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El Cuadrilátero Wesleyano: Un faro de sabiduría teológica

Por Fernando E. Alvarado

¿Te has preguntado alguna vez cómo se puede tejer un marco teológico que equilibre la verdad divina con la experiencia humana? ¿Has oído hablar acerca del Cuadrilátero Wesleyano, ese fascinante modelo que brilla en el corazón del metodismo como una guía luminosa para la reflexión teológica? En el corazón del metodismo, el Cuadrilátero Wesleyano brilla como una guía luminosa para la reflexión teológica, tejiendo con maestría la Escritura, la tradición, la razón y la experiencia en un tapiz de fe viva. Este marco, destilado de la obra pastoral y teológica de John Wesley por el erudito Albert C. Outler, no es solo un método, sino una invitación a vivir la fe con profundidad y autenticidad, iluminando el camino de quienes buscan armonizar la verdad divina con la experiencia humana (Outler, 1985, p. 1).

El Cuadrilátero Wesleyano nace en la Inglaterra del siglo XVIII, un tiempo de fervor religioso y agitación social. Inspirado por la tríada anglicana («taburete de tres patas») de Richard Hooker —Escritura, tradición y razón— como base para la teología, Wesley forjó un nuevo enfoque teológico añadiendo la experiencia como un cuarto pilar, reflejando su convicción de que la fe debe vivirse en el alma y en la comunidad. Albert C. Outler, con aguda perspicacia, identificó este modelo en los escritos de Wesley, presentándolo como un marco sistemático que captura la esencia de su teología práctica (Outler, 1985, p. 3). Este enfoque no solo dio forma al metodismo, sino que también inspiró al movimiento de santidad y al pentecostalismo, que heredaron su énfasis en la fe encarnada (Maddox, 1994, p. 36).

Componentes del Cuadrilátero Wesleyano

1. Escritura

La Escritura, como faro inquebrantable, es el fundamento del Cuadrilátero Wesleyano. Wesley, quien se proclamaba homo unius libri («hombre de un solo libro»), veía la Biblia como la voz viva de Dios, la norma suprema para la fe y la práctica. En su prefacio a los Sermones sobre varios temas, afirmó con pasión: «No tengo más regla que la Palabra de Dios» (Wesley, 1984, p. 89). Esta primacía asegura que toda reflexión teológica esté anclada en la revelación divina, invitando a los creyentes a beber de la fuente misma de la verdad (Heitzenrater, 1995, p. 112).

2. Tradición

La tradición, como un río que conecta el pasado con el presente, enriquece la fe al vincularnos con la sabiduría de la Iglesia histórica. Wesley, con un profundo respeto por los padres de la Iglesia y los credos ecuménicos, como el de Nicea, consideraba la tradición un tesoro que ilumina la Escritura sin usurpar su autoridad. En su sermón «Sobre la fe», destacó que los primeros cristianos ofrecen una guía para la «sana doctrina» (Wesley, 1985, p. 47). Este diálogo con la tradición invita a los teólogos a caminar con humildad, aprendiendo de los gigantes espirituales del pasado (Campbell, 1991, p. 62).

3. Razón

La razón, como una lámpara que ilumina el entendimiento, permite articular la fe con claridad y coherencia. Influido por el empirismo de John Locke, Wesley defendía que la razón es un don divino para discernir la verdad, evitando el fanatismo o la superstición. En Un llamamiento a los hombres de razón y religión, proclamó: «La religión sin razón es entusiasmo; la razón sin religión es infidelidad» (Wesley, 1989, p. 23). Este componente anima a los creyentes a abrazar la fe con la mente abierta, dialogando con el mundo sin perder el ancla de la revelación (Maddox, 1994, p. 108).

4. Experiencia

La experiencia, el latido del Cuadrilátero, infunde vida a la teología al reconocer que la fe no es solo doctrina, sino un encuentro transformador con Dios. Wesley, en su sermón «El testimonio del Espíritu», subrayó que el Espíritu Santo confirma la verdad en el corazón del creyente, como se describe en Romanos 8:16 (Wesley, 1985, p. 117). Theodore Runyon acuñó el término «ortopatía» para describir este énfasis en la transformación interior, que hace de la fe una realidad palpable y dinámica (Runyon, 1998, p. 13). La experiencia invita a los cristianos a vivir su fe con pasión y autenticidad, reflejando el amor de Dios en sus vidas.

Equilibrio y primacía de la Escritura

El Cuadrilátero Wesleyano no es un mosaico de fuentes equivalentes, sino un sistema jerárquico donde la Escritura reina suprema. La tradición, la razón y la experiencia actúan como compañeras fieles, iluminando y confirmando la Palabra de Dios. Outler destacó que este equilibrio evita los extremos del biblicismo rígido, el tradicionalismo estéril, el racionalismo frío o el subjetivismo desenfrenado (Outler, 1985, p. 7). Como un cuarteto en armonía, estas fuentes trabajan juntas para producir una teología que es a la vez fiel a la revelación y relevante para la vida humana, guiando a los creyentes hacia la santidad y la justicia (Heitzenrater, 1995, p. 115).

El Cuadrilátero Wesleyano no es solo un método teológico, sino una invitación a vivir la fe con profundidad, sabiduría y corazón. Al entrelazar la Escritura, la tradición, la razón y la experiencia, este marco ofrece un camino para comprender la verdad divina y encarnarla en la vida cotidiana. Su equilibrio, centrado en la primacía de la Escritura, sigue inspirando a teólogos y creyentes, recordándonos que la fe es un viaje de transformación, guiado por la luz de la Palabra y animado por el calor del Espíritu (Outler, 1985, p. 9).

Bibliografía y Referencias:

  • Campbell, T. A. (1991). John Wesley and Christian Antiquity: Religious Vision and Cultural Change. Kingswood Books.
  • Maddox, R. L. (1994). Responsible Grace: John Wesley’s Practical Theology. Kingswood Books.
  • Outler, A. C. (1985). The Wesleyan Theological Heritage: Essays of Albert C. Outler. Zondervan.
  • Runyon, T. (1998). The New Creation: John Wesley’s Theology Today. Abingdon Press.
  • Wesley, J. (1984). The Works of John Wesley: Sermons I, 1–33 (A. C. Outler, Ed.). Abingdon Press.
  • Wesley, J. (1985). The Works of John Wesley: Sermons II, 34–70 (A. C. Outler, Ed.). Abingdon Press.
  • Wesley, J. (1989). The Works of John Wesley: A Plain Account of Christian Perfection (T. A. Noble, Ed.). Abingdon Press.

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