Literatura, Vida Cristiana, Vida Espiritual

¿Deberíamos los cristianos leer solamente libros «cristianos»?

Por Fernando E. Alvarado

“Desde que Moisés descendió de la montaña con dos hojas de piedra bajo sus brazos, toda la literatura se puede dividir en dos géneros: Género A: la Biblia. […] Género B: todos los otros libros”.

Tony Reinke

La mayoría de los cristianos reconocen la necesidad de leer la Biblia. Pero ¿Qué hay con el resto de libros (sobre todo aquellos que no abordan ningún tema de carácter cristiano)? ¿Deberíamos leerlos? Para el cristiano la Biblia es naturalmente el libro más importante de todos. Y creo que cualquier cristiano concordará sin problemas con Charles Spurgeon, quien afirmó que sería mejor perder todo lo que es bello, admirable, o útil en la literatura humana en lugar de “perder una sola sílaba de la boca de Dios”. La Escritura Sagrada supera en valor eterno a cualquier producción humana. Sin embargo, las obras literarias de otra índole también tienen valor, incluso cuando provienen de autores paganos o seculares.

SAQUEANDO LOS TESOROS EGIPCIOS

En Éxodo 33:22, Dios le dice a los israelitas:

“Cada mujer pedirá a su vecina y a la que vive en su casa, objetos de plata, objetos de oro y vestidos, y los pondrán sobre sus hijos y sobre sus hijas. Así despojarán a los Egipcios”.

A lo largo de la historia de la iglesia, los pensadores cristianos han usado este pasaje como una analogía de la manera en que el pueblo de Dios puede usar las mejores cosas de este mundo, y especialmente la sabiduría del mundo, para la gloria de Dios. En su obra Doctrina Cristiana, Agustín de Hipona afirmó que los creyentes deberían “saquearle a los egipcios” la sabiduría de su pensamiento, y usarlo para los propósitos de Dios:

“Además, si los que se llaman filósofos […] han dicho cualquier cosa que sea verdadera y esté en armonía con nuestra fe, no solo no debemos rechazarla, sino reclamarla para nuestro propio uso, y tomarla de aquellos que tienen posesión ilegal de ella. Porque, así como los egipcios […] tenían vasijas y adornos de oro y plata, y prendas de vestir, cosas de las cuales el pueblo se apropió al salir de Egipto, usándolas mejor, sin hacerlo por su propia autoridad, sino por orden de Dios […], de la misma manera todas las ramas del aprendizaje pagano […] contienen también muchas instrucciones que están mejor adaptadas para el uso de la verdad, al igual que algunos preceptos de moralidad excelentes; y en esas instrucciones se encuentran algunas verdades con respecto a la adoración del Dios Único. Ahora, estas cosas son, por así decirlo, su oro y plata, que no se crearon a sí mismas, sino que se extrajeron de las minas de la providencia de Dios que están dispersas por todas partes, y que se prostituyen perversamente e ilegalmente para la adoración de los demonios. Estas cosas, por lo tanto, el cristiano, cuando se separa en espíritu de la miserable comunión de estos hombres, debe quitarles y dedicarlas a su uso apropiado: predicar el evangelio”.

¡Pero nadie puede saquear los tesoros que no conoce! ¿O sí?

DISFRUTANDO LA LECTURA COMO CUALQUIERA

Alguien por ahí me dijo: — «¿Y usted solo la Biblia y libros de teología lee?» ¡No! ¡Para nada! — Le dije — De hecho mi colección de obras literarias de carácter secular es mayor que mi biblioteca teológica privada. Colecciono libros desde los 9 años y fui maestro de literatura por casi una década; por lo que siempre he amado la literatura, principalmente el género narrativo y el teatro (la poesía no se me da).

Aunque algunos en el ambiente cristiano suelen ver con malos ojos la lectura de libros no religiosos, siempre he tenido una fascinación por la literatura, sobre todo hacia la novela gótica. De hecho, ¡Drácula es mi libro no religioso favorito! (tranquilos, ¡no se rasguen las vestiduras!). Siempre me gustaron los relatos mitológicos, las leyendas, las novelas y cuentos de terror (¡La mitología creada por H.P. Lovecraft en sus cuentos y novelas cortas me parece fascinante!), así como la narrativa policíaca (¡Bendito sea Arthur Conan Doyle, Agatha Christie, Edgar Allan Poe y otros!), de ficción histórica (¡Amé «La Catedral del Mar» de Ildefonso Falcones!), de aventuras (sin duda Tolkien, Alexandre Dumas, Emilio Salgari y Louis Robert Stevenson están entre mis favoritos), ciencia ficción (H.G. Wells, Olson Scott Card, Isaac Asimov, Aldous Huxley, etc.) y de misterio.

Creo sinceramente que el cristiano no debería vivir en constante pugna con la literatura y la cultura en general. Esta es un regalo que Dios, en su gracia común, le ha concedido a la humanidad (Claro, esto no significa que no debamos ser selectivos). Los libros no cristianos nos capacitan para identificarnos con la mayor cantidad de personas, situaciones, y cosmovisiones. Los libros no cristianos nos dan una dosis de realidad. Normalmente vivimos sumergidos en nuestras propias agendas, y no es sino hasta que viajamos o leemos un buen libro que pensamos: “Increíble, hay algo más en el mundo además de mi casa, la iglesia y mi oficina”.

Aunque hay una gran brecha en nuestras experiencias espirituales, los cristianos y los no creyentes comparten una amplia gama de experiencias de vida. Todos tenemos mucho en común en la forma en que nos enamoramos, sufrimos dolor, engendramos y criamos hijos, y lloramos la pérdida y la muerte. Por esta razón, podemos aprender mucho sobre la vida a través de las experiencias de otros que no comparten nuestra fe en Cristo.

Cada libro que leamos nos mostrará una cosmovisión distinta a la nuestra, y nos ayudará a tener una visión más amplia. Podremos ver cómo nuestro prójimo, que no tiene a Cristo como su Señor, se relaciona con la alegría, el amor, la frustración, la vejez, la esperanza, la política, el odio, la muerte, las tragedias, las enfermedades, el terrorismo, la guerra, la soledad, la religión, etcétera. En su Institución de la Religión Cristiana, Juan Calvino dijo:

“Cuando nos encontramos con escritores seculares dotados, deberíamos dejar que esa luz admirable de verdad brillando en ellos nos enseñe que la mente del hombre, aunque caída y perversa, está vestida y adornada con los dones excelentes de Dios»

Y aunque no suelo concordar con él, esta vez le doy la razón a Calvino (Curiosamente, muchas escuelas cristianas de línea reformada que conozco se niegan o son reacias a incluir en sus programas de estudio literatura secular, aún cuando los programas oficiales del Gobierno así lo exijan). ¿Mi consejo? ¡Disfrutemos la buena literatura sea cristiana o secular! Encerrarse en una burbuja cristiana y pelearse con la cultura nunca le ha funcionado a la iglesia y no era tampoco lo que Cristo esperaba:

«No te ruego que los saques del mundo, sino que los guardes del maligno.» (Juan 17:15, LBLA)

Antes bien, se nos manda:

«Antes bien, examinadlo todo cuidadosamente, retened lo bueno» (1 Tesalonicenses 5:21, LBLA)

Si hay algo virtuoso, o bello, o de buena reputación, o digno de alabanza, a esto aspiramos:

«Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si alguna alabanza, en esto ejercitaos.» (Filipenses 4:8, JBS)

¿Qué tesoros de los egipcios saquearemos hoy?

1 comentario en “¿Deberíamos los cristianos leer solamente libros «cristianos»?”

  1. Esos términos se acogen para alinear según los intereses de dirigentes, líderes , caudillos, políticos para buscar poder y tener fundos para obtener dominación.
    Todo lo humano es un amigo de lo divino y viene de allá, la justicia, la política, la libertad, la propiedad, la esperanza, la solidaridad, la fe, la disciplina, la obediencia, la convivencia, en fin los principios y valores, pero buscando dos cosas, la parte espiritual con desprendimiento buscando trascender o lo material para ser, tener, dominar, conquistar.
    Prefiero el amor, la humildad, el trabajo, el estudio para crecer , el temor, de Dios, el apego a su doctrina y el deseo de servir, de ser solidario.
    Creo en Dios y tengo Fe, hasta el estoycismo.

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