«𝑀𝑒 𝑠𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑎𝑠𝑞𝑢𝑒𝑎𝑑𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑎𝑠 𝑟𝑒𝑑𝑒𝑠 𝑠𝑜𝑐𝑖𝑎𝑙𝑒𝑠 𝑦 𝑑𝑒 𝑐𝑜́𝑚𝑜 𝑎𝑐𝑡𝑢́𝑎𝑛 𝑙𝑜𝑠 𝑐𝑟𝑖𝑠𝑡𝑖𝑎𝑛𝑜𝑠 𝑒𝑛 𝑒𝑙𝑙𝑎𝑠. ¿𝑃𝑜𝑟 𝑞𝑢𝑒́ 𝑙𝑜𝑠 𝑏𝑙𝑜𝑔𝑢𝑒𝑟𝑜𝑠, 𝑦𝑜𝑢𝑡𝑢𝑏𝑒𝑟𝑠 𝑦 𝑐𝑟𝑒𝑎𝑑𝑜𝑟𝑒𝑠 𝑑𝑒 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑒𝑛𝑖𝑑𝑜 𝑐𝑟𝑖𝑠𝑡𝑖𝑎𝑛𝑜𝑠 𝑛𝑜 𝑝𝑎𝑟𝑒𝑐𝑒𝑛 𝑐𝑟𝑖𝑠𝑡𝑖𝑎𝑛𝑜𝑠 𝑎𝑙 𝑡𝑟𝑎𝑡𝑎𝑟 𝑎 𝑜𝑡𝑟𝑜𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑐𝑢𝑒𝑠𝑡𝑖𝑜𝑛𝑎𝑛 𝑜 𝑝𝑖𝑒𝑛𝑠𝑎𝑛 𝑑𝑖𝑠𝑡𝑖𝑛𝑡𝑜?» — me dijo cierta persona. ¡Y no me atreví a contradecirle! (Si bien este no es cierto para todos, es la verdad en muchos casos). Curiosamente, quien me dijo esto no es la única persona que piensa así.

Keith Green, un cantante y compositor estadounidense de música cristiana, dijo en cierta ocasión: «Decir que eres cristiano porque vas a la Iglesia es como decir que eres hamburguesa porque vas a McDonald’s”. Y aunque la frase no proviene de un gran académico o erudito en teología, nadie pondría en duda la gran verdad que encierran sus palabras. Este mismo razonamiento puede aplicarse a todos aquellos que hemos hecho del estudio de la teología una parte esencial de nuestra vida: “No porque estudies teología significa que conoces a Dios”. De hecho, si algo trágico he descubierto, es que muchos de los que más hablamos de Dios en redes sociales, que gustamos de acumular diplomados, licenciaturas, maestrías y doctorados en teología ¡Somos los que menos reflejamos al Dios que buscamos conocer a través del estudio!
Ciertamente la cercanía a Dios trae parecido a Dios. Así de simple. Cuanto más veas a Dios, más de Dios será visto en ti. Si esto no está pasando en nuestra vida ¡Hay un verdadero problema! ¡Y vaya que este problema es evidente en la vida y actitudes de muchos teólogos de redes sociales, pastores de la farándula cristiana y maestros del internet! Pareciera que mientras más títulos acumulamos ¡peores nos volvemos! Mucha ortodoxia, poca ortopraxis y pésima ortopatía.
¿Pero qué se puede ver (particularmente en las redes sociales)? Rencillas, rivalidades, envidias, deseo de debatir con otros para parecer el mejor, arrogancia, sobrevaloración de nuestro propio conocimiento y desprecio hacia el otro, un deseo insano de curiosear en la vida del otro para descubrir un error y usarlo en su contra, mal carácter, la obstinada necesidad de andar corrigiendo todo lo que otro hace, irascibilidad, burla, sentido de superioridad moral e intelectual… ¡Y la lista podría continuar ad aeternum! Pareciera a veces que el peor enemigo de un cristiano es otro cristiano. Pero hermano, si ves a los demás cristianos como tu enemigo, ¡estás peleando la batalla equivocada!

Muchos (cuyo cristianismo es dudoso pues no tienen pastor o líder a quien responder ni iglesia local que los respalde, que no se congregan, no sirven en su iglesia local, etc.) han visto en sus canales de YouTube, blogs pagados y páginas con miles de seguidores, únicamente una fuente de ingresos fácil y la manera de hacerse famosos. ¡Y esa es la única cosa que los motiva a seguir adelante! ¿Pero dónde está la evidencia de su fe genuina? ¿Qué tan firmes son sus bases cristianas? ¿Quién puede dar fe de su vida y testimonio? ¡Y luego nos asustamos cuando abandonan la fe!
¡Hay un gran problema con el cristianismo de las redes sociales! Uno que está dejando asqueado a los incrédulos que nos miran con asombro. Necesitamos recordar que “El conocimiento envanece, pero el amor edifica” (1 Corintios 8:1, LBLA), y sin amor, aún el mejor teólogo de redes y el administrador de páginas más exitoso, no es más que “metal que resuena, o címbalo que retiñe” (1 Corintios 13:1). ¿De qué sirve que conozcas toda la teología de Agustín de Hipona, Tomás de Aquino, Molina, Lutero, Calvino, Barth, Rahner, Lane Craig, Arminio o cualquier otro, si no conoces a Dios ni reflejas su amor? El conocimiento nos está volviendo soberbios, pero hasta la soberbia se ha convertido en una “virtud teologal”. Pero Pablo, un verdadero teólogo, nos recuerda: “Si alguien presume de conocer alguna cosa, es que ignora todavía cómo hay que conocer.” (1 Corintios 8:2, BLP).

El conocimiento que no se vive es inútil. En palabras de Jesús: “No todo el que me dice: ‘Señor, Señor’, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.” (Mateo 7:21). Sigamos estudiando teología, pero mejor aún ¡Vivámosla! Todos los grados que acumulemos, honores humanos que alcancemos, aquello que construimos no para la gloria de Dios y la edificación de la iglesia, sino para nuestra propia vanidad, ¡No será más que paja en el día del juicio! Al final será quemado y sufriremos pérdida (1 Corintios 3:11-15).
Perdonemos a los eruditos del mundo virtual este pecado. Son tan humanos como nosotros. Y quizá ni siquiera sean conscientes de esta falta, pues «¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy consciente!» (Salmo 19:12, NVI). A fin de cuentas, incluso nosotros, los que apenas nos iniciamos en el estudio de la teología, o ni siquiera hemos empezado, solemos pecar de soberbia tanto como ellos. ¡Qué Dios nos ilumine a todos (al seguidor y al que busca ser seguido) y, más que grandes académicosy celebridades cristianas, nos regale hombres y mujeres temerosos de Dios!

Excelente reflexión mi estimado hermano!!!
Me gustaMe gusta