Dispensacionalismo, ESCATOLOGÍA

El Rapto de la Iglesia: Una perspectiva pretribulacionista

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Los pretribulacionistas creen en un rapto pretribulacional y un regreso de Cristo a la tierra premilenial. Enseñan que, en la secuencia de eventos que conducen al estado eterno, habrá un período de tribulación que durará un total de siete años. La profecía que Daniel recibió del ángel Gabriel, que se encuentra en Daniel 9, establece que habrá un período futuro de siete años de tribulación sobre el pueblo de Israel, comúnmente llamado “la semana 70 de Daniel”: “Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. Y hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador” (Dn 9:26–27). Según este punto de vista, la Iglesia será arrebatada —quitada de la tierra por intervención divina— antes de que comience la tribulación (1 Tes 1:10; 4:16–17; 5:9; Ap 3:10); será “guardada de la hora de la prueba” (Ap 3:10). Nadie sabe cuándo comienza la tribulación, y no habrá señales de su llegada. De repente, sin previo aviso, la iglesia será arrebatada y la tribulación comenzará. Por lo tanto, es inútil buscar señales del fin.

Los pretribulacionistas enseñan que este período de tribulación de siete años se divide en dos períodos de tres años y medio cada uno (Ap 12:14). Se dice que la primera mitad de la tribulación comenzará cuando Israel entre en un período de paz, debido a un tratado de paz mundial que establecerá el anticristo (Dn 9:27). Durante este tiempo, el templo será reconstruido en Jerusalén y en él se ofrecerán sacrificios. A pesar de este acuerdo de paz mundial, habrá hambrunas, guerras y persecución contra aquellos que creen que Jesús es el Mesías de Israel (Mt 24–25).

Durante la segunda mitad de la tribulación (llamada la “gran tribulación”, Ap 7:14), el anticristo se volverá contra Israel y romperá el tratado de paz. El anticristo hará que cesen todos los sacrificios en el templo, mandará levantar una efigie suya en el recinto y profanará el templo forzando a la gente a rendirle culto y a ofrecerle sacrificios a él (Dn 9:27; Ap 13:14). En este momento, Israel será abiertamente perseguido por las naciones y forzado a esconderse para preservar sus vidas (Ap 12:6); 144,000 creyentes judíos saldrán por todo el mundo para predicar el evangelio (Ap 7:1–8; 14:1–5).

Según el pretribulacionismo, durante la tribulación, Dios hará caer el castigo sobre el mundo a través de grandes catástrofes, hambres y plagas (se dice que estas se describen en las tres series de juicios de las que se habla en Ap 6–16). Este juicio divino sobre el mundo sirve (1) como recompensa por el rechazo mundial de Jesucristo, (2) como juicio sobre Israel por su rebelión contra Dios y su propio rechazo del Mesías, y (3) como una forma de traer a Israel de vuelta a Dios y a un reconocimiento de Jesús como su Mesías. La gran tribulación terminará cuando grandes ejércitos del este y el norte rodeen Jerusalén, y Jesús descenderá del cielo con poder para destruirlos (Ap 9:13–21; 16:12–14; Zac 12:1–8; 14:1–4), instaurando su reino milenial en la tierra (Ap 20).[1]

El pretribulacionismo, en última instancia, divide “la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:13) en dos etapas: El rapto de la iglesia (pretribulacional) y la segunda venida de Cristo en gloria (postribulacional). Esta postura está íntimamente ligada al dispensacionalismo, el cual normalmente incluye al premilenarismo pretribulacional y es identificado con él. Si bien, no todo pretribulacionalista es necesariamente un dispensacionalista, todo dispensacionalista es un pretribulacionalista. No es práctico tratar a ambos como posiciones separadas y distintas.[2]

Los intentos de determinar el origen de las enseñanzas dispensacionalistas (y con ello del pretribulacionismo) como un sistema antes de la vida y los escritos de John Nelson Darby en el siglo XIX no han tenido éxito. Seguir la pista del premilenarismo histórico hasta los primeros Padres de la Iglesia no es lo mismo que rastrear el dispensacionalismo. Muchos creen hallar dispensacionalismo y pretribulacionismo antes de Darby, cuando en realidad lo que encuentran son las ideas en común sustentadas por el premilenarismo histórico. Examinar los aspectos dispensacionales de las enseñanzas de Pierre Poiret (1646–1719), John Edwards (1639 1716) e Isaac Watts tampoco permite establecer un origen predarbista del dispensacionalismo. Tampoco puede decirse que trazar el ascenso del premilenarismo en el protestantismo estadounidense signifique hacer lo propio con el dispensacionalismo.

Aunque hoy es la interpretación dominante en el mundo pentecostal y en muchos otros grupos evangélicos como los bautistas, en plena honestidad debe reconocerse que, en cuanto sistema escatológico, el dispensacionalismo es la adición más reciente a los principales conceptos milenarios.[3] Así, por ejemplo, en ninguna de las numerosas confesiones de fe bautistas (muchos bautistas son fieles defensores del dispensacionalista actualmente), elaboradas desde el siglo XVII hasta el siglo XX y reproducidas por W. L. Lumpkin en su libro Baptist Confessions of Faith (Confesiones de fe bautistas) se incluye la enseñanza del dispensacionalismo. Se puede decir lo mismo de ciertas otras denominaciones cristianas.[4] La razón es obvia: Nadie, en la iglesia primitiva ni en los siglos posteriores, fue pretribulacionista, ni mucho menos dispensacionalista.

Para aquel que desee profundizar en la historia del dispensacionalismo y el pretribulacionismo, se recomiendan los siguientes libros y autores: Rutgers, Premillennialism in America, 172–86; Kraus, Dispensationalism in America; Bass, Backgrounds to Dispensationalism, pp. 48–99; Ladd, The Blessed Hope, pp. 35–60; William E. Cox, An Examination of Dispensationalism, pp. 1–16; Ernest Robert Sandeen (1931– ), The Roots of Fundamentalism: British and American Millenarianism, 1800–1930 (Chicago: University of Chicago Press, 1970), pp. 29–41, 59–102, 132–247; Timothy Preston Weber (1947– ), Living in the Shadow of the Second Coming: American Premillennialism, 1875–1982 (Chicago: University of Chicago Press, 1987), passim; George Mish Marsden (1939– ), Fundamentalism and American Culture: The Shaping of Twentieth-Century Evangelicalism, 1870–1925 (New York, Oxford: Oxford University Press, 1980), pp. 51–71; y John H. Gerstner, Wrongly Dividing the Word of Truth: A Critique of Dispensationalism (Brentwood, Tenn.: Wolgemuth and Hyatt, Publishers, In., 1991), pp. 21–72.

𝐅𝐔𝐄𝐍𝐓𝐄:


[1] David Haines, «La tribulación», en Sumario Teológico Lexham, ed. Mark Ward et al. (Bellingham, WA: Lexham Press, 2018).

[2] James Leo Garrett h., Teologia sistematica: Biblica, historica y evangelica, trans. Nancy Bedford de Stutz, Daniel Stutz, y LaNell W. de Bedford, Tercera edición., vol. II (El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano, 2011), 755.

[3] Ibid. pp. 756–757.

[4] Ibid. pp. 757.

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