Dispensacionalismo, ESCATOLOGÍA, Milenio, Premilenarismo Histórico, Reino de Dios

El Reino de Dios en Lucas y Hechos

Por Alfredo J. Velásquez*

Este escrito presenta el tema del reino de Dios desde la perspectiva lucana. El enfoque que Lucas hace en el tema del reino abarca tres aspectos específicos: 1) el reino con Jesús; 2) el reino con la iglesia a través del Espíritu Santo; 3) el reino consumado con Israel restaurado. El objetivo es demostrar que el reino según Lucas-Hechos se desarrolla por fases, manteniendo una visión espiritual y física que apunta un entorno holístico. Este reino dirige a los creyentes a la participación de la historia de redención que Dios ha diseñado para el mundo.

EL REINO EN ACCIÓN EN JESÚS

¿Qué significa realmente el reino de Dios? En definición: “Esta doctrina describe el gobierno de Dios sobre su creación como rey, incluyendo cómo se ejerce y se estructura el gobierno y cuál es su propósito final”.[1] Como se observa el reino de Dios abarca la creación y la forma en que Dios ha gobernado su pueblo. Esto implica que es un tema veterotestamentario. Hay muchos versículos que demuestra que el tema del reino/rey está implícito en el AT (Sal 2:1–12; 45:1–17; 72:1–20; 110:1–7; 145:1–21; Is 2:1–4; 4:2–6; 9:1–7; 11:1–16; 19:18–25; 24:1–25:12; 29:17–24; 32:1–8, 16–20; 33:17–24; 35:1–10; 42:1–13; 45:14–25; 49:1–26; 55:1–13; 59:16–60:18; 65:17–25; 66:14–24; Jer 3:6–4:4; 23:1–8; 31:31–40; 33:1–26; 50:1–20; Ez 11:14–25; 17:22–24; 34:11–31; 36:16–38; 47:1–12; Dn 2:24–45; 4:34–37; 6:24–28; 7:9–28; Os 3:1–5; Jl 2:28–3:21; Am 9:11–15; Abd 17–21; Mi 4:1–5:5; Sof 2:4–15; 3:8–20; Zac 2:6–13; 4:1–14; 6:9–15; 8:1–23; 9:9–10; 14:1–21).

Sin embargo, no es hasta el NT que este tema comienza a entenderse a plenitud. Ahora el reino estará presente en la persona de Jesús. Esta idea mesiánica era la esperanza de Israel. El Mesías debía irrumpir la historia e inaugurar el reino de Dios en la tierra, tal como los profetas lo habían predicho (cf. 2 S 7:12-13 [Pacto davídico]). Esta escena se daría pronto, pero no sería tan simple como parecía.[2]

No hay casi dudas de que el reino estaba con Jesús, esto implica que estaba presente. A lo largo del NT se demuestra la importancia del reino de Dios. En los evangelios y Hechos es notable como el tema del reino siempre fue estuvo presente en Jesús, sea a través de palabras y hechos (Mt 3:1–6; 4:12–17, 23–5:12, 17–20; 6:5–15, 19–34; 7:21–23; 8:5–13; 9:35–38; 10:5–15; 11:2–15; 12:22–30; 13:1–53; 16:18–20, 27–28; 18:1–5, 21–20:16, 20–28; 21:1–11, 28–22:14; 23:13–36; 24:4–26; 25:1–46; 26:26–29; Mr 1:14–15; 4:1–20, 26–34; 9:1–13, 42–48; 10:13–16, 23–27; 12:28–34; 14:22–25; 15:42–4; Lc 1:26–33; 4:40–44; 6:20–26; 7:24–30; 8:1–15; 9:1–11, 27–36, 57–10:16; 11:1–4, 15–28; 12:22–34; 13:18–30; 14:15–24; 16:14–17; 17:20–37; 18:15–30; 19:11–27; 21:29–33; 22:14–18, 24–30; 23:26–55; Jn 3:1–21; 6:15–21; 18:28–3; Hch 1:1–8; 8:9–13; 14:21–28; 19:1–10; 20:17–38; 28:17–31).[3]

La idea del reino con Jesús se vuelve más que evidente, específicamente a través de un verso que es de exclusividad lucana: “Habiendo preguntado los fariseos a Jesús cuándo vendría el reino de Dios, Él les respondió: «El reino de Dios no viene con señales visibles, ni dirán: “¡Miren, aquí está!” o: “¡Allí está!”. Porque, el reino de Dios está entre ustedes»” (Lc 17:20–21).[4]

Este versículo, aunque es objeto de discusión es un argumento sólido que da Lucas para afirmar que el reino está presente en la persona de Jesús. Como argumentó hábilmente Joseph Ratzinger:

“Jesús habla en presente, el reino de Dios no es observable, estando precisamente entre aquellos a los que habla. El reino se encuentra entre ellos, en él mismo… El reino de Dios se encuentra en él, pero de tal modo que puede pasar inadvertido, fuera del alcance de la observación, que intenta medir síntomas o hacer cálculos con las constelaciones.”[5]

Aunque muchos esperaban que el reino de Dios en el Mesías se manifestara de forma visible a través del derrocamiento del Imperio Romano, Jesús en el poder del Espíritu y con el respaldo del Padre estaba destronando el reino de las tinieblas (cf. Lc 10:1-24). Esta acción demuestra que el reino de Dios estaba fluyendo en Jesús.[6] Haciendo eco de las palabras de Murray Harris: “Como decían los padres de la iglesia, “Jesús es autobasileia”, el reino mismo.[7]

EL REINO EN PODER CON LA IGLESIA Y EL ESPÍRITU

Se ha demostrado que el reino estaba con Jesús. Es posible que el porcentaje mayor de lectores y comentaristas estén de acuerdo. Pero cuando se habla de la resurrección y ascensión, muchos optan por afirmar que el reino de Dios ha sido pospuesto, lo que denominaría como “un aplazamiento profético”. ¿Qué implica esto? Que el reino ya no está, presente, o quizás sí, pero de forma “misteriosa” afirmarían algunos (cf. Mt 13).

No obstante, este conflicto del reino presente con la iglesia y el Espíritu Santo, se puede resolver si se observa la tensión del “ya/todavía no”[8] que está experimentando la iglesia. Es decir, se puede afirmar que, “el Espíritu continúa el ministerio del reino de Jesús mismo”.[9] Hay una continuidad entre el reino con Jesús y el reino presente “ya” con la iglesia que es el cuerpo de Jesucristo a través de la unión con el Espíritu Santo (el bautismo en el cuerpo de Cristo por el Espíritu; cf. 1 Co 12:13).

En Hechos 1–2 se confirma que iniciaría una era del Espíritu donde se levantaría un pueblo profético. Este concepto de un “nuevo” pueblo, sería la continuación de la misión de Dios (missio Dei). La iglesia continuaría la misión que Dios le dio a Israel (el cual no ejerció con efectividad; cf. 1 Co 10:1–13); no obstante, Jesús sí llevó a cabo con eficacia esa misión y la delego a su la iglesia. Este misterio de Cristo con la iglesia se hace realidad en esta dispensación presente (Ef 3:3–4; Col 3:26–27). Donde la iglesia se convierte en una comunidad del reino de Dios (una comunidad de profetas con una mirada escatológica, cf. Jl 2:28//Hc 2:16-18).

Esta efusión del Espíritu Santo no solo atestiguaría que la iglesia es agente del reino, también reafirma que su misión de proclamar el evangelio sería efectiva, esto a través del empoderamiento del Espíritu como se afirma en Hechos 1:8. Como menciona Darrell Bock:

La vocación, la preocupación y la misión de los discípulos no deben centrarse en el momento del fin. Más bien deben recibir la capacitación que Dios les dará en el Espíritu. Serán los testigos de Jesús desde Jerusalén hasta los confines de la tierra. El Espíritu está ligado al poder (δύναμιν, dynamin), que aquí se refiere a ser capacitados para hablar con valentía dando testimonio del mensaje de la obra de Dios por medio de Jesús.[10]

Si la iglesia es empoderada por el Espíritu, de seguro podrá manifestar las señales que confirman la proclamación del evangelio (Mr 16:15-20; cf. Mt 28:18-20). Esto es evidente porque Jesús ha resucitado y se ha sentado a la diestra del Padre, posicionándose como Rey escatológico.[11] Esa realidad capacita a la iglesia para que se mueva en la dimensión del “ya” del reino. Bock clarifica esta idea cuando argumenta: “La experiencia directa y real de Jesús y de su resurrección califica a los discípulos como testigos, pero el Espíritu les dará la capacidad de articular su experiencia con audacia”.[12] Es necesario participar del reino de Dios a través de la vida el Espíritu Santo como se observa en libro de los Hechos.

LA PARTICIPACIÓN DE CRISTO Y DIOS EN EL REINO CONSUMADO

El libro de Hechos deja en claro que la iglesia y el reino están entrelazados.[13] Sin embargo, este reino, aunque se manifiesta de forma espiritual, se hará visible cumpliendo las promesas hechas a Israel de un reino físico. Esto se puede observar en Hechos 1:6–7 donde los discípulos estaban expectantes de la consumación del reino. No era para menos, ya que Jesús estuvo con ellos durante 40 días, los cuales les habló acerca del reino de Dios (Hch 1:3).

Pero esta idea de un reino consumado estaba ligada con la restauración a Israel. ¿Por qué es necesario que Israel participe de un reino físico? Si se comprende los pactos y se observan que estos también operan bajo la tensión del “ya/todavía no” se hace más fácil comprender el panorama futuro del reino. Lucas inicia su evangelio afirmando los pactos que conciernen a Israel y hablan del Mesías (Lc 1:39–55; 67–79).

En otras palabras, Lucas está haciendo mención del reino davídico, iniciando desde Abraham y confirmando que este reino sería manifestado en un futuro por Jesús, el Hijo de Dios. Bock explica haciendo referencia a Lucas 1:72:

“Recordar una alianza o “confirmar un juramento” es una expresión veterotestamentaria (Sal. 105:8; 106:45; Gn. 22:16-18; 26:3; Éx. 2:24; Schürmann 1969: 88 n. 47). El pacto en cuestión es el pacto abrahámico (1:73). La idea de recordar (μνησθῆναι, mnēsthēnai) no es meramente cognitiva, sino que se refiere a la puesta en práctica de la promesa de Dios. La frase bien podría traducirse por «actuar» o «llevar a efecto» su santa alianza (Michel, TDNT 4:676). El hecho de que Dios actúe en favor de su pacto debería animar a los lectores de Lucas a pensar que actuará en el resto de sus promesas.”[14]

Como se observa Lucas tiene en mente el tema de una futura consumación del reino con el Mesías y esto es producto del cumplimiento de los pactos de Dios con Israel y su pueblo. Como explica Bock: “La mención de Abraham recuerda que Dios es fiel a sus compromisos originales”.[15] Esta idea deja ver que los pactos, el reino y la venida del Mesías están entrelazados y todos son parte del drama de salvación. “Con la venida de Jesús, Dios cumple las promesas hechas a las dos figuras clave del Antiguo Testamento que se destacan en el himno: Abraham (1:73) y David (1:69)”.[16]

En el libro de Hechos se observa que Dios no se ha olvidado de Israel, que su reino se manifestará, pero que esto ocurrirá en el “todavía no” del reino. Hechos 3:19–21 menciona “la restauración de todas las cosas”. En esa restauración reino de Israel debe estar envuelto (cf. Hch 1:3–11). Craig Keener comenta: “Cristo no regresaría otra vez hasta que hubiera llegado el momento de restaurar a Israel (1:6) y al mundo”.[17]

Esta restauración se está dando, la salvación ha llegado a través de Jesucristo, la iglesia está participando y es un anticipo del reino futuro. No obstante, se espera que este reino sea consumado (cf. 1 Co 15:20-28).[18] Stanley Horton argumenta:

Los tiempos de restauración son una referencia a la edad por venir, el Milenio. Entonces Dios restaurará y renovará, y Jesús reinará personalmente sobre la tierra. La restauración profetizada incluye un nuevo derramamiento del Espíritu en el reino restaurado.[19]

La idea del reino consumado con Cristo y Dios que se da en Lucas-Hechos está presente en el pensamiento lucano. Este reino seguirá operando en fases hasta que llegue el tiempo final del cumplimiento de los tiempos. El reino se extenderá por el mundo e Israel y las naciones salvadas serán partícipes de esto (cf. Ap 20–22).[20]

PARTICIPANDO DEL REINO DE DIOS EN LA TEOLOGÍA LUCANA

Lucas nos invita a ser partícipe de la historia de la iglesia primitiva. La idea de un reino que está presente, pero que mantiene una expectativa afecta nuestra percepción de ver y vivir el evangelio. También participar de una comunidad del reino logra que las líneas multiculturales, aunque se crucen no resten más bien que sumen. Si la iglesia entiende que está alineada a un Rey que rompió las barreras culturales e hizo un solo cuerpo en Él, la visión por extender el reino en los corazones de las vidas se puede dar con eficacia.

En Lucas-Hechos se puede observar que las personas que Dios escoge para esta misión del reino eran personas sencillas, pero dotadas del poder del Espíritu Santo. ¿Qué hace falta? ¡Qué nos pongamos en las manos de Dios! La proclamación del evangelio del reino que es expuesta en Lucas es una invitación a transformar nuestro entorno. Ahora se le puede decir al marginado, al enfermo y al vil pecador que Cristo lo llama a ser participé de un reino que, aunque es espiritual, pronto se manifestará en la tierra de forma tangible. ¡El Rey nos invita a su reino!

UN TEMA EXTENSO

El tema del reino de Dios en Lucas y Hechos es extenso. Sin embargo, se ha podido observar que este reino opera en fases y que esto simplifica la manera en que se entiende este tema. Estos tres versos: Lucas 17:21 (el reino con Jesús); Hechos 1:8 (el reino en el poder y la persona del Espíritu Santo con la iglesia); Hechos 3:21 (el reino consumado que involucra a Israel en la restauración final) dejan claro que el reino se extiende desde la venida de Jesús hasta la consumación de los tiempos, es decir, la eternidad.

También es claro que Lucas invita a sus lectores a estar expectantes de la consumación del reino (véase como finaliza el libro en Hch 28:30–31); mientras que somos llamados a ejecutar primeramente la misión de la predicación que de alguna manera hace realidad del reino presente, formando así la comunidad de redimidos que brindan lealtad al veredero Rey. Al final, el escritor Lucas logra unificar el mensaje de las Escrituras cuando posiciona el tema del reino como central en sus escritos.

¡Contemplemos el reino para que veamos la belleza del Rey!

ACERCA DEL AUTOR:

*Alfredo J. Velásquez es puertorriqueño, Profesor en Biblia (SETECA), Diplomado en Escatología (STK), diseñador gráfico, asociado en Logos Bible Software y creador de contenido cristiano. Está casado con Juleixis Soto Martínez.

BIBLIOGRAFÍA T REFERENCIAS:

[1] Gerald Bray, «El reino de Dios», en Sumario Teológico Lexham, ed. Mark Ward et al. (Bellingham, WA: Lexham Press, 2018).

[2] Como señala Craig Blaising, es importante conocer la “complejización a través de la revelación progresiva y el cumplimiento histórico”. A esto Blaising añade un ejemplo valioso cuando afirma: “Complejizar es hacer compleja una cosa simple. Esto ocurre a veces en el cumplimiento de las profecías. Tomemos por ejemplo la promesa que Dios hizo a David en 2 Samuel 7:12-13, que dice simplemente: «Levantaré después de ti a tu descendiente… y afirmaré el trono de su reino para siempre». Esta simple promesa de resucitar al descendiente de David y establecer su reino para siempre se ha complejizado en su cumplimiento mediante la introducción de (1) una línea de reyes davídicos; (2) una suspensión del gobierno davídico durante varios siglos; (3) la encarnación del Hijo de Dios como un descendiente davídico posterior, Jesús de Nazaret; (4) la crucifixión, muerte, sepultura y resurrección de Jesús; (5) la ascensión de Jesús a los cielos durante un periodo de dos milenios y contando; y (6) aspectos inaugurados del reino prometido manifestados durante el tiempo de la ascensión de Jesús, con (7) la expectativa aún restante de que el reino de Cristo se establecerá en su venida -llevando así al cumplimiento final la (simple) promesa original”. Craig A. Blaising, «Last Things», en A Handbook of Theology, ed. Daniel L. Akin, David S. Dockery, y Nathan A. Finn, Theology for the People of God (Brentwood, TN: B&H Academic, 2023), 412.

[3] Hay muchos versículos fuera de los evangelios y Hechos (dentro del marco neotestemantario) que ubican el tema del reino/rey como una realidad presente y futura donde el creyente será partícipe del plan consumado (Ro 14:14–23; 1 Co 4:14–21; 6:1–11; 15:20–28, 50–58; Gá 5:16–26; Ef 5:1–7; Fil 3:17–4:1; Col 1:9–18; 4:7–15; 1 Ts 2:1–12; 2 Ts 1:3–12; 1 Ti 6:11–16; 2 Ti 2:1–13; 4:1–5, 17–18; Heb 1:5–14; 12:25–29; Stg 2:1–13; 2 P 1:5–11; Ap 1:9–20; 3:14–22; 5:8–14; 11:15–12:12; 19:11–16; 22:1–5).

[4] Italicas mías; cf. Lc 11:20. Todas las citas son de la Nueva Biblia de las Americas (NBLA).

[5] Joseph Ratzinger. Escatología: La muerte y la vida eterna (Herder Editorial, 2012). Edición de Kindle. 51-52

[6] Otros puntos de vista de la cercanía del reino se pueden observar en How the Kingdom Does Not Come [Cómo no viene el Reino] en Darrell L. Bock, Luke: 9:51–24:53, vol. 2, Baker Exegetical Commentary on the New Testament (Grand Rapids, MI: Baker Academic, 1996), 1412–1414.

[7] Murray J. Harris, Navegando por textos difíciles: Una guía de pasajes problemáticos del Nuevo Testamento (Bellingham, WA: Editorial Tesoro Bíblico, 2020).

[8] “El “ya” pero “todavía no” es la opinión de que el reino de Dios ya ha sido inaugurado en la persona y ministerio de Jesucristo pero no alcanzará la consumación hasta su regreso en gloria.” David Nah, «El ya y el aún no», en Sumario Teológico Lexham.

[9] Concilio General de las Asambleas de Dios, Asambleas de Dios Documentos de posición (Springfield, MO: Concilio General de las Asambleas de Dios, 1972–2017).

[10] Darrell L. Bock, Acts, Baker Exegetical Commentary on the New Testament (Grand Rapids, MI: Baker Academic, 2007), 63.

[11] Para un argumento sólido sobre la posición de que Jesucristo está reinando en los cielos como el Mesías davídico, véase Darrell L. Bock, «The Reign of the Lord Christ», en Dispensationalism,Israel and the Church: The search for definition, ed. Craig A. Blaising y Darrell L. Bock (Grand Rapids, MI: Zondervan Academic, 1992), 37–68.

[12] Ibid., 64.

[13] La iglesia opera “como la revelación actual del reino”; véase Craig A. Blaising y Darrell L. Bock, Progressive Dispensationalism (Grand Rapids, MI: Baker Books, 1993), 257–262. La iglesia participa del reino sin tener que absorber las promesas terrenales y físicas del reino que conciernen a la nación de Israel, esto es confirmado a través del nuevo pacto que garantiza la restauración de la tierra (cf. Ez 36:24–38). También se puede observar que el AT afirma la restauración de la y el NT la confirma, véase los casos en Dt 30:1–10; Ro 11:25–29; véase Daniel I. Block, Covenant: The Framework of God’s Grand Plan of Redemption (Grand Rapids, MI: Baker Academic: A Division of Baker Publishing Group, 2021), 512–515. Tal como lo expone Gary Edward Schnittjer: “El reinado restaurado de David se combina con numerosas expectativas generales: tierra prometida (37:25), pacto eterno de paz (37:26) y tabernáculo (37:27). El cúmulo de cumplimientos significa la fidelidad de Dios a su pacto mediante la fórmula completa: “Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo” (37:27). El “pacto de paz” como “pacto eterno” sugiere alusión al pacto davídico (37:26; 2 Sam 7:13, 16; 23:5)”. Gary Edward Schnittjer, Old Testament Use of Old Testament: A Book-by-Book Guide (Grand Rapids, MI: Zondervan Academic, 2021), 335.

[14] Darrell L. Bock, Luke: 1:1–9:50, vol. 1, Baker Exegetical Commentary on the New Testament, 184.

[15] Ibid.

[16] Ibid.

[17] Craig S. Keener, Comentario del contexto cultural de la Biblia: Nuevo Testamento, trans. Nelda Bedford de Gaydou et al., Octava edición. (El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano, 2014), 329.

[18] Para una comprensión más detallada del reino que vendrá con Jesús, véase a Craig Blaising, «The Kingdom that Comes with Jesus: Premillennialism and the Harmony of Scripture», en The Return of Christ: A Premillennial Perspective (Nashville, TN: B&H Academic, 2011), 141–159.

[19] Stanley M. Horton, El libro de los Hechos (Deerfield, FL: Editorial Vida, 1990), 47.

[20] Para un estudio más detallado de la participación de Israel en la restauración de todas las cosas y el reino, véase a Darrell Bock, «The Restoration of Israel in Luke-Acts», en Introduction to Messianic Judaism: Its Ecclesial Context and Biblical Foundations, ed. David Rudolph y Joel Willitts (Grand Rapids, MI: Zondervan, 2013), 168. También, véase a Stanley E. Porter y Alan E. Kurschner, The Future Restoration of Israel: A Response to Supersessionism (Eugene, Oregon: Pickwick Publications, 2023).

Alfredo J. Velázquez Cortés
14 de septiembre de 2023

Enlace: https://teologiabiblica77.com/2023/09/14/el-reino-de-dios-en-lucas-y-hechos/

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