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¿Qué creen los pentecostales? | Las Asambleas de Dios (XI) – El Ministerio

Por Fernando E. Alvarado

Al igual que las denominaciones protestantes históricas, las principales denominaciones pentecostales tienen sus propios credos o confesiones de fe. En el caso particular de las Asambleas de Dios (la más de las denominaciones pentecostales, con alrededor de 69 millones de miembros), dicha confesión de fe es conocida como “Declaración de verdades fundamentales”. Tal declaración contiene las 16 doctrinas que, de acuerdo con las Asambleas de Dios, la definen como denominación evangélica y pentecostal.

En esta ocasión te invito a conocer el Artículo 11 de la Declaración de Verdades Fundamentales de las Asambleas de Dios (en próximos artículos abordaremos las declaraciones de fe de otras denominaciones pentecostales).

 ARTÍCULO 11, EL MINISTERIO

“Nuestro Señor ha provisto un ministerio que constituye un llamamiento divino y ordenado con el cuádruple propósito de dirigir a la iglesia en: La evangelización del mundo (Marcos 16:15-20); la adoración a Dios (Juan 4:23-24); la edificación de un cuerpo de santos para perfeccionarlos a la imagen de su Hijo (Efesios 4:11; Efesios 4:16); satisfacer las necesidades humanas con ministerios de amor y compasión (Salmo 112:9; Gálatas 2:10; Gálatas 6:10; Santiago 1:2)” [1]

EXPLICACIÓN

El ministerio es el servicio que un creyente realiza de acuerdo con una llamada particular de Dios, para la Iglesia y la misión. El término proviene del latín minister (‘sirviente’, ‘asistente’), que a su vez se deriva de minus (‘menos, menor’). Etimológicamente, un ministro es una persona de un estatus inferior, un ‘sirviente’, un esclavo de los criados.[2] Jesucristo dijo:

“Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad. Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos. Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” (Marcos 10:42-45)

La historia de la iglesia es la historia de hombres y mujeres en  acción  por  Dios.  Es  la  historia  del  pueblo  de  Dios continuando el ministerio de Cristo en el mundo. Incluye actividades como:

  • La evangelización del mundo (Marcos 16:15-20): Mateo 28:19-20 contiene lo que se conoce como “la Gran Comisión”: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Jesús dio este mandamiento a los apóstoles, poco antes de que ascendiera a los Cielos, y describe esencialmente lo que Jesús espera que los apóstoles y aquellos que los siguieran, hagan en Su ausencia. La Gran Comisión es habilitada por el poder del Espíritu Santo (Hechos 1:8). Nosotros debemos ser los testigos de Cristo, cumpliendo la Gran comisión en nuestras ciudades (Jerusalén), en nuestros estados, provincias y países (Judea y Samaria), y en cualquier otro lugar donde Dios nos envíe (hasta lo último de la tierra).
  • La adoración a Dios (Juan 4:23-24): La primera experiencia de adoración en la Biblia se encuentra en las ofrendas de Caín y Abel en los albores de la creación (Gn 4:1-4). La última mención está en el mandato del ángel revelador de las últimas cosas al vidente Juan: “¡Adora sólo a Dios!” (Ap 22:9). Entre ambas realidades, la Biblia está llena de referencias e intentos, requisitos y experiencias humanas de adoración. Desde el Pentecostés hasta nuestros días, la Iglesia ha procurado expresar su fe a través de una adoración fiel y digna, auténtica y contextual. Los resultados han sido muy variados. Pablo escribió, «En él asimismo tuvimos herencia…a fin de que seamos para alabanza de su gloria» (Efesios 1:11-12). Parte del propósito de Dios para la iglesia es exaltar a Jesucristo por la manera en que la iglesia vive y por lo que hace. Cristo diseñó Su iglesia para representar Su obra sobrenatural y salvadora para el mundo. En Su iglesia, Cristo muestra al mundo lo que un pueblo liberado y perdonado puede ser — gente que está satisfecha con Dios como resultado del gozoso y triunfante abnegado sacrificio de Cristo. Él ha planeado que los principios de la iglesia sean Sus principios. Espera que el estilo de vida de la iglesia refleje Su carácter (2 Corintios 6:14-7:1; Efesios 5:23-32; Colosenses 1:13, 18; 1 Timoteo 3:15). Así como la luna refleja el sol, la iglesia debe reflejar la gloria de Dios a un mundo oscuro.
  • La edificación de un cuerpo de santos para perfeccionarlos a la imagen de su Hijo (Efesios 4:11; Efesios 4:16): Uno de los propósitos de la Iglesia es “… perfeccionar a los santos… hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe… a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:12–13). Para lograrlo la iglesia debe animar y consolar a cada uno de sus miembros (1 Tesalonicenses 5:11; 2 Corintios 13:11). «Para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros» (1 Corintios 12:25). Jesús es la principal piedra angular, y la iglesia se asemeja a un edificio «unido y [levantándose] para convertirse en un templo santo en el Señor». En quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu» (Efesios 2:19-22; véase también 4:4-25). Jesucristo diseñó Su Iglesia para mostrar la familia de Dios en la tierra, para que el mundo pagano pueda ver cómo Dios edifica Su familia alrededor de Jesucristo y cómo esa familia se cuida unos a otros (Marcos 3:35 y Juan 13:35).
  • Satisfacer las necesidades humanas con ministerios de amor y compasión (Salmo 112:9; Gálatas 2:10; Gálatas 6:10; Santiago 1:2): Tanto la iglesia universal como las congregaciones locales son llamadas a expresar el amor y la compasión de Dios, sirviendo sus comunidades y extendiendo el evangelio a los más vulnerables entre ellos. Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, vemos el deseo de Dios para que Sus hijos muestren compasión hacia los pobres y necesitados (Proverbios 17:5; 19:17; 22:2, 9, 16, 22-23; 28:8; 29:7; 31:8-9). Las consecuencias de ignorar el sufrimiento de los pobres, también son evidentes (Proverbios 21:13). Jesús dijo que los pobres siempre estarían con nosotros (Mateo 26:11; Marcos 14:7). También dijo que aquellos que muestran misericordia hacia los pobres, los enfermos y los necesitados, en realidad están ministrando a Jesús personalmente (Mateo 25:35-40) y por lo tanto serán recompensados.

BIBLIOGRAFIA Y FUENTES


[1] Declaración de Verdades Fundamentales de las Asambleas de Dios, Art. XI, disponible en: https://ag.org/es-ES/Creencias/Declaraci%C3%B3n-de-verdades-fundamentales-

[2] David M. Hay, Deacon, Bruce M. Metzger, Michael David Coogan, The Oxford Companion to the Bible, Oxford University Press, UK, 1993, p. 158.

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