Por Fernando E. Alvarado.
La kipá, o yarmulke, es una pequeña gorra circular que los hombres judíos usan como símbolo de reverencia y respeto hacia Dios. Su uso no está directamente mencionado en la Biblia hebrea, pero tiene raíces en la tradición rabínica. Según el Talmud, cubrir la cabeza es una forma de recordar la presencia de Dios en todo momento (Babylonian Talmud, Kiddushin 31a). Esta práctica se desarrolló gradualmente, convirtiéndose en una costumbre ampliamente aceptada en la Edad Media (Encyclopaedia Judaica, 2007).
Durante el período talmúdico, se consideraba una señal de respeto cubrirse la cabeza, especialmente durante la oración y el estudio de la Torá. Sin embargo, no era una obligación universal, y su uso varió entre diferentes comunidades judías (Rubin, 1993). Con el tiempo, la kipá se estableció como un símbolo de identidad judía, particularmente en la diáspora.
En las últimas décadas, algunos grupos evangélicos han comenzado a adoptar la kipá como parte de su práctica religiosa. Esta tendencia se observa principalmente en movimientos mesiánicos y en ciertas congregaciones judaizantes que buscan, a través del uso de símbolos o elementos religiosos judíos, una conexión más estrecha con las raíces judías del cristianismo y el Dios de Israel (Baker, 2010).
Sin embargo, esta práctica no está ausente de críticas y cuestionamientos. Muchos teólogos, pastores y líderes cristianos creen que esta adopción puede considerarse inconsistente desde una perspectiva teológica, ya que la Biblia cristiana no prescribe el uso de la kipá, y el Nuevo Testamento, específicamente en 1 Corintios 11:4-7, sugiere que los hombres no deben cubrirse la cabeza durante la oración (Smith, 2015).

¿ORDENA LA BIBLIA EL USO DE LA KIPÁ?
Si bien el uso de la kipá está profundamente arraigado en la tradición judía, el uso de esta prenda de vestir no se menciona explícitamente en la Biblia hebrea. En el Antiguo Testamento no hay una mención directa del uso de una kipá. Sin embargo, algunos versículos se han interpretado como referentes al acto de cubrirse la cabeza como símbolo de respeto. Por ejemplo, en Éxodo 28:4, se menciona que los sacerdotes debían usar turbantes específicos como parte de sus vestimentas sagradas:
«Estas son las vestiduras que harán: un pectoral, un efod, un manto, una túnica bordada, una tiara y un cinto. Harán vestiduras sagradas para Aarón, tu hermano, y para sus hijos, a fin de que ejerzan mi sacerdocio.» (Éxodo 28:4, NVI)
Aunque este versículo se refiere específicamente a los sacerdotes y no a la población general, algunos suelen interpretar dicho versículo como aprobatorio del uso de la kipá, señalando que la costumbre de cubrirse la cabeza debe entenderse como un símbolo de reverencia y santidad (Hertzberg, 1960).
Pero fuera de esta interpretación rebuscada, la Biblia no dice absolutamente nada sobre el uso de la kipá ni establece mandato alguno de cubrirse la cabeza como forma de expresar reverencia hacia Dios. El verdadero origen de la kipá no se halla en la Biblia. De hecho, la práctica de cubrirse la cabeza se desarrolla más claramente en la tradición rabínica. El Talmud, que es una recopilación de enseñanzas y leyes judías, menciona la importancia de cubrirse la cabeza como una forma de mostrar respeto a Dios. En el Talmud Babilónico, se encuentra la siguiente declaración:
«Rab Huna ben Joshua nunca caminaba cuatro codos con la cabeza descubierta, porque decía: ‘La Shejiná (presencia divina) está por encima de mi cabeza’.» (Talmud Babilónico, Kiddushin 31a)
Aunque esta enseñanza rabínica ha influido significativamente en la adopción de la kipá como una práctica común entre los judíos (Elman, 1999), en el contexto del Nuevo Testamento, no hay un mandato explícito para que los hombres se cubran la cabeza. De hecho, Pablo, en su primera carta a los Corintios, sugiere lo contrario:
«Todo hombre que ora o profetiza con la cabeza cubierta deshonra su cabeza [es decir, a Cristo, cabeza del varón].» (1 Corintios 11:4, NVI)
Este versículo se sitúa en un pasaje más amplio (1 Corintios 11:2-16) donde Pablo aborda las prácticas de adoración en la iglesia de Corinto. El contexto cultural es crucial para entender este mandato. En el mundo grecorromano, cubrirse la cabeza tenía significados específicos y variaba entre hombres y mujeres. Para los hombres, cubrirse la cabeza podría asociarse con prácticas paganas y rituales de otras religiones (Witherington, 2004).
En opinión de algunos intérpretes, Pablo busca también evitar la incorporación en la iglesia de algunas prácticas judías donde los hombres sí se cubrían la cabeza como símbolo de reverencia (Hays, 2011). Pablo, al dirigirse a una comunidad predominantemente gentil, adapta su mensaje y prohíbe la práctica de cubrirse la cabeza al orar o ministrar, para evitar que los cristianos sean confundidos con los practicantes, tanto del judaísmo como de ciertos cultos paganos que también tenían dicha práctica.
Esto nos lleva a concluir que el mandato de Pablo en 1 Corintios 11:4 no debe considerarse universal para todos los hombres cristianos, sino específico para la situación cultural de la iglesia en Corinto. En otras partes del Nuevo Testamento, no hay indicaciones de que los hombres deban o no deban cubrirse la cabeza al orar. Por ejemplo, en Hechos 18:18, Pablo mismo toma un voto y se afeita la cabeza (una práctica judía), lo que muestra flexibilidad en la observancia de ciertas prácticas (Johnson, 1998). Al mismo tiempo, vemos a Pablo predicar en contra de la circuncisión y otras prácticas judías entre los gentiles (Gálatas 2:11-14, Colosenses 2:16-17). Esto significa que, cuando Pablo prohíbe a los varones cristianos de Corinto cubrirse la cabeza, no lo hace porque exista algo inherentemente malo en dicha práctica. Pablo simplemente busca evitar el sincretismo con otras religiones e impedir la judaización de la iglesia por medio de la incorporación de prácticas judías.
En Gálatas 3:28, Pablo enfatiza la igualdad en Cristo: «Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús» (NVI). Esta igualdad sugiere que las prácticas culturales específicas del pueblo judío, como cubrirse la cabeza, no son esenciales para la identidad cristiana. Además, Romanos 14:1-23 aborda la libertad cristiana en cuestiones de práctica y conducta, sugiriendo que tales decisiones deben basarse en la conciencia personal y no en mandatos universales (Dunn, 1988). Los promotores del movimiento de raíces hebreas, las sectas judaizantes y otros grupos similares, yerran al imponer sobre los creyentes el uso de la kipá y otros símbolos y prácticas judías, considerándolos como esenciales para la práctica de un auténtico cristianismo bíblico. La kipá ni siquiera es bíblica, mucho menos cristiana. ¿Por qué deberíamos sentirnos obligados a usarla de forma impositiva?

EL ORIGEN DE LA KIPÁ
Las primeras evidencias del uso de la kipá como prenda distintiva se encuentran en los escritos rabínicos y en las descripciones de la vida judía en la Edad Media. No existe una mención directa en la Biblia hebrea sobre la kipá. La práctica de cubrirse la cabeza se menciona en el Talmud, no en la Biblia.
Durante la Edad Media, la kipá se consolidó como una prenda distintiva dentro de la comunidad judía. La influencia de las comunidades judías de Europa y Oriente Medio fue crucial en esta consolidación. En particular, los judíos sefardíes en España y los judíos ashkenazíes en Europa central adoptaron el uso de la kipá como símbolo de identidad religiosa. Los rabinos medievales, como Maimónides, también discutieron la importancia de cubrirse la cabeza durante la oración y el estudio, reforzando así la práctica (González, 2009).
El simbolismo de la kipá en la Edad Media estaba estrechamente vinculado con la identidad judía y la observancia religiosa. En muchas comunidades, la kipá se convirtió en un signo visible de fidelidad a la fe y las tradiciones judías. Además, en contextos de persecución y discriminación, como durante la Inquisición en España, el uso de la kipá podía ser un acto de resistencia y afirmación de la identidad judía (Roth, 1994). Este simbolismo perduró y se fortaleció con el tiempo, haciendo de la kipá un elemento inseparable de la vida religiosa judía.
Hacia finales de la Edad Media, el uso de la kipá se había consolidado como una práctica normativizada dentro del judaísmo rabínico. Los textos rabínicos posteriores continuaron enfatizando la importancia de esta prenda, no solo como un símbolo de reverencia a Dios, sino también como un medio de cohesión comunitaria y diferenciación respecto a las poblaciones no judías. La kipá se convirtió en un elemento esencial de la identidad judía, que perduró a lo largo de los siglos y se mantuvo hasta la actualidad (Elman, 1999).

LOS EVANGÉLICOS Y EL USO DE LA KIPÁ ¿ES CORRECTO?
¿Es pecado para un cristiano usar la kipá? No lo creo. Pero es una grave violación del Evangelio imponer su uso en la iglesia de Cristo. En cierta forma, el uso de la kipá por parte de algunos evangélicos también puede verse como una contradicción de sus propias enseñanzas bíblicas. El apóstol Pablo, en su primera carta a los Corintios, establece que los hombres no deben cubrirse la cabeza mientras oran o profetizan, lo cual se interpreta tanto como una referencia a la cultura grecorromana, como a la imposición de costumbres judías en la iglesia (1 Corintios 11:4-7). Esta interpretación sugiere que la práctica de usar la kipá no solo es innecesaria, sino que también puede contradecir la enseñanza apostólica en alguna medida (White, 2017).
Además, la adopción de prácticas judías específicas por parte de los cristianos evangélicos puede ser vista como una forma de sincretismo, que mezcla elementos de diferentes religiones, a menudo resultando en una distorsión de ambas tradiciones (Johnson, 2012). Esto puede generar confusión y diluir las distinciones teológicas importantes entre el judaísmo y el cristianismo.
Por otro lado, cuando los evangélicos adoptan la kipá, pueden estar apropiándose de un símbolo que no les pertenece culturalmente y que no tiene el mismo significado en su contexto religioso. Esto puede generar confusión y malentendidos tanto dentro como fuera de la comunidad cristiana. No podemos ignorar que su uso ha sido un acto visible de identidad religiosa y cultural, un símbolo de la fidelidad a las tradiciones y leyes judías (las cuales los cristianos no practicamos). Este simbolismo de cohesión comunitaria es fundamental para la identidad judía, pero no tiene nada que ver con la tradición cristiana (Rubin, 1993).
Tampoco podemos olvidar que El Nuevo Testamento contiene múltiples exhortaciones a evitar la judaización, es decir, la imposición de prácticas y costumbres judías a los cristianos gentiles. En Gálatas 2:14, Pablo confronta a Pedro por su conducta que obligaba a los gentiles a «judaizar»:
«Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?» (Gálatas 2:14, NVI).
Pablo deja claro que la salvación en Cristo no requiere la adopción de costumbres judías. Insistir en estas prácticas podría desviar a los creyentes gentiles del Evangelio de la gracia y promover el legalismo.
En el aspecto práctico, el uso de la kipá tampoco sería útil para los cristianos y su misión evangelizadora. La iglesia cristiana recibió un mandato pluricultural desde sus inicios. En la Gran Comisión, Jesús instruye a sus discípulos a ir y hacer discípulos de todas las naciones (Mateo 28:19). Este mandato implica una inclusión y un respeto hacia la diversidad cultural. En el Nuevo Testamento, encontramos una iglesia que se expande y adapta a diferentes contextos culturales sin imponer una uniformidad cultural (Hechos 15:19-20).
Pablo, en 1 Corintios 9:20-22, explica su enfoque misionero, adaptándose a diferentes grupos culturales para ganar a más personas para Cristo:
«Me hice a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley; a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (aunque no estoy sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están sin ley. Me hice débil a los débiles, para ganar a los débiles. A todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos.» (1 Corintios 9:20-22, NVI).
Tal como lo he mencionado en los artículos anteriores sobre el uso de símbolos y elementos judíos en iglesias cristianas, mostrar preferencia por una cultura específica, como la judía, puede poner obstáculos a la predicación del Evangelio. En Gálatas 5:1-4, Pablo advierte sobre el peligro de regresar a las prácticas legales como la circuncisión, indicando que aquellos que lo hacen se separan de Cristo y de la gracia:
«Para libertad Cristo nos hizo libres; por tanto, permaneced firmes y no os sometáis nuevamente al yugo de esclavitud. He aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, Cristo no os aprovechará de nada. Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a guardar toda la ley. De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído.» (Gálatas 5:1-4, NVI).
Aunque Pablo insiste acá en la circuncisión, sus palabras pueden aplicar a cualquier práctica judía que intente infiltrarse en la iglesia. Y si Pablo se opuso a la circuncisión, que era expresamente mencionada en la Biblia, ¡Cuánto más se opondría a otras prácticas posteriores sin origen bíblico! Insistir en prácticas culturales específicas puede alejar a personas de otras culturas y crear barreras innecesarias para aceptar el Evangelio. El mensaje de Cristo debe ser accesible a todas las personas, independientemente de su trasfondo cultural. Además, el Nuevo Testamento insta a los creyentes a evitar la judaización y a abrazar la diversidad cultural en la iglesia. Insistir en prácticas específicas de una cultura puede crear barreras a la predicación del Evangelio y contradecir el mandato pluricultural de la iglesia.

FUENTES:
- Baker, D. (2010). Messianic Judaism: Rediscovering the Roots of Christianity. Zondervan.
- Dunn, J. D. G. (1988). Romans 1-8: Word Biblical Commentary. Word Books.
- Elman, Y. (1999). Authority and Tradition: Rabbinic Judaism and the Creation of the Jewish Normative Practice. Princeton University Press.
- Encyclopaedia Judaica. (2007). Head Covering. In Encyclopaedia Judaica (Vol. 8, pp. 135-137). Keter Publishing House.
- González, M. (2009). Judíos en la España medieval: creencias y vida cotidiana. Alianza Editorial.
- Hays, R. B. (2011). First Corinthians: Interpretation: A Bible Commentary for Teaching and Preaching. Westminster John Knox Press.
- Hertzberg, A. (1960). Judaism: The Classic Statements. Jason Aronson.
- Johnson, L. T. (1998). The Writings of the New Testament: An Interpretation. Fortress Press.
- Johnson, M. (2012). Syncretism in Modern Christianity: An Analysis. Faith and Reason, 45(2), 67-82.
- Roth, C. (1994). A History of the Marranos. Sepher-Hermon Press.
- Rubin, D. (1993). A Social History of Jewish Costume. Holmes & Meier Publishers.
- Schwartz, H. (2014). Kippah: A Historical Perspective. Journal of Jewish Studies, 65(2), 123-145.
- Smith, J. (2015). Head Coverings and the Christian Church: A Historical and Biblical Perspective. Christianity Today, 59(3), 45-50.
- Talmud Bavli. (n.d.). Kiddushin 31a.
- White, D. (2017). The Apostle Paul and Head Coverings: Cultural Context and Theological Implications. Biblical Studies Journal, 32(1), 78-89.
- Witherington, B. (2004). Conflict and Community in Corinth: A Socio-Rhetorical Commentary on 1 and 2 Corinthians. Eerdmans Publishing.