Por Fernando E. Alvarado
Cuando Pablo habla en 1 Corintios 13:1 sobre “lenguas humanas y angélicas” ¿Está usando una hipérbole? ¿O es que realmente existen las lenguas angelicales y los creyentes pueden hablarlas bajo la influencia del Espíritu a través de la glosolalia?
Muchos, incluso pentecostales influenciados por las teorías cesacionistas, suelen argumentar que el don de lenguas siempre se refiere a lenguas humanas que podrían entenderse perfectamente con un traductor humano que haya estudiado dicho idioma. Pero ¿Es realmente cierto?

Ciertamente no. Eruditos del texto griego, tanto pentecostales como no pentecostales, coinciden en que Pablo no está usando una hipérbole cuando habla de “lenguas de ángeles”. El recientemente fallecido erudito pentecostal Gordon D. Fee, afirmó en su comentario a la Primera Carta a los Corintios:
“Esta oración inicial es la razón del debate entero: «Si yo hablase lenguas humanas y angélicas». Podemos estar bien seguros de que los corintios creían hacerlo; de hecho, esto es lo que m2or explica el repentino viraje a la primera persona singular (cf. 14.14-15). Por sí solo, esto podría significar simplemente «hablar elocuentemente», como algunos han alegado y como se entiende popularmente. Pero, como no se da por sí solo, sino que se sigue directamente de 12.28-30 y anuncia 14.1-25, lo más probable es que ésta sea la forma en que Pablo o ellos (o ambos) entienden el «hablar en lenguas». Entonces «lenguas humanas» se referiría a un idioma humano, inspirado por el Espíritu pero desconocido para el hablante; «lenguas angélicas» reflejaría el punto de vista de que quien habla en lenguas está comunicándose en el idioma o idiomas del cielo. Que por lo menos los corintios, y probablemente también Pablo, consideraran las lenguas como el idioma o los idiomas de los ángeles, parece sumamente probable, por dos razones: (1) Existe cierta evidencia, por fuentes judías, de que se creía que los ángeles tenían su propio lenguaje (o dialectos) celestial, y que por medio del «Espíritu» uno podía hablar tales dialectos. Es así como, en el Testamento de Job 48-50, a las tres hijas de Job se les dan «cinturones carismáticos»; 22 cuando estos cinturones se ponían en la cintura le permitían a Hemera, por ejemplo, hablar «extáticamente en un dialecto angélico, haciendo subir un himno a Dios con el estilo hímnico de los ángeles. Y al hablar ella extáticamente, permitía que `El Espíritu’ quedara inscrito en su vestidura.»23 Esa manera de ver el habla celestial podría hallarse también detrás del modo de expresarse en 1 Corintios 14.2 («por el Espíritu habla misterios»). (2) Como se ha argumentado en otros lugares, 24 puede explicarse bastante bien la manera en que los corintios entendían la «espiritualidad», si creían que ya habían entrado en cierta expresión de la existencia angélica. Esto explicaría su rechazo de la vida sexual y de los papeles sexuales (cf. 7.1-7;11.2-16) y también explicaría en parte su negación de una futura existencia corporal (15.12, 35). Para ellos, la evidencia de que habían «llegado» a ese tipo de estado «espiritual» sería el hecho de que hablaban «lenguas angélicas». De allí la altísima estima en que tenían ese don.”[1]
Pero Gordon D. Fee no es el único erudito que opina de esta manera. David E. Garland, Ph.D. y M.Div. del Southern Baptist Theological Seminary (y quien obviamente no es pentecostal) también ha negado que dicha expresión sea una hipérbole. En el reconocido First Corinthians – Baker Exegetical Commentary on the New Testament, Garland afirma lo siguiente:
“Es innegable que Pablo considera [el hablar en lenguas] parte natural de la experiencia cristiana […] Lo que él dice acerca de las lenguas en el contexto de los capítulos 12–14 debe controlar nuestras conclusiones. Primero, Pablo entiende que es un lenguaje inspirado por el Espíritu y no una expresión no cognitiva ni lingüística. No es simplemente un balbuceo incoherente en el Espíritu (Schrage 1999: 161). “Lenguaje” es el significado más natural de la palabra γλῶσσα y explica mejor cómo las lenguas se pueden diferenciar en varios tipos (γένη). La frase “lenguas de hombres y de ángeles” en 13:1 solo puede referirse a algún tipo de lenguaje. En 14:21, Pablo entiende a Isa. 28:11–12, con su referencia a “otras lenguas” (lenguas extranjeras), como siendo análogas a la experiencia de lenguas en Corinto. Las lenguas consisten en palabras (λόγοι, logoi), que, aunque indescifrables, no son sílabas sin sentido unidas (1 Cor. 14:19). Segundo, Pablo entiende que estas declaraciones están dirigidas a Dios (14:2, 14, 28) y no a los humanos (14:2, 6, 9). No es un lenguaje del discurso humano normal, sino algo misterioso […] Consiste en “misterios en el Espíritu” que son ininteligibles para los humanos (14:2) y que benefician solo al hablante (14:4). Se comunica con Dios a través de la oración y la alabanza (14:15) de maneras que no lo hace el discurso analítico. Pablo lo compara con los sonidos confusos de un instrumento musical que son confusos para el oyente (14:8). La frase “si viniere a vosotros hablando en lenguas” en 14:6 recuerda su descripción de su primera predicación en Corinto (2:1, “y cuando vine a vosotros”). La implicación es que si hubiera venido hablando en lenguas, no habría tenido éxito como apóstol […] Tercero, debido a la referencia a “las lenguas de los ángeles” en 13:1, muchos piensan que es algo así como un idioma angélico. El Testamento de Job (un texto judío egipcio que data del primer siglo a.C. o primer siglo d.C.) de – ofrece un paralelo razonable. Job lega a sus hijas un cinturón milagroso que lo había curado. Cuando se lo pusieron, adquirieron un nuevo corazón y hablaron en un idioma celestial que se describe como un “dialecto angelical” (48:2), “el dialecto de los arcontes” (49:2), “el dialecto de los de lo alto” (50:1), “el dialecto de los querubines” (50:2), y un “dialecto distintivo” (52:7). Tertuliano (De anima [El alma] 9) se refiere a una mujer que recibe visiones extáticas y conversa con ángeles. La tradición rabínica posterior también atribuye a Johanan ben Zakkai la capacidad de comprender el lenguaje de los ángeles debido a su gran erudición y piedad (ver b. B. Bat. 134a; b. Sukkah 28a). La evidencia de que los corintios entendían las lenguas como una especie de discurso angélico [significaría entonces que] hablar en lenguas sería una señal de participación en reinos espirituales superiores (cf. 2 Corintios 12:4).”[2]

Más adelante, en su libro, Garland añade:
“Surge aquí la pregunta de si las “lenguas de los ángeles” son una expansión de las lenguas humanas o hipérbole… Sin embargo, he presentado evidencia anteriormente de que hablar en lenguas de ángeles no se habría considerado inalcanzable (véanse los comentarios sobre 12:8–10). El rapto de Pablo al tercer cielo, al paraíso, donde escuchó cosas que un ser humano no puede hablar, asume que escuchó cosas en alguna lengua celestial (2 Cor. 12:1–4). Es más probable que plantee una posibilidad realista de que algunos puedan creer que hablan en un lenguaje celestial (cf. la combinación de humanos y ángeles en 1 Cor. 4:9 [Spicq 1965: 145; Conzelmann 1975: 221 n. 27]). De hecho, identificar como hipérbole el segundo elemento en los siguientes versículos es engañoso. La fe para mover montañas no se refiere literalmente a mover montañas, sino que es un modismo para hacer lo que es imposible. Dar el propio cuerpo tampoco es una exageración, porque muchos cristianos lo han hecho. La escala ascendente en el factor de deslumbramiento de los dones descritos no está correlacionada con su imposibilidad sino con su potencial para acumular mayor gloria para el individuo. La estrategia de Pablo es colocar en el centro del escenario el don que los corintios más apreciaban y que estaba causando la mayor perturbación en su asamblea y luego rebajarlo varias muescas al mostrar su vacío sin amor. Se convierte en una actuación hueca que fracasa. Los que hablan en lenguas sin amor se convierten en algo distinto de lo que pretendían.”[3]
Incluso el teólogo calvinista Wayne Grudem afirma la veracidad de la interpretación pentecostal cuando admite:
«Si fueran idiomas extranjeros conocidos, que los extranjeros pudieran entender, como en Pentecostés, ¿por qué iba Pablo a usarlos en privado, cuando nadie le iba a entender, en lugar de hacerlo en la iglesia, donde los visitantes extranjeros podían entenderlo.»[4]
Aunque la «xenolalia» o «xenoglosia»[5] es una realidad en Hechos 2, este no siempre es el caso. Si las lenguas habladas por inspiración del Espíritu Santo siempre fuesen idiomas humanos, entonces la frase de Pablo en 1 Corintios 14:23 pierde su sentido pues no siempre sería la verdad. Pablo dice: “Si, pues, toda la iglesia se reúne en un solo lugar, y todos hablan en lenguas, y entran indoctos o incrédulos, ¿no dirán que estáis locos?”. Pero, ¿por qué no sería verdadera la afirmación de Pablo? Simplemente porque cualquier creyente que conociera la lengua que se estaba usando no pensaría que «estaban locos», sino que pensaría que se trataba de un grupo de personas cultas. Solo si las lenguas fuesen un idioma no humano y, por consiguiente desconocido, la frase de Pablo tiene sentido: Los oyentes ajenos a la iglesia (a quienes Pablo llama indoctos e incrédulos) pensarían que estaban locos. ¡Justo lo que pasa con nuestros hermanos no-pentecostales cuando van a una de nuestras reuniones sin entender lo que ocurre y tal don se manifiesta!
Un punto adicional a favor de la interpretación pentecostal la encontramos al leer 1 Corintios 14:2, en donde se afirma que el que habla en lenguas «no habla a los hombres, sino a Dios», ya que si las lenguas siempre son idiomas humanos (xenolalia o xenoglosia), Pablo comete una equivocación, ya que el idioma humano ¡sirve para «hablar a los hombres»! Es más, Pablo dice que cuando uno habla en lenguas, «nadie lo entiende», lo cual no tiene sentido si las lenguas fueran idiomas humanos, ya que muchos las habrían entendido, como hicieron el día de Pentecostés (Hechos 1:8-11). Esto sería especialmente cierto en Corinto, una ciudad portuaria cosmopolita y políglota, frecuentada por gentes de muchos dialectos.
Por otro lado, si las lenguas hablados bajo inspiración del Espíritu siempre fueran idiomas humanos, entonces el don de interpretación no requeriría la manifestación, obra o presencia del Espíritu Santo. ¡El don de interpretación de lenguas jamás hubiese sido necesario para empezar! Cualquiera que hablara varios idiomas, como el mismo Pablo, podía interpretar lenguas en virtud de su talento (y esto sin ninguna intervención sobrenatural u obra del Espíritu). Solo aceptando la posibilidad de hablar en “lenguas de ángeles” preservamos el sentido de numerosos textos.

Por si lo anterior no fuese suficiente, vale la pena mencionar que creer en la existencia de “lenguas angelicales” y la posibilidad de hablarlas bajo influjo divino no era algo extraño en el judaísmo del Segundo Templo. Esto es más que constatable no solo gracias al Testamento de Job (48:3; 49:2; 51:1-2)[6], sino también en otros textos apócrifos como el libro de los Jubileos (25:14)[7]; el Testamento de Judá (25:3)[8]; el Primer Libro de Enoc (40 y 71:11)[9]; el Apocalipsis de Sofonías (8)[10]; y el cuarto libro de los Macabeos (10:21)[11].
Y más allá de Fee (pentecostal), Garland (bautista del sur) o Grudem (carismático), otros comentaristas de peso académico como Ellis, Dautzenberger, Ben Witherington, C. K. Barret y C. Forbes (ninguno de ellos pentecostal), llegan a las mismas conclusiones que los pentecostales.[12]
Al afirmar la posibilidad de hablar en lenguas angelicales bajo la influencia del Espíritu Santo, los pentecostales no estamos convirtiendo en doctrina una hipérbole, por el contrario, estamos respetando el sentido natural del texto y reafirmando nuestro compromiso con la autoridad de la Palabra escrita de Dios, aún por encima de otros grupos que, en nombre de viejas tradiciones religiosas ya pasadas de moda, o por mero prejuicio y temor a la sobrenaturalidad del Dios en quien dicen creer, sostienen un punto tan contrario a las Escrituras como el cesacionismo. Burlarse de nosotros no cambia la verdad; pero lo que en realidad hacen es burlarse de la Palabra y su mensaje.

BIBLIOGRAFÍA Y REFERENCIAS:
[1] Gordon D. Fee, Primera Epístola a los Corintios, Nueva Creación, 1994, Grand Rapids, Michigan, pp. 714-715.
[2] David E. Garland, 1 Corinthians (Baker Exegetical Commentary on the New Testament), Baker Academic, 2003, p. 956-959. Traducción para uso personal por Fernando E. Alvarado.
[3] David E. Garland, 1 Corinthians (Baker Exegetical Commentary on the New Testament), Baker Academic, 2003, p. 1001. Traducción para uso personal por Fernando E. Alvarado.
[4] Wayne Grudem, Systematic Theology, Zondervan Academic; 2nd ed., 2020, p. 1072.
[5] El término relacionado «xenolalia» o «xenoglosia» se usa para describir el fenómeno en el que el lenguaje que es hablado es una lengua natural previamente desconocida para el hablante.
[6] El Testamento de Job es una obra apócrifa compuesta probablemente en Egipto a finales del siglo I d. C. El más antiguo de los manuscritos que sobrevive está en cóptico, y es del siglo V d. C.; otros manuscritos están en Griego y Eslavo Antiguo.
[7] El Libro de los Jubileos, también denominado Leptogénesis, Libro de las Divisiones de los Tiempos según sus Jubileos y Semanas, Jubileos o Libro de la Distribución de los Días de la Ley, es un texto religioso de origen hebreo escrito en torno al año 100 a. C.
[8] El Testamento de Judá es el cuarto de los Testamentos de los Doce Patriarcas, una colección de doce libros apócrifos que relatan discursos atribuidos a los doce patriarcas hijos de Jacob en su lecho de muerte. Tiene connotaciones mesiánicas y escatológicas, y fue compuesto durante el período del Segundo Templo, e incluye varios estratos editoriales que abarcan desde el segundo siglo a.C. hasta el primer siglo de la era común.
[9] El Libro de Enoc o Libro de Henoc (abreviado 1 Enoc) es un libro intertestamentario, que forma parte del canon de la Biblia de la Iglesia ortodoxa de Etiopía y la Iglesia ortodoxa de Eritrea, pero no es reconocido como canónico por las demás Iglesias cristianas, a pesar de haber sido encontrado en algunos de los códices de la Septuaginta (Códice Vaticano y Papiros Chester Beatty). Los Beta Israel (judíos etíopes) lo incluyen en la Tanaj, a diferencia de los demás judíos actuales, que lo excluyen.
[10] El Apocalipsis de Sofonías es un texto pseudoepigráfico judío del siglo I atribuido al bíblico Sofonías y asociado por tanto al Antiguo Testamento, pero no considerado como escritura por los judíos ni por ningún grupo cristiano. Fue redescubierto y publicado a finales del siglo XIX.
[11] El Cuarto libro de los Macabeos, también conocido como 4 Macabeos, IV Macabeos, y 4º de Macabeos, es un libro canónico para la Iglesia Ortodoxa, aunque los judíos y resto de cristianos lo consideran como no canónico.
[12] Luis Jovel, ¿Existen las lenguas angelicales? La vigencia del don de lenguas hoy, artículo disponible en: https://luisjovel.com/2021/11/30/existen-las-lenguas-angelicales-la-vigencia-del-don-de-lenguas-hoy/. Consultado el 16/11/2022
Amén
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