El que una mujer cristiana deje de usar maquillaje, joyas y adornos puede parecer piadoso y hasta un acto de humildad, pero sigue siendo inútil para evidenciar un verdadero cambio de corazón y producir el nuevo nacimiento. En el asunto del maquillaje y las joyas, como en cualquier otro tema que genere polémica entre cristianos, la Biblia tiene la última palabra.