Avivamiento Espiritual, Bautismo en el Espíritu Santo, Glosolalia, Hablar en Lenguas, Pentecostalismo

Glosolalia | Hablar en lenguas

Por Fernando E. Alvarado

«Por tanto, hermanos míos, anhelad el profetizar, y no prohibáis hablar en lenguas. Pero que todo se haga decentemente y con orden.» (1 Corintios 14:39-40)

Hoy en día son muchos los creyentes pentecostales que se hacen preguntas con respecto a los propósitos y los usos del hablar en lenguas. Los creyentes pentecostales del siglo XXI nos enfrentamos al problema de integrar las lenguas en nuestra vida individual y en la adoración comunitaria en la iglesia. Y es que el Movimiento Pentecostal ha cambiado mucho desde sus inicios a principios del siglo XX. Hoy surgen muchas dudas de tipo práctico con respecto a los usos de las lenguas en conexión con el bautismo en el Espíritu Santo, en la comunicación dentro de los cultos de la iglesia, en los momentos de adoración y en la oración privada: ¿Qué propósito tiene el hablar en lenguas en conexión con el bautismo en el Espíritu Santo?, ¿Debería un pastor animar a las personas a recibir el bautismo en el Espíritu durante los cultos públicos?, ¿Debería un pastor fomentar el uso de las lenguas junto con su interpretación en los cultos públicos?, ¿Debería el director de la adoración, o el pastor, guiar a la congregación para que cante en lenguas?, ¿Debería un pastor animar a las personas para que oren en lenguas en privado? Cuando escudriñamos las Escrituras, observamos lo que dicen sus escritores acerca de estas cuestiones.

En el movimiento pentecostal se entendió desde muy temprano que las lenguas como evidencia que aparecen en Hechos 2:4 y el don de lenguas del que se habla en 1 Corintios 12:4–10, 28 son iguales en cuanto a su esencia, aunque distintos en su propósito y su uso. La mayor parte de la información acerca de esto fue escrita por Lucas en Hechos y Pablo en 1 Corintios. Por consiguiente, es importante comparar lo que ambos dicen. Cuando hacemos esta comparación, encontramos similitudes, y también diferencias entre los aspectos que resalta cada uno de ellos. A través del estudio de esta situación, podremos descubrir la naturaleza y la razón de ser de las lenguas, y las directrices bíblicas generales sobre lo que debemos hacer.

NATURALEZA DE LAS LENGUAS

En el libro de los Hechos hay una conexión directa entre las lenguas y el bautismo en el Espíritu Santo. Debido a esta conexión, la naturaleza de las lenguas es la adecuada para el bautismo en el Espíritu como entrega de poder para testificar. Lucas menciona las lenguas de manera explícita en tres casos que recoge en el libro de los Hechos: en Jerusalén, en el día de Pentecostés (Hechos 2:4); en Cesarea, en la casa de Cornelio (10:46), y en algún lugar de Éfeso (19:6). Estos tres casos son sumamente instructivos a fin de descubrir la naturaleza y los propósitos que tienen las lenguas en los escritos de Lucas.

En primer lugar, con respecto al día de Pentecostés, vemos que los discípulos recibieron la plenitud del Espíritu Santo y hablaron en lenguas (Hechos 2:1–4). Con la excepción de Marcos 16:17, esta es la primera vez que se mencionan las lenguas en el Nuevo Testamento. Lucas escribe:

“Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de África más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios” (Hechos 2:4–11).

¿Cuál fue la naturaleza de las lenguas en el día de Pentecostés? Aprendemos de Pedro que esas lenguas fueron una forma de profecía (Hechos 2:16–18). El derramamiento del Espíritu en el día de Pentecostés se produjo como cumplimiento de Joel 2:28, 29. En el Antiguo Testamento se entendía la profecía como la entrega de un mensaje de Dios al pueblo, y también como la entrega de un mensaje del pueblo a Dios en forma de alabanza. Por tanto, podemos esperar unas formas similares de comunicación en el día de Pentecostés. Además, si tenemos en cuenta lo que dice Jesús en Hechos 1:8, podemos esperar que el poder del Espíritu nos capacite para ser testigos proféticos. Hechos 2:11 se halla en clara armonía con las enseñanzas, tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo.

La mayoría de los eruditos sostienen que, en el día de Pentecostés, las lenguas tomaron milagrosamente la forma de los dialectos e idiomas de las personas que estaban presentes. No obstante, hay quienes sostienen que, en realidad, lo que se produjo fue un milagro de audición. Los discípulos pronunciaban unas palabras desconocidas para ellos, y ellos los escuchaban hablar en sus propios idiomas. Aunque este punto de vista sea gramaticalmente posible, lo que destaca este pasaje es el milagro de hablar en otras lenguas, desconocidas para los que las hablaban, pero conocidas para los que las escuchaban.

Puesto que el término glossais es amplio y flexible, no tenemos necesidad de afirmar que en Cesarea (Hechos 10:46) y en Éfeso (Hechos 19:6) las lenguas tomaran la forma de los mismos dialectos (dialektoi) que se hablaron en el día de Pentecostés. Tampoco tenemos que llegar a la conclusión de que los discípulos hablaron lenguas humanas que no comprendían las personas presentes. Aunque la forma de las lenguas puede haber sido diferente, sí podemos decir que, en esencia, son las mismas. La esencia es que el Espíritu inspiró a los que hablaban en lenguas; ellos ni habían aprendido ni habían comprendido lo que decían; en cambio, Dios sí lo comprendió.

Cuando Pedro les predicó a los gentiles que se hallaban en la casa de Cornelio, el Espíritu de Dios cayó sobre ellos. La gente estaba asombrada porque ellos habían recibido el don del Espíritu Santo. En este momento, como en el día de Pentecostés, tengamos en cuenta la naturaleza de las lenguas. Lucas escribe en Hechos 10:44–48:

“Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso. Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo. Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios. Entonces respondió Pedro: ¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros? Y mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús. Entonces le rogaron que se quedase por algunos días”.

Muchos eruditos sostienen que en Cesarea, los gentiles hablaron lenguas humanas, tal como lo habían hecho los discípulos en el día de Pentecostés. La única diferencia es que no había nadie presente para identificar los idiomas en los que estaban hablando. En cambio, Robert P. Menzies sostiene en su libro Pentecost: This Story Is Our Story (“Pentecostés: Esta historia es nuestra historia”) que los gentiles no hablaron en lenguas humanas, sino con unas expresiones ininteligibles (Robert P. Menzies, Pentecost: This Story Is Our Story (Springfield: Gospel Publishing House, 2013), p. 70).

Lucas no lo aclara, pero al no existir evidencias a favor de lo contrario, da la impresión de que aquello que dijeron, no era inteligible para los humanos. En otras palabras, hablaron en una forma de lengua inspirada por el Espíritu con “un propósito especial”. En todo caso, estas lenguas eran desconocidas, tanto para los que las hablaban, como para los que las escuchaban.

Se trataba del mismo don recibido en el día de Pentecostés (Hechos 11:17). Dios les estaba dando el Espíritu Santo. Hablar en lenguas es la evidencia de que se ha recibido el don del Espíritu. Es evidente que Pedro creyó que las lenguas habladas en Cesarea eran evidencia suficiente. En el día de Pentecostés, los discípulos hablaron en lenguas que ellos no habían aprendido, pero que la gente presente sí comprendía. En la casa de Cornelio, es probable que hablaran en unas lenguas con un propósito especial. Estas lenguas eran desconocidas, tanto para los que las hablaban, como para los que las escuchaban. A pesar de la diferencia lingüística, Pedro dijo que los gentiles habían recibido el mismo don, refiriéndose al Espíritu Santo.

Hablar en lenguas es una forma de exaltar a Dios. Sin duda, los gentiles exaltaron a Dios con esas lenguas desconocidas, pero también lo exaltaron en su propia lengua. Este derramamiento del Espíritu Santo provocó una abundancia de alabanzas. Como hemos observado ya, a partir de lo que dijo Pedro en Hechos 2:16–18, podemos considerar que se trataba de unas lenguas proféticas.

En Hechos 19:1–6 vemos a Pablo en acción en la ciudad de Éfeso. Pablo comprendía lo importante que es recibir la plenitud del Espíritu de la manera que se describe en el libro de los Hechos:

“Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones superiores, vino a Éfeso, y hallando a ciertos discípulos, les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo. Entonces dijo: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el bautismo de Juan. Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo. Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban” (Hechos 19:1–6).

Pablo observó que la experiencia de los discípulos con respecto al Espíritu era deficiente. En el versículo 2 les hizo una pregunta con respecto a su experiencia. Los discípulos no le pudieron dar una respuesta afirmativa, de manera que Pablo oró por ellos. Cuando él oró por ellos (v. 6), comenzaron a hablar en lenguas y a profetizar. Como hiciera notar anteriormente, en el libro de los Hechos, las lenguas son una forma de profecía. No obstante, sin duda estos discípulos profetizaron también en su propia lengua.

Como en Cesarea, los discípulos dejaron oír sonidos o palabras que eran evidentemente inteligibles para ellos, o para la otra gente que estuviera presente. Obviamente, hablaron en lenguas humanas que ellos no habían aprendido, y que sus oyentes no conocían. En lo que respecta a la expresión “hablar en lenguas”, se pueden incluir todas las formas de lenguas o idiomas desconocidas para el que las habla, pero inspiradas por el Espíritu con un “propósito especial”.

¿CUÁL ES EL PROPÓSITO DE HABLAR EN LENGUAS?

¿Cuáles son las razones por las que se habló en lenguas en Jerusalén, Cesarea y Éfeso? Estas tres circunstancias se hallan relacionadas con el bautismo en el Espíritu Santo. Los propósitos de hablar en lenguas son reflejo del propósito del bautismo en el Espíritu. Jesús lo destacó como una investidura de poder para testificar (Hechos 1:8).

Hablar en lenguas era una forma de comunicarse con Dios y de exaltarlo. A diferencia de Pablo, Lucas no menciona el que se orara, cantara o bendijera en lenguas de manera continua. Sin embargo, está claro que, en las tres ocasiones mencionadas anteriormente, los discípulos se estaban comunicando con Dios por medio de esas lenguas. En el día de Pentecostés, también se comunicaron con el pueblo. Nos podemos comunicar en nuestro propio idioma, pero hablar en lenguas nos proporciona otra forma de comunicarnos que es muy edificante para el alma humana.

Otro de los propósitos de las lenguas es dar testimonio. Lucas hizo resaltar esto en su informe sobre lo sucedido en el día de Pentecostés. Hay eruditos que sostienen que en Hechos 2:11, los discípulos estaban alabando a Dios por sus poderosas obras. Otros hacen resaltar que los discípulos estaban proclamando ante el pueblo las poderosas obras de Dios. Es posible que hayan hecho ambas cosas. Cualquiera que fuera el caso, el resultado final fue que presentaron un poderoso testimonio ante el pueblo. En el día de Pentecostés, más de tres mil personas recibieron la Palabra y entraron a formar parte de la Iglesia (Hechos 2:41).

En Cesarea y Éfeso, los discípulos hablaron en lenguas, pero las personas presentes no los comprendieron. Por tanto, las lenguas no constituyeron un testimonio directo en el sentido de ser una presentación del Evangelio. No obstante, el bautismo en el Espíritu Santo fue un testimonio por medio de su experiencia. Además, los discípulos recibieron poder para testificar a los demás en un lenguaje entendido por todos. Los discípulos dieron testimonio en Cesarea al exaltar a Dios, y en Éfeso al profetizar. A diferencia de Pablo, Lucas no escribe sobre las lenguas con interpretación.

Hablar en lenguas era señal de que los discípulos habían recibido el don del Espíritu Santo. En el día de Pentecostés, la multitud se sintió confundida (Hechos 2:6). En cambio, los discípulos no tenían duda alguna de que había descendido el Espíritu sobre ellos (Hechos 2:16). El Espíritu, tal como les aclaró Pedro, descendió sobre ellos en cumplimiento de lo escrito en Joel 2:28–32. Dado el papel desempeñado por el Espíritu en el Antiguo Testamento, y las profecías relacionadas con Él, en el día de Pentecostés, los discípulos comprendieron lo importante que era la plenitud que habían recibido.

El propósito de las lenguas como señal se hizo más evidente aún en Cesarea. Puesto que Pedro estaba abriendo nuevos horizontes al llevarles el Evangelio a los gentiles, la Iglesia necesitaba una fuerte evidencia de que todos los dones de Dios estaban al alcance de todos los seres humanos. En Hechos 10:47, Pedro declara:

“¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros?”

EL famoso erudito pentecostal Stanley M. Horton afirma: “La evidencia que los convenció fue que los oyeron hablar en lenguas, y glorificar a Dios” (Stanley M. Horton, What the Bible Says About the Holy Spirit, (Springfield: Gospel Publishing House, 1976; en español, “El Espíritu Santo revelado en la Biblia”, Vida, 1993, p. 156).

A partir de esto, podemos llegar a la conclusión de que todo aquel que habla en lenguas genuinas y exalta a Dios, ha recibido el bautismo en el Espíritu Santo. Cuando Pablo oró por los discípulos de Éfeso, estos “hablaban en lenguas, y profetizaban” (Hechos 19:6). De nuevo, el libro de los Hechos presenta las lenguas como una forma de profecía. De aquí que dé la impresión de que los discípulos estaban profetizando, tanto al hablar en lenguas, como al hablar en su propio idioma. Hasta donde sabemos, esas lenguas eran ininteligibles, tanto para los que las hablaban, como para los que las escuchaban. No obstante, eran señal de la presencia del Espíritu.

El bautismo en el Espíritu Santo era testimonio de que Dios había aceptado a los gentiles de Cesarea. Este testimonio era esencial para echar abajo la barrera que mantenía alejados a los gentiles. Tal vez nos preguntemos por qué habría de escoger Dios algo tan frágil como las lenguas para atestiguar sobre cuál era su posición, pero Dios usa lo que Él decide usar.

En Éfeso se destaca la seguridad de la presencia del Espíritu. Vemos aquí a Pablo en acción dentro de un escenario distinto a la iglesia local a la que se había dirigido en Corinto. Cuando observó que los discípulos de Éfeso eran deficientes en su experiencia, les hizo una pregunta que tenía que ver con su experiencia: ¿Podían dar testimonio de haber recibido el Espíritu cuando habían creído (o después)? Cuando ellos hablaron en lenguas y profetizaron, esta evidencia les dio a estos discípulos la seguridad de que su experiencia personal con Dios era válida.

EL ESPÍRITU SANTO COMO DON

En el libro de los Hechos, Lucas presenta la esencia de las lenguas como expresiones inspiradas por el Espíritu que son desconocidas para el que las manifiesta. En el día de Pentecostés, los discípulos hablaron en unas lenguas que ellos no conocían, pero que la gente que los escuchaba sí comprendía. En Cesarea y Éfeso, es posible que ni los discípulos, ni las otras personas que estaban presentes, comprendieran las palabras dichas en lenguas. Es probable que hablaran con un lenguaje que tenía un propósito especial.

Entre los propósitos y los usos de las lenguas en el libro de los Hechos se incluyen la comunicación con Dios; el testimonio ante las personas presentes; la facilitación de una señal para que los discípulos supieran que habían recibido al Espíritu Santo; el testimonio a favor del ministerio de los discípulos, y la seguridad de la presencia y el poder de Dios. En lo que se insiste es en el Espíritu Santo como el don, y no en los dones espirituales que distribuye el Espíritu.

BIBLIOGRAFÍA:

  • Robert P. Menzies, Pentecost: This Story Is Our Story (Springfield: Gospel Publishing House, 2013), p. 70.
  • Stanley M. Horton, What the Bible Says About the Holy Spirit, (Springfield: Gospel Publishing House, 1976; en español, “El Espíritu Santo revelado en la Biblia”, Vida, 1993), p. 156.

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