Por Fernando E. Alvarado
La objeción común de algunos cristianos (o grupos religiosos) es que no se debería celebrar la Navidad el 25 de diciembre porque Jesús no nació en esa fecha exacta, y por tanto sería una celebración “pagana” o históricamente incorrecta. La analogía de los cumpleaños es excelente para desmontar esa crítica. Tan solo piensa en lo siguiente:
Cuando celebramos nuestro cumpleaños, no estamos festejando el día preciso en que comenzamos a existir como seres humanos. La vida humana empieza en la concepción, que ocurrió aproximadamente nueve meses antes del nacimiento. Nadie celebra el “aniversario de su concepción” (ni siquiera sabemos la fecha exacta en la mayoría de los casos). Lo que celebramos es el natalicio: el día en que vinimos al mundo, el evento de nuestro nacimiento.

De la misma manera, la Navidad no pretende ser necesariamente la conmemoración del día exacto del calendario en que Jesús nació (la Biblia no especifica la fecha, y los estudiosos coinciden en que probablemente no fue el 25 de diciembre). Lo que celebramos es el evento en sí: el Nacimiento del Salvador, la Encarnación del Hijo de Dios, el momento en que la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros (Juan 1:14).
Por eso, la fecha concreta es secundaria. Lo importante es el hecho histórico y teológico que se conmemora: Dios hecho hombre para salvar a la humanidad. Elegir un día del año para recordarlo colectivamente, agradecerlo y alegrarnos por él es perfectamente legítimo, del mismo modo que elegimos un día para celebrar nuestro propio nacimiento aunque la vida empezara antes.
En resumen:
• Nuestro cumpleaños celebra el evento del nacimiento, no el inicio absoluto de la vida.
• La Navidad celebra el evento del Nacimiento de Cristo, no necesariamente la fecha precisa de ese nacimiento.
Por lo tanto:
Exigir que la Navidad solo sea válida si cae en la fecha “exacta” sería como exigir que nadie celebre su cumpleaños porque la vida realmente empezó en la concepción. Es una exigencia inconsistente que ignora que las celebraciones conmemoran eventos significativos, no obligatoriamente fechas cronológicamente perfectas.
Así pues, celebrar la Navidad es una forma hermosa y razonable de recordar y dar gracias por el mayor acontecimiento de la historia: que Dios se hizo hombre por nosotros.
Así qué, mi hermano, ¡Feliz Navidad!
