Por Pastor Fernando E. Alvarado
«Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.»
Filipenses 4:19, RVR1960
«…Viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí.»
Juan 14:39, RVR1960
«Pues, a pesar de todo, esos visionarios se comportan de modo semejante: profanan su cuerpo, rechazan la autoridad del Señor e injurian a los seres gloriosos. Distinto fue el proceder del arcángel Miguel cuando disputaba al diablo el cuerpo de Moisés. Ni siquiera se atrevió a lanzarle una acusación injuriosa; simplemente dijo: “Que el Señor te reprenda”. Estos, por el contrario, ultrajan lo que desconocen; y lo que conocen, a la manera instintiva de las bestias irracionales, no les sirve más que para la ruina.»
Judas 1:8-10, BLP

Vivimos en una época de modas religiosas y herejías al por mayor. Algunas se materializan en la formación de nuevas sectas y movimientos heréticos, otras se infiltran dentro de iglesias consideradas sanas, pero con cimientos poco profundos en la Palabra de Dios. Dentro de muchas iglesias evangélicas, principalmente en muchas de nuestras iglesias pentecostales y en aquellas de tipo carismático, existe la enseñanza de decretar y declarar cosas en el nombre de Dios, y de “arrebatar cosas que el diablo nos quitó.” Esta enseñanza o práctica, como muchas otras que abundan en la actualidad, no se encuentra en las Sagradas Escrituras. Dicha práctica nunca ha sido parte del cristianismo sano y bíblico. Los primeros cristianos jamás lo practicaron. Tal enseñanza, abunda en muchas iglesias debido al poco interés por estudiar la Palabra y muchos cristianos profesantes están siendo arrastrados y engañados por tal herejía.
Los cristianos no debemos “arrebatarle” cosas al diablo, ya que en ninguna parte de la Biblia se nos ordena hablar o discutir con él. La Biblia nos enseña:
“Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.” (Santiago 4:7).
Sin embargo, muchos cristianos le han asignado a Satanás un papel y un poder mucho mayor del que la Biblia le asigna. Esto les lleva a vivir decretando y declarando cosas, culpando a Satanás de todos sus males, accidentes, necesidades, enfermedades y pecados, como si el diablo fuera omnipotente u omnipresente, o como si pudiera sobrepasar el permiso y la soberanía divina. Muchos equivocadamente piensan que el diablo les ha robado cosas que Dios les ha dado, y que tienen que luchar espiritualmente para recuperarlo. Pero, en la Biblia, vemos a Job que lo perdió todo, pero él no desperdició su tiempo pidiéndole al diablo que le devolviera lo que le quitó. Es más, Job nunca supo de la discusión entre Dios y Satanás, y al final del libro de Job, en el capítulo 42, vemos que Job fue restaurado con el doble de lo que tenía antes. Y el que restauro a Job fue Dios y no el diablo:
“Y quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos; y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job.” (Job 42:10).
Job buscó el rostro de su Dios y fue su Dios quien le restauró, no Satanás.

ENSEÑANDO HEREJÍAS A TRAVÉS DE CANCIONES
La cantante Nancy Amancio ha hecho muy popular su canción “Arrebato”. En esta canción antibíblica ella dice que le ha de arrebatar una serie de cosas de las garras al diablo, cosas que supuestamente el diablo le robó. Debería ser obvio para un cristiano bien instruido en la Palabra de que esta canción está teológicamente errada. A parte de eso, es necesario notar que el objeto de la canción no es Dios sino el diablo. Nancy Amancio, ya sea por ignorancia o a propósito, le está cantando al diablo. Ella no lo menciona por nombre, pero es indudable que la canción está dirigida a él. Es muy triste pero cierto que esta canción es un testimonio vivo de lo que muchos cristianos creen y practican hoy día.
Muchos cristianos tienen la idea de ellos tienen que estar constantemente quitándole o arrebatándole cosas de las manos del diablo que le pertenecen a ellos; cosas que supuestamente deberían estar en las manos de ellos, pero por alguna razón inexplicable están en las manos de Satanás. Eso no es así. Para poder entender la razón por la cual este concepto de “arrebatarle cosas al diablo” está errado, tenemos que comenzar primeramente entendiendo cual es la posición de uno que es nueva criatura en Cristo Jesús; ya que es precisamente una falta de comprensión de quienes somos en Cristo lo que lleva a muchos cristianos a caer en errores tales como este. Consideremos unos textos escritos por Pablo en su carta a los Colosenses:
“Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.” (Colosenses 1:12-14)

Esta porción bíblica es muy clave e importante a la hora de entender quiénes somos en Cristo Jesús. Aquí el apóstol Pablo habla de cuatro cosas que Dios hizo por nosotros; y las mismas revelan cual es nuestra posición y nos enseñan por qué es que no tenemos que estar arrebatándole nada al diablo de las manos:
(1) Primeramente, Pablo habla de que hemos sido hechos aptos. La palabra “aptos” también podría traducirse como “hacer suficiente”, “hacer capaz” o “cualificar”. Debido a nuestra condición de pecado, nosotros no llenábamos las cualificaciones y no éramos capaces de participar de la herencia que Dios tiene guardada para los santos en gloria. Mas Dios en su absoluta y soberana Gracia nos hizo aptos, o sea nos dio (a través de Jesús) las cualificaciones necesarias para ahora poder tener la esperanza de una herencia eterna y perfecta. Referente a esta herencia el apóstol Pedro nos dice (1 Pedro 1:4) que la misma es “herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible” y que la misma esta “reservada en los cielos” para nosotros. Cuando Nancy Amancio le dice al diablo que le “arrebata los tesoros de los cielos” está diciendo una falsedad, ya que los tesoros de los cielos no le pertenecen al diablo. Esos le pertenecen a Dios, quien reina en los cielos, y a Él le ha placido hacernos sus herederos. Además, los tesoros de los cielos poco tienen que ver con lujos, prosperidad material, riqueza terrenal o incluso una salud perfecta en la tierra (Mateo 6:19-21). Esas son meras añadiduras.
(2) Segundo, Pablo en Colosenses 1:13 dice que Dios “nos ha librado de la potestad de las tinieblas”. Cuando estábamos en nuestros delitos y pecados, muertos, y ciegos sin poder ver la luz de Cristo, estábamos bajo el poder del maligno; habitábamos en completa tiniebla en donde Satanás hacía con nosotros como él quería y estábamos “cautivos a la voluntad de él.” (2 Timoteo 2:2). No solamente estábamos bajo la potestad de las tinieblas, sino que nosotros mismos éramos tinieblas tal como dice Pablo en Efesios 5:8. Mas ahora en Cristo hemos sido librados de tal potestad. Dios rompió todas las cadenas que ataban nuestra alma y nos sacó del dominio del diablo. Podemos decir como dijo David: “Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos.” (Salmo 40:2)

(3) Tercero, el Apóstol nos dice que también fuimos trasladados al reino de Jesús. Debido a que nosotros vivimos en una sociedad democrática, no tenemos el conocimiento o el entendimiento de lo que es vivir bajo el dominio de un rey. En los tiempos antiguos, los reyes tenían un poder absoluto sobre la vida de todos sus súbditos. Lo que el rey decía era ley y tenía que ser obedecido. A la misma vez, el rey tenía la responsabilidad y la obligación de proteger a su gente en contra de los ataques de los enemigos. Ahora, nosotros hemos sido trasladados al reino hermoso y glorioso de Jesús, el Rey Supremo. Jesús es nuestro Rey por lo que demanda obediencia y completa sumisión de nuestra parte, pero como Rey él es también nuestro protector y guardador. Jesús no es un Rey déspota como lo eran muchos de los reyes de la antigüedad. Él es un rey amoroso, misericordioso, y bondadoso; Él nos ama con un amor infinito.
(4) Por último, Pablo dice que hemos sido redimidos (Colosenses 1:14) por la sangre de Jesús. Así como en conformidad a la antigua ley de Israel, la vida que estaba condenada y destinada a la muerte podía ser liberada por un precio (Éxodo 21:30), de la misma forma también nuestra vida, perdida a causa del pecado, fue rescatada por el derramamiento de la sangre de Cristo (Efesios 1:7). El ser redimido conlleva el que se haya pagado un precio por nosotros. En la cruz y con Su sangre Cristo nos redimió, o sea nos compró, y ahora somos propiedad suya (1 Corintios 6:20).
Cuando consideramos todo esto podemos llegar a la conclusión de que nosotros no tenemos razón ninguna para estar arrebatándole cosas al diablo, ya que Dios nos hizo aptos para participar de una herencia reservada por el poder de Dios en el Cielo, nos libró de la potestad del maligno, nos trajo a morar en el reino de su Hijo Amado, y nos compró con la sangre de Su Hijo, haciéndonos propiedad suya no solo por virtud de creación sino también por virtud de redención. Es inconcebible entonces que uno que ha recibido todas estas bendiciones de parte de Dios, se la pase diciéndole al diablo que le arrebata esto o aquello. Todo lo que somos y todo lo que tenemos esta en Cristo Jesús, Él es nuestro todo.

HEREJÍAS QUE BUSCAN ROBARLE LA GLORIA A CRISTO
Muchas personas dicen que ellos le arrebatan al diablo su familia, su empleo, su casa, sus finanzas y un sinnúmero de cosas acerca de arrebatar. Ahora bien, ¿Que significa la palabra arrebatar? Arrebatar es quitar o tomar algo con violencia. Entonces estaríamos diciendo que cuando hablamos de arrebatar estamos diciendo que quitaremos o tomaremos algo por violencia a una persona, en este caso el diablo. Pero ¿Qué es aquello que tenemos que quitarle por la fuerza a Satanás? ¿Qué nos dice la Biblia acerca de esto? La Biblia nos enseña:
“Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.” (Colosenses 2:13-15).
Al morir en la cruz, Jesús anuló el acta de los decretos, el venció en la cruz a todo principado. En la cruz él nos dio salvación, vida, y todo aquello que necesitamos, de manera tal que no tenemos nada que arrebatarle a Satanás. Cristo, con su preciosa sangre, anuló todo aquello que no estaba a nuestro favor, Él anuló todo aquello que nos descalificaba para ser hijos de Dios. La Biblia nos enseña que Jesús es Dios sobre todo y que Él está sobre todo principado y potestad:
“Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz. Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él.” (Colosenses 1:15-22).
En Jesús habita toda la plenitud de la deidad. Él es soberano y ejerce su voluntad sobre todo principado y potestad. Él ha ganado la batalla por nosotros triunfando sobre el mismo diablo en la cruz del Calvario. Por tal razón, no es bíblico arrebatar, pues no tenemos nada que arrebatar, todo fue comprado a precio de sangre en la cruz por nuestro amado Salvador Jesucristo. Al pretender ser nosotros los héroes de la guerra espiritual estamos, de hecho, robándole la gloria a Cristo. Es él. Y no nosotros, quien venció al diablo de una vez y para siempre.

HEREJÍAS QUE PERVIERTEN LA PALABRA DE DIOS
En toda la Escritura nunca hallaremos a un creyente “arrebatando” cosas al diablo. De hecho, en toda la historia de la iglesia, nadie ha creído en eso hasta el día de hoy. Peor aún, no hay ningún versículo en toda la Biblia que justifique esta moda. Tal vez el único versículo que a algunas personas les parece que justifica esta herejía de andar arrebatando cosas al diablo es Mateo 11:12. Allí Jesús dice: “Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan” (Versión Reina Valera). No obstante, allí no se habla realmente de arrebatarle nada al diablo.
Las dificultades se centran principalmente en torno al verbo βιάζεται (bee-ad’-zo), que puede traducirse como sufrir violencia o avanzar con fuerza, el sustantivo cognado βιασταί (bee-as-tace), que se puede traducir como violentos o valientes, y el verbo ἁρπάζουσιν (har-pad’-zo) que puede traducirse como tomar (en sentido favorable) o arrebatar para mal (en sentido desfavorable). Algunos expertos, como William Hendriksen, afirman que una mejor traducción de ese pasaje diría: “el reino de los cielos está avanzando vigorosamente y hombres ávidos se están apoderando de él”, traduciendo los verbos en un sentido favorable [1].

La Traducción en Lenguaje Actual vierte Mateo 11:12 de la siguiente manera:
“El reino de Dios avanza a pesar de sus enemigos. Sólo la gente valiente y decidida logra formar parte de él.”
Ahora, explicando el contexto y el versículo notamos que Jesús se encuentra hablando de Juan el Bautista y dice que desde sus días (los de Juan) hasta ahora, el reino de los cielos avanza a pesar de la oposición que tiene y mucha gente está tomando las bendiciones del reino. Por eso, Jesús no se refiere a cosas materiales, de salud, finanzas, prestigio entre la gente o familiares, sino a lo que en verdad es el reino, porque “el reino de Dios no consiste en lo que se come o en lo que se bebe; consiste en una vida recta, alegre y pacífica que procede del Espíritu Santo” (Romanos 14:17, BLPH).
Incluso si entendiéramos dicho versículo en sentido negativo, como lo vierte la Reina Valera y otras traducciones, Jesús estaría hablando de la oposición que ha tenido la predicación de Juan y el ataque al reino de los cielos por parte de violentos que pretenden “arrebatarlo” (en un sentido de tomar o destruir, o de tratar robarle a la gente la oportunidad de disfrutarlo). Es posible que Jesús se esté refiriendo a ambas cosas, ya que ambas cosas son ciertas: Desde los días de Juan el Bautista, hay gente que está tomando posesión de la salvación que Dios en su gracia y misericordia concede, y hay también personas que están en contra de esa verdad. Pero algo sí es cierto, ¡Aquí no se habla nada de arrebatarle cosas al diablo!

La falsa enseñanza de “arrebatarle” cosas al diablo es una herejía sumamente nociva para la Iglesia. Es negar la autoridad de Dios, Su Palabra y la verdad de que, en Él (en Dios), no en el diablo, tenemos todo lo que necesitamos. Es además un síntoma que indica una fijación extraña y peligrosa entre muchos círculos “cristianos” con respecto al diablo y lo “sobrenatural”. Ha dado pie a un montón de mentiras y herejías que enseñan que Dios quiere para nosotros una vida “exitosa y prospera” aquí en la tierra, y que el diablo quiere que seamos pobres (y esto es muy distinto a lo que enseña la Palabra de Dios). La falsa doctrina de “arrebatarle cosas al diablo” fomenta más distorsiones de las enseñanzas de la Biblia. Por ejemplo, muchos falsos maestros cobran por arrebatar cosas, o hasta hacen talleres y cursos para enseñas a arrebatar. Esta falsa moda también sirve de base para que muchos “cristianos” digan que la gente que está atravesando momentos difíciles, se encuentran en tal situación porque no tienen fe cuando “arrebatan” o por vivir en pecado. Según esa lógica dañina y errada que hiere a muchas personas, entonces todos los apóstoles y aún Jesús mismo eran hombres sin fe (o vivían en pecado), pues ellos experimentaron grandes pruebas, pobreza y sufrimiento, incluso persecución y muerte. Cristo mismo padeció tales cosas. ¿Podemos ver lo grave de este error y el gran daño que hace al servir de base para juzgar a mucha gente injustamente y desanimarlas en la fe?
Como cristiano, entiendo que no tengo nada que arrebatarle al diablo porque mi vida, mi salud y mis circunstancias no están en sus manos sino en las de Dios. Nada de lo que acontece en la vida de un cristiano se escapa de la voluntad de Dios (Romanos 8:26-28). Si tenemos a Cristo, tenemos todo lo que necesitamos porque en Él está toda la plenitud de Dios (Colosenses 2:9). Dios nos ha hecho suyos y Él cuida de nosotros (Mateo 6:25-54). Es necesario que tengamos una visión clara de la soberanía de Dios por encima de todas las cosas, y la única forma de tener esa visión es conociendo la revelación especial de Dios en Su Palabra. No la menospreciemos. Sabemos que no necesitamos arrebatarle nada al diablo cuando sabemos que todo lo que nos pasa, lo que nos quitan, o lo que recibimos en la vida, es orquestado por Dios para hacernos más cómo Jesús y hacer de nosotros testimonio de que Cristo vale más que todo lo demás (Romanos 8:28-29, Filipenses 3:18).

CONCLUSIÓN
La doctrina de “arrebatar” tiene mil caras. Los predicadores de tal herejía no siempre usan literalmente el término “arrebatar”. En su lugar usan otras frases y terminologías similares tales como: “quitar”, “poseer lo que te pertenece”, “conquistar lo que es tuyo”, etc. Aquellos que tienen un pensamiento bíblico sobre el reino de Dios, no tratan de manejar a Dios para sus propias bendiciones materiales. Más bien, en todas circunstancias, en abundancia y escasez, en pobreza y en riqueza, en enfermedad y salud, un siervo de Dios siempre ora: “Venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”. Dios domina, Dios Reina, Dios gobierna, Él es soberano, Él da y Él que quita. Dios tiene en pleno control las cosas que necesitamos. Lo mejor que podemos hacer es enfocarnos en el reino de Dios. Todo lo demás que necesitemos para vivir en esta tierra, es considerado “añadidura”. Como cristianos pentecostales que aman la sana doctrina, debemos denunciar la doctrina falsa de “arrebatar”. Debemos entender que en Cristo estamos completos y hemos sido bendecidos con toda bendición (Efesios 1:3).
Si la idea aún no está clara en tu mente, y considerando que la repetición es clave en el proceso de aprendizaje, quiero resumir lo anterior y darte 5 razones finales para no seguir creyendo en la falsa doctrina de “arrebatar”:
(1.- El contexto de Mateo 11:12, no enseña nada sobre arrebatarle cosas al diablo. Si hacemos el ejercicio de tomar la Biblia en serio, entonces, no deberíamos hacer que este pasaje diga cosas que realmente no dice en su lectura más simple: ¿En qué parte de este texto dice que debemos “arrebatarle” al diablo lo que es nuestro y exigirle que nos devuelva lo que nos ha robado? ¿Dónde dice este texto que el reino de Dios tiene que ver solo con bendiciones materiales? Este texto ha sido sacado de contexto por muchos cristianos para justificar todo un sistema o doctrina errada. Un buen ejercicio hermenéutico para tener una mejor comprensión de este texto, es leer lo que dice Lucas 16:16: “La ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces el reino de Dios es anunciado, y todos se esfuerzan por entrar en él”.

(2.- Tanto en Mateo 11, como Lucas 16, el reino de los cielos está vinculado a la obra redentora de Dios en el hombre. En primer lugar, en estos pasajes “el reino de Dios”, significa que Dios mismo ha descendido en la persona de Cristo, se ha acercado a los hombres para darles salvación, para que vivan bajo el dominio y autoridad de Dios y sean trasladados de las tinieblas a la luz del Hijo de Dios”. De hecho, la primera vez que Jesús se refirió al “reino de Dios” en Mateo, fue llamando los hombres al arrepentimiento: “A partir de entonces, Jesús comenzó a predicar: «Arrepiéntanse de sus pecados y vuelvan a Dios, porque el reino del cielo está cerca» (Mateo 4:17). La principal tarea de Jesús fue proclamar el evangelio: “Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino” (Mateo 4:23). La urgencia de Jesús era decirles a las personas que la salvación ha llegado y deberían correr a él, para obtenerla. El reino de Dios es más que prosperidad y salud. En segundo lugar, en estos pasajes “el reino de Dios”, no se refiere a bendiciones materiales, milagros, sanidades, prosperidad material, ni carro nuevo ni una vida feliz aquí en la tierra. Si leemos Mateo 6, el mismo Jesús, nos ordena que “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?” (Mateo 6:31). La razón es porque son lo que no conocen a Dios, que se preocupan por tener las cosas materiales (Mateo 6:32). En lugar de afanarnos por nuestras necesidades, Jesús nos ordena: “buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33). Mientras muchos cristianos gastan energías “arrebatando” su salud, dinero y cosas materiales que necesitan, Jesús dice que estas son cosas que “serán añadidas” (Mateo 6:33), no vendrán por “arrebatárselas al diablo”, tampoco las tiene el diablo en su poder. Dios tiene cuidado de nuestros cuerpos (salud y alimentación y vestidos) y de cualesquiera cosas que necesitemos (Mateo 6:25; 7:11; Juan 15:7). ¿Si la mano de Dios es quien provee a las aves, por qué razón los hijos de Dios, que valen mucho más que las aves, en lugar de tener fe que recibirán la provisión de las manos de Su Padre celestial, se dirigen a las “manos” de Satanás a arrebatarles cosas? Esto no es coherente con la Biblia. Es lamentable ver que muchos cristianos en sus tiempos de oración y aun en algunas canciones, pasan más tiempo hablando con el diablo que orando a Dios. Y esto hermanos, no pueden seguir así.
(3.- El llamado de Jesús a ser “violentos” no significa que entremos al “campo” del diablo a “arrebatarle cosas.” Increíblemente, toda esta teología sin profundidad sobre arrebatar, muchos la han sustentado principalmente en la última parte del versículo de Mateo 11:12, que dice: “El reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan” Pero, una vez más, cuando leemos Lucas 16:16, Jesús claramente está diciendo que aquellos que responden o responderán al llamado del evangelio “se esfuerzan por entrar en él”. Es cierto que el reino de los cielos es gozo, paz, justicia, salvación, vida eterna, luz, ser heredero de las riquezas de Dios, entre muchas cosas más. Lo mejor de todo es que ha sido ofrecido de forma gratuita para nosotros por el incalculable valor del sacrificio de Cristo. Sin embargo, el pueblo de Israel rechazó “el reino de los cielos”, porque querían un rey con poder político y militar, no un carpintero muriendo vilmente en una cruz. La imagen de Jesús, no le garantizaba la estabilidad que estaban buscando. Esto mismo pasa con la generación de hoy, muchos quieren la gloria de Cristo, pero no quieren su cruz. No están dispuestos a padecer la “violencia” que viene cuando aceptamos el reino de los cielos. Jesús dijo que “si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno” (Mateo 5:29). Seguir a Jesús y la forma de pensar del reino de Dios, significa que podrías perder amistades y hasta familiares que no quieren saber de Cristo. “No penséis que he venido a traer paz a la tierra; no he venido a traer paz, sino espada” (Mateo 10:34). El reino de los cielos es una “puerta estrecha”. No todos caben, no todos quieren entrar, muchos eligen el camino ancho de sus propios deseos. Pero aquellos que responden al evangelio del reino, tendrán que ser “violentos” o esforzados. Servir a Cristo con todo, sin importar que esto le cueste la vida misma. Mateo 11:12, trata sobre el evangelio de Cristo. No tiene nada que ver con perder el tiempo, “arrebatándole” cosas al diablo que realmente nunca nos ha robado.

(4.- Satanás no puede quitarte nada si Dios no se lo permite. Pese a que vemos muchos cristianos “peleando” con el diablo para quitarle lo que es de ellos, la Biblia nos enseña que satanás no puede tocar lo que somos y lo que Dios nos ha dado, a menos que Dios se lo permita dentro de su santo propósito: Lo vemos en la vida de Job. Dios mismo entregó en manos de satanás todas las posesiones de Job (Job 1:11). No vemos a Job, entrando al “campo” del diablo arrebatando ni tampoco vemos a satanás actuando sin el permiso de Dios. El mismo Cristo le dijo a Pedro “he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo (Lucas 22:31)”; Una vez más nos recuerda el cuadro la historia de Job, donde satanás pide permiso a Dios. ¿Si Dios, que es soberano, le permite a Satanás tocar tu bienestar o posesiones, acaso tú o yo, podremos “arrebatarle” al diablo, lo que Dios mismo le ha entregado en sus manos? La respuesta es no. Por lo tanto, “arrebatar” es una pérdida de tiempo. Mejor invierte el tiempo alabando a Dios y bendiciéndole como hizo Job, y en su momento, si así lo considera, Dios te dará o multiplicará lo que necesitas.
(5.- Nadie puede separarte de las manos de Cristo. En Mateo 6, podemos ver a Cristo, destacando que el cuerpo es mayor que el vestido. Con esto, estaba diciendo que, si el poder de Dios hizo nuestros cuerpos, cuánto más puede proveernos el alimento que es menor que el cuerpo. Jesús, también dijo que a sus ovejas “nadie las arrebatará de mi mano (Juan 10:28)”. Ahora te pregunto: ¿Si Cristo tiene asegurada la salvación de tu alma en sus propias manos y no ha diablo que pueda “arrebatarte” de sus manos, ¿Cuánto más tiene el poder de conservar tu salud, familia, trabajo o cosas materiales si así lo desea? Otra vez, vemos que Satanás no puede quitarnos por su propia fuerza, lo que realmente Dios nos ha dado. Pero hay mucho más: En el mismo pasaje de Mateo 11, Jesús dice que todas las cosas están en su poder. Esto quiere decir, que el diablo no es dueño de nada de lo que Dios nos ha dado en Cristo: “Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre” (Mateo 11:27)”. Si Jesús posee todas las cosas, significa que el diablo no posee nada.

NOTAS:
[1] Comentario de Hendriksen a Mateo, página 367, nota al pie de página.