Por: Fernando Ernesto Alvarado.
INTRODUCCIÓN.
A la mayoría de los cristianos le resultaría increíble concebir la idea de que los cristianos infieles, aquellos que no perseveran en la fe hasta el final, aún entrarán en la vida eterna con Jesús. Sin embargo, esto es exactamente lo que se está enseñando hoy en muchas iglesias y denominaciones “cristianas”. Aferrándose a pasajes como Juan 10:27-28, el cual dice: “Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna, y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano.” (Juan 10:27-28, NVI), algunos predicadores, como el famoso teólogo Charles F. Stanley (pastor principal de la Primera Iglesia Bautista de Atlanta, Georgia), fundador y presidente de «Ministerios en Contacto», y quien fungiese como presidente de la Convención Bautista del Sur de 1984 a 1986, han enseñado que:
“El creyente infiel no perderá su salvación… Incluso si un creyente para todos los propósitos prácticos se convierte en un incrédulo, su salvación no está en peligro… Cristo no negará a un cristiano incrédulo su salvación.”[1]
Según dichos teólogos la salvación «se aplica en el momento de la fe… Y su permanencia no depende de la permanencia de la fe»[2] Por tal razón enseñan que, dado que un momento de fe asegura el destino eterno de uno, necesariamente se deduce que la salvación de un creyente no puede ser quitada de ellos «por cualquier razón, ya sea pecado o incredulidad»[3] Por lo tanto, no es sorprendente que se opongan a «aquellos que sostienen que la fe de uno debe mantenerse para garantizar la posesión de la vida eterna»[4]
Los arminianos, en cambio, creemos que “el que se mantenga firme hasta el fin será salvo” (Mateo 24:14, NVI). La perseverancia final implica fidelidad final, el que persevere hasta el fin será salvo (Mateo 24:13); el que es fiel hasta la muerte tendrá una corona de vida (Apocalipsis 2:10). Pero, por muy sorprendente que parezca, este importante líder denominacional y muchos otros (en total contradicción con la Biblia), está abogando por los “incrédulos salvados”. Para la mayoría de los cristianos, tal afirmación es un oxímoron.[5] Como si afirmáramos la existencia de un «soltero casado», dicha expresión carece totalmente de sentido.
En plena concordancia con la Biblia, Jacobo Arminio enseñó:
“Al comienzo de la fe en Cristo y de la conversión a Dios, el creyente se convierte en un miembro vivo de Cristo. Si persevera en la fe de Cristo y mantiene una buena conciencia, sigue siendo un miembro vivo. Pero si se vuelve indolente, no se preocupa por sí mismo, le da lugar al pecado, se vuelve medio muerto: al proceder de esta manera, al final muere por completo y deja de ser miembro de Cristo»[6]
Arminio, fiel en sus enseñanzas a la Palabra de Dios, afirmó que la perseverancia en la fe es necesaria para la salvación final del creyente. Desafortunadamente, la falsa doctrina del “una vez salvo, siempre salvo”, haya perseverancia o no, continúa siendo predicada en muchos púlpitos alrededor del mundo. Y esto a pesar de que las Escrituras enseñan que la posesión de la vida eterna está condicionada a una actitud de confianza en la persona y fuente de eternidad y salvación, el Señor Jesucristo.
SÓLO EL QUE PERSEVERE SERÁ SALVO.
Pero los arminianos no somos los únicos en oponernos a dicha enseñanza antibíblica. Incluso el calvinista clásico está de acuerdo con el arminianismo en que la fe en el Señor Jesucristo debe continuar hasta el fin si uno va a experimentar la salvación en el mundo venidero. Por ejemplo, el autor reformado James White dice:
“Las maravillosas promesas que proporciona Cristo no son para aquellos que no creen verdadera y continuamente. La fe que salva es una fe viva, una fe que siempre mira a Cristo como Señor y Salvador… Muchos en nuestro mundo hoy…. enseñan esencialmente que una persona puede realizar un acto de creer en Cristo una vez, y después de esto, puede caer incluso en la incredulidad total y aun así supuestamente ser «salvado»… Cristo no salva a los hombres de esta manera. El verdadero cristiano es el que viene continuamente, siempre creyendo en Cristo. La verdadera fe cristiana es una fe continua, no un acto de una sola vez. Si uno desea estar eternamente saciado, una comida no es suficiente. Si deseamos festejar con el pan del cielo, debemos hacerlo toda nuestra vida. Nunca tendremos hambre o sed si siempre venimos y siempre creemos en Cristo”[7]
El teólogo wesleyano Daniel Whedon afirma también:
«Mientras cumpla la condición, siempre será el heredero de la salvación… Cuando deja de ser creyente, pierde todo reclamo de la promesa divina y todo interés en la vida eterna. Que una vez haya creído ya no le asegura el cielo»[8]
John Wesley, padre del metodismo, enseñó:
«¿Puede un hijo de Dios, entonces, ir al infierno? ¿O puede un hombre ser un hijo de Dios hoy, y un hijo del diablo mañana? Si Dios es nuestro Padre una vez, ¿no es Él nuestro Padre siempre? Respondo: (1) Un hijo de Dios, es decir, un verdadero creyente (porque el que cree ha nacido de Dios), mientras continúa siendo un verdadero creyente, no puede ir al infierno. Pero, (2) Si un creyente naufraga de la fe, ya no es un hijo de Dios. Y luego puede irse al infierno, sí, y ciertamente lo hará si continúa en la incredulidad. (3.) Si un creyente puede hacer naufragio de su fe, entonces un hombre que cree ahora, puede ser un incrédulo en algún momento; sí, muy posiblemente mañana; pero si es así, el que es un hijo de Dios hoy, puede ser un hijo del diablo mañana… (4) Dios es el Padre de los que creen, mientras ellos creen. Pero el diablo es el padre de los que no creen, ya sea que hayan creído una vez o no”[9]
Tanto White como Whedon, Arminio y Wesley entendieron correctamente que ningún autor bíblico garantiza la salvación final de uno, aparte de una fe viva. El apóstol Pedro está de acuerdo cuando dice a sus compañeros creyentes: “pues están obteniendo la meta de su fe, que es su salvación.” (1 Pedro 1: 9, NVI). Nótese que Pedro describe dicho proceso como algo continuo. No como un evento ocurrido en el pasado solamente.
El teólogo metodista Joseph Benson llega a la misma conclusión que Wesley y Arminio en su comentario sobre Mateo 10:22:
“Pero no se desanime ante la perspectiva de estas pruebas, porque el que persevera en la fe y la práctica del evangelio, y que soporta constantemente y con paciencia invencible estas persecuciones, (que mi gracia es suficiente para permitirles a todos hacer), serán salvadas por fin y eternamente de todo pecado y miseria, en el reino y la gloria de Dios.”[10]
Pero más allá de la opinión de cualquier teólogo, la Palabra de Dios afirma categóricamente:
“Pero mi justo vivirá por la fe. Y, si se vuelve atrás, no será de mi agrado». Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida.” (Hebreos 10: 38-39, NVI)
Mientras defendía el evangelio cristiano contra los legalistas gálatas, Pablo advirtió:
“Aquellos de entre ustedes que tratan de ser justificados por la ley han roto con Cristo; han caído de la gracia.” (Gálatas 5:4, NVI).
Pablo afirma que los creyentes genuinos pueden llegar a caer de la gracia. El hecho de que alguien que estaba en Cristo aún pueda ser separado de Él seguramente no es popular en la cultura tolerante (o más bien permisiva) de hoy. La pregunta, sin embargo, no es si una idea es popular o no, sino si es verdadera o no. Pero en Gálatas 5: 4, la expresión “han roto con Cristo; han caído de la gracia” combina dos ideas: separación y el cese de una obra. Denota separación, partida, cese, finalización, inversión Hablando lógicamente, parece razonable concluir que si estoy separado de algo, primero debo haber estado conectado a él. Si un trabajo ha cesado, primero debe haber comenzado. Estas palabras desafiantes cayeron, no de los labios de algún teólogo moderno, herético, oscuro o parcial, sino de los labios del mismísimo apóstol Pablo, el paladín de la gracia.
Muchos de los doctores de la iglesia moderna, sin embargo, no pueden tolerar tales nociones “intolerantes” de Pablo. Creen que las acciones, elecciones o estilo de vida de uno nunca pueden separarnos de Cristo y de su gracia como lo enseñó Pablo.
CONCLUSIÓN.
Los arminianos creemos en la seguridad de la salvación para el cristiano como cualquier estudiante honesto de la Biblia. Las promesas de Cristo a sus ovejas son innegables y le conceden la seguridad y confianza necesarias a cada creyente. Jesús dijo claramente:
“Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna, y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano.” (Juan 10:27-28, NVI)
Los arminianos encontramos mucho consuelo en estas palabras de Cristo. Sin embargo, muchos «evangélicos», defensores de la falsa enseñanza de “una vez salvos, siempre salvos” y su falsa “seguridad eterna del creyente”, citan a Jesús en este pasaje como si hubiera dicho: “Nunca perecerán si me siguen o no». Pero Cristo jamás dijo tal cosa.
Aunque la seguridad de la salvación para los seguidores del Buen Pastor es bastante reconfortante. Sin embargo, dicha seguridad nunca debe aplicarse a los hipócritas que “Profesan conocer a Dios, pero con sus acciones lo niegan” (Tito 1:16, NVI). La seguridad cristiana pertenece a los cristianos, no a los hipócritas, ya que “el que practica el pecado es del diablo” (1 Juan 3:8, NVI).
En palabras de Ezequiel:
“Si el justo se aparta de la justicia y hace lo malo y practica los mismos actos repugnantes del malvado, ¿merece vivir? No, sino que morirá por causa de su infidelidad y de sus pecados, y no se recordará ninguna de sus obras justas. »Ustedes dicen: “El Señor es injusto”. Pero escucha, pueblo de Israel: ¿En qué soy injusto? ¿No son más bien ustedes los injustos? Cuando el justo se aparta de la justicia, cae en la maldad y muere, ¡pero muere por su maldad!” (Ezequiel 18:24-26, NVI).
La seguridad de Juan 10:27-28 se aplica solo a aquellos que siguen a Cristo, como lo indica claramente el texto. Solo los fieles serán salvos: “Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.” (Apocalipsis 2:10, NVI).
REFERENCIAS:
[1] Charles F. Stanley (2014). Seguridad eterna: ¿puedes estar seguro?, Grupo Nelson, pp. 93-94.
[2] Charles F. Stanley (2014). Seguridad eterna: ¿puedes estar seguro?, Grupo Nelson, pp. 80.
[3] Charles F. Stanley (2014). Seguridad eterna: ¿puedes estar seguro?, Grupo Nelson, pp. 81.
[4] Charles F. Stanley (2014). Seguridad eterna: ¿puedes estar seguro?, Grupo Nelson, pp. 82.
[5] Combinación, en una misma estructura sintáctica, de dos palabras o expresiones de significado opuesto (RAE).
[6] Jacobo Arminio, Obras, 3:470.
[7] James R. White (2013), Drawn by the Father, Reformation Press, pp. 19-20.
[8] Daniel Whedon, Daniel Whedon’s Commentary on the New Testament (2012), GraceWorks Multimedia, 2:288.
[9] John Wesley, Works, 10:297-98.
[10] Joseph Benson, Joseph Benson’s Commentary of the Old and New Testaments, (1854), Carlton & Phillips, 4:99.