La doctrina del pecado original, formulada por Agustín de Hipona, se centra en la idea de que toda la humanidad, a partir de la desobediencia de Adán y Eva, hereda una naturaleza corrupta que la inclina al pecado y la aleja de Dios. San Agustín sostiene que el pecado original tiene su raíz en el libre albedrío de Adán, quien, al desobedecer a Dios, introdujo el pecado en el mundo. Este acto no solo afectó a Adán, sino que se transmitió a toda su descendencia, corrompiendo la naturaleza humana.
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¿Aborrece Dios al pecador?
Dios castigará al pecador no porque lo odia, sino porque es justo. Aunque es cierto que el eslogan: "Dios ama al pecador, pero odia el pecado”, no es una frase que se encuentre en la Biblia, el concepto en sí mismo sí es bíblico. Judas 1: 22–23 dice: "Tengan compasión de los que dudan; a otros, sálvenlos arrebatándolos del fuego. Compadézcanse de los demás, pero tengan cuidado; aborrezcan hasta la ropa que haya sido contaminada por su cuerpo". Estos versículos nos mandan extender misericordia y compasión por las personas, mientras que, al mismo tiempo, odiamos el pecado. Si nosotros podemos hacer esto (amar a las personas mientras aborrecemos su pecado) ¿Por qué Dios sería menos capaz que nosotros de hacerlo? Dios puede odiar perfectamente el pecado y estar airado contra los pecadores en toda santidad, al mismo tiempo que ama perfectamente a los pecadores y desea que se arrepientan y reciban perdón (Salmo 5; 11; Malaquías 1: 3; Apocalipsis 2: 6; 2 Pedro 3: 9).