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Los nefilim en la teología patrística: ¿Qué creían los primeros cristianos y los Padres de la Iglesia?

Por Fernando E. Alvarado.

El texto de Génesis 6:1-4 describe un evento peculiar en el que «los hijos de Dios» tomaron por esposas a «las hijas de los hombres», dando lugar a una descendencia conocida como nefilim, «los héroes de la antigüedad». La interpretación de la expresión «hijos de Dios» fue ampliamente discutida por los primeros cristianos, especialmente en relación con el concepto de ángeles caídos.

El Libro de Enoc, un texto apócrifo ampliamente difundido entre los judíos del período del Segundo Templo, tuvo una notable influencia en las interpretaciones tempranas de los Padres de la Iglesia y en el pensamiento cristiano primitivo. Este libro, particularmente en su sección conocida como el Libro de los Vigilantes (1 Enoc 1-36), describe en detalle la historia de los ángeles caídos, llamados Vigilantes. Según este relato, los Vigilantes desobedecieron a Dios al abandonar su lugar celestial, tomaron esposas humanas y engendraron una descendencia de gigantes conocidos como nefilim. Este acto de rebelión no solo afectó la relación entre lo divino y lo humano, sino que también introdujo conocimientos prohibidos y prácticas corruptoras que desviaron a la humanidad de los caminos de Dios. El texto describe:

«Y aconteció que, cuando los hijos de los hombres se multiplicaron en aquellos días, les nacieron hijas hermosas y deseables. Y los ángeles, hijos del cielo, las vieron, las desearon y se dijeron unos a otros: ‘Vamos, elijamos mujeres de entre los hijos de los hombres y engendremos hijos con ellas’» (1 Enoc 6:1-2, traducido por Nickelsburg & VanderKam, 2012, p. 15).

Aunque el Libro de Enoc no forma parte del canon bíblico para la mayoría de las tradiciones cristianas (excepto en la Iglesia Etíope), su contenido fue muy influyente en la teología judía y cristiana temprana. Los primeros cristianos consideraban este texto como una fuente significativa para comprender la interacción entre lo divino y lo humano, así como la naturaleza del pecado y sus consecuencias. Por ejemplo, Judas 1:14-15 cita directamente al Libro de Enoc, demostrando que algunos escritos apostólicos consideraban sus enseñanzas relevantes:

«De estos también profetizó Enoc, el séptimo desde Adán, diciendo: ‘He aquí, el Señor viene con millares de sus santos, para ejecutar juicio contra todos y convencer a todos los impíos de todas sus obras de impiedad que han hecho impíamente’» (Judas 1:14-15, Biblia Reina-Valera 1960).

El impacto del Libro de Enoc se extiende también a los Padres de la Iglesia, quienes en sus obras reflejaron conceptos desarrollados en este texto. Tertuliano, por ejemplo, defendió el uso del Libro de Enoc como escritura inspirada al argumentar que los Vigilantes y su influencia eran fundamentales para comprender el origen del mal en el mundo (De Cultu Feminarum, 1.3). En sus palabras:

«Sabemos que aquel libro de Enoc, que contiene las caídas de los ángeles, fue preservado por Noé y que confirma la corrupción que ellos trajeron al mundo» (De Cultu Feminarum, 1.3, traducido por Dunn, 2004, p. 78).

El Libro de Enoc también influenció temas teológicos clave, como la relación entre lo celestial y lo terrenal, la naturaleza del juicio divino y la expectativa escatológica. Aunque no fue reconocido como canónico en la mayoría de las tradiciones cristianas, este texto apócrifo moldeó significativamente la comprensión temprana del pecado, la redención y la batalla espiritual. Los escritos de los Padres de la Iglesia son de gran utilidad para nuestra comprensión de este tema, ya que nos presentan un panorama más amplio de lo que creía la iglesia de los primeros siglos acerca de los nefilim.

LA IMPORTANCIA DE LOS PADRES DE LA IGLESIA: TESTIGOS DE LA TRADICIÓN CRISTIANA

Las opiniones de los Padres de la Iglesia y los textos patrísticos, aunque no se consideran inspirados como la Escritura, tienen un valor significativo en el desarrollo de la fe y la doctrina cristiana por varias razones fundamentales. ¿Por qué? Porque los Padres de la Iglesia vivieron en una época cercana a los apóstoles y a los eventos narrados en el Nuevo Testamento. Su testimonio ofrece una ventana única al contexto histórico, cultural y teológico de los primeros siglos del cristianismo. Aunque no fueron inspirados por el Espíritu Santo como los autores bíblicos, su cercanía temporal les permitió preservar tradiciones, interpretaciones y prácticas que reflejan cómo las comunidades cristianas primitivas entendieron y vivieron el Evangelio.

También es justo recordar que los textos patrísticos desempeñaron un papel crucial en la defensa y articulación de la ortodoxia cristiana frente a las herejías. Además, los textos patrísticos documentan cómo los cristianos primitivos adoraban, organizaban sus comunidades y entendían su misión en el mundo. Los Padres de la Iglesia no solo defendieron la fe, sino que también dialogaron con la filosofía y la cultura de su tiempo, mostrando cómo la fe cristiana podía responder a las grandes preguntas de la humanidad.

Aunque no son inspirados, los textos patrísticos merecen ser considerados porque son testimonios valiosos de cómo las generaciones más cercanas a los apóstoles entendieron, defendieron y transmitieron la fe cristiana. Estos escritos nos ayudan a identificar cómo la iglesia primitiva interpretó las Escrituras, enfrentó desafíos doctrinales y vivió su fe en un contexto hostil, enriqueciendo nuestra comprensión de la tradición cristiana y fortaleciendo nuestra conexión con la historia de la Iglesia. El relato de Génesis 6 no es la excepción.

LA CAÍDA DE LOS ÁNGELES Y SU IMPACTO EN LA CREACIÓN: UNA PERSPECTIVA DE ORÍGENES DE ALEJANDRÍA

Orígenes de Alejandría, uno de los más destacados teólogos y exegetas de la Iglesia primitiva, ofreció una interpretación profunda y simbólica de los ángeles caídos y su relación con los nefilim. Basándose en textos como Judas 1:6 y 2 Pedro 2:4, Orígenes entendió que estos seres eran ángeles que abandonaron su posición celestial debido a su rebeldía. En su obra De Principiis (Sobre los Principios), Orígenes aborda este tema para explicar cómo la rebelión espiritual no solo tiene consecuencias en el ámbito celestial, sino también efectos visibles y concretos en la historia humana. Orígenes escribe:

«Los ángeles que no guardaron su lugar original y fueron encadenados en oscuridad muestran que la rebelión contra Dios tiene un impacto no solo en su existencia celestial, sino también en el mundo material, alterando el orden establecido por el Creador» (De Principiis, I.5.1, traducido por Butterworth, 1936, p. 50).

Para Orígenes, estos acontecimientos eran un reflejo de la lucha cósmica entre el bien y el mal, una lucha que se manifiesta tanto en los cielos como en la tierra. Según su interpretación, la desobediencia de los ángeles llevó a una ruptura en el diseño divino, y su influencia sobre la humanidad fue una continuación de su rebelión. En el mismo tratado, Orígenes señala:

«Estos ángeles, al separarse de Dios, intentaron llevar a los hombres a participar en su rebelión, enseñándoles artes que no eran necesarias para la piedad ni para la justicia» (De Principiis, I.5.2, traducido por Butterworth, 1936, p. 52).

Orígenes también relaciona estos eventos con la narrativa de Génesis 6:1-4, interpretando la unión de los «hijos de Dios» con las «hijas de los hombres» como un símbolo de la corrupción espiritual que se extiende a través de la historia humana. Para Orígenes, esta interacción no solo fue física, sino que representó una contaminación del alma, llevando a la humanidad a desviarse aún más de los caminos de Dios.

Además, Orígenes enfatiza que estos eventos no deben ser entendidos de forma aislada, sino como parte de un marco más amplio de redención. La caída de los ángeles y su impacto en la humanidad son, en su perspectiva, un recordatorio de la necesidad de Cristo como restaurador del orden divino. En este contexto, escribe:

«El descenso de los ángeles y su impacto en los hombres no es el final de la historia. La gracia de Dios, manifestada en Cristo, supera toda corrupción y restaura a los hombres al propósito para el que fueron creados» (De Principiis, II.1.1, traducido por Butterworth, 1936, p. 95).

Así pues, Orígenes de Alejandría interpreta la caída de los ángeles y los nefilim como un evento que trasciende lo físico y alcanza las dimensiones espirituales y morales de la existencia humana. Su enfoque destaca cómo la rebelión contra Dios tiene un impacto directo en la creación y cómo la redención en Cristo es la respuesta definitiva a esta corrupción.

JUSTINO MÁRTIR Y EL ORIGEN DEMONÍACO DE LOS NEFILIM

Justino Mártir, uno de los primeros apologistas cristianos, vinculó el relato de los nefilim con la proliferación del mal en el mundo. Según Justino, los ángeles que se rebelaron contra Dios transgredieron sus mandatos al unirse con mujeres humanas, engendrando descendencia y corrompiendo la sociedad mediante la introducción de prácticas idólatras, mágicas y depravadas. En su Segunda Apología, Justino escribe:

«Los ángeles transgredieron el nombramiento de Dios y cayeron en pecado con las mujeres, y su descendencia son llamados demonios, quienes han introducido prácticas perversas entre los hombres» (Segunda Apología, 5.6, traducido por Barnard, 1967, p. 92).

Para Justino, estos acontecimientos no solo fueron una desviación moral, sino un acto de corrupción espiritual y social que afectó profundamente a la humanidad. También señala que estos ángeles caídos buscaron ser adorados como dioses, ejerciendo su influencia sobre los hombres mediante falsas enseñanzas y prodigios. En su Diálogo con Trifón, Justino menciona:

«Ellos no solo se rebelaron, sino que se esforzaron por someter a la humanidad bajo su poder, instaurando cultos idolátricos y desviándolos de la adoración del único Dios verdadero» (Diálogo con Trifón, 79.1, traducido por Falls, 2003, p. 149).

Esta visión se alinea con la interpretación cristiana temprana de Génesis 6:1-4, donde se relata la unión de los «hijos de Dios» con las «hijas de los hombres», resultando en la aparición de los nefilim. Justino no solo aborda este episodio como un evento histórico, sino como un paradigma del continuo conflicto espiritual entre el bien y el mal, donde las fuerzas demoníacas buscan subvertir la voluntad divina y esclavizar a la humanidad.

Además, Justino considera que los conocimientos introducidos por los ángeles caídos, como las artes mágicas y la hechicería, no fueron meros avances tecnológicos, sino instrumentos para la corrupción moral y espiritual. Esto se refleja en su énfasis en que dichas prácticas desviaron a la humanidad del camino de la justicia y la obediencia a Dios. Para Justino Mártir, el relato de los nefilim es un recordatorio de la influencia demoníaca en el mundo y su impacto devastador en la moralidad y el orden social. Para él, estos eventos históricos son una advertencia de las fuerzas espirituales malignas que aún buscan desviar a la humanidad de los caminos de Dios.

TERTULIANO Y LA ÉTICA DE LA CAÍDA ANGELICAL

Tertuliano, un influyente padre de la iglesia y prolífico escritor cristiano del siglo II, se adhirió a la interpretación de los Vigilantes como ángeles caídos, quienes desempeñaron un papel significativo en la corrupción de la humanidad. En su obra Sobre el velo de las vírgenes, capítulo 7, Tertuliano describe cómo estos ángeles pecaron al unirse con mujeres humanas y, al hacerlo, introdujeron conocimientos prohibidos que transformaron la cultura y moralidad humanas. Al respecto, escribe:

«Esos ángeles, que abandonaron su posición celestial y desearon a las hijas de los hombres, revelaron a las mujeres los secretos de la belleza: el arte de teñir los ojos, embellecer la piel y arreglarse con artificios que desviaron sus almas. También enseñaron el uso de armas y otros instrumentos de violencia» (De Virginibus Velandis, 7, traducido por Dunn, 2004, p. 56).

Para Tertuliano, los ángeles caídos no solo afectaron la genética de la humanidad al engendrar a los nefilim, sino que también corrompieron el orden social mediante la introducción de prácticas y conocimientos que distorsionaron el propósito original de la creación de Dios. La enseñanza de habilidades como la fabricación de cosméticos y armas era, para Tertuliano, una manifestación de la influencia demoníaca que buscaba alejar a los seres humanos de la pureza y la obediencia a Dios.

Además, Tertuliano utiliza este relato como un marco ético para enseñar sobre la modestia y la pureza. Sostiene que las mujeres deben ser conscientes de cómo su apariencia y comportamiento pueden atraer influencias demoníacas. En este contexto, escribe:

«Es por esta razón que la modestia y la pureza son mandamientos esenciales. Las mujeres deben cubrirse como una protección contra las seducciones de los ángeles caídos, pues estos seres buscan constantemente desviar a la humanidad del camino recto» (De Virginibus Velandis, 7, traducido por Dunn, 2004, p. 58).

Tertuliano también conecta este episodio con la necesidad de la redención en Cristo, argumentando que la corrupción introducida por los ángeles caídos y los nefilim era un ejemplo temprano de cómo el pecado distorsiona el orden creado por Dios. En su obra Apología, afirma:

«Lo que esos ángeles trajeron al mundo no fue conocimiento, sino corrupción; no progreso, sino decadencia. Es solo mediante Cristo que podemos ser restaurados a la pureza original que Dios deseó para la humanidad» (Apología, 22, traducido por Glover, 1977, p. 91).

La interpretación de Tertuliano sobre los ángeles caídos y los nefilim destaca tanto el impacto genético como las consecuencias culturales y morales de su rebelión. Para Tertuliano, este relato no solo explica la introducción del mal en el mundo, sino que también sirve como una advertencia ética y espiritual para las generaciones posteriores, subrayando la necesidad de vivir en modestia, pureza y dependencia de la redención en Cristo.

CLEMENTE DE ALEJANDRÍA Y LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL

Clemente de Alejandría, un destacado teólogo del siglo II y director de la escuela catequética de Alejandría, también interpretaba a los nefilim como una progenia híbrida entre seres celestiales y humanos. En su obra Stromata, libro III, capítulo 4, Clemente escribe:

«Los ángeles que abandonaron su propósito original y desearon lo que era indebido trajeron consigo no solo corrupción al cuerpo, sino también una contaminación del espíritu, desviando a la humanidad de la verdad divina» (Stromata, III.4, traducido por Ferguson, 1991, p. 289).

Para Clemente, los nefilim no son simplemente gigantes o seres híbridos, sino un símbolo de la degeneración que ocurre cuando la humanidad se aparta de Dios. Esta interpretación subraya que la rebelión contra el propósito divino tiene efectos que trascienden lo inmediato, extendiéndose a las generaciones futuras. En este contexto, Clemente reflexiona sobre la naturaleza herética del pecado y cómo este afecta tanto al individuo como a su descendencia:

«La desobediencia no es un asunto aislado; es una herencia que pasa de padres a hijos, corrompiendo el linaje y distorsionando el propósito divino» (Stromata, III.4, traducido por Ferguson, 1991, p. 290).

Además, Clemente relaciona la narrativa de los ángeles caídos con la batalla espiritual entre las fuerzas del bien y el mal, un tema recurrente en su obra. Para él, los nefilim son un recordatorio de la continua lucha que enfrenta la humanidad para resistir las tentaciones del mundo y los poderes espirituales malignos. En el mismo libro, Clemente advierte sobre los peligros de permitir que la naturaleza humana sea guiada por deseos inferiores:

«El hombre está llamado a resistir las fuerzas que buscan su ruina. Los nefilim simbolizan lo que ocurre cuando se permite que los deseos terrenales superen la verdad celestial» (Stromata, III.4, traducido por Ferguson, 1991, p. 291).

Clemente también emplea esta narrativa para exhortar a la fidelidad a Dios como una forma de preservar la santidad en el linaje humano. Según él, mantenerse fiel a los mandatos divinos no solo beneficia al individuo, sino también a su descendencia, restaurando la conexión con el propósito original de Dios para la humanidad. Su énfasis en la batalla espiritual y la preservación de la fidelidad a Dios resalta la importancia de resistir las influencias malignas y caminar en obediencia a los propósitos divinos.

AGUSTÍN DE HIPONA: REINTERPRETACIÓN DE LOS HIJOS DE DIOS

Agustín de Hipona fue el primero en presentar una interpretación distinta del relato de Génesis 6:1-4. En su obra La Ciudad de Dios, libro XV, Agustín argumenta que los «hijos de Dios» no eran ángeles caídos, sino los descendientes de la línea de Set, quienes se mezclaron con los descendientes de Caín, «las hijas de los hombres» (Agustín, 2003, p. 234). Para él, los nefilim representaban a los héroes y tiranos humanos que surgieron de esta unión desobediente. Agustín rechazó la idea de un origen híbrido humano-divino, considerando que los ángeles, como seres espirituales, no podían procrear con los humanos. Esta postura marcó una transición hacia una interpretación más alegórica y racionalista en la tradición cristiana (Heiser, 2015, p. 72).

TEOLOGÍA DE LOS NEFILIM: IMPLICACIONES ESPIRITUALES Y ESCATOLÓGICAS

La interpretación del origen de los nefilim tiene profundas implicaciones teológicas. Para los primeros cristianos, estos relatos no eran meras historias antiguas, sino una advertencia de las consecuencias del pecado y la rebelión contra Dios. Lactancio, por ejemplo, vio en los nefilim un paralelismo con los poderes demoníacos que serán derrotados en el día del juicio final (Instituciones Divinas, libro II, capítulo 15; Lactancio, 2013, p. 78). Los nefilim también fueron vistos como una tipología del conflicto espiritual continuo entre el Reino de Dios y las fuerzas de las tinieblas. Los padres de la iglesia utilizaron esta narrativa para subrayar la necesidad de una vida santa y vigilante frente a las tentaciones del mundo espiritual.

Desde una perspectiva pentecostal, el relato de los nefilim sigue siendo relevante, pues destaca la realidad del mundo espiritual y la necesidad de discernimiento frente a las influencias demoníacas. La interpretación patrística nos recuerda que la Escritura tiene tanto dimensiones históricas como espirituales que iluminan nuestra relación con Dios. Como pentecostales, afirmamos que el Espíritu Santo nos guía a toda verdad (Juan 16:13), incluso en temas tan complejos como este. Además, la narrativa de los nefilim enfatiza la importancia de la santidad y la separación del pecado en nuestras vidas.

REFERENCIAS:

  • Agustín de Hipona. (2003). La Ciudad de Dios. Editorial Clásica.
  • Clemente de Alejandría. (2006). Stromata. Publicaciones Antiguas.
  • Heiser, M. S. (2015). The Unseen Realm: Recovering the Supernatural Worldview of the Bible. Lexham Press.
  • Justino Mártir. (1967). The First and Second Apologies. Traducido por L.W. Barnard. Cambridge University Press.
  • Justino Mártir. (2003). Dialogue with Trypho. Traducido por T.B. Falls. Christian Classics Ethereal Library.
  • Lactancio. (2013). Instituciones Divinas. Editorial Clásica.
  • Nickelsburg, G. W. E., & VanderKam, J. C. (2012). 1 Enoch: A New Translation. Fortress Press.
  • Orígenes. (1936). De Principiis. Traducido por G.W. Butterworth. Cambridge University Press.
  • Tertuliano. (1977). Apología. Traducido por Thomas R. Glover. Loeb Classical Library.
  • Tertuliano. (2004). De Cultu Feminarum. Traducido por Geoffrey Dunn. Routledge.
  • Tertuliano. (2004). De Virginibus Velandis. Traducido por Geoffrey Dunn. Routledge.

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