaciones privadas (tal como algunos lo han hecho recientemente con David Wilkerson y su supuesta predicción de la pandemia actual). El fanatismo y sinsentido escatológico ha llegado al punto que algunos creyentes evangélicos (como el polémico Bo Polny) han predicho el comienzo de la Gran Tribulación para el año 2021,2022 o 2023.

ESCLAVOS DEL TEMOR

¿Cuál ha sido el resultado de todo esto? Miedo. Simplemente eso. Muchos cristianos viven atemorizados ante la posibilidad de ser dejados atrás en un futuro “rapto secreto” de la iglesia y quedarse a la GranTribulación, de modo que la “esperanza bienaventurada” (Tito 2:13) se ha convertido para ellos en motivo de turbación, miedo y angustia, temiendo no estar preparados para ese día (que según ellos podría ocurrir en cualquier momento) y sufrir el abandono del Señor. Tal expectativa los lleva a vivir no solo una vida de intranquilidad y desasosiego, sino a ignorar la gracia y sus implicaciones.

Otros erróneamente renuncian a sus metas personales y a proseguir con sus vidas ante la inminencia de la Venida de Cristo (¿Por qué casarme? ¿Por qué seguir estudiando? Si de todos modos el fin se acerca…). Muchos falsos maestros han sabido utilizar esta devoción enfermiza por lo escatológico entre el pueblo evangélico para generar miedo. Pero, ¿desea Dios que el miedo sea el motor de su pueblo? No lo creo. Dios desea que vivamos sin miedo:

«Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.» (2 Timoteo 1:7)

¿ESCAPISMO O EVANGELIO?

Sin lugar a dudas es natural sentir miedo. Pero el miedo no debe dominarnos. Honestamente, ¿Quién no ha deseado que el Señor venga y se lo lleve al cielo en medio de una crisis? El deseo de escapar de cualquier tipo de angustia se ha vuelto popular para una iglesia acostumbrada a la prosperidad y la aceptación social. Los evangélicos no queremos sufrir. Nos aterra cualquier idea que implique dolor y rechazamos, a veces haciendo uso del escarnio y la burla, cualquier sistema que tan siquiera insinúe que tendremos que pasar por el sufrimiento en los últimos días. Este anhelo por escapar del dolor y la Tribulación venidera ha llevado a algunos a pensar que, si no hay escape de todo dolor en los últimos días, no vale la pena seguir al Señor. Cierto pastor dijo:

«Si no hay rapto de la iglesia, y si la iglesia debe pasar por la gran Tribulación, entonces yo seré el primero en abandonar el cristianismo».

¿Cómo? ¿Abandonar la fe? Sí, eso fue lo que dijo el tal pastor. Por lo que yo me pregunto: ¿Es su fe genuina? ¿Es Dios digno de ser adorado y creído solamente cuando nos libra del dolor y nos salva de la angustia? ¿Y qué pasará si nuestras interpretaciones escatológicas prueban estar equivocadas? ¿Abandonaremos la fe? ¿Negaremos a Cristo? ¡Esto es lo que realmente me preocupa! Que estemos formando cristianos con una teología deficiente y un pésimo entendimiento del propósito del dolor y el sufrimiento, incluso de la tribulación. Creyentes que, cuando se sientan engañados o vean que su teología preferida les falló, apostatarán.

La verdad es que muchos creyentes sueñan con ser sacados de este mundo, cuando lo que Jesucristo dijo fue muy diferente:

Así que, si el rapto ocurre antes de la Tribulación, ¡qué bien! Pero ¿qué tal si los midtribulacionistas tienen razón y el arrebatamiento ocurre a la mitad de la Tribulación? O peor aún, ¿qué tal si el arrebatamiento y la segunda venida son en realidad un único evento que ocurrirá al final de Tribulación como afirman los postribulacionistas? ¿Abandonarías tu fe? ¿Negarías al Señor? Esa es la pregunta crucial. Y determina el tipo de cristiano que eres.

USO Y ABUSO DEL TEXTO BÍBLICO

Personalmente me preocupa la irresponsabilidad con la que muchos «maestros de la Palabra» usan y abusan de la escatología. Sus teorías conspirativas parecen no acabar, al punto que se ha construido una burda e infundada mitología evangélica: microchips en las manos o la frente, bebés raptados del vientre de su madre al sonar la trompeta, aviones que caen por el rapto de sus pilotos, etc.; todo lo cual ni siquiera se menciona en la Biblia, sino que son puras especulaciones o interpretaciones fantasiosas. Hemos sido expuestos hasta la saciedad a estas fantásticas teorías (que más parecen obra de la ciencia ficción que de la Biblia) que cada vez que sucede algún desastre, epidemia o incluso eclipses y fenómenos astronómicos normales, creemos que el fin del mundo ha llegado. El pánico entonces domina a los creyentes.

Hoy, en plena pandemia de COVID-19 (y para no perder la costumbre), muchos creen que el fin ha llegado, pero ¿es cierto? ¿es esto el fin como afirman algunos? ¿Estamos viviendo ya el principio de la Gran Tribulación? ¿hay razones exegéticas que apoyan estas creencias? ¿realmente son el coronavirus, la depresión económica que viene, los cambios políticos hacia estados totalitarios y las nuevas teconologías señales de la inminente venida del anticristo? No lo creo. En la historia reciente vemos catástrofes mucho peores, por cierto la mayoría también a nivel global. Por ejemplo, en el siglo XIV, la peste mató entre el 30% y el 50% de la población en Europa. La guerra de los 30 años de 1618 a 1648 costó unos 8 millones de muertos. La famosa “gripe española” mató entre 50 y 100 millones de personas en todo el mundo. Las víctimas de ambas guerras mundiales alcanzan 100 millones. Y allí quedan las víctimas del fascismo y del comunismo que solo en el siglo XX costaron la vida de otros 150 millones. Todos y cada uno de estos acontecimientos se entendió en su momento por algunos evangélicos como señales de los últimos tiempos. Escuchando los discursos de un Hitler, ¿quién no pensaría que había venido la encarnación del diablo mismo? Sin embargo, ni Hitler, ni Stalin, ni Mao, ni la peste o las Guerras Mundiales eran señales de que el denominado «rapto de la Iglesia» estaba a punto de acontecer.

ESPECULACIÓN Y MÁS ESPECULACIÓN

Pero no solo el inicio de la Gran Tribulación y el supuesto rapto secreto de la iglesia han sido objeto de especulación entre los evangélicos. Muchos a lo largo de la historia han creado una larga lista de candidatos a anticristo. Desde presidentes norteamericanos como Carter o Trump , hasta políticos rusos como Gorbachov y otros personajes polémicos como Arafat, Jomeini, Soros y Gates, han sido acusados de ser el anticristo. Una cosa es obvia: las predicciones han fallado más que una escopeta de feria. Y esto sí que es un hecho que nos debería empujar hacia la moderación a la hora de comentar ciertos acontecimientos de nuestros días con la frase lapidaria: son señales de los últimos días.


Esta noción alarmista se alimenta de la visión escatológica dispensacionalista. Según esta escatología dispensacionalista, la cual es un producto teológico bastante reciente (siglo XIX) y de orígenes dudosos, hoy en día vivimos en la era de la iglesia de Laodicea. Una iglesia tibia que representa a la mayoría de los cristianos de la actualidad, los cuales supuestamente serán dejados en la tierra cuando Cristo rapte a sus fieles (Apocalipsis 3:14-22) a su vez representados por la iglesia de Filadelfia (Apocalipsis3:7-13). Por lo tanto cada nueva guerra, cada problema económico, cada fenómeno preocupante en las estadísticas criminales, cada nueva persecución de la Iglesia se ve como un progreso hacia el momento del reino del anticristo. La identificación de las siete iglesias del Apocalipsis con siete épocas de la historia de la Iglesia, sin embargo, es una teoría tan extravagante como infundada exegéticamente.

Ciertamente la escatología dispensacionalista convence a pocos fuera del movimiento pentecostal (y aún muchos dentro del mismo quisieran olvidarla). Y es que dicho sistema teológico parece demasiado fantasioso y predispuesto al error y la especulación. Resulta además sospechoso que nadie en la iglesia primitiva, ni en el cristianismo histórico, y ni siquiera los reformadores creyeran en el dispensacionalismo (el dispensacionalismo nació apenas en 1830). Por eso, al rechazar el dispensacionalismo se rechaza también el alarmismo escatológico. Se rechaza ser productor de miedos, y se rechaza también difundir ideas que son meras especulaciones, aferrándose, por lo tanto, al principio de la sola scriptura y nada más.

CONCLUSIÓN

Honestamente, no creo que el Covid-19 sea el final de la humanidad, ni tampoco será la madre de todas las crisis económicas que nos viene encima como precursora de la Gran Tribulación. La vida seguirá. Esta crisis es tan solo una oportunidad. Dependerá de nosotros los creyentes si atendemos el llamado del Señor a inundar la tierra con el mensaje del Evangelio y salvar las almas con el mensaje de salvación, predicando con valentía en vez de quedarnos inmóviles y paralizados como un conejo ante la serpiente. Los sistemas teológicos vienen y van. La Biblia permanece. La iglesia pues, necesita moderación, estudio sincero y profundo de la Palabra y, ante todo prudencia en sus afirmaciones. Lo que está en juego ante los incrédulos es nuestra credibilidad como iglesia. Pero más importante aún, la credibilidad de la Biblia. Sepamos separar nuestras interpretaciones y fantasías de aquello que realmente está escrito.

En conclusión: No tengas miedo. se prudente, la vida continúa como siempre lo ha hecho.

«Vive como si el fin del mundo fuera mañana, pero haz planes como si no viniese nunca.»

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