Por Fernando E. Alvarado
Hablemos claro. Las creencias sincretistas (mitad pentecostalismo, mitad brujería) de algunos grupos neopentecostales están infiltrándose en iglesias pentecostales clásicas. Como pentecostal clásico, creo que debemos abrazar la vitalidad del movimiento neopentecostal, su entusiasmo, su pasión por la alabanza, su búsqueda constante de poder de lo alto, su anhelo de comunión con Dios y su apertura a la manifestación de señales y prodigios; todo esto dentro de los claros lineamientos doctrinales y prácticos enseñados en las Escrituras, pues de abandonar el principio de la Sola Scriptura dejaríamos de ser verdaderos protestantes y seríamos, en cambio, simples sectas místicas preñadas de herejía y expuestos a todo engaño de los espíritus demoníacos.
Sí, hay mucho de bueno que quizá valga la pena rescatar de nuestros hermanos neopentecostales, pero no sus errores teológicos. Algunos grupos (no todos) hoy buscan esclavizar de nuevo a nuestros hermanos en la fe, sometiéndolos a los poderes demoníacos de este mundo, enseñando que los cristianos pueden ser poseídos por demonios. No, su demonología y subsiguientes ideas de lo que debería ser una “liberación para cristianos poseídos” no provienen de la Biblia, sino de experiencias místicas o las ideas de alguien que también fundamentó su teología en supuestas experiencias sobrenaturales.

Hoy, muchos creyentes, lejos de disfrutar de la vida abundante que ofrece Cristo (Juan 10:10), viven en un constante temor de los poderes demoníacos, temen evangelizar, hacer misiones, o cualquier otra cosa que tenga que ver con el avance del Reino de Dios por temor a las represalias del mundo espiritual. Quienes se atreven a servir o involucrarse en la guerra espiritual, lo hacen creyendo que “los espíritus de venganza”, como les llaman, vendrán por ellos tarde o temprano y los atacarán (o quizá hasta poseerán a ellos o a uno de los suyos en represalia), como si de una película de terror se tratase. ¡Y no faltará en sus argumentos uno que otro versículo sacado de contexto para respaldar su postura (Salmo 8:2, por ejemplo)!
Pero no, insisto, la Biblia no enseña (ni siquiera insinúa) que un cristiano puede ser poseído por un demonio. De hecho, hay verdades bíblicas relacionadas al tema que dejan suficientemente claro que los cristianos no pueden ser poseídos por demonios: Ellos, o alguna parte de ellos. Pero al parecer muchos de nuestros hermanos neopentecostales no pueden notar la clara diferencia entre ser poseído por un demonio y ser oprimido o influenciado por un demonio.
La Biblia dice que el diablo busca devorar a los creyentes (1 Pedro 5:8), y Satanás y sus demonios «conspiran» contra los cristianos (Efesios 6:11). Tal como Satanás intentó hacer con Jesús (Lucas 4:2), las fuerzas demoníacas nos tientan a pecar y se oponen a nuestros esfuerzos por obedecer a Dios. Si el cristiano permite que los demonios tengan éxito en estos ataques, el resultado es opresión. La opresión demoníaca es cuando un demonio es temporalmente victorioso sobre el cristiano, tentando exitosamente a un cristiano al pecado y dificultando su capacidad para servir a Dios con un fuerte testimonio. Si un cristiano continúa permitiendo la opresión demoníaca en su vida, esa opresión puede aumentar hasta tal punto que el demonio tenga una influencia muy fuerte sobre los pensamientos, comportamiento y espiritualidad del cristiano.
Los cristianos que persisten en el pecado se abren a una opresión cada vez mayor. La confesión y el arrepentimiento del pecado son necesarios para restaurar la comunión con Dios, quien luego puede romper el poder de la influencia demoníaca (y esto sin la necesidad de un exorcista profesional, o como se les llame). El apóstol Juan nos da mucho ánimo en esta área: «Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca «(1 Juan 5:18).

La posesión demoníaca, por otro lado, involucra un demonio que tiene el control directo y completo sobre los pensamientos y / o acciones de una persona (Mateo 17:14-18, Lucas 4:33-35; 8:27-33). A diferencia de la opresión (o influencia) demoníaca (la cual sí puede experimentar un creyente) la posesión demoníaca sólo puede darse en un inconverso o en creyentes que se han dejado de serlo (apóstatas, aquellos que han recaído de forma irremisible en el pecado). Nuestros hermanos que creen que los verdaderos creyentes pueden ser poseídos por demonios harían bien en considerar que, en todos los pasajes del Nuevo Testamento que tratan la guerra espiritual, no hay instrucciones para echar un demonio de un creyente (Efesios 6:10-18). A los creyentes se les manda a que resistan al diablo (Santiago 4:7, 1 Pedro 5:8-9), no a echarlo fuera.
La verdad bíblica es bastante simple: Los cristianos son habitados por el Espíritu Santo (Romanos 8:9-11, 1 Corintios 3:16; 6:19). Le pertenecen a Él y, sin duda, el Espíritu Santo no le permitiría a un demonio poseer la misma persona que Él habita. Es impensable que Dios permita que uno de Sus hijos, a quien compró con la sangre de Cristo (1 Pedro 1:18-19) y que se convierte en una nueva creación (2 Corintios 5:17), sea poseído y controlado por un demonio. El apóstol Juan declara: «Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo» (1 Juan 4:4). ¿Quién es el que está en nosotros? El Espíritu Santo. ¿Quién es el que está en el mundo? Satanás y sus demonios. Por lo tanto, el creyente ha vencido al mundo de los demonios, y el caso de la posesión demoníaca de un creyente no puede ser sustentado bíblicamente. En palabras de Pablo:
“¿Qué armonía puede haber entre Cristo y el diablo? ¿Cómo puede un creyente asociarse con un incrédulo? 16 ¿Y qué clase de unión puede haber entre el templo de Dios y los ídolos? Pues nosotros somos el templo del Dios viviente. Como dijo Dios: Viviré en ellos y caminaré entre ellos. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo…” (2 Corintios 6:15-17, NTV). Admitir que un creyente verdadero puede ser poseído por demonios es reconocer el fracaso y la impotencia del Espíritu Santo para proteger su propia morada, ya que Jesús mismo dijo: “Nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y robarle sus cosas, si no lo ata primero; solamente así podrá robárselas.” (Marcos 3:27, DHH).
Alguien que es morada del Espíritu Santo jamás podrá ser poseído (él en su totalidad, o parte alguna de su ser) por los demonios. Sólo aquel que está vacío, en cuya alma no mora el Espíritu Santo, podrá sufrir la posesión demoníaca: “Cuando un espíritu maligno sale de una persona, pasa por lugares secos. Busca dónde quedarse a descansar, pero no encuentra nada. Entonces el espíritu dice: Voy a volver a la casa de donde salí. Al llegar se da cuenta de que está desocupada, limpia y ordenada. Entonces va y trae a otros siete espíritus peores que él y se van a vivir allí. Al final, esa persona queda peor de lo que estaba antes. Lo mismo le pasará a esta perversa generación.” (Mateo 12:43-45, PDT)
Ante su incapacidad de presentar textos de prueba, quienes defienden la posesión demoníaca en creyentes recurren a distorsionar el significado de las palabras para sustentar sus argumentos. Por ejemplo, algunos maestros de la Biblia usan el término «demonización» para referirse a un demonio que tenga control sobre un cristiano. Algunos argumentan que mientras que un cristiano no puede ser poseído por un demonio, un cristiano puede ser demonizado. Cursioamente, la descripción de la demonización es prácticamente idéntica a la descripción de la posesión demoníaca. Así, el resultado es el mismo. Un cambio de la terminología no cambia el hecho de que un demonio no puede habitar o tomar el control completo de un cristiano. La influencia y la opresión demoníaca son realidades para los cristianos, sin duda, pero simplemente no es bíblico decir que un cristiano puede ser poseído por un demonio o demonizado.

Otros, más deseosos por sustentar su punto de vista que por aceptar la clara verdad bíblica, reconocen que cambiar de término (“demonización” por “posesión”) no resuelve nada, por lo que recurren a sus supuestas experiencias de liberación espiritual, o a las experiencias de sus “Avengers Espirituales” y pseudoteólogos carismáticos para sustentar su error teológico. De hecho, gran parte de la argumentación detrás del concepto de demonización, es la experiencia personal de ver a alguien que «definitivamente» es un cristiano exhibiendo evidencia de ser controlado por un demonio. Pero ¿Está la experiencia al mismo nivel que las Escrituras?
He notado con preocupación que muchos neopentecostales (y algunos pentecostales clásicos que se han contaminado con sus doctrinas antibíblicas), en su intento por justificar lo injustificable, tuercen incluso al mismísimo Juan Wesley y su cuadrilátero para afirmar que sus experiencias son suficientes para autenticar la posesión demoníaca en creyentes. Sin duda la restauración de la experiencia religiosa a la fe cristiana es quizás la contribución teológica más significativa de Juan Wesley. Pero dudo honestamente que Wesley pensase en la posesión demoníaca de creyentes cuando afirmó (en uno de sus sermones titulado “El testimonio del Espíritu”) que: “La experiencia es suficiente para confirmar una doctrina que se basa en las Escrituras”.[1]
Sin duda Wesley tiene toda la razón en su afirmación sobre la experiencia, pero como el mismo lo señala, esto solo es válido cuando “una doctrina se basa en las Escrituras”, no cuando la experiencia violenta descaradamente lo enseñado en la Biblia (y este es el caso con la posesión demoníaca en creyentes). Es de vital importancia, sin embargo, que no permitamos que la experiencia personal influencie en nuestra interpretación de la Escritura. Más bien, debemos filtrar nuestras experiencias personales a través de la verdad de la Escritura (2 Timoteo 3:16-17). Ver a alguien a quien pensamos que es un cristiano, exhibir el comportamiento del ser “poseído” o (si lo prefieren) “demonizado”, debe hacernos dudar de la autenticidad de su fe. Esto no debe hacernos cambiar nuestro punto de vista de si un cristiano puede ser o no poseído por demonios o demonizado. Si tal persona es realmente un cristiano/a jamás estará poseído. Muy probablemente dicha persona esté severamente oprimida por un demonio y / o sufre de graves problemas psicológicos, pero no está poseída por espíritus inmundos. Quiero hacer énfasis en esto una y otra vez: Nuestras experiencias deben cumplir con la prueba de la Escritura, no al revés. Recordar esto nos evitará caer en el intelectualismo, el legalismo o el emocionalismo, y nos será útil para lograr un discipulado balanceado, donde las personas encuentran el camino a Jesús y le siguen, de acuerdo a la enseñanza evidente en las escrituras.
Hermano que predicas que los creyentes pueden ser poseídos por demonios, recuerda: No se trata de concordar con la teología de las “Asambleas de Dios”, con ser “bautista”, “reformado” o lo que sea. Tampoco se trata de que te “enfrasques en una institución o confesión”. Se trata de que comprendas lo que la Biblia dice. De conocer la verdad bíblica que libera (pues esa sí es verdadera liberación). Porque aquí lo importante no es lo que diga Derek Prince, Ralph Mahoney, Benny Hinn, Yiye Ávila o cualquier otro “grande del pentecostalismo”. Lo importante es lo que dice la Biblia. Y la biblia no dice que tú (o alguna parte de tu cuerpo) pueda ser morada de demonios. En vez de eso, la Biblia te dice quién eres en Cristo:
- La sal de la tierra (Mateo 5:13)
- La luz del mundo (Mateo 5:14)
- Parte de la vid verdadera y un canal de la vida de Cristo (Mateo 15:1,5)
- Amigo de Cristo (Juan 15:15)
- Elegido por Cristo para llevar su fruto (Juan 15:16)
- Eres Siervo de la justicia (Romanos 6:18)
- Eres Templo y morada de Dios. Su Espíritu mora en mí (1 Corintios 3:16, 6:19).
- Estás unido con el Señor y soy un espíritu con él (1 Corintios 6:17). Soy miembro del cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:27, Efesios 5:30)
- Eres una nueva creación (2 Corintios 5:17)
- Estás reconciliado con Dios y soy ministro de reconciliación (2 Corintios 5:18 y 19) e hijo de Dios (Juan 1:12)
- Eres hijo de Dios y uno con Cristo (Gálatas 3:26, 28)
- Eres heredero de Dios, pues soy hijo de Dios (Romanos 8:16-17)
- Eres un santo (1 Corintios 1:2; Filipenses 1:1, Colosenses 1:2)
- Eres hechura de Dios, su obra especial nacido de nuevo en Cristo para ser su obra (Efesios 2:10).
- Eres ciudadano del cielo, sentado en el cielo ahora mismo (Efesios 2:6)
- Estás escondido con Cristo en Dios (Colosenses 3:3)
- Eres la expresión de la vida de Cristo porque él es mi vida (Colosenses 3:4)
- Eres escogido de Dios santo y amado (1 Tesalonicenses 1:4)
- Eres hijo de Dios y no oscuridad (1 Tesalonicenses 5:5)
- Eres santo partícipe del llamamiento espiritual (Hebreos 3:1)
- Eres partícipe de Cristo, compartes su vida (Hebreos 3:14)
- Eres una de las piedras vivas de Dios siendo edificado en Cristo como una casa espiritual (1 Pedro 2:5)
- Eres miembro del linaje escogido, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido por Dios (1 Pedro 2:9-10).
- Eres un extranjero en este mundo en el cual vivo temporalmente (1 Pedro 2:11)
- Eres enemigo del diablo, no su víctima (1 Pedro 5:8)
- Eres hijo de Dios, y seré como Cristo cuando él regrese (1 Juan 3:1-2)
- Eres nacido de Dios, y el maligno o diablo no puede tocarme (1 Juan 5:18)

Sí leíste bien: ¡En ninguna parte dice que debemos ser víctimas de la posesión demoníaca o que el Espíritu Santo comparte con el diablo ciertas partes de nosotros! Más bien dice:
“¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente?” (Santiago 4:5)
Y también:
“Y el Dios de paz os santifique completamente; para que vuestro espíritu, alma y cuerpo sea guardado entero sin reprensión para la venida del Señor nuestro, Jesús el Cristo.” (1 Tesalonicenses 5:23, JBS)
Sólo alguien que desconoce su identidad en Cristo será presa de los engaños del diablo y creerá que está a merced del diablo (No mi hermano, ¡Ni el dedo meñique de tu pie puede ser morada de un demonio! Al Señor le perteneces todo)
Enseñar que un verdadero creyente puede ser poseído por demonios es predicar un evangelio de derrota, la supremacía de Satanás sobre Cristo y la victoria de Satanás sobre el creyente en Cristo; es invitar al cristiano a una vida de miedo en la cual su seguridad más elemental es derribada: Si no puede confiar en que Cristo lo proteja de una posesión demoníaca cada vez que falle, peque o se equivoque ¿En qué podemos confiar? Quienes defienden que los creyentes pueden ser poseídos por demonios ¿Realmente han leído la Biblia? La experiencia es importante, pero no basta. La experiencia por sí sola jamás podrá usarse como fundamento para una doctrina.
Para el cristiano, el poder para la victoria sobre y la libertad de la opresión demoníaca, está siempre disponible. Juan declara, «mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo» (1 Juan 4:4). El poder del Espíritu Santo que mora en el creyente, está siempre disponible para superar la opresión demoníaca (Romanos 8:9). Ningún demonio, ni Satanás mismo, puede prevenir a un cristiano de rendirse al Espíritu Santo, y de ese modo, vencer toda opresión demoníaca. Pedro incentiva a los creyentes a resistir al diablo, «firmes en la fe» (1 Pedro 5:9). Ser firme o constante en la fe, significa confiar en el poder del Espíritu Santo para resistir con éxito la influencia demoníaca. La fe se fortalece a través de las disciplinas espirituales de la alimentación en la Palabra de Dios, la oración persistente, y la comunión espiritual. El fortalecer nuestra fe de esta manera, nos permite apropiarnos del escudo de la fe con el que podemos «apagar todos los dardos de fuego del maligno» (Efesios 6:16).

FUENTES CITADAS:
[1] Justo González, ed., Obras de Wesley, Tomo I, 189-208.