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Los Nefilim: Desafiando la Teoría de los Linajes

Por Fernando E. Alvarado

Desde un punto de vista bíblico y filológico, Génesis 6:1-4 presenta desafíos interpretativos que han generado debates teológicos y académicos a lo largo de los siglos. La identificación de los «hijos de Dios» (בני האלהים) ha sido objeto de diversas propuestas exegéticas, siendo dos las principales: que representan a los descendientes de Set o que son seres celestiales, probablemente ángeles caídos. Una tercera opción se encuentra en quienes interpretan a los nefilim simplemente como una clase de hombres poderosos o tiranos, descritos en términos míticos como «hombres de renombre». Esta última postura es la menos popular.

Tradicionalmente, las comunidades judías y cristianas tempranas aceptaron la creencia en la hibridación divina-humana, es decir, que los nefilim eran el resultado de la unión entre los «hijos de Dios» (interpretados como seres angelicales) y las «hijas de los hombres». Textos apócrifos como el Libro de Enoc (1 Enoc 6-11) detallan esta interpretación, afirmando que los «vigilantes» (ángeles caídos) tomaron esposas humanas, dando lugar a una descendencia gigantesca y corrupta. El historiador judío Flavio Josefo también adopta esta visión, describiendo a los nefilim como gigantes nacidos de una unión ilícita entre ángeles y mujeres humanas (Antigüedades judaicas, 1.3.1). Incluso en el Nuevo Testamento, alusiones como las contenidas en 2 Pedro 2:4-5 y Judas 6 parecen respaldar esta interpretación, al mencionar a los ángeles que «no guardaron su dignidad» y fueron castigados. En este contexto, la tradición de la hibridación no solo era la más antigua, sino también la más aceptada en las comunidades judías y cristianas tempranas (Heiser, 2015, p. 82).

En la Edad Media y el período de la Reforma, surgieron interpretaciones alternativas que rechazaron la idea de la hibridación, probablemente influenciadas por un enfoque más racionalista y una aversión hacia lo sobrenatural. Una de estas teorías sostiene que los nefilim no eran seres híbridos, sino tiranos humanos poderosos, asociados con la corrupción de la humanidad descrita en Génesis 6. Esta interpretación se basa en una lectura más simbólica de los «hijos de Dios», identificándolos como líderes humanos que abusaron de su poder. Según Agustín de Hipona en su obra La ciudad de Dios (15.23), los «hijos de Dios» serían la línea piadosa de Set, mientras que las «hijas de los hombres» serían las mujeres impías de la descendencia de Caín. Esta perspectiva, aunque influyente en la teología cristiana medieval, es mucho más tardía y carece de respaldo en la literatura judía antigua (Collins, 2001, p. 54).

Las teorías que reducen a los nefilim a simples tiranos humanos o descendencia de Set y Caín presentan varias debilidades. En primer lugar, estas interpretaciones no se ajustan al contexto semántico del término hebreo nefilim, que se relaciona con «caer» (נָפַל, naphal) y ha sido tradicionalmente entendido como una referencia a gigantes o seres de naturaleza caída. En segundo lugar, ignoran el amplio cuerpo de literatura extra-bíblica del período intertestamentario, que explícitamente describe la naturaleza híbrida de los nefilim (Heiser, 2015, p. 74).

Además, estas teorías novedosas surgieron en un contexto donde los académicos comenzaron a privilegiar explicaciones naturalistas frente a lo sobrenatural. Si bien esta tendencia busca armonizar el texto con una cosmovisión moderna, tiende a minimizar el marco cultural y religioso del mundo antiguo, en el cual la interacción entre lo divino y lo humano era una creencia común (Collins, 2001, p. 56).

¿qué tal si analizamos brevemente las razones por las cuales la interpretación tradicional de los nefilim como híbridos divino-humanos, no solo es la más antigua, sino la más coherente con el contexto histórico y cultural del texto bíblico?

UNA PERSPECTIVA BÍBLICA Y FILOLÓGICA DE GÉNESIS 6

Aunque muchos preferirían la interpretación naturalista, es decir, que los “hijos de Dios” aquí mencionados son seres humanos de linaje setita (o simples tiranos humanos), lo cierto es que Génesis 6:1-4 presenta a los «hijos de Dios» de una manera que no se ajusta naturalmente a la idea de que sean simplemente los descendientes de Set o de cualquier otro linaje. La evidencia textual y el uso consistente de la expresión en otros pasajes del Antiguo Testamento refuerzan la interpretación sobrenatural. Por ejemplo, en Job 1:6; 2:1; y 38:7, el término בני האלהים se refiere claramente a seres celestiales que están en la presencia de Dios, un contexto que difícilmente se puede aplicar a humanos (Heiser, 2015, p. 108). Esta consistencia lingüística y teológica sugiere que los autores bíblicos originales entendían a los «hijos de Dios» en un marco sobrenatural. Afirmar que en Génesis 6:1-4 el término se refiere a humanos requiere una reinterpretación que no tiene respaldo explícito en el uso del hebreo bíblico ni en las tradiciones literarias del antiguo Cercano Oriente (Wenham, 1987, p. 139).

La narrativa también introduce a los Nefilim, quienes son descritos como «hombres de renombre» y «gigantes» (נפילים). Su aparición refuerza la idea de un evento extraordinario que no se puede reducir a simples matrimonios mixtos entre las líneas de Set y Caín. En este contexto, la palabra נפל (Nefilim) está relacionada etimológicamente con la raíz hebrea que implica «caer», lo que podría aludir a seres caídos o malditos, una interpretación que armoniza con las tradiciones judías posteriores y el pensamiento apocalíptico que asociaba a los Nefilim con los gigantes producto de uniones ilícitas entre ángeles y mujeres humanas (Nickelsburg, 2001, p. 52).

Además, la literatura del antiguo Cercano Oriente proporciona un marco de referencia útil para entender esta transgresión de fronteras entre lo humano y lo divino. Textos como el Enuma Elish y otras tradiciones mesopotámicas describen interacciones similares entre dioses y humanos, lo cual refuerza la idea de que Génesis 6 está participando en un discurso cultural más amplio sobre los límites y las transgresiones cósmicas. En este sentido, el relato bíblico podría estar reinterpretando estas narrativas desde una perspectiva monoteísta, enfatizando el juicio divino sobre estas uniones ilícitas (Arnold, 2009, p. 245).

Por último, el énfasis en la pecaminosidad y el juicio inminente de Dios en el contexto inmediato de Génesis 6 sugiere que esta narrativa es más que una simple genealogía o comentario sobre matrimonios mixtos. En cambio, parece ser una introducción teológica al diluvio, mostrando cómo el desorden cósmico, generado por la transgresión de los límites establecidos por Dios, resulta en una crisis global que solo puede ser resuelta mediante la intervención divina (Sarna, 1989, p. 46).

LA INSUFICIENCIA DE LA INTERPRETACIÓN HUMANISTA: UN ENFOQUE SOBRENATURAL EN GÉNESIS 6

Desde un punto de vista lógico y teológico, la idea de que los matrimonios entre las líneas de Set y Caín resultaran en una corrupción moral de tal magnitud que justificara el diluvio universal presenta serias dificultades interpretativas. En primer lugar, la Biblia ya establece que la maldad era un problema generalizado en la humanidad, como se observa en Génesis 6:5, donde se describe que «la maldad del ser humano en la tierra era muy grande, y todos los pensamientos de su corazón tendían siempre al mal» (Sarna, 1989, p. 50). Este diagnóstico de la condición humana no requiere una explicación adicional centrada exclusivamente en matrimonios mixtos, lo que hace que la teoría de las líneas de Set y Caín parezca innecesariamente limitada y artificial (Wenham, 1987, p. 142).

Además, esta interpretación no resuelve las complejidades introducidas por la referencia a los Nefilim, descritos como «gigantes» y «hombres de renombre.» Si los Nefilim fueran simplemente el resultado de uniones humanas normales entre las líneas de Set y Caín, no habría razón para destacarlos como un fenómeno extraordinario en la narrativa. Michael Heiser (2015) argumenta que la introducción de los Nefilim apunta a un evento fuera de lo común que involucró una transgresión de fronteras entre lo humano y lo divino, lo que sería coherente con las tradiciones del antiguo Cercano Oriente, donde las uniones entre seres divinos y humanos frecuentemente generaban figuras híbridas o gigantes (p. 111).

Por otra parte, la hipótesis de que estas uniones humanas pudieran provocar un juicio tan catastrófico como el diluvio no encaja con el marco teológico del texto. El juicio divino parece estar dirigido no solo contra los actos de inmoralidad, sino contra un desorden cósmico que amenazaba la creación misma. La corrupción moral de la humanidad es el telón de fondo, pero la narrativa pone un énfasis particular en la gravedad de las transgresiones representadas por los hijos de Dios y los Nefilim, lo que refuerza la interpretación sobrenatural del pasaje (Arnold, 2009, p. 247).

Finalmente, la narrativa bíblica parece estar polemizando con mitos del antiguo Cercano Oriente al reinterpretar eventos similares desde una perspectiva monoteísta y moralmente significativa. Mientras que en textos como el Enuma Elish o las tradiciones mesopotámicas los dioses se relacionan con los humanos sin consecuencias éticas profundas, Génesis 6 presenta estas interacciones como una grave violación del orden divino que justifica el juicio universal. Esto enfatiza que el texto no está simplemente describiendo matrimonios humanos ordinarios, sino un colapso moral y cósmico sin precedentes (Middleton, 2005, p. 87).

ANÁLISIS BIOLÓGICO Y GENÉTICO: LA IMPOSIBILIDAD DE PRODUCCIÓN DE GIGANTES POR MATRIMONIOS MIXTOS

Desde una perspectiva biológica y genética, no hay fundamento para sostener que matrimonios mixtos entre personas de diferentes creencias, valores o religiones puedan generar una nueva especie o individuos con características extraordinarias, como los descritos en Génesis 6:1-4. Los seres humanos pertenecen a la misma especie, Homo sapiens, y poseen un acervo genético común. Las diferencias culturales, religiosas o morales no afectan las bases genéticas necesarias para la reproducción. Según Ayala (2009), las características hereditarias están determinadas por el ADN, y las variaciones genéticas entre humanos están restringidas a pequeñas diferencias que no pueden generar una nueva especie ni rasgos radicalmente diferentes como un gigantismo generalizado (p. 12). En este sentido, la posibilidad de que matrimonios entre las líneas de Set y Caín produzcan seres gigantes carece de cualquier apoyo científico.

Desde una perspectiva bíblica, Génesis 1:27 enfatiza que todos los seres humanos fueron creados a imagen de Dios, compartiendo una misma naturaleza y origen. La narrativa de Génesis no sugiere que las diferencias culturales o religiosas entre humanos puedan alterar su genética ni producir una «raza» distinta. La Biblia describe la diversidad cultural y moral como una consecuencia de la caída (Génesis 3) y la dispersión de las naciones (Génesis 11), pero no atribuye capacidades sobrenaturales o cambios físicos extraordinarios a las uniones humanas. El énfasis en Génesis 6:1-4 sobre los «hijos de Dios» y los Nefilim no puede explicarse mediante matrimonios mixtos entre humanos, ya que esto contradice la uniformidad biológica y teológica del género humano (Heiser, 2015, p. 112).

Siguiendo esta línea de pensamiento, hemos de decir también que identificar a los “hijos de Dios” de Génesis 6 con los descendientes de Set tampoco tiene mucho sentido lógico. Asumir que las uniones entre las líneas de Set y Caín pudieran producir gigantes implica una confusión de categorías. Las diferencias religiosas o morales no influyen en los determinantes genéticos de la estatura o la fisiología humana. La altura y otros rasgos físicos están controlados por genes específicos y factores ambientales, no por afiliaciones culturales o religiosas. Por tanto, la explicación más coherente de Génesis 6:1-4 es una intervención sobrenatural, donde los «hijos de Dios» representan seres celestiales que transgredieron los límites divinos establecidos para la creación (Walton, 2015, p. 320).

La ciencia genética moderna refuerza este punto. Según Collins (2006), todas las variaciones humanas actuales son el resultado de mutaciones y recombinaciones dentro de un acervo genético limitado. Los genes responsables de la altura, como el receptor de la hormona del crecimiento (GHR) y otros loci, no pueden experimentar cambios drásticos simplemente debido a diferencias culturales o matrimonios mixtos (p. 94). Por lo tanto, la idea de que estas uniones humanas produzcan gigantes no es científicamente plausible.

Así pues, la ausencia de fundamentos biológicos, bíblicos y lógicos para explicar la existencia de gigantes mediante matrimonios mixtos refuerza la interpretación sobrenatural de Génesis 6. Esta perspectiva reconoce que los «hijos de Dios» eran seres celestiales que violaron los límites divinos, lo que resultó en la aparición de los Nefilim como un fenómeno único y extraordinario, consistente con las narrativas del antiguo Cercano Oriente (Nickelsburg, 2001, p. 55).

RELATOS UNIVERSALES DE INTERACCIONES DIVINO-HUMANAS EN EL ANTIGUO CERCANO ORIENTE Y OTRAS CULTURAS DISTANTES GEOGRÁFICAMENTE

Históricamente, las interacciones entre lo divino y lo humano han sido un tema recurrente en las culturas del antiguo Cercano Oriente. Las narrativas sumerias, acadias y egipcias presentan historias de dioses que descendieron a interactuar con los humanos, a menudo resultando en la creación de figuras heroicas o semidivinas. Por ejemplo, en el Poema de Gilgamesh, el héroe epónimo es descrito como un ser en parte humano y en parte divino, resultado de la unión entre un dios y una humana (Pritchard, 1958, p. 31). De manera similar, los relatos egipcios hablan de faraones como descendientes directos de los dioses, reforzando la idea de que estas historias no eran meras ficciones, sino una expresión cultural de la percepción de una conexión entre el mundo divino y el humano. Estas similitudes sugieren un origen común en la memoria colectiva de las primeras comunidades humanas.

A diferencia de los mitos politeístas, el relato bíblico de Génesis 6:1-4 se distingue por su marco monoteísta y su énfasis en la transgresión moral. Mientras que en otras culturas las uniones entre dioses y humanos se celebraban como actos gloriosos, en la Biblia estas interacciones son condenadas como una violación del orden divino. Esto subraya la singularidad de la cosmovisión bíblica, que se enfoca en la santidad y la separación entre el Creador y su creación. Según Walton (2015), esta narrativa puede interpretarse como un rechazo teológico de las cosmovisiones circundantes, que glorificaban estas uniones, presentándolas en cambio como una causa del juicio divino mediante el diluvio (p. 325). Este contraste refuerza la posición bíblica como una reinterpretación y corrección de las tradiciones culturales del antiguo Cercano Oriente.

La presencia de relatos universales como el diluvio, el Edén y las interacciones entre lo divino y lo humano apoya la hipótesis de una memoria común compartida por las primeras comunidades humanas. Young (1997) argumenta que estas narrativas reflejan un conocimiento original que posteriormente se fragmentó en diferentes tradiciones culturales a medida que las civilizaciones se desarrollaban y adoptaban sus propios matices teológicos y mitológicos (p. 97). Por ejemplo, el relato del diluvio en el Poema de Atrahasis tiene paralelismos significativos con el diluvio de Noé en Génesis, aunque presenta un panteón politeísta y una causa menos moralista para el desastre.

Pero la creencia en la existencia de seres híbridos humano-divinos en los inicios de la historia, no es exclusiva de los pueblos del Medio Oriente y vecinos de los hebreos. Tales mitos pueden hallarse también en culturas distantes a los hebreos y mesopotámicos. Por ejemplo:

1.- RELATOS CHINOS: LOS HIJOS DE LOS DRAGONES Y LOS HUMANOS

En la antigua China, el relato del Gran Diluvio es parte de su tradición histórica y mitológica. Según las crónicas, el emperador Yu el Grande fue encargado por los dioses para controlar las aguas caóticas que habían inundado la tierra, representando un juicio divino y una intervención heroica. Este relato, aunque adaptado al contexto cultural chino, refleja elementos comunes con Génesis, como la idea de un diluvio universal y una conexión entre lo divino y lo humano para restaurar el orden (Li, 2012, p. 54). En la mitología china, también se considera que los emperadores míticos, como el Emperador Amarillo (Huangdi), eran descendientes de dragones divinos. Los dragones, considerados seres sobrenaturales asociados con los cielos y el poder, se cree que se unieron con humanos para producir gobernantes con características extraordinarias. Según Christie (1975), estas historias reflejan una percepción de los gobernantes como mediadores entre el cielo y la tierra, dotados de una naturaleza superior (p. 46). Este concepto de hibridación entre lo divino y lo humano encuentra paralelos en Génesis 6:1-4, donde los «hijos de Dios» y las mujeres humanas producen a los Nefilim. Así pues, los paralelismos entre la narrativa china y los textos bíblicos sugieren que ambas tradiciones derivan de una memoria común primitiva sobre la interacción entre lo divino y la humanidad.

2. – RELATOS MESOAMERICANOS: LOS HÉROES GEMELOS Y LOS HIJOS DE LOS DIOSES

En América precolombina, los aztecas y mayas también preservaron relatos de un diluvio universal. En el mito náhuatl de los Cinco Soles, se describe un mundo previo destruido por un diluvio debido a la desobediencia humana, después del cual los dioses crean una nueva humanidad. Similarmente, el Popol Vuh, un texto sagrado de los mayas, relata un diluvio que destruyó una humanidad inicial, considerada fallida por los dioses. Este patrón de juicio divino y recreación encuentra eco en Génesis, donde Dios juzga la corrupción de la humanidad mediante un diluvio, pero salva a Noé y su familia como un remanente para un nuevo comienzo (Miller, 1999, p. 89). En el Popol Vuh, también se relata la historia de los Héroes Gemelos, Hunahpú e Ixbalanqué, quienes son hijos de una mujer humana y un dios. Estos héroes poseen habilidades extraordinarias, como la capacidad de derrotar a los señores del inframundo. Según Miller (1999), estos relatos no solo destacan la interacción divino-humana, sino que también reflejan una comprensión cultural de la hibridación como fuente de poder y transformación (p. 78). Los Nefilim en Génesis, descritos como «hombres de renombre,» podrían ser vistos bajo una óptica similar, como figuras híbridas con habilidades excepcionales.

3.-  RELATOS POLINESIOS: TANGAROA Y LA CREACIÓN DE SEMIDIOSES

En Polinesia y otras islas de Oceanía, existen relatos que describen cómo los dioses inundaron la tierra para castigar la maldad humana. En la tradición de Samoa, por ejemplo, el dios Tangaloa envió un diluvio para destruir a los pecadores, salvando solo a un hombre y su familia en una canoa. Este relato recuerda la historia de Noé en Génesis y subraya la universalidad del tema del juicio divino mediante el agua como símbolo de purificación y renovación (Kirtley, 1971, p. 63). Además, en la tradición polinesia, se cree que el dios Tangaroa se unió con mujeres humanas para dar origen a seres que combinaban lo divino y lo humano. Estos descendientes eran considerados héroes culturales con atributos excepcionales, que actuaban como intermediarios entre los dioses y los hombres. Kirtley (1971) señala que estas narrativas muestran una relación profunda entre la percepción de lo sobrenatural y la capacidad humana para trascender los límites mortales (p. 92). Al igual que los Nefilim, estas figuras híbridas representan un cruce entre mundos, pero a menudo también implican un desorden en el orden establecido

4.- RELATOS AFRICANOS: HIJOS DE LOS ESPÍRITUS Y LAS MUJERES HUMANAS

En África, las tradiciones orales de varias tribus también contienen relatos de diluvios y juicios divinos. Entre los Yoruba de Nigeria, se habla de una inundación que fue enviada para castigar la desobediencia humana, pero que terminó con la intervención divina para salvar a unos pocos justos. Este patrón teológico de juicio seguido por redención y renovación refleja el esquema narrativo de Génesis 6-9 (Bascom, 1969, p. 201). También merece consideración el hecho de que, en las tradiciones africanas, particularmente entre los Yoruba de Nigeria, también existen relatos sobre uniones entre espíritus (orishas) y mujeres humanas, que dieron lugar a héroes y líderes con características excepcionales. Bascom (1969) describe cómo estas figuras eran vistas como portadoras de poderes sobrenaturales y estaban destinadas a roles especiales en la comunidad (p. 213). Este fenómeno, que se repite en Génesis 6 con los «hijos de Dios,» señala un reconocimiento universal de las uniones entre lo divino y lo humano como un evento significativo y disruptivo.

5.- LA MITOLOGÍA GRIEGA: TITANES Y SEMIDIOSES

En la mitología griega, abundan las historias de héroes semidivinos nacidos de la unión entre dioses y humanos. Por ejemplo, Heracles, hijo de Zeus y la humana Alcmena, poseía una fuerza sobrenatural que lo distinguía del resto de los mortales. Según Buxton (2004), estos relatos reflejan la percepción de una conexión entre los mundos divino y humano, pero también representan una transgresión de los límites naturales (p. 154). Este patrón narrativo tiene claras similitudes con los Nefilim, quienes también representan una violación del orden divino según el relato bíblico.

Esta fragmentación cultural puede ser vista como el reflejo de una revelación original que fue transmitida y reinterpretada en distintos contextos históricos y geográficos. Estos relatos, dispersos en diversas culturas antiguas, reflejan una memoria común de la humanidad sobre la interacción entre lo divino y lo humano, así como eventos cataclísmicos como el diluvio. Aunque adaptados a los contextos culturales y religiosos de cada civilización, los elementos centrales—juicio, intervención divina y renovación—sugieren un origen compartido en la experiencia primitiva de las primeras comunidades humanas. Desde una perspectiva teológica, esto puede interpretarse como una verdad revelada originalmente a la humanidad, que luego se fragmentó y reinterpretó en diferentes culturas (Young, 1997, p. 97).

Desde esta perspectiva, Génesis 6:1-4 no debe entenderse simplemente como un relato aislado, sino como una pieza dentro de una narrativa más amplia sobre la interacción divina-humana en las tradiciones universales. Sin embargo, el énfasis bíblico en la moralidad y la justicia divina lo separa de los relatos del antiguo Cercano Oriente. En lugar de glorificar estas interacciones, Génesis presenta un cuadro de corrupción y desorden que requiere la intervención de Dios para restaurar el orden creado. Esto no solo refuerza la singularidad teológica de la Biblia, sino que también sugiere que Génesis 6 está interactuando críticamente con las tradiciones circundantes para comunicar una verdad más elevada y universal (Arnold, 2009, p. 247).

RECHAZO DE LO SOBRENATURAL Y SU MOTIVACIÓN EN LA INTERPRETACIÓN DE GÉNESIS 6

La interpretación naturalista de Génesis 6, que entiende a los «hijos de Dios» simplemente como descendientes de Set, refleja un esfuerzo por desvincular el texto bíblico de cualquier elemento sobrenatural, probablemente motivado por el deseo de protegerlo de las comparaciones con los mitos del antiguo Cercano Oriente. Este enfoque, aunque bien intencionado, no solo descontextualiza el pasaje, sino que también empobrece su significado teológico y narrativo. Según Heiser (2015), Génesis 6:1-4 fue diseñado para comunicar un evento extraordinario que subraya tanto la corrupción moral de la humanidad como la transgresión de límites cósmicos, justificando así el juicio divino en forma del diluvio (p. 115). Al eliminar el elemento sobrenatural, se pierde la profundidad del mensaje original del texto.

El propósito del autor de Génesis 6 no era simplemente narrar un evento histórico, sino transmitir una teología profunda sobre la interacción entre el cielo y la tierra y el impacto destructivo de la transgresión divina-humana en la creación. Walton (2015) argumenta que este pasaje está situado en un contexto cultural donde las interacciones divino-humanas eran entendidas como eventos catastróficos que alteraban el orden cósmico (p. 328). En este sentido, la narrativa bíblica no solo rechaza las tradiciones politeístas que glorificaban estas interacciones, sino que las redefine como violaciones graves contra el diseño divino. Negar el elemento sobrenatural reduce la narrativa a una simple alegoría moral y pierde de vista su función como una advertencia contra la corrupción cósmica.

La inclinación hacia una interpretación naturalista también puede ser vista como parte de un enfoque racionalista que tiende a minimizar lo sobrenatural en la Biblia. Este fenómeno es común en el pensamiento moderno, donde lo milagroso y lo sobrenatural son rechazados en favor de explicaciones puramente naturales. Middleton (2005) señala que esta tendencia refleja un sesgo epistemológico que valora el empirismo sobre la teología, lo que lleva a interpretaciones que no respetan el contexto literario y cultural del texto (p. 102). Sin embargo, la Biblia misma presenta repetidamente lo sobrenatural como parte integral de su narrativa y teología, como se ve en eventos como el éxodo, la resurrección de Jesús y la acción del Espíritu Santo en la iglesia.

El elemento sobrenatural de Génesis 6 no es un añadido opcional, sino una parte esencial de su mensaje teológico. Al presentar a los «hijos de Dios» como seres celestiales que transgreden los límites establecidos por el Creador, el pasaje enfatiza la profundidad de la corrupción humana y cósmica. Wenham (1987) observa que este relato introduce un tema recurrente en la narrativa bíblica: la confrontación entre el orden divino y la rebelión cósmica, que alcanza su clímax en la victoria final de Dios sobre el mal (p. 145). Reducir este pasaje a una mera alegoría sobre matrimonios mixtos entre linajes humanos no solo debilita su mensaje, sino que también ignora las conexiones teológicas más amplias dentro de la Biblia.

Negar la posibilidad de una interacción sobrenatural en Génesis 6 limita la interpretación del texto y lo despoja de su riqueza teológica. Al hacerlo, se corre el riesgo de reducir la Biblia a un documento puramente humano, perdiendo de vista su carácter divino e inspirado. Como Heiser (2015) señala, los intentos de eliminar lo sobrenatural del texto no solo distorsionan su significado original, sino que también empobrecen nuestra comprensión de la interacción entre lo divino y lo humano en la narrativa bíblica (p. 117). Reconocer y aceptar la dimensión sobrenatural del relato es esencial para captar plenamente el mensaje del autor bíblico.

¿QUÉ PODEMOS CONCLUIR DE TODO ESTO?

La interpretación naturalista de los nefilim y los «hijos de Dios» en Génesis 6 presenta serias limitaciones al carecer de un respaldo textual, lógico y científico adecuado. Esta perspectiva, al excluir deliberadamente lo sobrenatural, desvirtúa el contexto histórico y teológico del pasaje, debilitando su consistencia interna. Génesis 6 no se presenta como un mito simbólico ni como un relato alegórico desligado de lo divino, sino como parte de una narrativa que entrelaza lo humano con lo sobrenatural dentro del marco redentor de las Escrituras.

Una lectura que considere la posibilidad de interacciones sobrenaturales no solo honra la literalidad y la intención del texto, sino que también refleja la naturaleza reveladora de la Palabra de Dios. La Biblia no evade lo trascendental; al contrario, lo coloca como un elemento esencial para entender la historia de la humanidad y la intervención divina. Pasar por alto esta dimensión equivale a despojar al texto de su profundidad espiritual y de su propósito de revelar a un Dios que actúa activamente en el mundo.

Como creyentes, abrazamos la verdad de que los eventos descritos en Génesis 6 son parte de una narrativa más amplia de redención y juicio, en la que Dios interviene directamente en la historia humana de maneras que desafían nuestras categorías naturales y apuntan a su soberanía, gloria y poder. Esta perspectiva no solo es fiel al texto bíblico, sino que también reconoce que el mensaje de las Escrituras trasciende las limitaciones del pensamiento meramente humano, revelándonos un Dios cuya obra redentora, incluso en los momentos más oscuros de la humanidad, proclama su gracia y autoridad sobre toda la creación.

REFERENCIAS:

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