Por Fernando E. Alvarado
Al igual que las denominaciones protestantes históricas, las principales denominaciones pentecostales tienen sus propios credos o confesiones de fe. En el caso particular de las Asambleas de Dios (la más de las denominaciones pentecostales, con alrededor de 69 millones de miembros), dicha confesión de fe es conocida como “Declaración de verdades fundamentales”. Tal declaración contiene las 16 doctrinas que, de acuerdo con las Asambleas de Dios, la definen como denominación evangélica y pentecostal.
En esta ocasión te invito a conocer el Artículo 10 de la Declaración de Verdades Fundamentales de las Asambleas de Dios (en próximos artículos abordaremos las declaraciones de fe de otras denominaciones pentecostales).

ARTÍCULO 5, LA IGLESIA Y SU MISIÓN
“La Iglesia es el cuerpo de Cristo, la morada de Dios por el Espíritu Santo, con el encargo divino de llevar a cabo su gran comisión. Todo creyente, nacido del Espíritu Santo, es parte integral de la asamblea general e iglesia de los primogénitos, que están inscritos en los cielos (Efesios 1:22-23; Efesios 2:22; Hebreos 12:23). Siendo que el propósito de Dios en relación con el hombre es buscar y salvar lo que se había perdido, ser adorado por el ser humano y edificar un cuerpo de creyentes a la imagen de su Hijo, la principal razón de ser de las Asambleas de Dios como parte de la Iglesia es:
(1) Ser una agencia de Dios para la evangelización del mundo (Hechos 1:8; Mateo 28:19-20; Marcos 16:15-16).
(2) Ser un cuerpo corporativo en el que el hombre pueda adorar a Dios (1 Corintios 12:13)
(3) Ser un canal para el propósito de Dios de edificar a un cuerpo de santos siendo perfeccionados a la imagen de su Hijo (Efesios 4:11-16; 1 Corintios 12:28; 1 Corintios 14:12).
(4) Ser un pueblo que muestra el amor y la compasión de Dios a todo el mundo (Salmo 112:9; Gálatas 2:10; Gálatas 6:10; Santiago 1:27).
Las Asambleas de Dios existe expresamente para dar continuo énfasis a esta razón de ser según el modelo apostólico del Nuevo Testamento enseñando a los creyentes y alentándolos a que sean bautizados en el Espíritu Santo. Esta experiencia:
(I) Los capacita para evangelizar en el poder del Espíritu con señales y milagros (Marcos 16:15-20; Hechos 4:29-31; Hebreos 2:3-4).
(II) Agrega una dimensión necesaria a la adoración y a la relación con Dios (1 Corintios 2:10-16; 1 Corintios 12; 1 Corintios 13; 1 Corintios 14).
(III) Los capacita para responder a la plena manifestación del Espíritu Santo en la expresión de frutos, dones y ministerios como en los tiempos del Nuevo Testamento para la edificación del cuerpo de Cristo (Gálatas 5:22-26; Mateo 25:37-40; Gálatas 6:10; 1 Corintios 14:12; Efesios 4:11-12; 1 Corintios 12:28; Colosenses 1:29).”[1]

EXPLICACIÓN
La iglesia es el cuerpo místico de Cristo y representa un nuevo orden de vida espiritual sobre la tierra, habiendo sido creada por la llegada de Cristo, y siendo preservada por la morada perpetua del Espíritu Santo. El vocablo iglesia, como se encuentra en el Nuevo Testamento, proviene de la palabra griega, ecclesia, y, en su connotación más simple, significa la asamblea o el cuerpo de los llamados. Un término griego relacionado es kuriakos, que significa la casa del Señor (1 Timoteo 3:15). La iglesia, por tanto, podría ser considerada la esfera de las operaciones del Espíritu, y está investida de ciertas señales y atributos que son representativos de su agencia entre los seres humanos:
(1) Es la ecclesia, o la asamblea de los llamados, y está formada por los hijos de Dios adoptados divinamente. No es, pues, una simple organización humana. Cristo es su cabeza. De Él recibe su luz por medio del Espíritu que mora, y como tal, descarga una doble función: como establecimiento para la adoración, y como depósito de la fe.
(2) Es el cuerpo de Cristo, ya que constituye una extensión mística de la naturaleza de Cristo, y, por consiguiente, está compuesta de aquellos que han sido hechos partícipes de esa naturaleza. La relación entre Cristo y la iglesia es orgánica. Como tal, personifica y permite en la tierra las condiciones bajo las cuales, y por cuyos medios, el Espíritu Santo extiende sobrenaturalmente a los seres humanos la obra redentora de Cristo. En ella, y de ella, Cristo comunica a la membresía de este cuerpo los oficios vivificadores y santificadores del Espíritu Santo, para la extensión de su obra entre los hombres.[2]

Al entender la iglesia como Cuerpo de Cristo, esta comprende dos aspectos:
(1) La iglesia universal es la iglesia formada por todos los que tienen una relación personal con Jesucristo. 1 Corintios 12:13-14 dice, “Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu”. Aquí vemos que cualquiera que ha depositado su fe en Jesús es parte del Cuerpo de Cristo y ha recibido el Espíritu de Cristo como evidencia. La iglesia universal de Dios la forman todos aquellos que han recibido la salvación a través de la fe en Jesucristo.
(2) La iglesia local está descrita en Gálatas 1:1-2, “Pablo, apóstol… y todos los hermanos que están conmigo, a las iglesias de Galacia”. Aquí vemos que en la provincia de Galacia había muchas iglesias – lo que llamamos una iglesia local, un cuerpo local de creyentes. La iglesia universal la forman los que han confiado en Cristo para salvación. Estos miembros de la iglesia universal deben buscar compañerismo y edificación en una iglesia local.

LA MISIÓN DE LA IGLESIA
La Iglesia es columna y baluarte de la Verdad (1 Timoteo 3:15), dedicada a guardar el depósito de la fe (2 Ti. 1:11-14). Ella tiene por misión cuidar fielmente este valioso tesoro y proclamar las buenas noticias para que muchos crean e invoquen el nombre de Cristo (Romanos 10:14-15). A la Iglesia se le encomendó el privilegio que los profetas del Antiguo Testamento anhelaban conocer y que no se les dio a los ángeles (1 Pedro 1:10-12, Efesios 3:10). Fuimos escogidos con el propósito de anunciar las virtudes de Aquel que nos salvó (1 Pedro 2:9).
Jesús llama a la iglesia a participar en la misión de Dios para redimir y restaurar toda la creación. Cuando el pecado entró al mundo, las relaciones entre Dios, la gente y el resto de la creación se rompieron. Dios quiere restaurar estas relaciones. (Génesis 1–3, Romanos 8:18–25, Apocalipsis 21); sin embargo, nuestras relaciones con Dios, entre nosotros y con la creación sólo pueden ser restauradas a través de Jesucristo. (Lucas 4:16-21). Así pues, la misión de la iglesia es mostrar el amor de Dios a las personas e invitarlas a conocerle, amarle, tener una relación con Él a través de Jesucristo y someterse a su señorío (Mateo 28:19-20, Hechos 4:32-35).
Esta misión es la tarea encomendada por Dios para que el pueblo de Dios la cumpla en el mundo. En términos más simples, la misión de la iglesia es la Gran Comisión, “una declaración clara e inequívoca de la misión [de la iglesia] en el mundo”.[3] Nuestra tarea como cuerpo unido de Cristo es hacer discípulos, mediante el testimonio de Jesucristo el Hijo en el poder del Espíritu Santo para la gloria de Dios el Padre. O, para decirlo con más detalle, “La misión de la iglesia es ir al mundo y hacer discípulos declarando el evangelio de Jesucristo en el poder del Espíritu y reuniendo a estos discípulos en iglesias para que adoren al Señor y obedezcan sus mandamientos ahora y en la eternidad, para la gloria de Dios Padre”.[4]

¿ES LA LABOR SOCIAL PARTE DE LA MISIÓN DE LA IGLESIA?
Como bien lo señala el artículo 10 de la Declaración de Verdades Fundamentales, la iglesia no sólo es llamada al evangelismo, el discipulado y las misiones. También debe ser un pueblo que muestra el amor y la compasión de Dios a todo el mundo (Salmo 112:9; Gálatas 2:10; Gálatas 6:10; Santiago 1:27). Es por eso por lo que, en el cumplimiento de su misión en la tierra, la iglesia debe llevar toda área de la vida bajo el señorío de Jesucristo, recordando de que no existe ninguna dicotomía bíblica entre la responsabilidad evangelística y la labor social o de misericordia, la cual es parte inseparable del Evangelio.
El cumplimiento integral de nuestra misión ante el mundo debe realizarse evitando el viejo estereotipo evangélico, el cual ha sido espiritualizar el evangelio, y negar sus implicaciones sociales; no obstante, también debe evitarse el estereotipo ecuménico, el cual ha sido politizar la fe, reducir el papel de la iglesia al de una simple organización caritativa, y negar su oferta de salvación a los pecadores.
Las iglesias de las Asambleas de Dios han hecho suya misión integral de la iglesia, la cual implica tres tipos de relaciones: (a) La acción social es una consecuencia y objetivo del evangelismo. El evangelismo es el medio por el cual Dios trae a la gente a un nuevo renacimiento y su nueva vida se manifiesta en el servicio a los demás; (b) La acción social es puente al evangelismo; y (c) la acción social lo acompaña como socio al evangelismo. Pero el evangelismo tiene cierta prioridad por cuanto a éste atañe el destino eterno de las personas y al traerles las buenas nuevas de salvación los cristianos están haciendo lo que nadie más puede hacer.[5]
Como parte de su compromiso con la misión integral de la iglesia, las Asambleas de Dios han creado y financian diversas obras de compasión a escala global, entre ellas orfanatos, centros para ciegos, programas de asistencia a ancianos, agencias de servicios familiares, programas para el alivio de desastres, programas de ayuda a comunidades rurales, ayuda en casos de desastres, etc.
La labor humanitaria de las Asambleas de Dios es ampliamente conocida a escala mundial a través de ministerios como Compassion Link (ministerio integrado por especialistas en salud, discapacidad, desarrollo sostenible y pastoral); Child Hope (un ministerio de ayuda a niños en situación de pobreza que trabaja en más de 20 naciones en Latinoamérica y el Caribe); Convoy of Hope (un ministerio que busca erradicar la pobreza y brindar ayuda social a los más necesitados), Teen Challenge (ministerio enfocado en la rehabilitación de jóvenes drogadictos y alcohólicos) y The Global AIDS Partnership (ministerio que proporciona recursos y capacitación para quienes ministran a personas afectadas por el VIH / SIDA), entre otros.
Para las Asambleas de Dios, no se trata simplemente de que la evangelización y la participación social se hagan juntas, sino que nuestra proclamación tiene consecuencias sociales al llamar a la gente al amor y al arrepentimiento en todas las áreas de la vida y que nuestra participación social tiene consecuencias evangelísticas al dar testimonio de la gracia transformadora de Jesucristo.

FUENTES:
[1] Declaración de Verdades Fundamentales, disponible en: https://ag.org/es-ES/Creencias/Declaraci%C3%B3n-de-verdades-fundamentales-
[2] H. Orton Wiley, Teología Cristiana, Tomo III, CNP (2015), pp. 103-104.
[3] Phillip Graham Ryken, City on a Hill: Reclaiming the Biblical Pattern for the Church (Chicago: Moody, 2003), 129.
[4] Kevin DeYoung and Greg Gilbert, What Is the Mission of the Church? Making Sense of Social Justice, Shalom, and the Great Commission (Wheaton, IL: Crossway, 2001), 62
[5] Declaración de la Alianza Evangélica Mundial, 2012