Por Alfredo J. Velásquez*
La [falsa] santidad personal [identificada en el título de este artículo como falsa santidad], es aquella que está basada en uno, pero no en la obra de Cristo y del Espíritu Santo. Muchos de los mensajes que se predican acerca de la santidad, son basados en conceptos humanos o personales; ejemplo: el abstenerse de ciertos días porque son “paganos” (véase Romanos 14), otro caso sería lo siguiente: ¡No toques esto! ¡No pruebes eso! ¡No te acerques a aquello! (véase Colosenses 2:20-23).

La [falsa] santidad personal [esa que se basa únicamente en mi propia valía, mis propios méritos, o en el legalismo] y anti-bíblica (que es el énfasis aquí, ya que no obviamos que Dios trabaja de forma personal con el creyente), es fácil de identificar. Cuando una persona habla de la santidad, o de la santificación, ignorando lo que es la justificación por fe (véase Romanos 5:1) , es posible que este enfatizando una santidad personal carente de fundamento bíblico. Cuando se enseña que para ser salvo sólo se necesita santidad, hay que tener cuidado, porque antes de la santidad viene la salvación por gracia.
La realidad es que hay un orden en cuanto a la salvación se refiere, un ejemplo bíblico es Romanos 6:22 “Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.”
Podemos resumir el orden así:
1) Somos libertados del pecado mediante la gracia de Dios que se recibe por fe en Jesucristo (compare con Efesios 1; 2).
2) Nos convertimos en siervos, porque aceptamos a Jesús no sólo como nuestro salvador, sino como nuestro Señor (véase Romanos 10:8-9).
3) Y el fruto evidente de la salvación es la santificación, y esta produce que vivamos alejados del pecado, para que nos podamos parecer más a Cristo (compare con 2 Corintios 7:1; Efesios 4:22-24).
4) El fin, es la vida eterna y para alcanzarla, hay que permanecer en Cristo, la santificación es un medio que Dios usa para que permanezcamos en Él (véase Juan 17:17; 1 Juan 3:2-3; Apocalipsis 16:15; 22:11, 14).
Vemos que, la santificación es producto de la salvación, la cual tiene un efecto real en el creyente que ha sido justificado.

¿QUÉ ES LA JUSTIFICACIÓN?
a) La justificación es la aceptación judicial de un cristiano por parte de Dios como inocente en virtud de que sus pecados no cuentan en su contra.
b) La justificación es la acción divina de declarar que alguien es justo, o que mantiene una correcta relación (de pacto) con Dios. (Sumario Teológico Lexham).
Cuando somos declarados justos y hechos hijos de Dios, es decir, cuando tenemos entrada al nuevo pacto, el vivir en santidad será algo consecuente (véase 1 Pedro 1:13-16). Por ende, la santidad bíblica confirma que ya soy salvo y vivo en Cristo para ser salvo. Sin embargo, la [falsa] santidad personal [esa que se fundamenta en el mérito propio] buscará la forma de añadirle obras de justicia a mi salvación, cosa que sólo puede hacer la justicia de Cristo imputada en mí.
La santidad personal [esa que se basa únicamente en mi propia valía, mis propios méritos, o en el legalismo] no te acerca más a Dios, mas bien, te puede alejar de su justicia perfecta; la santidad bíblica te permite gozar de la justicia de Cristo; es una santidad que se perfecciona y nos prepara para ese gran día del arrebatamiento de la iglesia (véase 1 Tesalonicenses 5:23).

La santidad bíblica, siempre te mantendrá en una relación personal con el Señor y te hará capaz de cumplir Su propósito, para Su gloria.
“Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor;” (Efesios 2:19–21 RVR1960).
Vivamos la santidad bíblica, la que promueve la unidad del cuerpo de Cristo, la que nos asemeja a Él, aquella que nos mantiene en Él, y es capaz de resaltar la gloria de Dios.
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