Ministerio Pastoral, Misiones, Misionología

Pastores que aman las misiones

Por Fernando E. Alvarado

Hay un refrán que dice: «De tal palo, tal astilla». Podemos pasarlo a la situación eclesiástica y decir: «De tal pastor, tal iglesia». Normalmente, una iglesia es lo que el pastor es. Si el pastor tiene a Dios en serio, la iglesia tendrá a Dios en serio. Si el pastor está consagrado, la iglesia estará consagrada. Si el pastor lleva una vida de santidad, la iglesia llevara una vida de santidad también. Si el pastor tiene visión misionera, la iglesia tendrá visión misionera, y esa es la razón por la cual existe la iglesia.

NECESITAMOS UN PASTORADO CON VISIÓN MISIONERA

Oremos para que Dios haga un cambio radical en el pastorado y la membresía de nuestras iglesias. En Colosenses 1:27-29 nos dice:

«Cristo en vosotros, la esperanza de gloria, a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre; para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de El, la cual actúa en mi.»

Después de ese texto, las cartas de Pablo a Timoteo y a la iglesia dejan muy en claro que el papel del pastor es consucir a la iglesia hacia la madurez. La madurez ocurre cuando el creyente se va amoldando a la Palabra de Dios y tiene el carácter de Cristo reflejado en su vida. Un cristiano maduro sabe cual es su responsabilidad; por lo tanto, se vuelve un misionero en la ciudad donde vive o en cualquier lugar. La función del pastor implica también llevar a la iglesia a experimentar la voluntad de Dios:

«Así que, hermanos os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transfórmense por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual se la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.» (Romanos 12:1-2)

Observemos que el apóstol Pablo está desafiando ala iglesia a una entrega total a la santidad y a la renovación de la mente por la Palabra de Dios, todo para que pueda experimentar la voluntad de Dios.

EL PASTOR ES LA CLAVE

Una de las tareas del pastor es llevar a la iglesia a experimentar la voluntad de Dios; por lo tanto los creyentes maduros, conscientes de su responsabilidad de ser útiles en la obra, deben estar viviendo en el centro de la voluntad de Dios. La pregunta es: ¿Cuantos creyentes están interesados en saber la voluntad de Dios para servirlo mejor? Al detectar a esta clase de creyentes el pastor debe ayudarlos a entregar todo, para que puedan experimentar la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios. El pastor debe además llevar a la iglesia al servicio de edificación del cuerpo:

«Y así mismo constituyo a unos profetas; apóstoles, a otros; a otros evangelistas; a otros pastores y maestros; a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo.» (Efesios 4:11-12)

Aquí, Pablo está hablando de los dones ministeriales. Son distribuidos a los líderes de la iglesia con el propósito de capacitar a los creyentes para el desempeño de su servicio. Quien da este servicio a los creyentes, debe tener como objetivo final el cumplimiento del propósito de la Iglesia, que es la evangelización del mundo. ¡Cuánto necesitamos pastores según el corazón de Dios, hombres que sirvan de modelo al rebaño! Pero ¿Cómo lograrlo?

Primeramente debemos predicar y enseñar. A través de la predicación y de la enseñanza de la Palabra, el pastor puede llevar a la Iglesia a la madurez, a experimentar la voluntad de Dios y a desempeñar su servicio; consecuentemente, a hacer misiones mundiales. La predicación y la enseñanza son los dos instrumentos más poderosos en las manos del pastor para bendecir a la iglesia. Hay un poder extraordinario en la Palabra. Por lo tanto, a través de la predicación, el pastor debe llevar a su iglesia a cumplir su tarea de evangelizar el mundo. Por eso, mi amado pastor ¡Predica la Palabra! ¡Predica con la autoridad del Espíritu Santo! ¡Haz llamados misioneros! ¡Desafía a tu iglesia!

En segundo lugar, debemos ministrar a los líderes de la iglesia. Una iglesia no será misionera si sus líderes no tienen visión misionera, por eso, el pastor deberá entrenar a sus líderes en la iglesia, ofrecerles cursos misioneros y darles tareas con esos fines. La ventaja de esto es el hecho de que si el pastor sale de la iglesia, ella continuará en la obra misionera pues los líderes tienen esa visión.

El pastor es llamado también a entrenar. El pastor debe de preparar un currículo para el entrenamiento de su iglesia en misiones. Podrá hacer cursos de desafío misionero, cursos prácticos de misiones, promover la lectura de libros misioneros, entrenar en la iglesia en un programa especial de misiones, etc.

El pastor es la clave. ¡Tal pastor, tal iglesia! Tal vez tú, como pastor, estés ahora dispuesto a hacer un examen de tu vida y tu ministerio para comprobar si ambos están siendo fructíferos, si los miembros de tu iglesia tienen madurez espiritual y visión misionera. Si eres pastor o líder y hasta ahora no has desarrollado tu visión misionera, todavía estás a tiempo. Puedes pedir perdón a Dios por esa motivación equivocada y decidir comenzar todo de nuevo bajo la dirección del Espíritu Santo y asumir personalmente la evangelización del mundo a través de la iglesia sobre la cual el Señor te ha puesto como líder o pastor. Coloca tu vida y ministerio en las manos de Dios. El va a honrar la decisión. Tu vida e iglesia madurará y Cristo será glorificado.

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