Por Fernando E. Alvarado
«Pero tú debes mantener la mente clara en toda situación. No tengas miedo de sufrir por el Señor. Ocúpate en decirles a otros la Buena Noticia y lleva a cabo todo el ministerio que Dios te dio.»
2 Timoteo 4:5, NTV

La medida del amor de un pastor por Dios está directamente relacionada con su cuidado deliberado por las ovejas de Cristo. Eso es lo que el Señor le dijo a Pedro después de que Pedro afirmó su amor por Cristo. El Señor dijo: «pastorea mis ovejas» (Juan 21:16). Entonces, ¿cómo puede un pastor amar a Cristo? Amando la iglesia de Cristo. Pastoreándola… aún en tiempos de pandemia.
La forma de ejercer nuestro ministerio ha cambiado, ¡y quizá nunca vuelva a ser igual que antes!
¿Cómo podemos pastorear eficazmente durante este tiempo? ¿Cómo pueden los pastores mantener sus deberes con el rebaño en esta extraña temporada de cuarentena, distanciamiento social, y de suspensión de los servicios religiosos? La abrumadora perspectiva del ministerio en esta temporada del COVID-19 implica más que simplemente averiguar cómo llevar a cabo la transmisión en vivo de un servicio. Si no puedes estar cerca de gran parte de tu congregación, ¿cómo la pastoreas? He aquí algunas sugerencias que quizá te sean útiles.

(1) Para empezar, ¡fortalece tu propia vida espiritual! Así no perderás la pasión por ejercer tu ministerio y tendrás algo valioso que compartir con otros.
Pablo sufrió períodos de encierro mucho peores, más incómodos y más largos que nosotros. La Cárcel Mamertina, conocida en latín como Carcer Tullianum y que probablemente es la cárcel más antigua de Roma, fue testiga del confinamiento final de Pablo. El historiador romano Salustio describió el Carcer Tullianum como un lugar «repugnante y espantoso por su estado de abandono, oscuridad y pestilencia». [1]
Y es que la Cárcel Mamertina no era una prisión tal y como las entendemos hoy en día, sino más bien una antigua mazmorra. Al estar ubicada cerca de un sistema de alcantarillado, los textos antiguos hablan de ella como una cárcel húmeda y estremecedora compuesta por dos espacios ubicados en planos diferentes: La celda superior tiene forma trapezoidal y sus muros están compuestos de bloques de toba. La celda inferior es de forma circular y es la que toma el nombre de Tullianum en honor a su constructor, el rey Servio Tulio.

Fue en este incómodo y sucio lugar que le apóstol Pablo enfrentó el confinamiento (y no para guardar su vida como nosotros, sino esperando perderla a manos del verdugo). Ahí, sin servicio de cable, smartphones, cámaras de vídeo, WIFI, un refrigerador lleno de comida o una dulce esposa a su lado, el apóstol a los gentiles vivió sus últimos días.
Irónicamente, al final de su vida y ministerio, Pablo no solo pensaba en sí mismo, compadeciéndose de su situación. ¡No! La preocupación central de Pablo seguía siendo la continuación del ministerio del evangelio. Por eso quería a Juan Marcos (2 Timoteo 4:11). A Pablo le preocupaba que el ministerio del evangelio continuara a través de otros (2 Timoteo 4:12). Incluso al final de su vida él dirige a otros, orquestando un ministerio fiel en los lugares donde Pablo todavía tenía influencia (2 Timoteo 4:10, 12). ¡Esto es increíble! Pablo está en prisión. Y aun así su mayor preocupación no es salir de prisión, sino que el evangelio continúe esparciéndose.

A Pablo también le preocupaba su propio crecimiento en este evangelio (2 Timoteo 4:13). En otras palabras, él sigue haciendo lo que le urgía hacer a Timoteo: crecer en las palabras de Dios que nos hacen sabios para salvación (2 Timoteo 3:14-17). Pablo todavía busca ser un hombre de Dios que sea un obrero aprobado en el ministerio del evangelio (2 Timoteo 2:15-18). Es por eso que le pide a Timoteo que le traiga los libros y los pergaminos (4:13). Pablo entiende que la necesidad de crecer en la gracia y el conocimiento de Jesucristo nunca termina.
Hermanos pastores, si hemos de cumplir con nuestro ministerio, debemos darnos cuenta de que nunca llegaremos a no necesitar leer y estudiar las Escrituras. Necesitamos continuar aprendiendo, ser corregidos, ser entrenados en justicia. Por lo tanto, ¿Qué podemos hacer en medio de la cuarentena para lograrlo? Para empezar, establecer un plan de lectura bíblica regular y estudiar las Escrituras. Priorizar nuestros devocionales personales.

(2) No confíes en tu propio conocimiento, talentos naturales o años de experiencia. Tampoco desfallezcas ante la falta de los mismos ¡Confía en Cristo solamente! Su gracia te basta.
No importa cuan hábil, talentoso o experimentado seas en el ministerio, la confianza para cumplir tu ministerio no descansa en ti, y esta pandemia (la cual ha limitado nuestra movilidad, confinándonos al encierro de nuestro hogar) lo ha dejado en claro. Nuestra confianza mayor debe descansar en el Señor Jesucristo. Pablo tenía un llamado particular a dar a conocer el plan de Dios para salvación; es decir, su llamado era llevar el evangelio a los gentiles. Él era un erudito en la Palabra, su formación teológica era impresionante; sus talentos, muchos sin duda; sus años de servicio y experiencia, abundante. Pero su confianza no estaba en sí mismo, sino en Jesucristo.
A través de peligros, amenazas y riesgos (quizá mucho mayores que el COVID-19), Pablo aprendió a confiar en el Señor, no en sí mismo. El Señor había rescatado a Pablo de la “boca” de las autoridades gubernamentales, de “la boca del león” (2 Timoteo 4:17), y de todo mal en su contra (2 Timoteo 3:18; 3:11). Si hemos de cumplir nuestro ministerio, necesitamos entender que, en la cultura de hoy (y esto va más allá del COVID-19), cada vez será más difícil ser pastor. Pero también necesitamos entender que las puertas del Hades no prevalecerán en contra de la Iglesia de Jesús. Jesús construirá su Iglesia, y el evangelio avanzará. Es Jesús quien restaurará todas las cosas; es Jesús quien regresará y reinará en el reino eterno en la nueva tierra; es Jesús quien hará todas las cosas nuevas. Nuestros “fracasos” y “éxitos” no cambiarán el plan eterno de Dios en Jesucristo. Somos participantes privilegiados en ese plan eterno al proclamar a Jesús como el Rey resucitado y exaltado sobre todas las cosas. Él es nuestra esperanza, y nuestra confianza debe descansar en él.
Necesitamos al Señor Jesucristo al principio, en medio, y al final de nuestro ministerio (2 Timoteo 4:22). ¿Dónde está tu confianza? No permitas que esté en tus propios dones, habilidades, creatividad, o inteligencia. No permitas que esté en tu propio éxito, fama u oportunidades de liderazgo. Deja que tu confianza descanse en el Señor Jesucristo. Solo Él debe recibir toda la gloria (2 Timoteo 4:18). Hoy, en medio de la crisis que nos asedia, debemos más que nunca confiar en Cristo, y solamente en Él.

(3) Continúa predicando…
Obviamente, la conciencia y la convicción dictarán si quieres predicar a través del Internet. Sin embargo, es importante poner el Evangelio delante de tu rebaño de todas las maneras posibles. Si eso significa transmitir un sermón completo cada domingo, hazlo. También puede significar la publicación de podcasts, videos, entradas de blog, tweets, o actualizaciones de Facebook que contengan pensamientos devocionales. Tu gente está recibiendo todo tipo de mensajes en estos momentos: algunos útiles, otros no, otros simplemente son distrayentes. No dejes que otras voces los tienten en su soledad o ansiedad llevándolos a apartar sus ojos de Jesús. Descubre las maneras que van acorde con tus convicciones y funcionan mejor en tu contexto para “mostrarles a Cristo”. Esta es tu principal directriz.

(4) Proporciónale a tu congregación los recursos adecuados
Recomienda buenos libros, podcasts, entradas de blog, o artículos. Muchas familias encerradas en casa pueden estar intentando hacer un servicio de adoración familiar por primera vez. Tal vez esta sea una oportunidad para ayudarles con bosquejos simples o “planes de adoración” para trabajar con sus hijos. Provee ayudas devocionales u otros recursos que le asistan en su adoración privada en el ínterin. Muéstrales oportunidades misioneras: ayúdalos a usar el tiempo sabiamente viendo si hay formas de financiar, o incluso participar, en ayudar a otros. Mucha gente no está trabajando ni está en la escuela y puede que tenga dificultades para pagar las facturas o encontrar comida. Lleva a tu gente a resolver los problemas de cómo servir aunque sea a distancia.

(5) Mantente en contacto con la gente
Las redes sociales pueden ser una bendición en estos días ya que pueden ayudar a la gente a sentirse conectada a la vida de la iglesia y al corazón de sus pastores. Contacta a tu gente por correo electrónico o por teléfono y hazles saber que estás disponible para aconsejar o para tomar peticiones de oración. Quizás puedes publicar una actualización diaria de Facebook en la página de tu iglesia con algunos versículos y un recordatorio de que te preocupas por ellos. Pocos pastores corren el riesgo de excederse en la comunicación en tiempos normales; en esta temporada, ciertamente, la necesidad de comunicación es mayor.

(6) Ora por tu rebaño
Además de la predicación, la oración es la tarea principal de un pastor. Confía en el aspecto sobrenatural del acceso que tienes al Padre para interceder por tu pueblo. Esto no es un pretexto. Orar por tu pueblo es un ministerio necesario. Durante esta temporada es especialmente vital llevar al trono de la gracia a los ovejas que no puedes ver en persona. Llévalos en tu corazón.

No te rindas, pastor, recuerda que…
No te sirves a ti mismo, le sirves a Dios. Nuestra labor es grande y difícil, pero llena de satisfacciones. Un día recibirás la recompensa de manos del príncipe de los pastores. Mientras tanto, ¡Haz tu trabajo fielmente! ¡Cumple tu ministerio! Recuerda que un pastor dirige los corazones y afectos del pueblo de Dios a la grandeza y gloria de Dios. Su ambición es decir con el salmista: “Engrandeced al Señor conmigo, y exaltemos a una su nombre” (Salmo 34:3, LBLA). Él conduce a la congregación de los adoradores a decir: «¡Engrandecido sea Dios!» (Salmo 70:4, LBLA). Él sabe que aquí está el camino de la verdadera alegría y gozo cuando el pueblo redimido por la sangre de Cristo tiene un objetivo de magnificar al Señor Jesucristo. ¡Ánimo pastores! ¡Sigamos adelante, cumpliendo fielmente con nuestro deber!

BIBLIOGRAFÍA:
Santa Biblia, Reina-Valera 1960
La Biblia de las Américas, Biblia de Estudio, B&H Publishing Group (2000)
Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente
REFERENCIAS:
[1] Richard A. Bauman, Crime and Punishment in Ancient Rome (Routledge, 1996), p. 23.
