Arminianismo Clásico, Arminianismo Reformado, Calvinismo, Teología

Calvinismo: Inseguridad y contradicción

Por Fernando E. Alvarado.

INTRODUCCIÓN

En un artículo titulado “What’s So Great about Limited Atonement?” y publicado por Ligonier Ministries, el teólogo calvinista Richard Phillips escribió:

Es cuando te das cuenta de que incluso tu fe es la obra de la muerte salvadora de Cristo para ti, por la voluntad electora del Padre, aplicada por el Espíritu, que conoces la base sólida sobre la cual se encuentra tu salvación… puedes hacer descansar tu corazón en la gracia soberana de Dios y comenzar a esperar una eternidad de gloria en el reino al que ahora estás llamado a servir.”

Suena bonito, ¿No crees? De hecho, da la impresión de que los calvinistas son personas plenamente seguras de su salvación. Pero Phillips no es el único que presume de la supuesta seguridad que se obtiene a través de la doctrina calvinista y sus postulados. El calvinista John Piper publicó en cierta ocasión el siguiente Tweet:

“Me quedo dormido tranquilamente confiado de que seré un creyente por la mañana, no por mi libre albedrío sino por la gracia de Dios.

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¿Qué quiso decir con eso? Indudablemente era un ataque obvio y directo contra el arminianismo y aquellos que rechazan las presuposiciones calvinistas de Piper. Sin embargo, dicho comentario está fuera de lugar. Si bien los arminianos creemos que nuestra voluntad juega un papel en continuar confiando en Dios y seguir siendo creyentes, no es correcto sugerir que los arminianos creemos que nuestra voluntad es el único factor. Nuestra voluntad debe estar continuamente empoderada y habilitada por la gracia de Dios para que podamos continuar confiar, obedecer y permanecer en Cristo, porque sin Él no podemos hacer nada (Juan 15: 5). Afortunadamente, Dios nos ha provisto de todo lo que necesitamos para continuar confiando en Él y fortalecer nuestra fe para que no tropecemos (2 Pedro 1: 2-11). Pero también es cierto que podemos resistir la gracia de Dios que nos da poder para creer y perseverar hasta el fin. Si bien no podemos llegar a creer ni perseverar en la fe a menos que Dios nos dé poder, también es cierto que, después de haber creído, aún somos capaces de alejarnos y resistir la abundante gracia que Él proporciona.

Piper parece ver este hecho como una especie de razón para la inseguridad. Pero ese no es el caso en absoluto. Es similar a la seguridad que acompañaría cualquier relación que implique un nivel de compromiso. El matrimonio es un excelente ejemplo. Reconozco que necesito proteger y cuidar mi matrimonio mediante las elecciones que hago libremente. Dichas elecciones fortalecerán esa relación o la debilitarán y dañarán. Me es posible descuidar esa relación, incluso hasta el punto de la infidelidad. Sería presuntuoso suponer que tal cosa no fuera posible. Sin embargo, no vivo con miedo, terror e inseguridad por mi matrimonio, siempre pensando en cómo podría terminar y fracasar, y ciertamente no me acuesto por la noche por temor a despertarme y no amar más a mi esposa.

¿Piensa realmente Piper que aquellos cristianos que abandonan la fe se van a la cama una noche como creyentes y de repente se despiertan «por la mañana» como incrédulos endurecidos? Es difícil incluso imaginar un caso así. Tal escenario presenta una forma bastante tonta, simplificada y poco realista de hablar sobre alguien que abandona la fe. El camino hacia la incredulidad es gradual, al menos hasta cierto punto, y generalmente implica muchas opciones en el camino. Pero, por supuesto, dado que Piper rechaza la posibilidad de la apostasía de la fe genuina, solo puede sostener que los hipócritas engañados pueden irse a la cama pensando que son salvos y que su fe es real, solo para despertarse por la mañana y abrazar su verdadera incredulidad en lugar de aferrarse a su falsa fe, hipócrita y carnal, la cual, en primer lugar, nunca estuvo ahí. Y eso nos lleva a la dificultad más problemática en el pequeño y trivial Tweet de Piper: Como calvinista, John Piper no puede tener la seguridad de que se salva cuando se acuesta ni la seguridad de que se salvará cuando se despierte.

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LA CONTRADICCIÓN CALVINISTA

Los calvinistas, en última instancia, no pueden estar seguros de su salvación aquí y ahora. En primer lugar, porque sólo los elegidos se salvan y ninguno de ellos puede saber, aquí y ahora, de forma contundente, segura e incuestionable, que forma parte de dicho grupo selecto. Y en segundo lugar porque (aunque se supone que Dios es soberano y tiene todo garantizado para sus elegidos), según la propia doctrina calvinista, puesto que no podemos saber a ciencia cierta si pertenecemos o no a los elegidos, cada uno debe probarse a sí mismo y a los demás su pertenencia a dicho grupo por medio de una vida rigurosa y estricta, pues la pertenencia de cada uno al grupo de los elegidos está condicionada a la perseverancia final de cada individuo, la cual ninguno de ellos puede garantizar. Si cayere en algún momento de su vida, esa es señal inequívoca de que tal individuo nunca fue parte de los elegidos, sino de los reprobados (¿Te das cuenta cómo, sigilosamente y sin darse cuenta, son los mismos calvinistas quienes terminan creyendo en sus propias obras como garantía de su elección y salvación final?). Sin embargo, la Biblia enseña que la garantía bíblica de la salvación no descansa en nuestro rendimiento, sino en la verdad del evangelio que Cristo murió por los pecados del mundo y en su promesa de que todo aquel que cree en Él recibe el don gratuito e incondicional de la vida eterna.

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UNA “GARANTÍA” QUE NO GARANTIZA NADA

La garantía del calvinista está en que Dios le ha predestinado a la vida eterna como uno de los elegidos. Pero, como ya se hizo evidente, este punto de vista tiene serios problemas: ¿Cómo sabe el calvinista que es uno de los elegidos que han sido predestinados? ¿Y cómo puede estar seguro de que su rendimiento será lo suficientemente bueno como para llegar a la meta? Su rendimiento juega una gran parte en ayudarle a saber si está o no entre ese grupo selecto. Esto ha llevado históricamente a muchos calvinistas (como los puritanos ingleses) a caer en cierto tipo de vida legalista y carente de gracia y paz. La perfección es buscada a toda costa y el rigorismo moral y asfixiante se vuelve la norma, olvidando también otra verdad obvia del Evangelio: “De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído” (Gálatas 5:4).

En contraste, nuestra fe, esperanza, confianza y seguridad están en nuestro Salvador, el Señor Jesucristo, quien pagó la pena completa por nuestros pecados en la Cruz. Por lo tanto, según su promesa, la cual hemos creído, nuestros pecados son perdonados. Hemos nacido de nuevo en la familia de Dios como sus hijos. El cielo es nuestro hogar eterno. Nuestra esperanza está solo en Cristo. Cristo llama, «Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.» (Mateo 11:28). Cristo garantiza, «y al que a mí viene, no le echo fuera» (Juan 6:37). Llegamos a Él por la fe en su palabra y Él nunca nos echará fuera. Nuestra garantía está en su promesa y su poder que nos guarda, no en nuestro esfuerzo o rendimiento. Sin embargo, muchos cristianos profesantes (incluyendo muchos calvinistas de cinco puntos que creen en la Perseverancia de los Santos) están afligidos con dudas sobre su salvación.

El teólogo Zane C. Hodges señala que:

«El resultado de esta teología es desastrosa. Ya que, según la creencia puritana, la autenticidad de la fe de un hombre sólo puede ser determinada por la vida que lleva y la seguridad de salvación se hace imposible en el momento de la conversión».[1]

Y se podría añadir que también esto sería cierto en cualquier momento después de su conversión, si su vida en algún momento no cumple con el estándar bíblico. John Piper afirmó:

«Nosotros debemos reconocer que nuestra salvación final está condicionada a la subsecuente obediencia que viene de la fe».[2]

Sin embargo, como todo buen cristiano sabe, es pequeño el consuelo o seguridad que descansa en nuestra capacidad para obedecer. De hecho, el quinto punto del calvinismo, llamado Perseverancia de los Santos, pone la carga de nuestra salvación sobre nosotros mismos sin tan siquiera darse cuenta de ello. No es de extrañar, entonces, como lo ha comentado el teólogo R. T. Kendall, que «casi todos los Puritanos ‘divinos’ sufrieron grandes dudas y desesperación en sus lechos de muerte al darse cuenta de que sus vidas no dieron evidencia perfecta de que fueron elegidos”.[3] Por otra parte Arminio, contrario a lo que de él piensan sus enemigos, tenía perfecta seguridad. Declaró con confianza que el creyente puede:

«Salir de esta vida… para comparecer ante el trono de la gracia, sin ningún temor o preocupación».[4]

Curiosamente, la razón de la incertidumbre entre calvinistas se encuentra donde uno espera que este la garantía: en la «P» de TULIP (Perseverancia de los Santos). Pero extrañamente, la certeza de la salvación y la confianza de su destino eterno no se encuentran en el quinto punto del calvinismo donde uno lo esperaría. Tampoco se puede encontrar en los otros cuatro puntos. De hecho, aunque muchos calvinistas lo negarían, la incertidumbre en cuanto a la salvación final, esta entretejida en la estructura misma del calvinismo. El teólogo Philip F. Congdon escribe:

«La garantía absoluta de la salvación es imposible en el calvinismo clásico… Entienda por qué: Ya que las obras son un resultado inevitable de la ‘verdadera’ salvación, uno solo puede saber si él o ella es salvo por la presencia de buenas obras. Pero ya que nadie es perfecto… cualquier garantía es, en el mejor de los casos, imperfecta. ¡Por lo tanto, usted puede pensar que cree en Jesucristo, que tuvo una fe salvadora, pero lamentablemente, comete errores, se equivoca… y por no ser salvo, está totalmente ciego al hecho de que no es salvo! R. C. Sproul en un artículo titulado ‘Seguridad de salvación’, escribe que hay gente en este mundo que no son salvos, pero que están convencidos de que lo son… ¡Cuando nuestra seguridad de salvación está basada en lo más mínimo de nuestras obras, nunca podremos tener seguridad absoluta! Pero ¿Nos desaniman las escrituras de tener garantía objetiva de la salvación? ¡Claro que no! por el contrario, el Señor Jesús (Juan 5:24), Pablo (Romanos 8:38-39) y Juan (1 Juan 5:11-13) no tienen ninguna reserva en ofrecer garantía absoluta y objetiva de la salvación. Además, las obras nunca están incluidas como requisito para la seguridad de salvación”.[5]

John Piper, quien extrañamente se describe a sí mismo como un calvinista de «siete puntos” (recalcando con ello su adherencia extrema a la doctrina calvinista) afirmó en cierta ocasión “que ningún cristiano puede estar seguro de que es un verdadero creyente”.[6] ¡Un momento! ¿Es este el mismo Piper que dijo que puede acostarse “tranquilamente confiado de que será un creyente por la mañana… por la gracia de Dios”? ¿Por qué entonces afirmó en otra ocasión “que ningún cristiano puede estar seguro de que es un verdadero creyente”? cuando menos podríamos acusar a Piper de inconsistente, por no hablar de hipocresía y tener un doble estándar. Lo cierto es que, muy en el fondo, el mismo Piper sabe que su teología hace que la seguridad de su salvación sea imposible. ¿Por qué? Porque el calvinista no puede confiar en la promesa de Cristo de vida eterna en el Evangelio (ya que esa promesa es para los elegidos solamente), su seguridad radica en ser uno de los elegidos, pero ¿Cómo puede estar seguro de que lo es? Piper escribe:

«Creemos en.… la seguridad eterna de los elegidos».[7]

Y es aquí donde nos enfrentamos a un grave problema: ¿Cómo puede algún calvinista asegurarse de que está entre esa compañía selecta predestinada para el cielo? Él no puede. No hay un solo versículo en la Biblia que dice cómo estar seguro de que alguno está entre los elegidos. A pesar de que Cristo mandó que se predicase el Evangelio a cada persona que vive en el mundo entero, el calvinista dice que es eficaz solamente para los elegidos. Otros pueden imaginar que creen en el Evangelio, pero al no ser soberanamente regenerados, su fe no es de Dios y no les puede salvar. Esto hace imposible para el calvinista la seguridad de su salvación. ¿Cómo puede el calvinismo dar seguridad a alguien hoy? ¿Quién puede saber que está entre los elegidos secretamente predestinados? Simplemente no puede. No es de extrañar, entonces, que muchos calvinistas están plagados de dudas respecto a su salvación.

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QUERIENDO SALVAR LO INSALVABLE

Tratando de salvar su sistema doctrinal, algunos teólogos calvinistas recurren a ideas absurdas y contradictorias. Por ejemplo, el teólogo calvinista Loraine Boettner afirmó que la sola presencia de la fe constituye la certeza de que uno está entre los elegidos y argumenta que la fe:

«No se le da a cualquiera, sino sólo los elegidos y la persona que sabe que tiene esta fe puede estar seguro de que él está entre los elegidos».[8]

Tratando de fortalecer su argumento desde un ángulo diferente, Boettner escribe:

«Cada persona que ama a Dios y tiene un verdadero deseo de salvación en Cristo está entre los elegidos, porque los no elegidos no tienen ese amor o deseo».[9]

Sin embargo bajo esa norma,  los cristianos en la iglesia de Éfeso hubieran dudado de su salvación, porque ya no tenían ese amor ferviente (Apocalipsis 2:4-5), ni tampoco hay ninguna sugerencia de que no fueran cristianos verdaderos.

La gran ironía del calvinismo clásico, o de 5 puntos, es esta: Aunque los primeros cuatro puntos del calvinismo insisten que el hombre no puede hacer nada para salvarse, el quinto depende, según la opinión de muchos, del esfuerzo humano. Charles Hodge declara:

«La única evidencia de nuestra elección… y perseverancia, es continuar pacientemente en hacer el bien».[10]

Pero el encontrar una garantía en las obras siempre deja preguntas sin respuestas en vista del hecho innegable de que nadie es capaz de obedecer a la perfección y de que las aparentes buenas obras de los no salvos a veces logran avergonzar a cristianos profesantes. Además, el rendimiento de uno puede ser de lo más excelente durante la mayor parte de la vida, pero si falla en algún momento, ha perdido la garantía basada en el desempeño.

C. Sproul expresó esta preocupación en cuanto a su propia salvación:

“Un tiempo atrás tuve uno de esos momentos de aguda autorreflexión… y de repente la pregunta me golpeó: R. C., ¿Qué pasaría si no eres uno de los redimidos? ¿Qué pasaría si tu destino no es el cielo después de todo, sino el infierno? Te diré que yo estaba inundado en mi cuerpo con un escalofrío que iba desde mi cabeza hasta la parte inferior de mi columna vertebral. Yo estaba aterrorizado. Traté de controlarme. Pensé, ´bueno, es una buena señal de que estoy preocupado por esto. Sólo los verdaderos cristianos realmente se preocupan acerca de la salvación´. Pero luego comencé a hacer un balance de mi vida, y miré mi desempeño. Mis pecados llegaron a mi mente y cuanto más analizaba, peor me sentía. Pensé, ´tal vez es verdad. Tal vez yo no soy salvo después de todo´. Fui a mi habitación y comencé a leer la Biblia. Y de rodillas le dije, ´bueno, aquí estoy. Yo no puedo apuntar a mi obediencia. No hay nada que pueda ofrecer…´ Sabía que algunas personas sólo corren a la Cruz para escapar del infierno… No podía estar seguro de mi propio corazón y la motivación. Entonces me acordé de Juan 6:68… ¡Pedro también estaba incómodo, pero se dio cuenta de que estar incómodo con Jesús era mejor que cualquier otra opción!”[11]

¿Incómodo con Jesús? ¿Dónde está la ventaja y certeza en eso? ¿No podría entonces de esa manera un musulmán obtener certeza de su creencia por estar incómodo con Mahoma y el Corán o un mormón por estar incómodo con José Smith? ¿Por qué es mejor estar incómodo con Jesús que con Buda? ¿Dónde sugiere la Biblia, y mucho menos nos manda estar incómodos con Jesús? Ni tampoco se enseña en este pasaje. ¡Esta idea parece más patética, viniendo de un líder cristiano y teólogo de renombre! ¡Él mismo no puede garantizar que es uno de los elegidos!

Nosotros, sin embargo, tenemos toda razón para estar muy cómodos con Jesús, y esto es una de las bendiciones y parte de la alegría de nuestra salvación. Tenemos prueba absoluta de que la Biblia es la palabra de Dios, que Jesús es el Cristo, que el Evangelio es verdadero, y que tenemos el testimonio del Espíritu Santo morando en nosotros. La Biblia da garantía absoluta: “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios» (1 Juan 5:13). Esa seguridad, según este texto de las Escrituras y muchos otros, son para todos aquellos que simplemente creen en Cristo. No hay ninguna otra base para la garantía del perdón de pecados y la vida eterna. ¿Por qué Sproul no confía en esas promesas? Porque, para un calvinista, la pregunta no es si ha creído en el Evangelio, sino que, si ha sido predestinado desde la eternidad pasada por Dios para estar entre los elegidos, y esa es una pregunta difícil, como muchos calvinistas han descubierto, para su propia consternación.

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CONCLUSIÓN

Entonces, para Piper y el resto de los calvinistas de 5 puntos, su confianza en que perseverarán en la fe y obtendrán la salvación final está ligada a ser regenerados, y no está del todo claro cómo pueden estar seguros de que son regenerados a menos que perseveren hasta el final en la fe, lo cual sólo será evidenciado por las obras, un problema que efectivamente mata toda garantía. Si uno no puede perseverar, esa persona solo revela que, si bien puede haber pensado que su fe era real, era solo un caso de autoengaño, o peor aún, el engaño divino. Juan Calvino llamó a este engaño divino «gracia evanescente». Fue su respuesta al problema de tantos casos de la vida real de aquellos que vivieron durante muchos años aparentemente amando y confiando en Dios y produciendo frutos piadosos, solo para finalmente caer y abandonar la fe.

Calvino escribió:

“La experiencia muestra que los reprobados a veces se ven afectados de una manera tan similar a los elegidos, que incluso en su propio juicio no hay diferencia entre ellos. Por lo tanto, no es extraño que, para el apóstol, se les atribuya haber saboreado los dones celestiales, y experimentado por Cristo mismo una fe temporal. No es que realmente perciban el poder de la gracia espiritual y la luz segura de la fe; sino que el Señor, para condenarlos mejor y dejarlos sin excusa, inculca en sus mentes un sentido de su bondad que se puede sentir sin el Espíritu de adopción. Si se objetara que los creyentes no tienen un testimonio más sólido para asegurarles su adopción, yo respondo que aunque hay una gran semejanza y afinidad entre los elegidos de Dios y aquellos que están impresionados por un tiempo con una fe decreciente, sin embargo, solo los elegidos tienen esa plena seguridad que es exaltada por Pablo, y por la cual están capacitados para clamar, Abba, Padre. Por lo tanto, como Dios regenera a los elegidos para siempre por la semilla incorruptible, como la semilla de la vida que una vez sembraron en sus corazones nunca perece, entonces él sella efectivamente la gracia de su adopción, para que sea seguro y firme. Pero en esto no hay nada que impida que una operación inferior del Espíritu siga su curso en el reprobado. Mientras tanto, a los creyentes se les enseña a examinarse a sí mismos con cuidado y humildad, para evitar que la seguridad carnal se introduzca y tome el lugar de la seguridad de la fe. Podemos agregar, que el reprobado nunca tiene otro sentido que no sea el confuso sentido de la gracia, que se adueña de la sombra en lugar de la sustancia, porque el Espíritu sella adecuadamente el perdón de los pecados solo en los elegidos, aplicándolos con fe especial para su uso… Sin embargo, se dice correctamente que los reprobados creen que Dios es propicio para ellos, en la medida en que aceptan el don de la reconciliación, aunque confusamente y sin el debido discernimiento; no es que sean participantes de la misma fe o regeneración con los hijos de Dios; pero porque, bajo una cobertura de hipocresía, parecen tener un principio de fe en común con ellos. Ni siquiera niego que Dios ilumine sus mentes hasta este punto, que reconozcan su gracia; pero esa convicción la distingue del testimonio peculiar que da a sus elegidos a este respecto, de que el reprobado nunca alcanza el resultado completo o la fructificación. Cuando se muestra propicio a ellos, no es como si realmente los hubiera rescatado de la muerte y los hubiera tomado bajo su protección. Él solo les da una manifestación de su misericordia presente. Solo en los elegidos él implanta la raíz viva de la fe, para que perseveren hasta el final. Por lo tanto, disponemos de la objeción que, si Dios verdaderamente muestra su gracia, debe perdurar para siempre. No hay nada inconsistente en esto con el hecho de que él ilumina a algunos con un presente sentido de la gracia, que luego se vuelve evanescente”.[12]

Según Calvino, Dios les dio a esas personas un engaño que les hizo pensar que fueron salvos, e incluso sentir que fueron salvos, solo para finalmente eliminar esta gracia fugaz y revelar que solo eran hipócritas engañados que Dios nunca los había regenerado y cuya fe, si bien les parecía muy real, no era verdadera fe en absoluto.

Entonces, el mayor problema para Piper es que no puede estar seguro de que se despertará todas las mañanas como creyente porque su fe, de hecho, puede ser espuria. La única forma en que puede confiar en que su fe a la hora de acostarse no es espuria y que se despertará cada mañana como un verdadero creyente es si de hecho se despierta cada mañana como un verdadero creyente. Por lo tanto, no puede tener la verdadera confianza de que se despertará mañana por la mañana, o cualquier otra mañana, como creyente. En resumen, es culpable de ilusiones y nada más. Una vez más, el principal problema para Piper es cómo puede saber que incluso se acostará como un verdadero creyente y no como un hipócrita engañado. Simplemente no hay forma de estar seguro de esto si el calvinismo es cierto.

La ironía subyacente en la doctrina calvinista es obvia. Mientras que los arminianos que Piper pretendía ridiculizar en su tweet pueden tener una garantía significativa de salvación al irse a la cama y en la vida cotidiana, la teología de Piper (el calvinismo) socava y hace que tal seguridad sea imposible y, al hacerlo, anula las promesas de las Escrituras de que podemos saber que actualmente tenemos vida eterna (1 Juan 5:13). Mientras que los arminianos podríamos decir con razón lo que Piper dice en su tweet, John Piper no puede. ¿Por qué entonces querría alguien ser calvinista y vivir eternamente inseguro de su salvación? Sólo quien desconozca la verdadera esencia de la doctrina arminiana, e ignore las contradicciones de la doctrina calvinista, podría caer en el engaño.

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REFERENCIAS:

[1] Zane C. Hodges, author’s preface to The Gospel Under Siege; Dallas, TX: Kerugma, Inc., 2nd ed. 1992, vi.

[2] John Piper and Pastoral Staff, “TULIP: What We Believe about the Five Points of Calvinism: Position Paper of the Pastoral Staff”, Minneapolis, MN: Desiring God Ministries, 1997, 25.

[3] R. T. Kendall, Calvin and English Calvinism to 1649, Oxford: Oxford University Press, 1979, 2; cited without page number by Bob Wilkin, “Ligonier National Conference”, TheGrace Report, July 2000.

[4] Jacobus Arminius, The Works of James Arminius, trans. James and William Nichols, Grand Rapids,MI: Baker Book House, 1986, 1:667; cited in Laurence M. Vance, The Other Side of Calvinism, Pensacola, FL: Vance Publications, rev. ed. 1999, 591.).

[5] Philip F. Congdon, “Soteriological Implications of Five-point Calvinism,” Journal of the Grace Evangelical Society, Autumn 1995, 8:15, 55–68

[6] John Piper and Pastoral Staff, “TULIP: What We Believe about the Five Points of Calvinism: Position Paper of the Pastoral Staff”, Minneapolis, MN: Desiring God Ministries, 1997, 23.

[7] John Piper and Pastoral Staff, “TULIP: What We Believe about the Five Points of Calvinism: Position Paper of the Pastoral Staff”, Minneapolis, MN: Desiring God Ministries, 1997, 24.

[8] Loraine Boettner, The Reformed Doctrine of Predestination, Phillipsburg, NJ: Presbyterian and Reformed Publishing Co., 1932, 308.

[9] Loraine Boettner, The Reformed Doctrine of Predestination (Phillipsburg, NJ: Presbyterian and Reformed Publishing Co., 1932), 309.

[10] Charles Hodge, A Commentary on Romans; Carlisle, PA: The Banner of Truth Trust, 1972, 292.

[11] R. C. Sproul, “Assurance of Salvation,” Tabletalk, Ligonier Ministries, Inc., November 1989, 20.

[12] Juan Calvino, Institución de Religión Cristiana, 3.2.11.

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