Avivamiento Espiritual, Bautismo en el Espíritu Santo, Cesacionismo, Continuismo, Dones Espirituales, Glosolalia, Pentecostalismo, Pentecostalismo Clásico, Pneumatología

Por qué no deberías menospreciar el don de lenguas

Por Fernando E. Alvarado

La práctica balsfema e irrespetuosa de menospreciar los dones espírituales, y particularmente el don de lenguas (emblema y distintivo del pentecostalismo), se ha extendido no solo en iglesias tradicionalmente cesacionistas, sino incluso en muchas iglesias que se denominan pentecostales (a veces solo de nombre), pero que han asimilado la pobre pneumatología reformada. No es de extrañar que el ejercicio de este don haya disminuido en muchas iglesias que se dicen pentecostales o carismáticas. Y no porque Dios así lo quiero o porque tal don no sea necesario, sino por nuestra propia incredulidad o ignorancia sobre el mismo. ¿Por qué deberíamos revalorizar la experiencia conocida como glosolalia? En primer lugar, porque hablar en lenguas es un tipo de oración. Y la oración, y particularmente la oración en el Espíritu, siempre será necesaria en la vida del cristiano. En 1 Corintios 14:2 Pablo dice que hablar en lenguas es «hablar a Dios».

“Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios.”

Incluso en 1 Corintios 14:28, donde Pablo aconseja callar si no hay intérprete, él mismo afirma que la oración en lenguas equivale a “hablar a Dios”:

“Y si no hay intérprete, calle en la iglesia, y hable para sí mismo y para Dios.”

De nuevo, en 1 Corintios 14:14-15, se refiere explícitamente a «orar» en lenguas u «orar» con el Espíritu:

«Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto. ¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento.»

Por lo tanto, hablar en lenguas es una forma de comunicarse con Dios en súplica, petición e intercesión. Según 1 Corintios 14:16, orar en lenguas es una forma perfectamente legítima para expresar gratitud plena a Dios.

«Porque si bendices solo con el espíritu, el que ocupa lugar de simple oyente, ¿cómo dirá el Amén a tu acción de gracias? pues no sabe lo que has dicho.»

Muchos creyentes (incluso en Iglesias pentecostales) temen rendirse al Espíritu Santo creyendo que, si este los toma y llegan a experimentar la glosolalia, perderán el control de su mente y de sus emociones; pero eso no es cierto. No hay nada en la Biblia que indique que las personas que hablan en lenguas pierdan el control, no se den cuenta de lo que les rodea o que se vean envueltas en una condición enloquecida en la que pierden su personalidad y la capacidad de pensar de forma racional. La persona que habla en lenguas puede comenzar y parar de hablar en lenguas según su voluntad (1 Corintios 14:15-19,27-28; 14:32). Hablar en lenguas es a menudo (aunque no siempre) altamente emocional, da paz y gozo, pero eso no significa que lleve al éxtasis o que aquellos que ejercitan la glosolalia pierdan el control de sí mismos. ¡Así que no tengas miedo!

Pero hay una razón más por la cual deberías procurar el habalr en lenguas: Hablar en lenguas también es una forma de edificarse a uno mismo.

«El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a la iglesia.» (1 Corintios 14:4).

Quienes critican la glosolalia suelen deslegitimizar este propósito, argumentando que es egoísta buscar la propia edificación; pero, al contrario de lo que ellos dicen, buscar nuestra edificación personal no es malo. Así, por ejemplo, estudiamos la Biblia para edificamos; oramos para edificamos y realizamos muchas otras actividades cristianas con el propósito de edificarnos ¡Y en Judas 20 se nos ordena edificamos orando en el Espíritu! Cada don del Espíritu, de una forma u otra, edifica al que lo utiliza. No es maligno, a no ser que la edificación personal se convierta en un fin en sí misma. Pero si mi don me edifica de modo que me vuelvo más maduro sensible, comprensivo, entusiasta y santo y, por lo tanto, mejor preparado para ministrar a otros (1 Corintios 12:7), ¿por qué presentar objeciones innecesarias al ejercicio del don de lenguas en la oración y edificación privada? El hecho de que el propósito final de los dones sea el bien común no excluye otros efectos secundarios de cada manifestación. Es más, la edificación por hablar en lenguas no puede ser mala, o Pablo no habría alentado su uso en 1 Corintios 14:5, en donde afirma: «Así que, quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas…»

Y lo que tiene en mente son lenguas sin interpretación, ya que lo contrasta con la profecía, insistiendo en que ésta última es más útil para edificar a los demás a menos que, por supuesto, el hablar en lenguas sea interpretado:

«Así que, quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas, pero más que aprofetizaseis; porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete, para que la iglesia reciba edificación.» (1 Corintios 14:5)

Aunque podemos preguntarnos cómo puede edificar algo que ni siquiera el que habla entiende, la respuesta está en parte en Romanos 8:26-27, en dónde Pablo nos dice:

«Y asimismo, también el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, porque no sabemos lo que hemos de apedir como es debido, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.»

Para Pablo, hablar en lenguas es una forma de compensar nuestras flaquezas e ignorancia al orar por nosotros mismos y por los demás. ¡Aún cuando tú no entiendas lo que dices en lenguas, el Espíritu Santo intercede por ti, usando tu propia boca!

Pero los beneficios espirituales de hablar en lenguas no terminan ahí. Hablar en lenguas es una forma de bendecir a la persona y obras de Dios (1 Corintios 14:16). Por esto, tal discurso glosolálico es una forma de alabanza (especialmente, «cantar en el Espíritu»). Hay quienes afirman que las lenguas de Hechos 2, al ser lenguas humanas, tenían como fin el evangelismo de los oyentes, pero eso no es del todo cierto. No tenemos pruebas de que las lenguas en Hechos 2 (o en otro lugar) tuvieran un propósito evangelístico. Según Hechos 2:11, el contenido del discurso era «las maravillas de Dios». Está misma frase se usa también en Hechos 10:46 y 19:17. La gente que estaba allí reunida no escuchó un mensaje evangelístico; ¡Escuchó un culto de alabanza!; y ñ, curiosamente, eso no generó conversiones, sino confusión. La salvación vino por medio de la predicación de Pedro. ¡Pero las lenguas fueron para alabar entonces, y lo siguen siendo ahora!

Quienes hemos ejercido en algún momento el ministerio de la liberación o entrado en conflicto directo con el mundo de las tinieblas en zonas donde el ocultismo, la brujería y la opresión demoníaca son fuertes, hemos descubierto un uso adicional y maravilloso del don de lenguas. Hemos comprobado experimentalmente que orar en lenguas también es una manera de desenvolverse en la guerra espiritual. Pablo describe las lenguas en 1 Corintios 14:16 como la oración o bendición «en (el) Espíritu» (en penumati). En Efesios 6:18 nos anima a orar «en el Espíritu» (en penumati), utilizando la misma terminología. Por lo tanto, esta exhortación de Pablo dirigida a nuestra lucha contra los principados y potestades, aunque no se limita a orar en lenguas, ciertamente incluye dicha práctica.

Por estas y muchas otras razones ¡Qué tal si dejas de menospreciar este precioso lenguaje del cielo (y a la vez valioso recurso espiritual) que algunos denominan glosolalia!

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s